1.5.13

CRISTO VARÓN DE DOLORES EN EL HOSPITAL DEL POZO SANTO.



En la recoleta plaza del Pozo Santo, escenario donde situó el abad Gordillo la leyenda de la intercesión milagrosa de la Virgen por un niño que cayó a un pozo, fundaron en 1666 las venerables terciarias franciscanas Marta de Jesús Carrillo de Priego (Córdoba) y la sevillana Beatriz Jerónima de la Concepción el hospital del Santísimo Cristo de los Dolores, en unas casas pertenecientes al monasterio de San Clemente donde crearían un hospital de acogida para “socorrer a pobres mujeres desamparadas, impedidas o incurables, asistiéndolas en su enfermedad y ayudándolas a bien morir”, una función que llega, felizmente adaptada a los tiempos actuales, hasta nuestros días. El recinto es modelo de integración funcional de una institución que acoge un patrimonio artístico de gran interés (expuesto en un ejemplar museo), junto a una moderna atención hospitalaria y una profunda actividad espiritual y cultural.

Su iglesia, consagrada el 4 de febrero de 1682, está presidida por un retablo barroco, atribuido a Julián Jiménez e Hita del Castillo, y fechable en torno a 1760. Su hornacina principal la ocupa la excelente imagen del titular, la talla advocada bajo la sugerente iconografía de Cristo como Varón de Dolores: la muerte que vence a la muerte, la redención del pecado original. Es obra tradicionalmente atribuida a Pedro Roldán y datable en la década de 1680, aunque no hay constancia documental de su autoría. Muestra a Cristo vivo, con los signos de la Pasión en su cuerpo, pisando la calavera de la muerte y del símbolo del pecado del primer hombre y con la cruz triunfal en sus manos, una simbología del Barroco escasamente representada en la ciudad. La imagen fue restaurada en el año 2003 por el profesor Pedro Manzano, que señaló sus semejanzas con obras del maestro como las de la parroquia del Sagrario o del Hospital de la Caridad. Se realizó una limpieza total de la policromía de la imagen, cubierta por una capa de suciedad que ocultaba su rica policromía primitiva, sin muestras de repintes posteriores. Se pudo identificar un añadido en el paño de pureza, realizado a base de telas encoladas en un tono distinto al primitivo, que era rojizo, algo usual en esta iconografía del Varón de Dolores. Un trozo de periódico empleado por el autor del añadido permitió datar la intervención en 1872,  por lo que se podría atribuir a José Ordóñez o a Gutiérrez Cano. En dicha restauración se eliminó el añadido y se recuperó el color primitivo del sudario de una imagen de excepcional calidad que suele ser poco conocida por el gran público y que es el lejano precedente de la imagen titular de la actual hermandad del Sol.