10.2.08

DE VALDÉS LEAL A JUANILLO EL DE LA PALMA



UNO. En torno a 1658 Juan de Valdés Leal representaba en un lienzo un antiguo tema iconográfico inspirado en los Evangelios Apócrifos: el encuentro entre el apóstol Juan y la Virgen junto al grupo de María de Magdala, María Salomé y María Cleofás. Un encuentro cargado de tensión en el que el Discípulo Amado mostraba a la Virgen el camino del Calvario al que se dirigía su Hijo. La obra, conservada hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, es de procedencia desconocida y muestra un auténtico juego barroco de tensiones entre las masas de color de cada uno de los ropajes, las actitudes de tensión y dolor de cada uno de los rostros y las diferentes líneas o puntos de fuga que se marcan mediante las miradas y los gestos de manos y pies. A la crispación de la escena se une la tensión de un paisaje que remarca el carácter dramático de la obra.
Esta representación iconográfica se plasmó desde antiguo en las procesiones sevillanas, incluyendo en numerosas ocasiones a la figura de María de Magdala en los pasos de palio junto a San Juan y la Virgen. Así aparecían en los palios de San Isidoro, la Esperanza de Triana o el Valle hasta que nuevas modas eliminaron a la Magdalena de los pasos.
DOS. Hacia 1760 se data la imagen de San Juan Evangelista que acompaña a la Virgen de la Amargura. Considerada desde hace siglos como la mejor imagen de San Juan en la Semana Santa, es obra adjudicada a Benito Hita del Castillo, aunque no conste documentalmente su realización. Sí consta que el mismo autor realizó dos sayones para el paso del Desprecio de Herodes; uno de ellos fue suprimido a comienzos del siglo XX y el otro desapareció en el año 1936. Hita del Castillo supone el último eslabón del Barroco sevillano ya adentrado incluso en la segunda mitad del siglo XVIII. Su acierto estriba en la expresividad y en la calidad técnica de la imagen y, sobre todo, en su integración con la imagen de la Virgen, obra anterior de hacia 1700 a la que Hita del Castillo realizó nuevo candelero en 1763. Sufrió graves daños en el incendio del palio en 1893, hasta el punto de que Antonio Susillo tuvo que rehacer sus manos en la posterior restauración.
TRES. Núñez de Herrera en su imprescindible obra “Semana Santa. Teoría y realidad” mostró su muy particular visión del San Juan de la hermandad de la Amargura en estos términos:
“Entonces, de verdad, ¿qué hace San Juan allí? No parece desempeñar ninguna misión trascendente.
- Ese San Juan ¿a qué ha subido?
- Pregúntaselo, mi alma!...será quizás para arreglar el paso.
Entre todos sólo hay un San Juan que no estorba. Este sale junto a la Virgen de la Amargura y su gesto es inteligente y simpático. Se sabe perfectamente que quisiera distraer a la Virgen contándole las gracias que se dicen en la Correduría...pero reparad: éste no es San Juan Evangelista. Se trata de Juanillo el de la Palma. Le quieren en el barrio y le llaman así...Le quieren sobre todo porque es el único San Juan en los pasos de la Virgen que se libra de ser el auténtico pelmazo.”

11 comentarios:

Enrique Henares dijo...

Qué gran libro el de Núñez de Herrera...

Rascaviejas dijo...

Tantas veces citado y tan poco leído...
¿Se ateverían ustedes a hacer un ranking (esta palabra es poco rancia) de Santos Juanes?

Lorenzo Blanco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
el aguaó dijo...

Me ha encantado tu texto querido Rascaviejas. Genial Juan de Valdés Leal, bajo mi humilde punto de vista, creo que es un autor que quedó eclipsado por su colega y amigo Murillo.

En cuanto al ranking de San Juan, yo voy a barrer para casa: me encanta el que acompaña a mi Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, uno de los Santos Juanes más maduro.

Sin lugar a dudas, el de Hita del Castillo es magnífico, y además tiene la suerte de acompañar a la Señora de la Amargura.

También podemos acordarnos del que pertenece a la Hermandad de Jesús Despojado, al otro lado del usual, ya que la Magdalena debía acompañar también a la Virgen, aunque nunca llegó a salir.

Un fuerte abrazo.

Lorenzo Blanco dijo...

Yo podría barrer para casa y nombrar al que D. Antonio Castillo hizo para acompañar al Dulce Nombre de María, pero siendo objetivo, nombraría a tres que no van bajo palio: los de la Carretería, Quinta Angustia y La Lanzada. La verdad es que pasan muy desapercibidos.

Saludos

Enrique Henares dijo...

El de San Juan de la Palma es único, pero sin duda esos tres de paso de misterio son excepcionales.

orfila dijo...

Pues yo pienso que el de Hita está mitificado y envuelto en la indiscutible magnificencia de la Hermandad.

En mi modesta opinión, los 2 mejores (cada uno en su estilo) están en la Plaza de San Lorenzo.

Sin acompañar a la Santísima Virgen, por su expresividad, terminación y movimiento (barro para casa como Lorenzo), me quedo con uno que está apartando una rama de olivo, muerto de miedo.

Reyes dijo...

Para mí, sin duda, es el mejor, y no porque la compañía sea mi Virgen, sino porque tiene una mirada única.
Es la compañía perfecta.

del porvenir dijo...

Aprovecho que menciona a Juan Valdés Leal, para tener un cariñoso recuerdo para uno de los mejores conocedores de su obra en nuestra ciudad recientemente desaparecido, el profesor D.Antonio de la Banda

Rascaviejas dijo...

Pues sí, aunque quizás quien más hizo por revitalizar su figua fue Don Enrique Valdivieso. La verdad es que De la Banda era toda una institución.

Anónimo dijo...

Un San Juan por descubrir es el de la hermandad de los Javieres. Aunque no procesiona fue atribuido por el profesor Miñarro a Montes de Oca, con un cuerpo posterior, probablemente de Buiza. Merece más atención.