Cónclave en el patio del colegio de Santa María de Jesús. Estudiantes del colegio que fundara Maese Rodrigo. Llegó el día de la fiesta. El día del desenfreno. Si Sevilla tenía obispo, en el viejo colegio universitario tenían el obispillo: el más joven y golfo de todos los estudiantes sevillanos.Año 1641. Veíase cercano el final de trimestre, y los estudiantes cargaron sus intereses en la diversión. Liturgia anual. Un alumno nuevo fue el elegido. Entre carcajadas fue nombrado un novato tartamudo famoso por otras dotes. Llamábase Esteban Dongo. Con la mitra de papel, el fajín de seda y el báculo de madera fue instado a dar su primer discurso:
- ¡Maese Mondongo, diríjase a su feligresía!
Nunca vióse el novato en trance tan singular, siendo su inicial homilía su primera fechoría:
-Ehhhh....Hegggamos del Colegio de Santa Magia! ¡Gindamos culto a Maese Godriggo nuestro fundadogr...!
- ¡Pardiez con el pardillo! -oyóse en la sala- ¡Bien laggo que tiene el frenillo!
Carcajada general y procesión por las calles del entorno. Iba el obispillo lanzando agua bendita entre las risas de su compañeros. Fueron numerosas las sacras estaciones en las que abasteciéronse los estudiantes, llegando el néctar, que algunos llaman divino, a provocar escenas de gran escándalo. Paraban los estudiantes a las damiselas y gritábanles sin disimulo:
- ¡Besen la mano a su Eminencia, que brillante como el anillo tiene el colgante membrillo!
- ¡Reverencia a su Eminencia Dongo, que como su cargo tiene el mondongo.!
Las risas y las reverencias fueron acompañadas de tocamientos breves, rozamientos, apreturas y arrechucamientos que motivaron más de una palabra malsonante. Continuó la algarabía en torno al obispillo y su procesión, que dirigióse al corral de la Montería, donde llegóse a confundir con el público. Allí continuaron risas, tocamientos, enseñamientos y otras algarabías que llegaron a un punto mayor. Con la vergüenzas al aire una damisela acompañante, llegó a pronunciar frase malsonante:
-¡Nunca digas que este cura no es mi padre, ni esta polla no me cabe!.
Lamenta el cronista tener que reproducir tamaña ordinariez, pero más lamenta recordar la escena posterior. Fuego eterno para aquella reunión. Fiesta prolongada hasta el amanecer. Cuerpos envueltos por las oscuridad. Espesura de la noche para censurar los más bajos instintos. Ya lo dice el refrán:¡A las seis de la mañana, antes de que el sol alumbre, hay más pollas en los coños que pucheros en la lumbre!Fue un 5 de diciembre del año del Señor de 1641. El día que Mondongo gobernó la más convencida feligresía. Mandanga que tenía el mondongo...
Fue el año que la audiencia prohibió, definitivamente, la fiesta del obispillo.