28.2.08

PENITENCIA


Semana de pasión y de pasiones. Tiempo del gozo. Despertar de la primavera en los sentidos y sentidos bien despiertos. Olor, oído, vista, ¡ay, la vista! , tacto ¡ ay, el tacto!. Sentir la ciudad y que la ciudad te sienta a ti. Lujuria del tiempo mas hermoso...
Todo eso y más sentía aquel sentía aquel penitente cuando llegaba la dichosa época del año. Lo de dichosa tenía todo el sentido. Y lo de la ciudad barroca también, con todas sus dualidades: la penitencia y la fiesta, la risa y el llanto, los ahogos y los desahogos, la elevación interior y la exterior, lo confesable y lo inconfesable, las sensaciones y lo sentimientos. Todo junto. Y quizás hasta revuelto.
Ideas para un penitente que estrenaba Domingo de Ramos en un lugar nuevo, tras el palio como penitente. Sin excesos. No caería en tentaciones (ya caía en bastantes) de mostrar su hombría con una gran cruz penitencial, por eso tomó quizás una de las más pequeñas. “Casi simbólica”, se atrevió a pensar. La penitencia estaba en el interior. Como los buenos y los malos pensamientos. Como la belleza...en general, porque la de las mujeres, -pensaba-, saltaba más que a la vista...
Domingo de Ramos. Comenzó su penitencia. Porque a través del antifaz sólo veía belleza...femenina. Estaba en todos sitios, en los trajes de estreno, en los perfumes de estreno, en los peinados de estreno, en los escotes de estreno...Calor externo y calor interno. Y además otra necesidad imperiosa que fue creciendo calle a calle, esquina a esquina. La cruz era lo de menos. Una tablita...Porque en su mente llevaba un tablón. Y en su vejiga urinaria todas las sillas de quidiello de la Campana juntas. No le quedó más remedio. Se saldría en la Catedral. Sería algo rápido. Pidió permiso al diputado de tramo y prometió volver pronto. Sudores fríos corriendo por la Catedral. Con rapidez dejó su cruz y su antifaz sobre un pilar. Parecía que no llegaba pero el alivio llegó. Descarga de peso en la vejiga urinaria y en la mente. Había que volver rápido a la fila. Nuevo sudor frío de causa diferente. No veía su cruz. Ni su antifaz. Y la cofradía seguía. Alguien había dado el cambiazo. No tuvo más remedio que aceptarlo. El penitente hizo una verdadera penitencia en el camino de regreso. Su tablita fue cambiada por el mayor tablón de la cofradía.
En el pecado llevó la penitencia....

26.2.08

NOTICIA IMPOSIBLE



EL SEÑOR DE PASIÓN PROCESIONARÁ SIN ROPA.
La gran noticia de la Cuaresma y, probablemente de la Semana Santa, ha saltado a los medios de comunicación. Según ha hecho saber la hermandad a través de un comunicado emitido por su junta de gobierno, la imagen titular de la hermandad del Jueves Santo saldrá este año sin su característica túnica de terciopelo, mostrando la perfecta anatomía que tallara Juan Martínez Montañés. Según ha podido saber la redacción de este periódico la decisión fue adoptada por la junta de gobierno tras un fuerte debate interno en el que se enfrentaron los defensores de la túnica lisa frente a los partidarios de sacar una de las túnicas bordadas del Señor. La división interna, cercana a la ruptura, motivó la intervención de la autoridad eclesiástica que, en un ejercicio de justicia salomónica, recomendó volver “a la pureza de los orígenes del cristianismo”, orientación que fue recibida por la hermandad como un signo inequívoco de llamada de atención.
De esta forma el Señor de Pasión saldrá de su restaurada iglesia del Salvador con una espectacular apariencia que se sumará a otros cambios realizados en su cortejo procesional. Entre ellos está, nada más y nada menos, que la sustitución de las andas de plata por unas de madera forrada de auténtico papel Albal, “más moderno, más ecológico y menos pesado” en palabras del hermano mayor, así como de un sistema de iluminación de luces de bajo consumo, que “no ensuciarán el recién restaurado suelo ni contaminarán los cielos sevillanos”. Las novedades han unido a los miembros de la junta de gobierno que han olvidado sus divergencias, salvo un selecto grupo formado por alguno de los próceres de la hermandad que han amenazado con formar una asociación parroquial paralela. Se trata de los defensores del antiguo Cireneo de la corporación, el conocido como “buscapisos”, histórica imagen que fue retirada hace décadas y que recibió su apodo por la singularidad de su mirada hacia arriba.
Fulano Pérez, portavoz del escindido grupo, informó a esta redacción de las intenciones de su grupo:
- “Consideramos que el antiguo buscapisos podría ser una imagen de singular devoción en la sociedad actual. La carestía de la vivienda, los calvarios del euríbor y los tormentos de las financieras serían un motivo para recuperar a esta antigua imagen como un santo patrón de nuestro tiempo”.
Mientras el Consejo segura no tener noticias de esta escisión, algunas fuentes consultadas aseguran que las reglas de la futurible hermandad de los hipotecados podrían ser aprobadas en un plazo de tiempo muy inferior al de la amortización de la mayoría de los préstamos inmobiliarios.
Respecto a los nuevos cambios de la cofradía, las reacciones no se han hecho esperar. El portavoz de la Asociación para la defensa de los animales se ha apresurado a demandar “un trato igualmente justo para el asno del paso de la Entrada en Jerusalén. Una situación de oprobio mantenida durante siglos”. En otros términos se ha manifestado el coordinador de la asociación pro-naturismo (PRONATUR), aplaudiendo la decisión de la hermandad y pidiendo la retirada de paños de pureza en otras imágenes. “Se trataría de volver al historicismo más fidedigno”, señaló Zetano García, en una nota de prensa emitida por dicha asociación. En otro sentido se ha manifestado la “Asociación Pro-paridad en los cielos y en la tierra” (APROPACITIER), que a través de su portavoza Paridad González ha demandado unas listas unitarias en los misterios procesionales sevillanos. “Una injusta discriminación de siglos, con algunos ejemplos lacerantes”, señaló, haciendo una propuesta firme de incluir “al menos a tres apóstolas en el paso de misterio de la Cena en la próxima Semana Santa con el objetivo firme de llegar a la equiparación el próximo año”.
NOTA NO PERMITIDA AL REDACTOR. Sin duda, la Semana Santa es una fiesta que se reinventa a sí misma. Y una m...
NOTA PERMITIDA. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

24.2.08

BORRACHOS


Lo tenía claro: la cofradía aquel año sería otra cosa. Ya estaba bien... Ni las reglas de la hermandad, ni la opinión pública veían bien aquellos desmanes. Más nazarenos fuera que dentro, más risas que llantos, más tabaco que incienso, más alcohol que ninguna otra cosa... Poca penitencia y mucha fiesta. Ya era hora de volver a los orígenes.
Como diputado de tramo aquel año sería implacable: en la fila o en casa. Si la penitencia era muy larga y la Madrugá duraba muchas horas, que se apuntaran a otra cofradía. O a otra peña. O a otra taberna.
Por eso aquel año no consintió nada. Puso orden, marcó las distancias y apenas permitió las salidas de la fila. Sólo las imprescindibles. Café y un breve reposo. Y regreso rápido. Un austeridad que se impuso a sí mismo. Aguantaría toda la noche sin salir del tramo. Ya almorzaría en casa. Un cansancio que soportaría como una penitencia más.
Todo iba más o menos bien. Hasta que vio al grupo fuera de la fila. No daba crédito. Antifaz descubierto. Cigarros y vino mezclados a partes iguales. Carcajadas al amanecer. Tenía que actuar. Se dirigió al grupo y se encaró con ellos recordándoles las reglas, la importancia de su comportamiento, la seriedad de la conmemoración, hasta la antigüedad de la hermandad. Nuevas risas mezcladas con el aroma del alcohol. El diputado no daba crédito. Tomaría una medida ejemplar. No estaba dispuesto a tolerar aquel escándalo. Gritando, fuera de sí le recriminó al que parecía más beodo.
- ¡Déme su papeleta de sitio!Carcajada atronadora. Risas contagiosas y una negativa.
- Va a ser que no...
Era el peso de unos títulos y de una historia. El nombre de su hermandad estaba en juego:
- Le he dicho que me dé su papeleta.
Nuevas risas cómplices. Un situación a punto estallar hasta que un nazareno del grupo, con la parsimonia ceremoniosa del borracho experimentado, desplegó su capa sobre la mesa del bar y mostró al diputado de tramo el escudo de su hermandad. Algo le fallaba al diputado. No reconocía ni algunos colores, ni aquel capelo cardenalicio, ni aquellas coronas, ni, en definitiva, aquel escudo.
Madrugada. En el regreso a su fila el diputado de tramo lamentó no haberse tomado un descanso aquella fría y larga noche...

23.2.08

ORIGINAL Y COPIA


“Ha sido muy grande la devoción que el pueblo ha tenido a Cristo Nuestro Señor en su santa imagen, e manera que en tribulaciones acude a su Señor y especialmente en las esterilidades y altas de agua; de lo que se han visto milagros notables, como sacarle con tiempo sereno de su capilla y no poderlo restituir a ella por la abundancia de lluvia, que Dios ha enviado, especialmente guiando la procesión al humilladero o Cruz del Campo, que parece que va de buena o mejor voluntad allí, como lugar que recuerda la memoria de su triunfo, donde lució su misericordia con la copiosa redención que allí obró. Y allí se refiere que en el año 1525 habiendo habido en Sevilla una gran sequía y falta de agua, sacando con tiempo claro la imagen del Cristo en procesión, y llevándolo al humilladero de la Cruz, fue tanta el agua que llegando allí cayó del cielo que no pudo volver con la procesión y se quedó allí esta noche y el otro día en la ermita que allí junto está edificada; y se refiere que al paso de la procesión iba un muchacho por encima de los Caños de Carmona dando gritos y diciendo: Misericordia, Señor Nuestro.”(Abad Alonso Sánchez Gordillo)
En los últimos días ha llamado la atención la noticia de la existencia de copias de varias imágenes sevillanas. Nada nuevo bajo el sol. El Cristo de San Agustín al que se refiere el Abad Gordillo en el texto anterior era una copia que se sacaba en procesión ya que el original medieval apenas se dejaba ver en el convento. Tras la desaparición de la casa grande de los agustinos, la hermandad del Cristo de San Agustín tuvo unos años de resurgimiento en San Roque a finales del siglo XIX. Un espejismo. La gran devoción de la ciudad cayó en el olvido y acabó desapareciendo en 1936 en el incendio de la parroquia. De nuevo hoy, a los ojos de los fieles se expone una copia. La realizó Agustín Sánchez Cid y es actual titular de la hermandad de San Roque. La historia da esas vueltas...

22.2.08

PASITOS


Lo intentaron de todas las maneras posibles. Se dejaron ver más por la parroquia. Aumentaron su donativo en las misas. Soportaron las dichosas charlas cuaresmales del señor párroco. Incluso ayudaron al grupito de las beatas de la sacristía a llevar con orden el ropero parroquial...Era el momento. Parroquia de Santa Ana. Año 1894. Buen año para entrar en los anales de las cofradías.
Le habían presentado al señor párroco el informe para la nueva cofradía con toda la prestancia posible: traje de los domingos y carta justificativa. El antiguo grupo de la Piedad merecía la refundación. El gesto del señor presbítero quizás no opinara lo contrario. No manifestó mucho interés y advirtió a los jóvenes d la posible tardanza del informe. No importaba Esperarían y acatarían. Así lo decía la Madre Iglesia.
El informe llegó. La carta fue entregada y el gesto de los jóvenes se fue torciendo al leer aquellas líneas:
“...teniendo en cuenta la afición que hoy existe a las cofradías y previendo que un arranque de esa misma afición excitada por la proximidad de la Semana Santa, pero sin sólido fundamento en el que apoyarse, podría ser el móvil que impulsara a los firmantes para tratar de fundar una corporación de esta clase, de propósito he diferido el informe hasta cerciorarme por medio de las pesquisas a que he sometido a los solicitantes de que su empeño era sólido y verdadero...motivos hay para presumir que puedan hacer algo de provecho, no obstante de que ninguno de ellos cuenta con un real, porque esto es corriente en los cofrades y sin embargo arman las cofradías y las echan a la calle...imágenes y demás son propiedad de la parroquia, conviene que así se haga constar en evitación de que algún día quiera la hermandad disponer de todo por su propia autoridad...” Rostros de contrariedad. La negativa estaba clara. Año 1894. Triana perdía una hermandad. La parroquia de Santa Ana perdía, definitivamente, a un grupo ejemplar de feligreses...

21.2.08

JOYAS


“Lo mejor de la Dolores, pa la Virgen”.
Eso pensó aquel año cuando vio que los hermanos preparaban a la Virgen para ser colocada en besamanos. Tenía la belleza de su antigüedad y la devoción de siglos de rezos. Tenía la grandeza de su escucha y la nobleza de la gente sencilla. Pero le faltaba algo. La reina de su corazón y del barrio ya lo era. Pero tenía que serlo a los ojos de toda Sevilla. Por eso “la Dolores” no lo pensó.
Sólo tuvo que cruzar la plaza. De la vieja caoba del aparador sacó su tesoro más preciado. Sus joyas y las de sus mayores. Su presente y su pasado en un cofre con viejas planchas de nácar. Joyas de valor material y joyas de valor espiritual. Lo material y lo inmaterial. Historias, sacrificios e ideales de futuro hechos oro, plata y piedras preciosas. La historia no escrita de su familia en un viejo cofre que atravesó la plaza de San Román para ser colocado junto al rostro de la soberana. Nunca unas joyas tuvieron mejor marco y nunca vieron a la vieja gitana más contenta. Así volvió a su casa, imaginando el besamanos más hermoso.
Pero la historia suele golpear donde más duele. Algo presintió Dolores por la noche. Se despertó sobresaltada y olió, vió y sintió: la iglesia de San Román ardía por los cuatro costados. La vieja parroquia mudéjar con sus joyas más queridas. Un fuego que tardó horas en ser sofocado.
Nadie había visto llorar nunca a la Dolores. Y menos de aquella manera. Su consuelo convertido en cenizas...
Cuando pudo entrar en la iglesia el mundo pareció que se había hundido a sus pies. Polvo, ceniza, vacío, la nada. Rebuscando entre escombros y maderas humeantes no encontró nada. Ni su joya de madera ni sus joyas de oro. Dicen que alguna de sus lágrimas terminaron de apagar algún rescoldo. Horas de búsqueda sin fin. El cansancio. El final. Pero una luz brilló. En lo más recóndito. Entre tanta destrucción Dolores encontró el más preciado tesoro. Secándose las lágrimas dicen algunos que, al salir de la iglesia la vieron sonreír. Llevaba en sus manos algo parecido a una lagrima de cristal. Aquella noche habitó en un viejo cofre de nácar.
“Lo mejor de la Virgen, pa la Dolores...”

19.2.08

EL PRESTE


“Es un honor poder salir en ese lugar de la cofradía. Y este año hemos pensado en usted...”
El sacerdote venido de otras tierras se sintió halagado por la invitación. Aceptó gustosamente. Toda una hermandad de la madrugá sevillana. Él sería el encargado de cerrar el cortejo. Ya pensaba en el regreso a su tierra para poder contarlo...
Se revistió para la ocasión. Capa pluvial y bonete de las grandes ocasiones. Sotana de funciones solemnes. Planchada y almidonada. Y zapatos nuevos...Alguien debió haberle advertido.
Al salir la cofradía unió las emociones generales con las particulares, las profundas y las casi inconfesables. Se situó tras el manto negro y las románticas figuras. Y hasta se dejó llevar por la hermosa música de fondo. Tambores y solemnidad. Pensó que algo así debía ser el paraíso. Quizás con menos aglomeraciones. Y en medio de estos pensamientos llegó el primero. Lo soportó como algo aislado. El momento le hacía ser condescendiente. Fue la misma excusa mental que se hizo con el segundo y el tercero que llegaron antes del puente. - “Estrecheces del lugar”- pensó. Las mismas del puente donde llegaron el cuarto y el quinto.
- “Seguramente las calles del otro lado serán más anchas...”- se argumentó a si mismo. Es posible. Pero igualmente pobladas. Por eso ya le extrañó recibir el sexto, el séptimo y el octavo antes de llegar a la Campana. La música empezó a pesarle, la masa a agobiarle y la aceptación llegó a culpabilizarle. Descansó algo en la carrera oficial y llegó a disfrutar de la majestuosidad de la Catedral. Cielo y penitencia sin orden de continuidad. Porque pronto llegaron el noveno, el décimo y el undécimo. Incluso llegó algo peor. La pérdida del recuento. Por abundancia. Tanta que pidió a un nazareno que lo cambiaran de lugar. Y así fue. Lo llevaron a la presidencia del paso. Mar de multitudes. Regreso triunfal por las calles de Triana. Perdió toda cuenta. Quizás veinticinco o veintiséis. Todo un calvario. Justo antes de la entrada quizás llegó el más doloroso. No pudo más. Pidió la venia y se salió del cortejo cuando el sol ya estaba en todo lo alto. Triana era una fiesta...
Mientras, por la calle Pureza más de treinta pisotones acompañaban el cansancio de un cura pardillo....

17.2.08

PUTA


“Virgencita, que tenga buena noche”.
Casi no llegaba a la categoría de oración, quizás una simple letanía que se repetía con la monotonía de la desesperanza. Pero ella se la lanzaba a la Virgen todas la tardes, con la inconsciencia de su contenido y con la amargura de su realidad. La puta realidad...
Solía mirar a la Virgen buscando contenido para una vida vacía. Porque el contenido de los que entraban en su interior le producía asco. Un asco que tenía que soportar por un maldito parné para mantener una vida sin sentido y el sentido de otra vida con todo por delante. Palabras al viento y una mirada que la esquivaba perdiéndose por los vericuetos del barrio. Una mirada de dolor y tres lágrimas que se le clavaban cada tarde en lo más profundo. Dolor y dolor frente a frente. Pero ella sentía que la Virgen la escuchaba...
Una tarde más. Aunque fuera víspera del gran día. Al salir por el cancel camino de la maldita faena aspiró con fuerza el aire de la barreduela. La cera fundida y la maderas antiguas la perfumaron para el trabajo. Para otra noche de trabajo. Silla de enea y la desesperada espera. Babas de viejo maloliente, una noche más. Aunque aquella no lo fue...
Tenía otro porte, no era lo habitual. Menudo, con hermosos ojos negros, bigote y perilla cuidada. Un caballerito propio de otros barrios Al entrar apenas musitó una palabra pero se dirigió directamente a ella. Tuvo que desviar la mirada, como la Virgen de sus oraciones. Y en silencio lo acompañó a la alcoba, una noche más. Aunque quizás no lo fuera. Iba a desnudarse en cuerpo pero pronto comprendió que desnudaría su alma. El caballerito colocó dinero sobre su mesa y la paró bruscamente.
-“No vengo a esto. Sólo quiero pedirte una promesa...”-“Un tío raro” pensó. Pero confió en él. Lo escuchó y fue escuchada. Quizás como sólo lo hacía Una que le apartaba la mirada. Y le hizo la promesa: no trabajaría aquella noche. Ni la siguiente. Aunque quizás, con el sobre que encontró en la peinadora, no trabajaría durante mucho tiempo.
Eso pensaba al día siguiente mientras contemplaba el cortejo de nazarenos con la cruz al pecho. Un aire de estreno inundaba la tarde del domingo. Un año más. Quizás no. Recordó. Sintió. Sonrió. Bajo el terciopelo bordado creyó reconocer a un caballerito con bigote y perilla...

LA BOFETÁ EN SAN ROMÁN



En el año 1919, tras la lectura del libro “Glorias Religiosas de Sevilla”, un grupo de cofrades refundaba la antigua hermandad del Dulce Nombre de María. Entre los años 1921-22 podemos fechar la imagen superior, época en los que procesionaba desde la Parroquia de San Román y en la que ya había cambiado las figuras del primitivo misterio procedente del Beaterio de la Trinidad. En la imagen vemos el acartonado misterio realizado por Ángel Rodríguez Magañas que se basó en la adaptación de un juego de cabezas esculpidas de origen desconocido, un conjunto que, desde un primer momento, no agradó a aquellos jóvenes fundadores La canastilla fue adquirida el año anterior a la Hermandad de la Cena por 750 ptas, siendo restaurada en el taller de José Sanjuán Navarro que eliminó la policromía original en blanco, propia de una obra neoclásica y lo sustituyó por unas tonalidades más oscuras. Sobre el paso y junto a los faroles se mantienen los ángeles mancebos de Francisco Antonio Gijón que sigue conservando la Hermandad, ya que las figuras del misterio serían sustituidas en 1923 por las actuales de Castillo Lastrucci. Al año siguiente, el mismo Castillo Lastrucci realizaría la nueva imagen de María Santísima del Dulce Nombre. La hermandad devolvió las antiguas imágenes titulares al Beaterio de la Trinidad aunque tuvo el acierto de conservar al Crucificado del Mayor Dolor, obra anónima del siglo XVII que próximamente podría presidir el tercer paso de la hermandad.

15.2.08

ACORDEÓN


No era un tópico más: verdaderamente en la plaza no cabía un alfiler. La madrugada del Viernes se había despertado radiante y la entrada, no era un tópico más, se realizaría bajo un sol de justicia. Eran tiempos de estrecheces y de apariencias. Pocos oros a los que había que darle brillo. Menos nazarenos que había que estirar como un acordeón. Porque caber, lo que se dice caber, cabían en un palmito de terreno.
El diputado de cruz llegó a la hora más o menos convenida y realizó la ceremonia habitual. Tres golpes secos en la puerta de la vieja iglesia mudéjar. Quizás fuera el gentío, quizás las emociones, quizás algún despiste. Quizás la realidad fuera otra: no había nadie dentro. Tres nuevos golpes sobre el viejo portalón e idéntica repuesta. No había problema. Se pondría en marcha la otra opción.
En la plaza aumentaba la presión. Las viejas arquivoltas góticas parecían marcar un punto ascendente hacia el cielo. Quizás fuera el deseo de alguno: salir huyendo de empujones y sudores de media mañana. La presión aumentó con lo tambores que inundaron la plaza. Lo cual indicaba que el Señor de los Gitanos ya entraba en la plaza. Acordeón que se comprimía. Senatus que oprimía a cruz de guía mientras una masa de gorras y sombreros resoplaba entre los soplidos finales de cornetas y tambores. Faroles, cruz y senatus todo en uno. Nuevo teorema del tiempo y, sobre todo, del espacio. Tanto comprime uno como el otro. Aunque el tiempo se acababa. Posiblemente el espacio también. Porque el libro de Reglas había decidido forzar el teorema. Lenta maniobra y el Manué se volvió hacia sus gitanos. Una saeta mandó silenciar al pueblo cristiano de San Román. Presión contenida y quizás aumentada. Algún terciopelo más restó espacio ante el portalón Serían pocos, y menos en la entrada. Pero realmente allí no cabía nadie más. Voz del capataz y el Señor al cielo. Quizás el anhelo interior de muchos nazarenos. Presión en las emociones por el momento y ...por el espacio. El pueblo cristiano callaba ante su Dios...
Quizás por eso retumbaron aún más las palabras al aire del nazareno: “¿Se puede saber quién coño tiene las llaves?”

EL TÍO DE LA TROMPETA


- “Oye papá: ¿quién es el que va detrás del Señor con la cruz?”.
El sufrido padre sabía que había comenzado un verdadero interrogatorio que iba a poner a prueba sus conocimientos. Era un Jueves Santo que relucía más que el sol y a las puertas de la iglesia de San Andrés el sol se resistía a marcharse. Aunque angostillo no fuera exactamente la calle, la verdad es que el sitio era realmente estrecho.
- “Pues mira hijo, creo que se llamaba Simón de Cirene y ayudó al señor a llevar la cruz”.Rostro de asentimiento y una nueva duda lanzada al aire.
- “Papá ¿y las mujeres que acompañan al Señor?”. Sin duda aquello iba para largo. Interrogatorio a media tarde entre aromas del mejor incienso.
- “Pues mira hijo, eran tres mujeres llamadas María Salomé, María Cleofás y María Magdalena que...”
No pudo terminar. Nueva cuestión
- “¿Y porqué llevan el pelo cubierto?
- - “Pues mira hijo, era un signo de que estaban casadas, por eso la Magdalena lo lleva suelto, porque no estaba casada...”
- -“¿Y la mujer del trapo?
- “Le llaman la Verónica y cuenta la tradición que enjugó con un lienzo el rostro del Señor y que se quedó dibujada su cara en el trapo que tu dices...”
Para tradición la del pobre padre que veía pasar el hermoso misterio entre un examen que empezaba a cansarle más de la cuenta. Porque aquello no paró ni con la música, ni con el incienso, ni con la primera levantá...
- “Papá ¿Y el Señor que va medio desnudo? ¿Y el romano? ¿Y el de las barbas? ¿Y el de la trompeta?”.
Sudores agónicos se mezclaban por un cuello duro con aromas de incienso y con el peso de una paternidad. Por eso el argumento final fue el más lógico posible:
- “Mira hijo, esto ni es un paso ni es ná. Es un motín de mucha gente encima de una tabla. El tío medio desnudo es un personaje del circo de la feria haciendo horas extras, el romano es el Quijote del libro de tu abuela, el tío de las barbas es don Antonio, tu maestro, que no le llega el sueldo a fin de mes y el tío de la trompeta es el que toca con la cabra y la escalera en la calle Sierpes todos los domingos...” Cuentan que la respuesta se oyó hasta en la misma plaza. Seguramente la oyeron los nazarenos que iban en la presidencia. Corría el año 1907.
Al año siguiente, la hermandad del Valle prescindía definitivamente de muchas figuras de su paso de misterio...

13.2.08

PRISIÓN


Un andar lleno de ritmo. Un compás de cuatro por cuatro. El desfile de los presos de forma cadenciosa. Una masa que se fundía con una Virgen bajo palio.
Se sintió la insignificancia hecha persona en un mar de gorras y sombreros. Lo popular y lo elevado. Triana y Sevilla. La alegría de un nuevo amanecer y la desesperación de una reja. Clausura para los sentidos. Rejas para el cuerpo, pero no para el corazón.
El viejo convento agustino parecía el escenario perfecto. Tras la rejas, las manos manchadas de sangre de los presos. Años 20. Cárcel del Pópulo. Sevilla.
Vio que la Virgen se volvía hacia la desesperación de los agolpados tras la reja. Esperanza para el que espera. La Virgen de todos frente a algunos. Silencio de solemnidad. Unas manos que imploraban tras los hierros. Y en el amanecer del Viernes, la saeta:
“Soleá dame la mano, por las rejas de la cárcel, que tengo mucho hermanos, y se me ha muerto mi madre...Eres la Esperanza nuestra, estrella de la mañana, luz del cielo y de la tierra, honra grande de Triana” Regresó a su infancia. Lloró como un niño. Dragones sobre un terciopelo abrieron su imaginación. Y soñó con un ritmo que anunciara la llegada de un tiempo de esperanza. Le seguiría una melodía sencilla, como las gentes que escoltaban a la Virgen. Después del Andante el Allegro. In crescendo. La solemnidad del momento en unas notas. Vuelta atrás. Melodía de enfrentamiento: la tragedia frente a la alegría. De nuevo la melodía. Tambor seco, como los corazones enrejados. Había esperanza. Como en una melodía que dialogaba de fondo. Llegó el momento. La Virgen frente a frente. Eclosión orgásmica de alegría. Sí, esa era la expresión. Conocer la felicidad. Sonidos de viento lo expresarían. Y en volandas, melodías envolventes para llevar a una Virgen hacia otros puertos. La felicidad. Se iría perdiendo entre un ritmo marcial de tambores en la lejanía. Como un manto de terciopelos bordados. Se iban las lágrimas de cristal y se quedaban las de verdad. Como una cadencia que se apaga y que no quiere terminar. Poco a poco. Melodía que no se apaga. Se fundiría con el horizonte...un horizonte lleno de esperanza...
La más bella marcha había nacido en la mente del compositor...

FUTURO


Le gustaba imaginar. Siempre decía que era algo gratuito que le hacía feliz. Algunos le decían que llegaba a soñar despierto y él decía siempre lo mismo
- ¿Y por qué no, si se puede soñar con un mundo mejor?.
Una imaginación que no tenía límites. En cualquier lugar y en cualquier ocasión, pero siempre con buenos augurios de lo que estaba por venir. Imaginaba formas para mejorar, ideas para progresar, maneras de vivir mejor. Por eso sufría tanto con una ciudad a la que veía provinciana, sucia, atrasada, anclada en un pasado de glorias marchitas. Pero la amaba como al peor de los hijos: era parte de su mismo ser y nadie podría entenderlo sin esa ciudad que era madre y también maestra. Como las cofradías...
Con túnica de cola blanca acompañó, un año más, a los titulares de su hermandad. Eran su motor interior aunque tuvieran tantas piezas a su alrededor que no engranaban en su esquema mental. Tarde de sol radiante en la ciudad de las sombras. Mejor era imaginar la ciudad que vivir la realidad. Por eso se dispuso a olvidar lo que veía alrededor. Y pensó que algún día no existirían esos malditos baches de ciudad tercermundista donde los nazarenos encajaban sus sandalias. Imaginó un público educado que no gritara, ni escupiera; que fuera respetuoso con las ideas de los demás y que comprendiera lo que estaba viendo. Tantas cosas veía que no le gustaban...Desde la fanfarronería de algunos que incluso se titulaban como sus hermanos a la superficialidad de los comentarios que se iban sucediendo al paso de la cofradía. Menos mal que estaba la imaginación...con ella el nazareno soñó con una calle limpia, con árboles bien cuidados sin esos sucios postes del tranvía que tanto afeaban y sin esos malditos raíles molestos para pies, coches y vista. Estaba seguro de que llegaría un día, “lleno de modernidad” -solía decir- en la que el hombre viviría en una ciudad más hermosa, más moderna y más habitable...
Aquel día, el nazareno blanco hizo la estación de penitencia soñando con un futuro mejor...

11.2.08

REPUBLICANO


- “Los Borbones, a los leones...”.
Era la frase que solía repetir casi como una letanía de viejos recuerdos; ya se sabe, aquellas convicciones que se sienten y no se razonan Toda una religión del sentimiento, sin clérigos y con escasa liturgia. Pero es que a él le gustaba, bromas aparte, razonar sus convicciones. Y no perdía oportunidad para ello. Sus hijos y sus nietos eran su auditorio preferido, cada uno a su nivel. A sus hijos les había repetido una y mil veces que después de la Revolución Francesa se estableció la igualdad de los hombres y que nadie debía tener privilegios por su nacimiento.
- “Los franceses acabaron con la desigualdad social y, nosotros”-sonreía esperanzado- “acabaremos algún día con las injusticias”. Todo un discurso que se simplificaba cuando se dirigía a lo más pequeños:
- “Si todos tenemos un papá y una mamá y si existe ese Dios del que te hablan en la escuela, todos tenemos que ser iguales, porque un buen padre no hace diferencias entre sus hijos...” Un teoría simple y que, según él, no admitía discusión. Por eso le sobraban reyes y reinas, duques y marqueses, altezas y grandezas. Lo cual no quiere decir que el viejo republicano no guardara un rinconcito en su corazón para algunas fantasías...
Sus amigos dicen que todo empezó en San Gil, en el corazón de su roja Sevilla. Aunque no era muy amigo de beatones y “santurrones” vestidos de negro, aquel día le dio por entrar en la iglesia. No sabía porqué. Quizás por su eterno afán de descubrir. Y vaya si descubrió... Estaba a pie de calle. De igual a igual, madera y carne frente a frente. El dolor revestido con la dignidad de una sonrisa. Las lágrimas de su viejo barrio revestidas de fiesta. La mirada esperanzada de la creencia en un ideal de igualdad. Toda una invitación a creer en la esperanza. Un mundo mejor podía existir, aquella mirada así lo pregonaba. Lo demás no importaba: ni corona, ni joyas, ni oros, ni platas ni terciopelos ni encajes...
Algunos dicen que aquel día el viejo republicano comenzó a creer en las reinas...

10.2.08

DE VALDÉS LEAL A JUANILLO EL DE LA PALMA



UNO. En torno a 1658 Juan de Valdés Leal representaba en un lienzo un antiguo tema iconográfico inspirado en los Evangelios Apócrifos: el encuentro entre el apóstol Juan y la Virgen junto al grupo de María de Magdala, María Salomé y María Cleofás. Un encuentro cargado de tensión en el que el Discípulo Amado mostraba a la Virgen el camino del Calvario al que se dirigía su Hijo. La obra, conservada hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, es de procedencia desconocida y muestra un auténtico juego barroco de tensiones entre las masas de color de cada uno de los ropajes, las actitudes de tensión y dolor de cada uno de los rostros y las diferentes líneas o puntos de fuga que se marcan mediante las miradas y los gestos de manos y pies. A la crispación de la escena se une la tensión de un paisaje que remarca el carácter dramático de la obra.
Esta representación iconográfica se plasmó desde antiguo en las procesiones sevillanas, incluyendo en numerosas ocasiones a la figura de María de Magdala en los pasos de palio junto a San Juan y la Virgen. Así aparecían en los palios de San Isidoro, la Esperanza de Triana o el Valle hasta que nuevas modas eliminaron a la Magdalena de los pasos.
DOS. Hacia 1760 se data la imagen de San Juan Evangelista que acompaña a la Virgen de la Amargura. Considerada desde hace siglos como la mejor imagen de San Juan en la Semana Santa, es obra adjudicada a Benito Hita del Castillo, aunque no conste documentalmente su realización. Sí consta que el mismo autor realizó dos sayones para el paso del Desprecio de Herodes; uno de ellos fue suprimido a comienzos del siglo XX y el otro desapareció en el año 1936. Hita del Castillo supone el último eslabón del Barroco sevillano ya adentrado incluso en la segunda mitad del siglo XVIII. Su acierto estriba en la expresividad y en la calidad técnica de la imagen y, sobre todo, en su integración con la imagen de la Virgen, obra anterior de hacia 1700 a la que Hita del Castillo realizó nuevo candelero en 1763. Sufrió graves daños en el incendio del palio en 1893, hasta el punto de que Antonio Susillo tuvo que rehacer sus manos en la posterior restauración.
TRES. Núñez de Herrera en su imprescindible obra “Semana Santa. Teoría y realidad” mostró su muy particular visión del San Juan de la hermandad de la Amargura en estos términos:
“Entonces, de verdad, ¿qué hace San Juan allí? No parece desempeñar ninguna misión trascendente.
- Ese San Juan ¿a qué ha subido?
- Pregúntaselo, mi alma!...será quizás para arreglar el paso.
Entre todos sólo hay un San Juan que no estorba. Este sale junto a la Virgen de la Amargura y su gesto es inteligente y simpático. Se sabe perfectamente que quisiera distraer a la Virgen contándole las gracias que se dicen en la Correduría...pero reparad: éste no es San Juan Evangelista. Se trata de Juanillo el de la Palma. Le quieren en el barrio y le llaman así...Le quieren sobre todo porque es el único San Juan en los pasos de la Virgen que se libra de ser el auténtico pelmazo.”

9.2.08

ALMANAQUE DE CUARESMA IV. PREGONERITO


Sabía que Sevilla rimaba con maravilla y que con tres palabras, azucena, pena y Macarena podía llegar a recitar unos ripios que conmovieran a todas las vecinas del corral. Apenas andaba cuando juntó la “p” con la “a”. Su madre lo interpretó como “guapa” y de ahí a la rima fácil no había más que un paso. Y para pasos, los primeros que dio: delante de una cruz de guía siguiendo el sonido de cornetas y tambores. Creció algo en lo físico, mucho en lo sentimental y muy poco en lo mental. Una ecuación perfecta para la felicidad. Una palabra mágica que tenía un sinónimo: Semana Santa. Le gustaba anunciarla, pregonarla y, sobre todo, protagonizarla. No sabía quién era el Jano bifronte, ni falta que le hacía, pero sabía ser el principio y el fin de todas las procesiones, el alfa y el omega de cada cofradía. Y el chiquillo marchaba delante de cualquier cruz de guía, banda o procesión que se encontrara. Se sentía el centro del mundo en el centro del universo; tanto, que una rara simbiosis se formó entre él y las cofradías. El cortejo lo iniciaba el niño, luego el diputado de cruz y luego lo demás.
Pasó el tiempo que no pasa. O, al menos, no pasó para él. El niño siguió siéndolo enfundado en un característico andar y en el humo de los puros que aprendió a fumar. Aquel Pamplinas acharlotado hacía felices los nuevos niños con su sola presencia. La felicidad era él. Atrás quedaron los pregoncitos y los ripios de la infancia. Aquel niño mayor era el pregón en sí mismo. No hacía falta más. La ciudad lo entendió. Por eso lo despojó de cábalas y de análisis. Y lo dejó ser él. Y lo dejó vivir. Y lo dejó sentir. Y lo dejó ser feliz...
Hoy le habrían colocado un atril...

7.2.08

ALMANAQUE DE CUARESMA III. LA REVERENCIA


Siempre decía que cada año era diferente, que cada Semana Santa era distinta a la del año anterior. Quizás una letanía repetida sin sentido. Pero es que aquel año era realmente novedoso. Por fin había logrado el puesto que quería, mejor dicho, el puesto que pensaba que merecía. Lugar preeminente: la presidencia. Con la vara que recordaba su antigüedad en la hermandad y la prestancia de su condición social. El sitio ideal para distinguir la mediocridad del anonimato...
Su preparación fue, más que nunca, una liturgia. Se anudó los nervios con el cíngulo, escondió su fanfarronería en el blanco de su túnica y camufló su intraquilidad con el antifaz. Sintió su primera elevación a los cielos cundo vio la galleta plateada de su egregia arhicofradía entre sus manos. Los mejores símbolos en las mejores manos...Aunque las molestias comenzaron a aparecer ya en aquel momento.
- “Será cosa de los nervios”, pensó al salir de la iglesia.
Fue el inicio de su levitación. Porque el nazareno casi anónimo (había pregonado su posición a los cuatro vientos), se notó crecer en cada una de las esquinas del recorrido. Se sintió conocido en todos los momentos sublimes de la procesión y esperaba con impaciencia su presentación ante la alta sociedad. Aunque las molestias continuaron. Incluso aumentaron. Que más daba... En la calle Sierpes vio acercarse el momento largamente esperado y arduamente ensayado con sus amistades de apellidos compuestos. Al entrar en los palcos sintió la mirada de la alta sociedad sevillana. No podía fallar. Distancias mantenidas y cofradía en orden. Los sillones dorados a escasos metros. Y las molestias estomacales desfilando entre niños endomingados junto a sus niñeras. Un paso, dos, tres. Llegaba el momento. La presidencia se destacaba del cortejo y se acercaba a las autoridades. Las dichosas molestias también. El momento llegó. Paso adelante e inclinación profunda. Dicen que el estruendo se oyó en toda la plaza...
Por la Avenida, un nazareno fanfarrón maldecía que un potaje de chícharos hubiera sido su almuerzo...

6.2.08

ALMANAQUE DE CUARESMA II. EL ERUDITO


“Hablo para quien me quiera oír...”Era una de sus frases favoritas y, quizás una de las que más repetía. Porque, puestos a repetir, era bastante repetitivo, y valga la reiteración...
Su saber parecía no tener límites. Tal y como lo sabía, así lo contaba. Una y otra vez. Casi sin puntos ni comas. De principio a fin. Y de principio a fin tomó aquella procesión como auditorio de sus vastísimos conocimientos. Jueves Santo. Ya llevaba unos días exponiendo a los cuatro vientos su amplia sabiduría sobre las hermandades sevillanas. Aquella tarde comenzaría con la hermandad de los Negros. Se la sabía bien. Al diputado de cruz guía le habló de sus orígenes raciales, de su fundador y del autor del Crucificado. Peor fue para el portador del Senatus. Tuvo que soportar la explicación de su insignia, el recuerdo de la tumba de don Gonzalo de Mena, la historia del jubileo de la Porciúncula, su relación con la hermandad y las historias de la Cartuja que fundó don Gonzalo. Lo peor fue la vertiente chistosa, cuando aquel erudito quiso hacer bromas con las siglas SPQR. Pero las cofradías andan. Y el portador del Senatus suspiró tranquilo al superar aquella penitencia. Tuvieron peor suerte el bocina que escuchó la disertación sobre el crucificado gemelo que había en Honduras, o el costalero que aguantó la historia del negro que se vendió para recaudar fondos para su hermandad. Historias para quien le quisiera escuchar. Todo una demostración de cronologías que soportó el portador del estandarte e incluso varias biografías que se trago el pobre y sufrido preste. La sabiduría y la verborrea del erudito no tenía límites. A quien lo quisiera escuchar...Sólo que él no escuchaba...
Pasó la cofradía y aquella eminencia siguió contando a los cuatro vientos sus doctos conocimientos. Lástima que ya no hubiera público. La normalidad volvió a la vieja Ronda. Porque el erudito calló definitivamente. Alguien debió avisarle de que por allí pasaba el tranvía...

5.2.08

ALMANAQUE DE CUARESMA I. CRÁPULA


¡Qué “jartita” me tienes!. ¡Por lo que una tiene que pasar...! Pero te voy a decir mi verdad: hasta aquí hemos llegado. Mi paciencia tiene un limite y ya no puede más. Son ya muchos días y demasiadas noches, muchas verdades a medias y muchas mentiras. Y una no soporta tanto misterio, tanta fantasía, tanta pantomima...
Dirás que no tengo paciencia pero es que son ya muchos días. Incluso meses. Primero fueron las salidas a media tarde; que si habías quedado con los amigos, que si unos ensayos de no se qué, que si tenías que guardar el secreto... Cuando te veía desfilar por el pasillo de casa pensé que andabas metido en algo raro. Pero no podía imaginar que fuera para tanto... qué quieres que te diga. Es verdad que cuando te veía coger la escoba con ese aire marcial llegué a creerme tus historias: que si el recuerdo del ejército, que si la importancia de la disciplina, que si el ritmo que marcan nuestras vidas... Tú, que no cantabas ni en las bodas y que ahora te daba por el silbido. A todas horas. Creo que hasta el canario se volvió medio loco... Pero por ahí pasé. También soporté tu extraña afición a la historia, que si Roma, que si los centuriones, que si las legiones...¡si tú siempre habías sido un “calzonazos” de taberna!. Eso creía yo...Porque mi vida cambió el día que me dio por andar en tus cajones. ¡Nada menos que unas medias rosas!. ¡Quién iba a pensar en rarezas!. Maldije a la fulana que las perdió y las hice mil pedazos... ¡Quién iba a pensar qué eran tuyas...! Con los pelos que tuviste siempre, un hombre de arriba abajo... Pero lo de esta noche no ha tenido nombre. Con misterio me dijiste que llegarías al día siguiente. Y tuviste la poca vergüenza de decirme que era la ilusión de tu vida. Lo dicho. ¡Hasta aquí hemos llegado!. Toda la noche en vela esperándote, comiéndome las uñas que no me quedan. Todo para verte llegar así. A las tantas. Con ojeras sobre tu bigote. Vestido con plumas...A estas horas... Y encima armao...

4.2.08

5 DE FEBRERO. PRISAS


Corría el año 1949. Lo de correr es un decir porque tú recuerdas aquellos días sin ninguna prisa. Todavía llevabas una cartilla de racionamiento en el bolsillo de tus pantalones cortos pero la vida pasaba tranquila: no había muchos sitios donde ir ni muchos horarios que cumplir. El ritmo de tus días lo marcaban los primeros carteles de cultos en la puerta de las iglesias. Castañas calentitas y manos heladas. El tiempo de los tambores estaba a la vuelta de la esquina. Aunque aquel día de febrero fue algo distinto. Te habían llevado al Pathé a ver la última de Juanita Reina. Las cosas de tu madre, tú hubieras preferido Dumbo...Pero al salir de la sala, en el camino de vuelta, viste la novedad. No te podías imaginar para qué servía aquello. Un señor muy serio, sin prisas por supuesto, hacía un hueco en la acera. Pensaste en algún artilugio para la Semana Santa pero todavía quedaba tiempo. Había dos señores más, sin prisas por supuesto, que traían una especie de poste metálico con algo parecido a tres farolas pero en un solo palo. Como tú, por supuesto, no tenías prisa, le pediste permiso a tu madre para terminar de ver aquella faena. Colocaron el poste atornillado al suelo mientras uno de los señores serios unían un manojo de cables que había en una misteriosa caja. Aquello te sonó a un auténtico misterio. Y más cuando escuchaste a uno de ellos decir algo así como:
- Vamos a conectarlo. Tenemos que hacer la prueba.
Entonces vino lo mejor. Aquella farola tenía luces de colores, rojo, amarillo y verde. Pensaste que el rojo y el verde quizás fueran por aquello de los equipos de tu ciudad pero no entendías que hacía allí el amarillo. Porque además había dos muñequitos de colores, el rojo de tu equipo, algo parado y el verde de tu vecino que parecía que estaba andando. Y se encendía y se apagaba como si fuera un arbolito de navidad. Misterios de la vida. Tú seguías sin comprender aquello. Y sin prisas llegó un señor que se puso a pintar aquella curiosa farola con el verde de las rejas de tu casa. Y aunque tú no tenía prisa, decidiste volver a casa para contar a tu madre que habían puesto una farola de colores en la esquina de una calle.
Han pasado casi sesenta años. Se te ha pasado el tiempo de las prisas, aunque buena parte de tu vida si la tuvo. Tu cuerpo ya no está para correr. Aunque de vez en cuando tienes que aligerar el paso en el semáforo de la esquina. Te pone a prueba. Te dice los segundos que quedan para llegar y encima el dichoso muñequito verde echa a correr más que tú. En esos días recuerdas que en tu infancia nunca tenías prisa. Y que un día de febrero de 1949 viste colocar el primer semáforo de tu ciudad...