La espera. La ilusión. El tiempo. La vida...
Los regalos y el tiempo para regalar, los sentimientos y las ganas de sentir, las alegrías y las ganas de alegrar, la esperanza y la desesperación del que espera y del que ya ni espera. Todo queda y todo pasa. Pero algo queda. En un rincón del mundo. Cargado de noticias. Buenas y malas. La vida misma. La buena nueva y las menos buenas...
La compañía y la soledad, saber que estás ahí o sentirlo, la presencia y la ausencia. Familia, familia política y política de familia... Los sentimientos...
Incienso de Reyes y humedad de viejas cajas, caramelos pisados y esperanzas renacidas, creer en mundo mejor, y luchar por él; roscón de nata o peladilla, anisete de la abuela o cubata de fin de año, marisco pasado e ilusiones renacidas, la madera del niño que besas y el perfume a nada de las monjas, la misa del Gallo y el gallo en la mesa, las castañas calientes y el libro recién abierto, el perfume de la mujer que descubres y el perfume del olvido, las calles de toda la vida y el olor de la nostalgia, el anís y el clavo, el primer mantecado y el mantecado de limón, el perfume de la compañía y el de la soledad... Los olores.
La mesa que te espera y la que desespera, el rincón de casa y el rincón de la capilla, las calles de tu infancia y la infancia que se echa a la calle, el compás de un viejo convento y el compás de las palmas en medio de un hogar; el lugar de tus sueños, el del sueño y donde habitan tus sueños; la esquina donde te besa el aroma de castañas y el beso en una esquina con una castaña a cuestas, el rincón y el gran espacio, el espacio para la firma en una carta cargada de ilusiones y el espacio donde colocarlas cuando se hacen realidad; lo grande y lo pequeño, el gran almacén y el almacén de tus recuerdos, la casa de los padres y la casa del Padre, el pesebre y el hueco debajo del árbol, el lugar para encontrarse y el lugar para perderse, el laberinto de la memoria y los callejones de la vida; la plaza y la fuente, la avenida y el portal, el interior y el exterior. Todo los lugares. Todos se hacen grandes.
La luz que nos ha nacido y la que está por nacer, la zambomba de colores y la estrellita que se apaga; la bengala y el cohete, el raso de una capilla y dormir al raso; los cirios y las velas de fantasía, la tarjeta de siempre o el correo de colorines, las listas del langostino y la lista de la compra, el cirio recién apagado y la cera que está por arder, la bombillita del nacimiento y la de tu interior, las que parpadean y las que luchan por no extinguirse. In Ictu Oculi... Las luces.
Esperar, reír, llorar, suspirar, recordar, dormir, descansar, anhelar, compartir, soportar, comprender, ser, estar... Volver. Volver a ser niño. El Niño del pesebre. Dios se hizo hombre, quizás sólo niño. Grandeza y misterio. Dios de Dios. Luz de Luz. Algo debió pasar...
Los regalos y el tiempo para regalar, los sentimientos y las ganas de sentir, las alegrías y las ganas de alegrar, la esperanza y la desesperación del que espera y del que ya ni espera. Todo queda y todo pasa. Pero algo queda. En un rincón del mundo. Cargado de noticias. Buenas y malas. La vida misma. La buena nueva y las menos buenas...
La compañía y la soledad, saber que estás ahí o sentirlo, la presencia y la ausencia. Familia, familia política y política de familia... Los sentimientos...
Incienso de Reyes y humedad de viejas cajas, caramelos pisados y esperanzas renacidas, creer en mundo mejor, y luchar por él; roscón de nata o peladilla, anisete de la abuela o cubata de fin de año, marisco pasado e ilusiones renacidas, la madera del niño que besas y el perfume a nada de las monjas, la misa del Gallo y el gallo en la mesa, las castañas calientes y el libro recién abierto, el perfume de la mujer que descubres y el perfume del olvido, las calles de toda la vida y el olor de la nostalgia, el anís y el clavo, el primer mantecado y el mantecado de limón, el perfume de la compañía y el de la soledad... Los olores.
La mesa que te espera y la que desespera, el rincón de casa y el rincón de la capilla, las calles de tu infancia y la infancia que se echa a la calle, el compás de un viejo convento y el compás de las palmas en medio de un hogar; el lugar de tus sueños, el del sueño y donde habitan tus sueños; la esquina donde te besa el aroma de castañas y el beso en una esquina con una castaña a cuestas, el rincón y el gran espacio, el espacio para la firma en una carta cargada de ilusiones y el espacio donde colocarlas cuando se hacen realidad; lo grande y lo pequeño, el gran almacén y el almacén de tus recuerdos, la casa de los padres y la casa del Padre, el pesebre y el hueco debajo del árbol, el lugar para encontrarse y el lugar para perderse, el laberinto de la memoria y los callejones de la vida; la plaza y la fuente, la avenida y el portal, el interior y el exterior. Todo los lugares. Todos se hacen grandes.
La luz que nos ha nacido y la que está por nacer, la zambomba de colores y la estrellita que se apaga; la bengala y el cohete, el raso de una capilla y dormir al raso; los cirios y las velas de fantasía, la tarjeta de siempre o el correo de colorines, las listas del langostino y la lista de la compra, el cirio recién apagado y la cera que está por arder, la bombillita del nacimiento y la de tu interior, las que parpadean y las que luchan por no extinguirse. In Ictu Oculi... Las luces.
Esperar, reír, llorar, suspirar, recordar, dormir, descansar, anhelar, compartir, soportar, comprender, ser, estar... Volver. Volver a ser niño. El Niño del pesebre. Dios se hizo hombre, quizás sólo niño. Grandeza y misterio. Dios de Dios. Luz de Luz. Algo debió pasar...
6 comentarios:
Me ha llegado al corazón tu comentario. Así que me uno a la voz de tu entrada y lamento que no podamos hablar de estas cosas entre clase y clase. Un abrazo muy fuerte y feliz navidad
Hermosísima entrada, querido Manuel Jesús.
Feliz Navidad.
Felices Pascuas para ti y los tuyos
...el templo de la las verdades o verdades como un Templo; algo muy grande debió de suceder, para que aún celebremos algo tan grande como un Nacimiento. Felices Pascuas.
Quizás pueda parecer algo extraño... o no tanto. Per me has emocionado mi querido Rascaviejas. Impresionante entrada que he leído a mi padre y al que también ha emocionado.
Eres grande amigo mío.
Un abrazo.
Si, asi es la Navidad.
Un abrazo.
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