“Mujer envuelta de sol, con la luna bajo sus pies y revestida de estrellas”. Concebida sin pecado original. Así lo apuntó ya el Concilio de Éfeso (431). Triunfó en la mentalidad popular del Barroco sevillano. Resistió a dominicos que no creyeron en ella. Fue defendida hasta por un ingenioso hidalgo de cuyo nombre no quiero acodarme. “Soy don Quijote el manchego / que aunque venido de la Mancha / hoy defiendo a la sin Mancha.” Hubo quien juró derramar sangre por ella. Sangre por una inmaculada... Silencio para defender en alto un juramento, con cirio y con espada. Franciscanos y jesuitas en su bando, el bando celeste. Fue pintada, grabada, tallada y soñada de mil y una maneras: triunfante, asunta, ciega o carmelita. Concepción para los amigos. Hasta 1854 no se declaró su dogma. Por una vez en la vida, Sevilla pionera... Aunque ya en 1497 hubo universidades que impulsaron el juramento de la creencia en el dogma para obtener el título de doctor. Siempre nos quedará París...
La proclamación del dogma llegó tarde (1854), pero la ciudad siempre lo consideró como algo de común aceptación. Y fue el recuerdo del centenario del voto de la ciudad el que motivó la erección de un monumento a la Inmaculada mediante suscripción popular. Esta obra conjunta situada en la actual plaza del Triunfo corrió a cargo del arquitecto José Espiau y del escultor marchenero Lorenzo Coullaut Valera. Espiau diseñó un pedestal octogonal con cuatro pilares de orden jónico y su correspondiente tramo de entablamento. Coullaut colocó en los frentes inferiores las figuras de Miguel del Cid, Murillo, Juan de Pineda y Martínez Montañés, defensores del dogma en la poesía, la pintura, la teología y la escultura. Como coronamiento realizó una traslación a la escultura de la Inmaculada que Murillo pintó para el Hospital de los Venerables y que fue sustraída por el mariscal Soult con la invasión francesa. La inscripción “Regina Sine Labe Concepta” completaba un conjunto que fue definitivamente inaugurado el 8 de diciembre de 1918, pasando a figurar desde entonces como uno de los monumentos más representativos de la ciudad. Sobrevivió y sobrevive... Resistió las críticas de Fray Ángel Ortega que, en 1917 censuró la ausencia de referencias a su comunidad. Críticas a un monumento, nada nuevo. Sobrevivió a los radicales que en la República quisieron derribar el monumento y a los que incluso quisieron prenderle fuego. No había madera como en tantas iglesias abrasadas... A duras penas sobrevive al abandono de tanta incultura que hace que un día tenga una pintada y al otro se le caiga el rostro a Montañés por falta de conservación. Sigue siendo un triunfo...No sabemos si resistirá muchos años más escuchando “clavelitos”...
La proclamación del dogma llegó tarde (1854), pero la ciudad siempre lo consideró como algo de común aceptación. Y fue el recuerdo del centenario del voto de la ciudad el que motivó la erección de un monumento a la Inmaculada mediante suscripción popular. Esta obra conjunta situada en la actual plaza del Triunfo corrió a cargo del arquitecto José Espiau y del escultor marchenero Lorenzo Coullaut Valera. Espiau diseñó un pedestal octogonal con cuatro pilares de orden jónico y su correspondiente tramo de entablamento. Coullaut colocó en los frentes inferiores las figuras de Miguel del Cid, Murillo, Juan de Pineda y Martínez Montañés, defensores del dogma en la poesía, la pintura, la teología y la escultura. Como coronamiento realizó una traslación a la escultura de la Inmaculada que Murillo pintó para el Hospital de los Venerables y que fue sustraída por el mariscal Soult con la invasión francesa. La inscripción “Regina Sine Labe Concepta” completaba un conjunto que fue definitivamente inaugurado el 8 de diciembre de 1918, pasando a figurar desde entonces como uno de los monumentos más representativos de la ciudad. Sobrevivió y sobrevive... Resistió las críticas de Fray Ángel Ortega que, en 1917 censuró la ausencia de referencias a su comunidad. Críticas a un monumento, nada nuevo. Sobrevivió a los radicales que en la República quisieron derribar el monumento y a los que incluso quisieron prenderle fuego. No había madera como en tantas iglesias abrasadas... A duras penas sobrevive al abandono de tanta incultura que hace que un día tenga una pintada y al otro se le caiga el rostro a Montañés por falta de conservación. Sigue siendo un triunfo...No sabemos si resistirá muchos años más escuchando “clavelitos”...
7 comentarios:
La excelente foto, una vez más, es del maestro ASC, más conocido como Canónigo Alberico.
Bueno, claro que sí, seguirá estando ahí. También los "clavelitos"...
Gran texto, gran foto.
Un abrazo, querido amigo.
Finalmente, al recostar mi alma en un páramo de dulzura y sencillez Te encontré. Estabas allí y yo no te veía, y aunque tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, me di cuenta que Tú estabas dentro mí y yo, por fuera te buscaba con amor y ansiedad. Estabas allí, sobre un escultor, un cura, un pintor y un escritor, sobre una triunfal torre a los pies de la torre más fuerte, el Nombre de Dios, y desde allí, te ame. Estabas vestida de sol, coronada por doce estrellas y la luna a tus pies.
En aquel momento, deslicé la cola del brazo y me senté a tus pies, tranquilamente, esperando a que algún día, reina de mis sueños, bajaras a buscar a este triste nazareno, ya sin cartonera y antifaz que descansa a tus plantas, Purísima Inmaculada, a la puerta del cielo.
En la calle de Las Armas
Sevilla tiene una cita
ante la mano bendita
de quien el odio desarma,
y de quien llena las almas
de Gozos Inmaculados:
la que tras atrio encalado
busco para que resiembre
cada ocho de diciembre
mi corazón marchitado.
Que verdad es que al monumento nada más que le echan cuenta cuando llegan estos días, ahora anuncian una nueva restauración.
Hace años, un tuno al ir a colocar un ramo se quedó con la cabeza del Padre Pineda en las manos, unos dijeron autenticas barbaridades de que si la tuna de que si esto de que si lo otro, la verdad del cuento es que la cabeza fue desprendida a pedradas en el año 31 y la pegarían de tal manera que años más tardes se desprendió una madrugada...
Es cierto que bajo la escultura se escuchan clavelitos, pero esta tradición no es la original, allí se reunián a cantar salves y canciones marianas grupos de sevillanos, y la tuna era una más.
Hoy sólo queda la Tuna cantando esa noche, ¿será porque fueron los únicos que mantuvieron la tradición de acercarse esa noche a aquel monumento que está situado en el "mejor cahiz de tierra"...?
El monumento no deja de tener su alegoría. La Inmaculada está realizada en mármol, las columnas en piedra y los esculturas de los cuatro sevillanos de polvo de piedra y cemento.
De esta manera, la Inmaculada se encuentra en un buen estado de conservación, las columnas no están mal y los sevillanos se están desintegrando, como la ciudad y sus cosas.
Para mí esta entrada es especial.
Todo lo que relatas en el texto lo siento como mío. Será tal vez porque me pusieron su nombre.
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