11.2.08
REPUBLICANO
- “Los Borbones, a los leones...”.
Era la frase que solía repetir casi como una letanía de viejos recuerdos; ya se sabe, aquellas convicciones que se sienten y no se razonan Toda una religión del sentimiento, sin clérigos y con escasa liturgia. Pero es que a él le gustaba, bromas aparte, razonar sus convicciones. Y no perdía oportunidad para ello. Sus hijos y sus nietos eran su auditorio preferido, cada uno a su nivel. A sus hijos les había repetido una y mil veces que después de la Revolución Francesa se estableció la igualdad de los hombres y que nadie debía tener privilegios por su nacimiento.
- “Los franceses acabaron con la desigualdad social y, nosotros”-sonreía esperanzado- “acabaremos algún día con las injusticias”. Todo un discurso que se simplificaba cuando se dirigía a lo más pequeños:
- “Si todos tenemos un papá y una mamá y si existe ese Dios del que te hablan en la escuela, todos tenemos que ser iguales, porque un buen padre no hace diferencias entre sus hijos...” Un teoría simple y que, según él, no admitía discusión. Por eso le sobraban reyes y reinas, duques y marqueses, altezas y grandezas. Lo cual no quiere decir que el viejo republicano no guardara un rinconcito en su corazón para algunas fantasías...
Sus amigos dicen que todo empezó en San Gil, en el corazón de su roja Sevilla. Aunque no era muy amigo de beatones y “santurrones” vestidos de negro, aquel día le dio por entrar en la iglesia. No sabía porqué. Quizás por su eterno afán de descubrir. Y vaya si descubrió... Estaba a pie de calle. De igual a igual, madera y carne frente a frente. El dolor revestido con la dignidad de una sonrisa. Las lágrimas de su viejo barrio revestidas de fiesta. La mirada esperanzada de la creencia en un ideal de igualdad. Toda una invitación a creer en la esperanza. Un mundo mejor podía existir, aquella mirada así lo pregonaba. Lo demás no importaba: ni corona, ni joyas, ni oros, ni platas ni terciopelos ni encajes...
Algunos dicen que aquel día el viejo republicano comenzó a creer en las reinas...
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3 comentarios:
A veces basta tan sólo una Mirada de la Madre de Dios...
Una vez más, felicidades. Sublime querido maestro.
Un fuerte abrazo.
Preciosos el texto, amigo rascaviejas... te superas con cada uno que escribes.
Por cierto ¿de que año es esa foto?, es muy peculiar la manera de vestir a la virgen... no parece ni la misma.
Un abrazo
La foto correspone a un programa de la Semana Santa del año 1935. Se nota quetiene usted un uen ojo...
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