28.10.09

NUEVO RINCONCILLO... ERÓTICO

Rascaviejas se ha subido a lo más alto de la ciudad. Cual diablo Cojuelo. Para mirar lo conocido y lo desconocido. Lo que se ve y lo que se supone. Los placeres y los placeres... Rascaviejas no está solo. Le acompañará la magia de la pluma (sin segundas) de Jesús Cotta. Un dúo que promete. Es más: quizás sea un trío. Erótico festivo... A las alturas se apuntará el objetivo mágico de un canónigo llamado Antonio Sánchez. Mirada discreta y objetivo indiscreto. Para una ciudad que nos ofrece todos los encantos y todas las miradas posibles. Publicables e impublicables, como los títulos de las películas eróticas de otras generaciones. Un proyecto para compartir. Placentero. Sensual. Sugerente... Sevilla bajo mil y una miradas eróticas. Un rinconcillo donde dar rienda suelta a las fantasías. Una bacanal para los sentidos. Una puerta entreabierta, una mirilla provocadora, una invitación al gozo... Sevilla merece disfrutarla. La puerta está entreabierta...

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19.10.09

20 DE OCTUBRE. EL TRIUNFO


(Autor de la foto: Antonio Sánchez)

(Del lat. triumphus).1. m. Acción y efecto de triunfar (‖ quedar victorioso). 2. m. Éxito en cualquier empeño. 3. m. En ciertos juegos de naipes, carta del palo de más valor. 4. m. Lo que sirve de trofeo que acredita el triunfo. 5. m. burro (‖ juego de naipes). 6. m. En la antigua Roma, entrada solemne en la ciudad de un general vencedor con su ejército. 7. m. Obra de arte que representa un triunfo romano, y, en general, la que exalta la victoria de un personaje histórico, bíblico o mitológico, o, alegóricamente, de una virtud cristiana. 8. Operación televisiva en la que se enclaustra a un número de concursantes para conseguir la acepción primera en el campo de la música. 9. Aquello que suelen conocer muy poco, tradicionalmente, los equipos sevillanos de fútbol, uno todavía menos que el otro. 10. Adj. Triunfal. Nombre que dieron al año 1936 aquellos que pensaron que la acepción primera consistía en acabar con las ideas y las vidas de los que no pensaban como ellos. 11. Situación que, cada vez menos, conocen los toreros que pasan por la Maestranza sevillana y que conlleva salida a hombros por la conocida como puerta del Príncipe. 12. Fig. Acción de completar cópula o cualquier otro acto sexual con notable satisfacción. 13. Lo que creen haber alcanzado algunos sevillanos al conseguir silla en Campana, palco o abono en el/la Maestranza. 14. Lo que creen haber conseguido algunos sevillanos cuando ven aparecer su rostro en las páginas de sociedad de un periódico local. 15. “De la Santa Cruz”. Pronúnciese Canina. Misterio alegórico de la Semana Santa en el que la Cruz vence a un montón de huesos abatidos. 16. “De la Eucaristía”. Iconografía de exaltación eucarística que suele aparecer en cuadros llenos de polvo de cuartos trasteros de hermandades sacramentales. 17. “A la Trinidad”. Monumento sevillano situado junto a la puerta de Triana y dedicado al misterio aludido que fue (por una vez en la historia) afortunadamente derribado en 1868. 18. Plaza sevillana conocida por aparecer repetidas veces en los programas de mano de Semana Santa. 19. Monumento de dicha plaza dedicado a la Inmaculada Concepción realizado por Lorenzo Coullaut Valera e inaugurado en 1918. 20. Monumento en la misma plaza dedicado a recordar el terremoto conocido como “de Lisboa” que afectó a la ciudad el 1 de noviembre de 1755. Consiste en una estructura abierta en la que se situó la Virgen conocida con la advocación del Patrocinio, donación hecha en el mismo año por el vecino de la ciudad don Carlos Verxal. Fue tallada en su parte posterior para ser colocada en el citado triunfo, que se situó junto al Archivo de Indias, lugar donde se terminó la misa catedralicia del 1 de noviembre de 1755. Fue inaugurado el 20 de octubre de 1756.

16.10.09

LA METAMORFOSIS

Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre, convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades. Arrastrado y empequeñecido, fue capaz de salir la calle, no comprendía nada y nadie le comprendía nada. Una ciudad con otro medida. Hecha a imagen y semejanza de las personas. Las personas eran los otros. Título de película de misterio. O de miedo. El de no formar parte de un todo diferente. Humano, demasiado humano. De la humanidad de los demás. Un mundo desconocido donde le podían atropellar por su izquierda o por su derecha. Una calle irreconocible. Miles de agrimensores medían y analizaban. Proyectos y planes de estrategia. Tablero de ajedrez en uso. Y no había modo de enrocarse. O de ponerse en pie. Y los agrimensores venga a medir. Agrimensores K. De K.K. Daban el visto bueno. Cavaban zanjas, fosas y foxas. Más foxar y menos hablar, pensó. Aunque no sabía si pensar estaba permitido desde que fue puesto en peligro. En tiempos de Olavide. Los agrimensores meneaban memorias, presentes e históricas, manejaban entendimientos y voluntades. La suya quiso acceder al centro. El de su ciudad y el de sus pensamientos. Un castillo inaccesible. Cercado por rondas, rondallas y rondones. Anillado por carriles estrechos y por metros subterráneos que nunca llegaban y por autobuses que se atascaban. En la incompetencia. Metamorfosis, que no de Ovidio el de San Lorenzo. Sin croquetas pero llena de papafritas. El centro, castillo inaccesible. Las calles cortadas. En obras. Agrimensor aquí, agrimensor allá. Nadie decía nada. Todo era un absurdo. Si no cabía por aquí se estrechaba. El físico y la mente. No puede usted pasar. Está usted prohibido. Su coche también. De los libros, ni hablamos. Hable usted con el funcionario. Creyó volverse loco. Dudó de adónde iba y de cómo llegaría. Dudó de si aquella era su ciudad. Todos encerrados en su caparazón. Cucarachas de carrerita corta y pensamiento atrofiado Arrastrados. Luchando como artistas del trapecio y como artistas del hambre. La económica y la moral. La de dentro y la de fuera. Hambre de pan y muy poca justicia. Dame pan y dime tonto... Y no podía llegar al centro. Castillo imposible. ¿Para qué quiere usted pasar? ´¡Este no es su sitio! Ciudad habitable, le decían en las vallas. Donde cabían dos cabían tres... era una propaganda de Ikea. Porque él no cabía. Ciudad de las personas. Pero es que él ya no lo era. Era un insecto. Arrastrado. Como tantos vecinos. Por mucho que litigó todo fue un proceso baldío. Pleitos que se sucedían en la ciudad sin justicia. El tiempo pasaba y nadie actuaba. Una pesadilla. De arrastrados en un mundo de eternos procesos. Nada era lo que fue. Usted no pasa. Usted no piense. Usted no es nadie. Con quién cree que esta hablando. Por aquí no es. Por aquí no se cabe. Por aquí tampoco. Vuelva usted mañana... Sudó, lloró, se desesperó. Quizás no. No era un persona. Al menos, como los demás habitantes de la ciudad. Que seguía arrastrándose. Quizás no estuviera despierto. Quizás fuera una pesadilla...

Una mañana, al despertar de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Para sobrevivir en su ciudad sólo tendría que arrastrarse...



12.10.09

12 DE OCTUBRE. NOVENTAYDOS


Tienes que venir. Anuncio promocional de la Expo 92. Un locutor te contaba a gran velocidad todo lo que había en el recinto. No le daba tiempo... La idea te enganchó. La Expo fue algo tuyo. El otro lema,Ahora o nunca, también te había contagiado. No sólo a ti: se llegaron a vender 350.000 pases de acceso. Te sentiste un rey. Primero, con la tarjetita azul que luego se convirtió en dorada. Como aquellos seis meses vividos. Una Expo cotidiana, desde el mismo día que usaste el microchip con tu huella dactilar y el logotipo de Curro, la mascota de tus paseos diarios: pase de temporada en el bolsillo y visita a un nuevo pabellón. Había que rellenar todos los sellitos del pasaporte. Horror vacui. Verlos todos. Los temáticos, los de empresas, los autonómicos y los de un sinfín de países. Te hiciste un experto conocedor de las horas en las que había menos público en el monorraíl; sabías que el acceso más masificado era el de Puerta Barqueta y que el más fluido era el del apeadero de Renfe; que había que entrar a primera hora para evitar las colas del pabellón de Canadá ó del de Mónaco; dónde estaba el conocido que invitaba en el kiosco de gazpachos; desde qué lugar se veía mejor el espectáculo del lago o cuáles eran las actuaciones de la plaza Sony de aquella noche. Escenario cotidiano. Olimpiadas en la pantalla de la plaza Sony, la noche de San Juan en la cabalgata de Els Comediants, cine de verano con sesiones dobles y movida bailando en el Kanguro pub hasta el cierre. Definitivamente, habías sido universal, y además lo habías sentido. Descubriste a Sevilla en San Clemente o en Plaza de Armas, visitaste exposiciones de nivel internacional como la del pabellón del siglo XV, te enfrentaste al arte contemporáneo en el pabellón de las Artes, comparaste las custodias de Toledo con la de Sevilla y tuviste al Greco, a Goya y a Velázquez, entre otros, en el pabellón de España. Una borrachera para tus sentidos. Un disfrute. Con Plácido Domingo cantando Tosca y con el hombre más grande del mundo en el Pabellón de Pakistán, con las coplas de Azabache y con el pabellón Fujitsu, refrescándote en las fuentes y jugando a identificar las maquetas de la llamada Andalucía de los Niños. Una fiesta. Y eso que la cerveza era tres veces más cara en el recinto que en el bar de la esquina. No había color. Seis meses de revistas reales: Carolina de Mónaco, la tristeza de Lady Diana y de Carlos de Inglaterra, el uniforme de Fidel Castro y la escasez de ropa de las brasileñas que bailaban en el pabellón de América. El mundo al alcance de la mano. Una oportunidad histórica. Se te acababa aquella noche de octubre de 1992. Comenzaban a correr aires de crisis. La Sevilla real te esperaba. Que te quiten lo bailao...

6.10.09

EL PUNTO

Desde luego, no saben qué inventar... De toda la vida hemos sabido donde están las cosas y cómo se hacen las cosas. Siempre supimos donde había que tocar y cómo había que hacerlo, como había que beber y cómo había que mearla; donde estaba el puntito, como se llegaba al puntito y cómo al puntazo. Como buenos hombres. Como buenos machos. Nosotros, que sabemos llamar a las cosas por su nombre, que sabemos que los atramuces siempre han sido chochitos, que los chochos son lo que son, que las avellanas siempre han sido saladitas y que el bacalao cuanto más salao esté mejor se puede chupar. Todo en su punto. Pues ahora resulta que no... Que las cosas se llaman de otra forma. Que el puntito dichoso está en otro lado y que es más difícil encontrarlo que una peseta en el serrín de este bar… Manías de esposa aburrida que buscan moditas para entretenerse. Ahora resulta que hay que buscar el punto G. No te jode… A mi eso me suena al comando G, o a los Hombres G, o al Puntoradio. Una pijada, vamos. Dicen que el nombre se lo ha dado un mamarracho alemán, el doctor Grafenberg o no se qué coño. Y el tío habla de estimulación con la lengua y con los dedos y de búsqueda de la sensibilidad y de no se cuántas mariconadas más… Ese no se ha tomado un platito de chochos en su vida. Estimular… A nosotros, que sabemos buscar el gusanito del caracol en su escondite, que sabemos chuparlo hasta que sale enterito, que sabemos bebernos el caldito concentrado de tan buenos platos… ¿Y los deditos? Pues bien que sabemos chupárnoslos cuando chorrea el caldito de las cabrillas, que en temas de cuernos no hay quien nos gane… Y todo, bien acompañado. Tanque y caña. Y al carajo la zona clitoridiana, que bien sabemos dejar peladito el huesecito de la aceituna, que bien apartamos toda la carne para llegar hasta él y no nos cansamos de chuparlo… Punto G… Serán pringaos… Pero es que los tíos dicen además que los machos también tenemos el dichoso puntito. No se ponen de acuerdo: que si tras el escroto, que si en el ano, que si en el interior... Vamos, en el culo. Y te dicen además que la mujer te toque detrás de los huevos, o que te meta algo por el mismísimo culo para llegar a lo máximo. Vamos, un puntazo de toda la vida, pero de los de bulla de autobús o cangrejeo en procesión de gloria, para que al final te tengan que dar los puntos de sutura... A la gloria dicen que vamos a llegar, tocando puntos, si todos sabemos que el mejor punto es éste... Siempre supimos donde estaba y siempre nos dio el mejor de los gustitos. Ahora que cierra se nos acaba el gustirrinín. Habrá que buscar otro punto de encuentro...

(Discurso anónimo y apócrifo en el cierre de la bodega El Punto, en la puerta Osario)