28.8.08

29 AGOSTO. CALIXTO SEVILLANO


“Calixto sin Melibea, Calixto con la melopea”. Manuscrito anónimo sevillano. Sin publicar. Gran pieza de la literatura absolutamente inexistente pero que podría haber sido una realidad...
Se llamaba Ambrosio de la Cuesta y era doctor en Teología y “canónigo de la Catedral de su Patria”.
Cuenta Arana de Varflora que escribió “Adversaria eruditionis sacrae et Profana. Novísima Scriptorum Hispanorum Eruditione post Biblithecam Hispananm cum appendicibus a Dom. Nicolao Antonio absoluta collectio”. Hace unos años lo habrían resumido mejor: dos obras de título impublicable. Como las películas porno de los años 70. Pero sus dos libros no estaban en el cine Abril sino en “la librería de la Santa Iglesia Catedral”. Unas obras firmadas por un autor que se titulaba como “sevillano”. Por lo menos no se avergonzaba como otros...
Sabemos poco de Don Ambrosio. Quizás hoy hubiera servido su nombre para un chiste: Brosio, Am Brosio. Impresionante en dos palabras...Como su tarea de recopilar y de copiar los viejos escritos del Abad Alonso Sánchez Gordillo, (uno que no usaba camisa de cuadros abierta ni barba larga), el primer gran libro de cofradías sevillanas. Se salvó por su mano y por su interés. No era aficionado al minimalismo, especialmente en el título de sus libros. En la biblioteca de la Catedral también se conservaban sus “Apuntaciones sobre el doctorado de la iglesia que algunos dan a nuestro arzobispo san Isidoro”.
Nació el 17 de abril de 1653 y fue bautizado en la desaparecida iglesia parroquial de la Magdalena. Aunque pocas son las noticias, se conoce su nivel de erudición y su valía intelectual. Llegó joven a canónigo. Lo de la juventud se repite, lo de la valía es otro cantar...Tuvo muerte desgraciada y literaria. La noche del 29 de agosto del año 1707, “queriendo saltar al campo por la muralla de la puerta de San Juan cayó sobre una piedra y falleció a las dos horas con la sola extremaunción”. Calixto sevillano. No sabemos qué Sosía recogería sus sesos, qué Tristán lloraría su desgracia ni si habría Melibea que lo esperara. Fue enterrado con todos los honores en “su Catedral, delante de la capilla de San Francisco”. En aquel año estaba escribiendo las “Vidas de los Arzobispos de Sevilla”, no sabemos si a alguno no le contentó la historia. Dicen algunos que murió con “universal sentimientos de los literatos que conocieron su talento”. No sabemos si dejó algún Sempronio y algún Pármeno en el Camino. Fue la suya una muerte un punto ridícula. La del Calixto sevillano...Mal saltador de murallas y rejas...
Otro que pasaba de la romería del Rocío...

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