24.2.08

BORRACHOS


Lo tenía claro: la cofradía aquel año sería otra cosa. Ya estaba bien... Ni las reglas de la hermandad, ni la opinión pública veían bien aquellos desmanes. Más nazarenos fuera que dentro, más risas que llantos, más tabaco que incienso, más alcohol que ninguna otra cosa... Poca penitencia y mucha fiesta. Ya era hora de volver a los orígenes.
Como diputado de tramo aquel año sería implacable: en la fila o en casa. Si la penitencia era muy larga y la Madrugá duraba muchas horas, que se apuntaran a otra cofradía. O a otra peña. O a otra taberna.
Por eso aquel año no consintió nada. Puso orden, marcó las distancias y apenas permitió las salidas de la fila. Sólo las imprescindibles. Café y un breve reposo. Y regreso rápido. Un austeridad que se impuso a sí mismo. Aguantaría toda la noche sin salir del tramo. Ya almorzaría en casa. Un cansancio que soportaría como una penitencia más.
Todo iba más o menos bien. Hasta que vio al grupo fuera de la fila. No daba crédito. Antifaz descubierto. Cigarros y vino mezclados a partes iguales. Carcajadas al amanecer. Tenía que actuar. Se dirigió al grupo y se encaró con ellos recordándoles las reglas, la importancia de su comportamiento, la seriedad de la conmemoración, hasta la antigüedad de la hermandad. Nuevas risas mezcladas con el aroma del alcohol. El diputado no daba crédito. Tomaría una medida ejemplar. No estaba dispuesto a tolerar aquel escándalo. Gritando, fuera de sí le recriminó al que parecía más beodo.
- ¡Déme su papeleta de sitio!Carcajada atronadora. Risas contagiosas y una negativa.
- Va a ser que no...
Era el peso de unos títulos y de una historia. El nombre de su hermandad estaba en juego:
- Le he dicho que me dé su papeleta.
Nuevas risas cómplices. Un situación a punto estallar hasta que un nazareno del grupo, con la parsimonia ceremoniosa del borracho experimentado, desplegó su capa sobre la mesa del bar y mostró al diputado de tramo el escudo de su hermandad. Algo le fallaba al diputado. No reconocía ni algunos colores, ni aquel capelo cardenalicio, ni aquellas coronas, ni, en definitiva, aquel escudo.
Madrugada. En el regreso a su fila el diputado de tramo lamentó no haberse tomado un descanso aquella fría y larga noche...

1 comentario:

el aguaó dijo...

El final es digno de ser resaltado. Metedura de pata para un diputado honrado.

No hace mucho se criticó las excesivas salidas de filas de algunos nazarenos. Por lo que se ve, no es un tema nuevo.

Un fuerte abrazo.