“Un estudiante a una niña, le pidió ¿que le pidió? / Un estudiante a una niña le pidió ¿que le pidió? /.Le pidió su prenda dorada y la muy puta se la dio / San Isidoro, somos la hostia, viva la madre que nos parió...”.
Una canción y una letra que sin duda no se colocarán entre las grandes creaciones de la historia de la humanidad, pero que solía aparecer en tu almanaque juvenil allá por estas fechas. Relativamente cercanas pero tan lejanas en casi todo.
Días de exámenes finales y evaluaciones. Se estudiaba BUP y COU, estudios que no eran ni secundarios, ni obligatorios, ni había que revalidar. Serían los años ochenta; año arriba, año abajo. Tú, por supuesto, eras de la pública, el sitio donde antes se aprendía. Los uniformes, los patronos y los escuditos quedaban para otros. Pero el himno era el himno y, aunque ripioso, era sinónimo de gamberrada de fin de curso.
Sin fecha fija. Surgía como un sentir general. Con unos orígenes lejanos y cercanos en la antigua división entre niños y niñas. Los primeros al instituto San Isidoro. Las segundas al instituto Velázquez. Como en una canción del Dúo Dinámico... Aunque para dinámica y movidita aquella fecha...
Solía haber rumores, pero sin saber por qué se elegía el momento en el mismo día. Navidades cercanas, exámenes ya hechos en el aula 7 y ganas de juerga. A media mañana, el abandono de las clases comenzaba a ser general. La realidad es que niños y niñas ya compartían bancos, pero la tradición era la tradición. Por muy salvaje que fuera....
Poco a poco, la huida del centro. Muchos paraban en el camino. Quizás bocadillo de Camilo, quizás Cruzcampo de litro, quizás botellita de mistela... Un día especial. Emociones fuertes. El asalto al instituto Velázquez planeaba en la mente de los estrategas.
El lugar de reunión era la Plaza de San Leandro, vulgo Pila del Pato. Allí volvía a sonar el himno oficioso mientras algún aventajado iba preparando el arsenal. Huevos, pintura, alguna naranja de la zona... Dispuesta la carga se alentaba de nuevo a la tropa. Sentías una mezcla de emoción, de miedo y de instinto primitivo. Alguien lanzaba el primero. El momento había llegado. Decenas de huevos, botes de pintura y naranjas caían sobre la fachada del instituto Velázquez. Manchas y roturas. El enemigo volvía a caer un año más. En poco tiempo. La policía solía llegar en minutos y tú huías hacia la calle Dormitorio buscando cobijo a tus emociones. La fachada quedaba marcada para mucho tiempo. Quizás todavía hubiera tiempo para tontear con alguna alumna, aunque ya daba igual del centro que fuera.
Ocurría en diciembre. Otros tiempos. Llegó la LOGSE, la igualdad y la educación en valores. Desaparecieron los gamberros de tu instituto. Ahora se han hecho universales...
Una canción y una letra que sin duda no se colocarán entre las grandes creaciones de la historia de la humanidad, pero que solía aparecer en tu almanaque juvenil allá por estas fechas. Relativamente cercanas pero tan lejanas en casi todo.
Días de exámenes finales y evaluaciones. Se estudiaba BUP y COU, estudios que no eran ni secundarios, ni obligatorios, ni había que revalidar. Serían los años ochenta; año arriba, año abajo. Tú, por supuesto, eras de la pública, el sitio donde antes se aprendía. Los uniformes, los patronos y los escuditos quedaban para otros. Pero el himno era el himno y, aunque ripioso, era sinónimo de gamberrada de fin de curso.
Sin fecha fija. Surgía como un sentir general. Con unos orígenes lejanos y cercanos en la antigua división entre niños y niñas. Los primeros al instituto San Isidoro. Las segundas al instituto Velázquez. Como en una canción del Dúo Dinámico... Aunque para dinámica y movidita aquella fecha...
Solía haber rumores, pero sin saber por qué se elegía el momento en el mismo día. Navidades cercanas, exámenes ya hechos en el aula 7 y ganas de juerga. A media mañana, el abandono de las clases comenzaba a ser general. La realidad es que niños y niñas ya compartían bancos, pero la tradición era la tradición. Por muy salvaje que fuera....
Poco a poco, la huida del centro. Muchos paraban en el camino. Quizás bocadillo de Camilo, quizás Cruzcampo de litro, quizás botellita de mistela... Un día especial. Emociones fuertes. El asalto al instituto Velázquez planeaba en la mente de los estrategas.
El lugar de reunión era la Plaza de San Leandro, vulgo Pila del Pato. Allí volvía a sonar el himno oficioso mientras algún aventajado iba preparando el arsenal. Huevos, pintura, alguna naranja de la zona... Dispuesta la carga se alentaba de nuevo a la tropa. Sentías una mezcla de emoción, de miedo y de instinto primitivo. Alguien lanzaba el primero. El momento había llegado. Decenas de huevos, botes de pintura y naranjas caían sobre la fachada del instituto Velázquez. Manchas y roturas. El enemigo volvía a caer un año más. En poco tiempo. La policía solía llegar en minutos y tú huías hacia la calle Dormitorio buscando cobijo a tus emociones. La fachada quedaba marcada para mucho tiempo. Quizás todavía hubiera tiempo para tontear con alguna alumna, aunque ya daba igual del centro que fuera.
Ocurría en diciembre. Otros tiempos. Llegó la LOGSE, la igualdad y la educación en valores. Desaparecieron los gamberros de tu instituto. Ahora se han hecho universales...
14 comentarios:
Y, seguramente, algo más que gamberros pintureros...
Un abrazo.
Nunca formé parte de ese ejército; en los tres gloriosos años que pasé en el I.E.M. San Isidoro, donde conocí el don de gentes de Mons. Bellido Caro, prefería ver tras los cristales, el banner que se exponía en el Cine Cervantes (Frech conectión, contra el imperio de la Droga) y cantar villancicos en el salón de actos con el coro que formó la profesora de inglés...y es que servidor, fué siempre muy modocito. ¡ay, profesor mi profesor!
Mis padres fueron profesores en el San Isidoro, ¿cuando era de los pocos que había en Andalucía y sólo para niños?
A una de mis hermanas la bautizo Monseñor Bellido, Natural de Sevilla, y aprovecho para saludarte.
Nos leemos.
Antonio
Como quien no quiere la cosa, profesor, ya ha pasado un cuarto de siglo de aquellos dias.
Otros con menos, hacen una salida extraordinaria a la Catedral.
Grandes recuerdos de aquella época: Los cutre-bares ya desaparecidos El Viena y el Peinado, los bocatas de Isacami y Antonio Casablanca, las pringaitas de la Tahona.
De los profesores me acuerdo de casi todos: D. Narciso Mesa, Ruiz Lagos, Ventura, Antonio Herrera... Lástima que de otros solo recuerde sus motes...
Saludos
Vaya con los gamberros, la verdad es que nunca fui al Instituto, del colegio pasé a la Escuela de Artes Aplicadas y no he vivido eso, allí había otro tipo de gamberrismo, mucho mas "artístico".
(Hace mucho que no asomo por aquí, me alegra encontrarme con sus historias.
Por cierto, cada vez somos más los pertenecientes a la cofradía secreta del odio aceitunil. Ya le contaré, en breve.)
¿Es cierto que se presenta el libro esta semana en el Martínez Montañez?
Acabo de pasar por una librería y me dicen que se han llevado todos los ejemplares al referido instituto para su presentación.
Saludos
La universalidad es algo que afecta a todos... lamentablemente mi querido Rascaviejas.
Un fuerte abrazo.
Sean bienvenidos los antiguos alumnos, la perdida dama y el querido aguaó. Para el anónimo es cierto que hoy hemos presentado el libro en el Instituto pero a nivel interno y que allí hay muchos ejemplares del libro en la Feria del libro ( por cierto, hasta el jueves con descuento del 25%...).
Les voy adelantando que la presentación oficial, a la que espero asistan todos, será el próximo 20 de enero. Por supuesto estarán todos invitados. Saludos
Tomo nota del evento en mi agenda renacentista.
Un fuerte abrazo.
Desde luego, yo fui de aquellos, y puedo asegurar que el objetivo final era paralizar las clases del Velázquez y que echaran a las niñas a la calle, cosa que ellas agradecían.Ahora soy (o por eso soy) Profesor de Secundaria; ya no existe la gamberrada: o se es modosito, o un delincuente en toda regla. El gamberro no era una condición humana, sino un estado transitorio, resultado de las ganas de juerga.
Un reconocimiento al compañero que me hace estremecer cuando me recuerda al Viena:la mejor cerveza en el bar más bonito de una Sevilla que ya no existe.
Soy de los que no se ocultan y fuí uno de los muchos de la " güevada " asaltante navideña al Velazquez. Ese día era especial, primero me pasaba por el bar del instituto y me comía un bocadillo de panceta, y si había pelas, de caballa con tomate.Se despedia uno de los profesores, sobretodo del de matemàticas Manolito o el de gimnasia el Hitler para desplazarnos a la zona de Sta Catalina, como la boutique del bocata esperando el gran momento de la guerra de huevos y naranjas.
Tanto me gustó el tonteo con las niñas que me cambié al Velázquez, pasando unos años increíbles, con mi pandilla formados por Rafa, Jorge, Marcelo y yo. Tuvimos muchos profesores, como Ricardo de latín, Francisca de literatura, Carmina de gimnasia, Carlos Navarrete de filosofía, y sobretodo a mi profesora y amiga Amalia Gómez. Enfin, tiempos lejanos en el tiempo pero cercanos en mi corazón. Saludos a todos.
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20170813
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