Con su permiso, hoy vamos a hacer una invitación. Vamos a citar a David Beckham, a Madonna, a Haze, a David Bisbal e incluso a David Bustamante. Y a su vecino del quinto, el modernito discotequero. Y a muchos más.
Nos vamos a ir a Los Pajaritos. Invitaremos a muchos niños y jóvenes que en los últimos tiempos llaman a la puerta del convento del barrio para pedir algo. Un colgante que llevan sus ídolos. Cuando llaman a la puerta del convento-guardería piden con interés:
- Oiga. ¿Me podría dar un Rosario?
- ¿Para qué?
- Para qué va a ser... Para colgármelo al cuello, como el Bisbal...
A todos juntos, famosos y no famosos, los vamos a llevar a la parroquia de la Magdalena de Sevilla. Les contaremos que era un antiguo convento dominico y que la parroquia estaba antiguamente en la del Pacífico. Bueno, para que nos entiendan, les diríamos que estaba junto a El Corte Inglés del hogar, en la plaza donde se ponen los tenderetes. La parroquia desapareció en el siglo XIX y pasó al convento dominico de San Pablo. Allí los llevaremos. Atravesaremos por la plaza donde antiguamente estaba el compás del convento. Entraremos a la iglesia. En una de sus puertas está representado Santo Domingo de Guzmán, uno de los primeros a los que les dio por seguir la moda del rosario, aunque él imitó a otro, a San Simón Stock. De esto hace unos ochocientos años. Aunque el rosario entonces era otra cosa...
Sentaremos a nuestros invitados en los bancos del templo, a pesar de todo, una de las iglesias desconocidas de Sevilla. Allí está la Virgen de la Antigua y Siete Dolores, algo así como la Macarena del siglo XVII. Allí está el escudo de la Inquisición, sobre sus cabezas. Allí están los condenados de la Inquisición con su sambenito puesto y esperando en los muros la celebración del auto de fe. Pero nosotros hemos llevado a nuestros invitados a hablarles de ese colgante que usan como adorno. Blanco, negro, traslúcido, de Fátima, del Papa...qué les importa. Les contaremos que el rosario que portan le fue dado a San Simón por la misma Virgen. Desde el siglo XIII lo difunden los dominicos. Pero también hay un rosario hindú, que simboliza la unidad de todo lo existente. O un rosario musulmán, con 99 cuentas, las de los nombres divinos, aunque la que hace la número 100 no se cuente. Para no cansarlos los sentaremos. Les enseñaremos una pintura en el muro, obra de Lucas Valdés. Con muchos barcos. Representa la batalla de Lepanto. Quizás a alguno le suene. Una batalla contra los turcos en 1571. En ella, Miguel de Cervantes, autor de algún libro importante, acabó con un brazo maltrecho. Fue el día 7 de octubre de 1571. Dicen que la Virgen del Rosario ayudó en la victoria final. Por eso el Papa Pío V instituyó la fiesta del Rosario. Sí la del rosario que les cuelga del cuello.
No les cansaremos más. Quizás sea un público demasiado variado. Dominicos, Vírgenes, rosarios, historias, batallas... demasiados datos para explicar un colgante. Y no es nuestra intención que reunión tan variopinta acabe a farolazos... como un rosario de la aurora.
Nos vamos a ir a Los Pajaritos. Invitaremos a muchos niños y jóvenes que en los últimos tiempos llaman a la puerta del convento del barrio para pedir algo. Un colgante que llevan sus ídolos. Cuando llaman a la puerta del convento-guardería piden con interés:
- Oiga. ¿Me podría dar un Rosario?
- ¿Para qué?
- Para qué va a ser... Para colgármelo al cuello, como el Bisbal...
A todos juntos, famosos y no famosos, los vamos a llevar a la parroquia de la Magdalena de Sevilla. Les contaremos que era un antiguo convento dominico y que la parroquia estaba antiguamente en la del Pacífico. Bueno, para que nos entiendan, les diríamos que estaba junto a El Corte Inglés del hogar, en la plaza donde se ponen los tenderetes. La parroquia desapareció en el siglo XIX y pasó al convento dominico de San Pablo. Allí los llevaremos. Atravesaremos por la plaza donde antiguamente estaba el compás del convento. Entraremos a la iglesia. En una de sus puertas está representado Santo Domingo de Guzmán, uno de los primeros a los que les dio por seguir la moda del rosario, aunque él imitó a otro, a San Simón Stock. De esto hace unos ochocientos años. Aunque el rosario entonces era otra cosa...
Sentaremos a nuestros invitados en los bancos del templo, a pesar de todo, una de las iglesias desconocidas de Sevilla. Allí está la Virgen de la Antigua y Siete Dolores, algo así como la Macarena del siglo XVII. Allí está el escudo de la Inquisición, sobre sus cabezas. Allí están los condenados de la Inquisición con su sambenito puesto y esperando en los muros la celebración del auto de fe. Pero nosotros hemos llevado a nuestros invitados a hablarles de ese colgante que usan como adorno. Blanco, negro, traslúcido, de Fátima, del Papa...qué les importa. Les contaremos que el rosario que portan le fue dado a San Simón por la misma Virgen. Desde el siglo XIII lo difunden los dominicos. Pero también hay un rosario hindú, que simboliza la unidad de todo lo existente. O un rosario musulmán, con 99 cuentas, las de los nombres divinos, aunque la que hace la número 100 no se cuente. Para no cansarlos los sentaremos. Les enseñaremos una pintura en el muro, obra de Lucas Valdés. Con muchos barcos. Representa la batalla de Lepanto. Quizás a alguno le suene. Una batalla contra los turcos en 1571. En ella, Miguel de Cervantes, autor de algún libro importante, acabó con un brazo maltrecho. Fue el día 7 de octubre de 1571. Dicen que la Virgen del Rosario ayudó en la victoria final. Por eso el Papa Pío V instituyó la fiesta del Rosario. Sí la del rosario que les cuelga del cuello.
No les cansaremos más. Quizás sea un público demasiado variado. Dominicos, Vírgenes, rosarios, historias, batallas... demasiados datos para explicar un colgante. Y no es nuestra intención que reunión tan variopinta acabe a farolazos... como un rosario de la aurora.
9 comentarios:
sABE LO QUE LE DIGO, MI QUERIDO PROFESOR, que Vd, como yo sabemos que a esta gente tan variopinta de dudosa vida y curiosa educación, les encanta conocer estas historias, sobre todo de la manera tan formidable que Vd, las relata e hubieran dado parte de las cuentas de ese Rosario que hoy llevan colgado en el cuello a la sazón, por tener un padre, un tío, un hermano o un buen amigo, que desde chico, se hubiera molestado en contarle estos maravillosos cuentos. Ay, profesor, mi profesor.
Magnífico relato Rascaviejas. Gran repaso a los orígenes del rosario y, lo que mas me ha gustado, ese paseo por la Magdalena.
Saludos.
Cuando vi los invitados… me dio miedo si. Por otra parte, no crea, la Iglesia se preocupa de la estética; yo misma, este verano, no me pude resistir, y me compré en una tienda (de estas que yo irreverentemente llamo Todocura.com) el último grito Vaticano, el rosario pulsera, una monada, la envidia de las feligresas en cualquier culto.
Genial paseo por la Magdalena, lo mismo hasta les gustó a los invitados, el tema de la Inquisición suele ser atractivo…
Kisses
Quizás alguno, al conocer su origen y significado, se lo quitaría por respeto del cuello. Otros seguro que no.
En cuanto al paseo, lamentablemente, en el convento dominico de la calle Feria sólo nos encontraremos la iglesia vacía y la fabrica. Por cierto, a ver cuando vamos.
Si contigo no se aprende... algo falla. Si tus alumnos no consiguen enterarse algo falla. Si tus clases las consideran aburridas, algo falla. Algo falla en la juventud...
Como dice Ciriovirgen, muchos se lo quitarían del cuello por respeto... pero lo pondrían en el retrovisor del coche.
Una clase genial amigo Rascaviejas. Lección magistral.
Un fuerte abrazo.
P.D. Actualmente hay una colección de Rosarios... y lo más sorprendente es que está partiendo la pana, que dirían varios de los integrantes de dicha excursión.
A sus pies.
Me ha encantado esta historia.
Y es verídica la historia?, llevó a sus alumnos a tal templo y "aguantaron"?
La historia no es verídica pero yo he llevado a mis alumnos a sitios más rancios todavía. Un año, viendo a la Esperanza en besamanos, un pequeño se acerca, la mira...¡y le dió la mano!
Imagínense a los priostes viendo tambalaearse a la imagen.
Ciriovirgen, la próxima semana hablamos y vamos buscando un día a su amable ofrecimiento.
Últime piedra digna de ver la del metro ¿qué no?
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