
No lo dudes: vivimos tiempos quevedianos. Por Quevedo, claro. Enciendes la tele a horas extrañas y lo compruebas. Canales locales. Con mucho anuncio alrededor de la escena central. La paja, con perdón, que no deja ver la viga central. Seguro que allí está un echador o echadora de cartas. El futuro en sus manos. Quevedo en la memoria. Decía que si se podía leer el futuro en las manos, ¿porqué no se iba a leer en los pies ó en los pedos? Quiromantes y pedomantes. Las dos versiones. Como el tonto-listo en la pantalla y el pobre tonto al otro lado del teléfono. Quevedo y Gracián. Ya lo dijo éste: “son tontos todos los que o parecen y la mitad de los que no lo parecen”. Sabia conclusión de un tiempo barroco. Como el nuestro. Como el de un tal Fray Diego de Deza, famoso dominico que vino a morirse tal día como hoy de 1523. Fue en el monasterio de San Jerónimo de Buenavista del que hoy queda el barrio del 10, algo del templete del Santo Negro y bastante menos del antiguo monasterio de jerónimos. Quizás conoces a Fray Diego por su cuadro del Museo. El de Zurbarán, con su parte terrena y su gloria celestial. Entre el cielo y el suelo hay algo que te recuerda la canción. Fue un personaje en su época. Nacido en Toro, supo lidiar con una época difícil. Poder terrenal y celestial. Fue preceptor del príncipe don Juan, capellán de los reyes Católicos, amigo de Colón y obispo de Zamora, Salamanca, Jaén y Palencia. En su currículum también está el título de Inquisidor mayor de Castilla y, guinda casi final, el de arzobispo de Sevilla. Fundó el colegio dominico de Santo Tomás, del que sólo existe el nombre de la calle, que Primo de Rivera se encargó de tirar lo poco que quedaba del convento...No sabía Fray Diego O.P. que sus cenizas iban a tardar tanto en descansar en paz. En 1884 acabarían en la capilla de San Pedro de la Catedral, al cabo de tantos años. Curiosamente una capilla llena de zurbaranes. Justo premio al abandono de tantos años. Porque su convento sufrió olvidos y asaltos. En 1810 los invasores franceses ocuparon el antiguo colegio dominico. Dicen las malas lenguas que su sepulcro fue codiciado como bañera por la mujer de un militar. Cleopatra usó leches de burra y ésta no iba a ser menos original. Has hecho memoria y has establecido relaciones. Castas, en principio. Te ha dado por pensar en los centros de belleza actuales: aromaterapia, talasoterapia, chocolaterapatia, champanterapia, laserterapia, colorterapia, ozonoterapia...Te has acordado de Fray Diego de Deza, del cuadro de Zurbarán, de sus cenizas dando vueltas y de la mujer del militar. Tiempos quevedianos. Cenizoterapia... Verás como se enteren en Corporación Dermoestética...