“Señor director de El Oriente:
Público y notorio es en esta ciudad que desde hace más de cuatro años venía mi mujer padeciendo una enfermedad que la imposibilitaba por completo el uso de las piernas, pues que desde esa fecha no sólo no podía andar, pero ni aún ponerse en pie. En tan largo periodo se han empleado con ella cuantos recursos tiene la ciencia médica, ente ellos baños de diferentes clases, aguas minerales, en fin, cuanto humanamente hablando puede hacerse, y todo sin conseguir el más pequeño resultado. Testigo de ello es el facultativo de su asistencia, doctor don Joaquín Palacios, y otros facultativos que la han visto en consulta.
En el estado que acabo de describir la dejé el 23 del corriente al ausentarme de esta capital, y figúrese cuál sería mi sorpresa y mi alegría cuando al regresar el 25 por la noche y llegar a mi casa sale a recibirme a la escalera mi mujer, andando perfectamente, como si nunca hubiera dejado de practicarlo, acompañada de multitud de personas de la familia que había acudido a la novedad del suceso. ¿Y, cómo se obró tan rápida curación? El hacerlo público es el único objeto que me mueve a tomar la pluma, pues lo juzgo como un deber en estos tiempos de incredulidad que atravesamos. Sí, lo diré a la faz del mundo entero, sin temor a las descalificaciones de neocatólico, fanático o supersticioso que pueda merecer de los que no crean en Dios o se burlen de los santos. Quien operó cura tan rápida y portentosa fue Dios todopoderoso, por la intercesión del Bendito Patriarca Señor San José, y el hecho tuvo lugar como voy a referirlo.
La tarde del citado día se presentó en esta casa una caritativa y pobre mujer, cuya fe en el santísimo patriarca es extraordinaria, con un poco de manteca blanca, y otra poca de agua común, pasadas ambas por un perolito que un pobre mendigo dio a una señora que habita en la calle de la Carne, asegurándole que cualquiera cosa pasada por él y aplicada a los enfermos en nombre del patriarca, obraría prodigios. Se personó esta mujer diciendo a la mía que quería darle una unción en las piernas para que pudiera andar. La untura fue dada sin resultado pero pasados unos momentos y bebidos que fueron tres sorbos en memoria de Jesús, María y José y rezada una estación al Santo, salió andando con firmeza y, acto seguido, se puso la mantilla y se fue a la iglesia de San Lorenzo a darlas debidas gracias al Señor.
Al llamar milagrosa a esta curación no es mi intento anticiparme al juicio de la iglesia. Cinco días han transcurrido y continúa con sus piernas en buen estado y quien quiera verla se puede pasar por nuestro domicilio en la calle Conde de Barajas 19.
Sevilla 29 de octubre de 1872.
José Pareja y Alba”.
Público y notorio es en esta ciudad que desde hace más de cuatro años venía mi mujer padeciendo una enfermedad que la imposibilitaba por completo el uso de las piernas, pues que desde esa fecha no sólo no podía andar, pero ni aún ponerse en pie. En tan largo periodo se han empleado con ella cuantos recursos tiene la ciencia médica, ente ellos baños de diferentes clases, aguas minerales, en fin, cuanto humanamente hablando puede hacerse, y todo sin conseguir el más pequeño resultado. Testigo de ello es el facultativo de su asistencia, doctor don Joaquín Palacios, y otros facultativos que la han visto en consulta.
En el estado que acabo de describir la dejé el 23 del corriente al ausentarme de esta capital, y figúrese cuál sería mi sorpresa y mi alegría cuando al regresar el 25 por la noche y llegar a mi casa sale a recibirme a la escalera mi mujer, andando perfectamente, como si nunca hubiera dejado de practicarlo, acompañada de multitud de personas de la familia que había acudido a la novedad del suceso. ¿Y, cómo se obró tan rápida curación? El hacerlo público es el único objeto que me mueve a tomar la pluma, pues lo juzgo como un deber en estos tiempos de incredulidad que atravesamos. Sí, lo diré a la faz del mundo entero, sin temor a las descalificaciones de neocatólico, fanático o supersticioso que pueda merecer de los que no crean en Dios o se burlen de los santos. Quien operó cura tan rápida y portentosa fue Dios todopoderoso, por la intercesión del Bendito Patriarca Señor San José, y el hecho tuvo lugar como voy a referirlo.
La tarde del citado día se presentó en esta casa una caritativa y pobre mujer, cuya fe en el santísimo patriarca es extraordinaria, con un poco de manteca blanca, y otra poca de agua común, pasadas ambas por un perolito que un pobre mendigo dio a una señora que habita en la calle de la Carne, asegurándole que cualquiera cosa pasada por él y aplicada a los enfermos en nombre del patriarca, obraría prodigios. Se personó esta mujer diciendo a la mía que quería darle una unción en las piernas para que pudiera andar. La untura fue dada sin resultado pero pasados unos momentos y bebidos que fueron tres sorbos en memoria de Jesús, María y José y rezada una estación al Santo, salió andando con firmeza y, acto seguido, se puso la mantilla y se fue a la iglesia de San Lorenzo a darlas debidas gracias al Señor.
Al llamar milagrosa a esta curación no es mi intento anticiparme al juicio de la iglesia. Cinco días han transcurrido y continúa con sus piernas en buen estado y quien quiera verla se puede pasar por nuestro domicilio en la calle Conde de Barajas 19.
Sevilla 29 de octubre de 1872.
José Pareja y Alba”.
Agua bendita y manteca milagrosa. Los untados siempre han existido...
10 comentarios:
Un caso tan fácil para el abogado del diablo, como dificil de creer para los ángeles agnósticos. Ay, profesor mi profesor.
Bueno, bueno, pués ya tengo otro profesor.
Gracias amigo.
Un abrazo.
Increíble, historias de nuestra querida Sevilla perdida ......
Un abrazo canino.
La Canina seguirá cavilando .....
-!Ay qué malito estoy Loli!, no sé que me pasa pero estoy la mar de chungo!-
-Pos tómate uneferargán y vete a la cama, y déjate de ver los pograma der Paco Roble cacaban a las tantas, que tú lo que estás es cansao de bregá tordía-
-Loli: me entran escalofrios, y estoy mu flojo, las piernas me pesan, me duele la cabeza y tengo fatiga...-
Maria Dolores de la Santísima Trinidad conocía demasiado bien a su marido.
Eran muchos años de convivencia.
-Mira Paco lo que te he comprao...medio kilo de manteca colorá con pedasitos de lomo...ahora mismito te preparo dos tostás-
-!Milagro! ya me he curado- dijo Paco.
-¿Milagro? tú lo que estaba era enmallao so peaso la granputa-
Anónimo de Castilla
a Maria Schneider le pasó algo parecido...
pero sucedió en París...
mire usted por donde que yo pensaba que aquí esas cosas no pasaban nunca...
sólo en la tele a partir de las doce...
¿calle de la Carne dijo?...
PD: Todo un lujo contar con su presencia en "otros" blogs.
Ustedes sí que son un lujo...
HÉRCULES: Muñequitos...
Airgamboys, cliks, geyper man...
Hola. Por si es de vuestro interés, he escrito un extenso artículo sobre el tema del perolito y la manteca. Si les apetece leerlo, sería todo un honor para mí:
http://elcajondelosmisterios.com/2014/02/25/el-perolito-de-sevilla-la-ciencia-contra-la-manteca/
Muchas gracias.
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