29.12.08

31 DE DICIEMBRE. DECÁLOGO DE NOCHEVIEJA (RANCIA)




1.- Creerás en la Nochevieja. Pensarás que este año será diferente, divertida, novedosa...
2.- Te vestirás de Domingo de Ramos. (Las pajaritas se quedan en San Bernardo o en algún ilustre colegio oficial...)
3.- Honrarás a tu familia política: suegra, suegro, cuñados, el nuevo novio de tu hermana, sobrinos... Las mismas gracias y chistes un año más. (Más rancias todavía).
4.- Caerás en la horterada. A última hora visitarás la tienda de la cruz (junto a Santa Catalina) y comprarás un ridículo braslip rojo. (Como buen rancio las mariconadas del tanga no te afectarán todavía...).
5.- No llorarás. (Y mira que tendrás motivos: el chiste de tu cuñado, la gracia del nuevo novio de la niña, la decoración hortera que te has visto obligado a poner, la versión del Tamborilero según Sergio Dalma, la televisión en conjunto...
6.- Añorarás el pasado: el último tema melódico de Paul Mauriat que tu padre pondrá en el pinchadiscos, el villancico seudo erótico que tu prima cantará después de las uvas, la eterna melodía de Machín que el abuelo tarareará sin saber la letra, las domingas de Sabrina saliendo en la tele...
7.- Tomarás las uvas viendo la Primera. Como siempre. Con el Sandeman (tío de la Capa) y la idiota de turno (suele ser la Obregón). Soportarás a la tía abuela que sigue sin enterarse de los cuartos y al idiota del cuñado que insiste en empezar antes para entrar antes el año.
8.- Creerás en el Altísimo. Lo cual significa que esperarás algo del dichoso cotillón que, un año más, has pagado.
9.- Volverás a la casa del Padre (entre efluvios de gintoni, sidra el gaitero y bifiter). Allí volverás a dar por perdida la noche: mientras quitas la pelotilla de pelusa de tu ombligo sentirás la ridiculez del rojo de tus calzoncillos. No caerás en el vicio solitario, que tampoco es bueno empezar así el año. Mejor tómate unas peladillas y no pienses en otras idem.
10.- Verás los saltos de esquí y el concierto de año nuevo con un bote de Almax. Por supuesto te gustaría que fuera en el Maestranza y que sonara Caridad del Guadalquivir.

Estos diez mandamientos se resumen en dos. Primero, amar la Semana Santa sobre todas las cosas y, segundo, esperar lo que un gran amigo suele desearnos: "que el año que comienza sea un Domingo de Ramos continuo, lleno de paz, amor, gracia y esperanza; despojado de toda amargura y que, guiados por una buena estrella, nos permita manener, aunque con humildad y paciencia, la cabeza enhiesta”.
Quizás sea mejor recurrir a los clásicos: “Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza”. Cernuda tampoco sabía dar una explicación al misterioso y lento transcurrir de las hojas de un almanaque...
Vale.

28.12.08

28 DE DICIEMBRE. AGUINALDOS INOCENTES

Los tiempos cambian. Día de inocentes que eran santos pero que no llevaban muñequito a la espalda. Día de bromas o día para no tomarse a broma. Día de tradición: presunta, como muchos inocentes o como muchas tradiciones...
Para Velázquez y Sánchez era el día de los aguinaldos. Y le daba toda la tradición del mundo. Hablaba del recuerdo de aquellos inocentes que fueron degollados en tiempos de Herodes y de una costumbre de época romana. Ya llegaría otro herodes para sentarse en San Juan de la Palma. Dubitativo. Meditabundo. Como el familiar al que pedías el aguinaldo, ese sobresueldo o paguita ya olvidado, un día como el de hoy. Tradición romana. Eso decía el cronista que recordaba cómo en el año séptimo de la fundación de Roma empezó esta costumbre, por haber entregado Rómulo a Tacio, el rey de los sabinos, algunas ramas cortadas del bosque consagrado a Strenua, la que, con el tiempo, le daría nombre a la industria. Fue algo así como una alianza eterna. Desde entonces, los romanos se hacían regalos como anticipo de una felicidad completa para el próximo curso. Aguinaldos de invierno. Luego vendrían la tarjetita del tío del butano, la felicitación del querido jefe y la mano alargada hacia el abuelito o la tía política. Inocentes... Antes llamaban así a los locos. Tenían su día, hoy quizás olvidado. El que les quitó su día no tuvo un buen ídem. Menos, el que le quitó su casa. Se llamaba hospital de san Cosme y san Damián. En la ciudad de los dos nombres (ya se sabe, el oficial y el de verdad), el hispalense hospital de los dos santos doctores era conocido por los sevillanos como Hospital de los Locos. Que siempre los hubo y siempre los habrá. Un centro que estaba en la collación de Santa Marina y que fue promovido hace siglos por el alma generosa de Marco Sancho. Inocentes y promotor todavía tienen calle. “Compadecido de dementes y furiosos que andaban por las calles” se decidió a fundar el hospital. Que vuelva Marco Sancho ya... Un hospital confirmado por Inocencio VIII en 1488, pero que fue fundado muchos años antes. Llegó a tener como patronos al propio rey Enrique IV y a los Reyes Católicos. Los reyes posteriores mantuvieron el patronato de un centro en el que, si fallecía el loco sin herederos, la herencia pasaba a la institución Locos ricos y pobres. Siempre los hubo. Siglos después pasaron a Miraflores y hubo quien pensó que los locos tenían que saltar la reja. Almonteños a las afueras de tu ciudad. Ya se sabe que no tenían recluidos a todos los que lo merecían...
Ya no hay hospitales, ni manicomios pero sí locos. Inocentes de toda la vida. Tienen su día. Alargan la mano y, a lo mejor, sólo están pidiendo un buen aguinaldo.

25.12.08

25 DE DICIEMBRE

La espera. La ilusión. El tiempo. La vida...
Los regalos y el tiempo para regalar, los sentimientos y las ganas de sentir, las alegrías y las ganas de alegrar, la esperanza y la desesperación del que espera y del que ya ni espera. Todo queda y todo pasa. Pero algo queda. En un rincón del mundo. Cargado de noticias. Buenas y malas. La vida misma. La buena nueva y las menos buenas...
La compañía y la soledad, saber que estás ahí o sentirlo, la presencia y la ausencia. Familia, familia política y política de familia... Los sentimientos...
Incienso de Reyes y humedad de viejas cajas, caramelos pisados y esperanzas renacidas, creer en mundo mejor, y luchar por él; roscón de nata o peladilla, anisete de la abuela o cubata de fin de año, marisco pasado e ilusiones renacidas, la madera del niño que besas y el perfume a nada de las monjas, la misa del Gallo y el gallo en la mesa, las castañas calientes y el libro recién abierto, el perfume de la mujer que descubres y el perfume del olvido, las calles de toda la vida y el olor de la nostalgia, el anís y el clavo, el primer mantecado y el mantecado de limón, el perfume de la compañía y el de la soledad... Los olores.
La mesa que te espera y la que desespera, el rincón de casa y el rincón de la capilla, las calles de tu infancia y la infancia que se echa a la calle, el compás de un viejo convento y el compás de las palmas en medio de un hogar; el lugar de tus sueños, el del sueño y donde habitan tus sueños; la esquina donde te besa el aroma de castañas y el beso en una esquina con una castaña a cuestas, el rincón y el gran espacio, el espacio para la firma en una carta cargada de ilusiones y el espacio donde colocarlas cuando se hacen realidad; lo grande y lo pequeño, el gran almacén y el almacén de tus recuerdos, la casa de los padres y la casa del Padre, el pesebre y el hueco debajo del árbol, el lugar para encontrarse y el lugar para perderse, el laberinto de la memoria y los callejones de la vida; la plaza y la fuente, la avenida y el portal, el interior y el exterior. Todo los lugares. Todos se hacen grandes.
La luz que nos ha nacido y la que está por nacer, la zambomba de colores y la estrellita que se apaga; la bengala y el cohete, el raso de una capilla y dormir al raso; los cirios y las velas de fantasía, la tarjeta de siempre o el correo de colorines, las listas del langostino y la lista de la compra, el cirio recién apagado y la cera que está por arder, la bombillita del nacimiento y la de tu interior, las que parpadean y las que luchan por no extinguirse. In Ictu Oculi... Las luces.
Esperar, reír, llorar, suspirar, recordar, dormir, descansar, anhelar, compartir, soportar, comprender, ser, estar... Volver. Volver a ser niño. El Niño del pesebre. Dios se hizo hombre, quizás sólo niño. Grandeza y misterio. Dios de Dios. Luz de Luz. Algo debió pasar...

23.12.08

24 DE DICIEMBRE. WILLY

Que por una noche todos los pobres tengan un lugar para comer... Algo parecido era el lema que se repetía en la película Plácido, de Berlanga. Acoger por una noche a un pobre en su mesa, un retrato de la España más negra de los cincuenta que incluía incluso una subasta de pobres. Cena de navidad con indigente. Todo un bodegón de El Roto. Era algo así como tener una especie de pobre particular...
En mi infancia teníamos un pobre particular en el barrio. Hoy lo llamaríamos sin techo, indigente o marginado social. Eufemismo estúpidos de nuestro tiempo... La cuestión es que el pobre de mi barrio era todo un personaje. Nadie sabía su nombre ni su procedencia. Los niños lo conocíamos por Willy. Vivía en la calle. Tenía su zona de influencia y su propio radio de acción. Mostraba un porte impropio de un olvidado. Veías a Willy y creías ver a un personaje de la literatura: alto, con una barba que amarilleaba, con la piel curtida y arrugada. Y sobre todo su voz, una voz que envidiaría cualquier locutor de radio. Una voz cascada por la intemperie y por el vino, por los problemas y por la experiencia, por lo que había vivido y lo que tenía que vivir.
Willy formaba parte del paisaje del barrio. Veías sus cartones y te imaginabas que andaba cerca. Como parte del barrio, actuaba como una especie de calendario, de almanaque callejero. El invierno llegaba cuando Wily sacaba un raído abrigo que nos recordaba tiempos mejores. El invierno se iba cuando Wily cambiaba sus zapatillas de cuadros grises por cualquier otro zapato encontrado en los mejores contenedores de la zona. Llegaba la feria porque Wily se colocaba un farolillo en la cabeza. Y tú pensabas qué pasaría por aquella cabeza que se colocaba la feria por montera y afrontaba los días en la calle.
El verano llegaba cuando nuestro vecino de la calle sacaba a la acera una vieja silla de playa. La playa en Sevilla. Toma ya. Ni Maria Trifulca ni ná, la playa llegaba con la silla de Willy. A su alrededor congregaba a niños que todavía le hablaban con el respeto debido:
- ¿Usted conoció la guerra?
- Y tanto hijo...
Y una voz grave de actor de teatro nos contaba historias fantásticas que nos entretenían las tardes sin colegio.
Pero a Willy lo conocía todo el mundo por su sombrero particular. Le duraba todo el año. Cubría su cabeza con medio balón de fútbol de los de antes, con su hexágonos de cuero. Toda una metáfora de nuestro tiempo. Un quijote con un yelmo de mambrino en plan futbolero, que usaba una botella de vino como lanza y gritaba sus fantasías a los vecinos de la calle. Un día, sin darnos cuenta, lo echamos en falta. Y nos enteramos que aquel loco vecino nos había abandonado para siempre.
De vez en cuando nos enteramos que un vagabundo muere olvidado en las calles de tu ciudad. Quizás alguno podría sentarse a tu mesa, que no hay mejor mesa que la compartida. La mejor nochebuena dura 365 días.

21.12.08

21 DE DICIEMBRE. ARQUEOLOGÍA SEVILLANA


El arqueólogo y Sevilla siempre se llevaron mal. Inutilidad de oficio, que pensaron muchos: siempre mirando piedras para decir lo importante que es algo que ya no existe. A quien le importará... Todo un lastre para hacer un aparcamiento sobre una mierda de mosaico o un buen bloque de pisos sobre una porquería de casucha antigua. Un freno a la modernidad, sí señor. Y eso que los arqueólogos tienen algo de CSI: te cogen un corte de suelo y te dicen lo que vino antes y lo que llegó después. Como las arrugas superpuestas. Claro que en Sevilla lo tienen fácil: estratigrafía nítida. Dicho en otras palabras: la superposición de edificios en Sevilla suele llevar el mismo orden lógico. No suele fallar; sigue, más o menos, este orden: restos de columnas romanas – mezquita- edificio religioso cristiano – sede de tertulia - cuartel – teatro – cine – almacén - supermercado. Infalible, hagan la prueba.
Pueden irse a la calle Tetuán. Allí estuvo el hospital del Espíritu Santo, edificio religioso que acabó siendo teatro. Quizás el más famoso de la Sevilla en blanco y negro: el teatro San Fernando.
Se inauguró un día como hoy de 1847. Por supuesto, el lugar ya había pasado por el tradicional estado de abandono, de almacén y de tertuliana sede, aunque el nuevo uso ciertamente prometía: ser el gran teatro de la ciudad. Aquella noche se inauguró solemnemente con un estreno de Ópera. La obra Los Lombardos fue la elegida. Las voces de Carlotta Vittadini, Luisa Cocco, Cuterina Persoli, Luisa Perzoli, Giovanni Solieri y Benedicto Galliani fueron algunas de las encargadas de llevar a cabo la gran inauguración. El Diario de Sevilla de la época hizo la más completa descripción del evento, no escatimando elogios sobre la calidad de la obra presentada, la nutrida concurrencia de primeras autoridades o la belleza de las damas de la alta burguesía sevillana que lucieron aquella noche de diciembre sus mejores galas. Todo un éxito que se constató durantes varios días, ya que la pieza inaugural se siguió representando hasta el 2 de enero. Nacía un gran centro teatral en Sevilla y nacía un duro competidor para los locales que, por entonces, funcionaban en la ciudad: el Principal, el de la Misericordia y el de la Feria.
Pasó el tiempo, las modas, las óperas, la copla, el cine y el abandono. Los abuelos son ya los únicos que recuerdan el antiguo teatro San Fernando. Los arqueólogos diferenciarán con claridad que al teatro sucedió un nuevo edificio nada emblemático y nada singular: unos grandes almacenes. Nada nuevo bajo el sol.
No sabemos como seguirá la cadena edilicia sevillana.
El bazar de chinos sólo espera su momento...

17.12.08

18 DE DICIEMBRE. EL REPUBLICANO.

“Los Borbones, a los leones...”.
Era la frase que solía repetir casi como una letanía de viejos recuerdos; ya se sabe, aquellas convicciones que se sienten y no se razonan. Toda una religión del sentimiento, sin clérigos y con escasa liturgia. Pero es que a él le gustaba, bromas aparte, razonar sus convicciones. Y no perdía oportunidad para ello. Sus hijos y sus nietos eran su auditorio preferido, cada uno a su nivel. A sus hijos les había repetido una y mil veces que después de la Revolución Francesa se estableció la igualdad de los hombres y que nadie debía tener privilegios por su nacimiento.
- Los franceses acabaron con la desigualdad social, y nosotros-sonreía esperanzado- acabaremos algún día con las injusticias.
Un discurso que se simplificaba cuando se dirigía a lo más pequeños:
- Si todos tenemos un papá y una mamá y si existe ese Dios del que te hablan en la escuela, todos tenemos que ser iguales, porque un buen padre no hace diferencias entre sus hijos...
Un teoría simple y que, según él, no admitía discusión. Por eso le sobraban reyes y reinas, duques y marqueses, altezas y grandezas. Todavía no habían dicho aquello de que la democacia es el menos malo de los sistemas posible, pero el ya lo sabía. Democracia pero sin reyes, ni coronas, ni cetros, ni tronos, ni historias. Lujos, los precisos. Lo cual no quiere decir que el viejo republicano no guardara un rinconcito en su corazón para algunas fantasías...
Sus amigos dicen que todo empezó en San Gil, en el corazón de su roja Sevilla. Aunque no era muy amigo de beatones y santurrones vestidos de negro, aquel día le dio por entrar en la iglesia. No sabía por qué. Quizás por su eterno afán de descubrir. Y vaya si descubrió... Estaba a pie de calle. De igual a igual, madera y carne frente a frente. El dolor revestido con la dignidad de una sonrisa. Las lágrimas de su viejo barrio adornadas de fiesta. La mirada esperanzada de la creencia en un ideal de igualdad. Toda una invitación a creer en la esperanza. Mirada de una mujer hermosa cargada con el dolor de un viejo pueblo. Una dama como símbolo... él que sólo creía en la dama de la bandera tricolor. Pero aquello era diferente: un mundo mejor podía existir, aquella mirada así lo pregonaba. Lo demás no importaba: ni corona, ni joyas, ni oros, ni platas ni terciopelos, ni encajes... Salió de San Gil con la contradicción hecha un pellizco en el fondo de su corazón. Él la hubiera situado en los mismos intestinos. Carne de su carne. Todo por una madera convertida en joven dama. Dama de dolores y de esperanzas. Puso en jaque a sus sentimientos. No había modo de enrocarse...
Algunos dicen que aquel día el viejo republicano comenzó a creer en las reinas...

15.12.08

15 DE DICIEMBRE. GAMBERRADA

“Un estudiante a una niña, le pidió ¿que le pidió? / Un estudiante a una niña le pidió ¿que le pidió? /.Le pidió su prenda dorada y la muy puta se la dio / San Isidoro, somos la hostia, viva la madre que nos parió...”.
Una canción y una letra que sin duda no se colocarán entre las grandes creaciones de la historia de la humanidad, pero que solía aparecer en tu almanaque juvenil allá por estas fechas. Relativamente cercanas pero tan lejanas en casi todo.
Días de exámenes finales y evaluaciones. Se estudiaba BUP y COU, estudios que no eran ni secundarios, ni obligatorios, ni había que revalidar. Serían los años ochenta; año arriba, año abajo. Tú, por supuesto, eras de la pública, el sitio donde antes se aprendía. Los uniformes, los patronos y los escuditos quedaban para otros. Pero el himno era el himno y, aunque ripioso, era sinónimo de gamberrada de fin de curso.
Sin fecha fija. Surgía como un sentir general. Con unos orígenes lejanos y cercanos en la antigua división entre niños y niñas. Los primeros al instituto San Isidoro. Las segundas al instituto Velázquez. Como en una canción del Dúo Dinámico... Aunque para dinámica y movidita aquella fecha...
Solía haber rumores, pero sin saber por qué se elegía el momento en el mismo día. Navidades cercanas, exámenes ya hechos en el aula 7 y ganas de juerga. A media mañana, el abandono de las clases comenzaba a ser general. La realidad es que niños y niñas ya compartían bancos, pero la tradición era la tradición. Por muy salvaje que fuera....
Poco a poco, la huida del centro. Muchos paraban en el camino. Quizás bocadillo de Camilo, quizás Cruzcampo de litro, quizás botellita de mistela... Un día especial. Emociones fuertes. El asalto al instituto Velázquez planeaba en la mente de los estrategas.
El lugar de reunión era la Plaza de San Leandro, vulgo Pila del Pato. Allí volvía a sonar el himno oficioso mientras algún aventajado iba preparando el arsenal. Huevos, pintura, alguna naranja de la zona... Dispuesta la carga se alentaba de nuevo a la tropa. Sentías una mezcla de emoción, de miedo y de instinto primitivo. Alguien lanzaba el primero. El momento había llegado. Decenas de huevos, botes de pintura y naranjas caían sobre la fachada del instituto Velázquez. Manchas y roturas. El enemigo volvía a caer un año más. En poco tiempo. La policía solía llegar en minutos y tú huías hacia la calle Dormitorio buscando cobijo a tus emociones. La fachada quedaba marcada para mucho tiempo. Quizás todavía hubiera tiempo para tontear con alguna alumna, aunque ya daba igual del centro que fuera.
Ocurría en diciembre. Otros tiempos. Llegó la LOGSE, la igualdad y la educación en valores. Desaparecieron los gamberros de tu instituto. Ahora se han hecho universales...

11.12.08

SEVILLA EN SUS OJOS. CARTA AL CANÓNIGO ALBERICO.

Alguien te dijo que lo esencial era invisible a los ojos. Alguien te contó que en los documentos antiguos se hablaba de la ceguera de la vista...corporal. Hay ciegos de nacimiento, ciegos de conocimiento y ciegos de convencimiento. Ceguera para la belleza, para la historia y, lo que es peor, para los sentimientos. Puede ser ceguera total aunque, en ocasiones, puede ser una falta de enfoque, o de encuadre, o de colocación... Menos mal que en la vida existen lazarillos que aún nos siguen enseñando a ver, a sentir, a mirar, a transmitir, a emocionar... Personas que siguen buscando el mejor enfoque para cada escena y que acogen un corazón con más megapixels de los imaginables. Ayudan a entender el mundo que nos rodea. Porque saben mirarlo. Enfocarlo. Comprenderlo... Cuando hace unos meses me encargaron reunir palabras sobre Sevilla en un libro pensé en un maestro llamado Antonio Sánchez. Se suele vestir de canónigo Alberico. Ha puesto una imagen para cada mes del año y ha revestido con la mejor de las letras capitales muchas de las páginas del libro. No puede tener mejor ropaje. No puede haber mejor mirada. No puede existir un corazón más desinteresado para ponerle miradas a un libro que habla del tiempo que pasa... Un libro que comienza citando aquello de que "las cosas no tienen importancia, se la damos nosotros y el tiempo...". El tiempo de Rafael Montesinos pondrá a la mirada más hermosa en el lugar que le corresponde de este rincón del mundo llamado Sevilla.
Gracias, maestro.
Un rancio abrazo.

9.12.08

9 DE DICIEMBRE. FÚTBOL DE DULCE

- ¡Cuánta sevillanía! -pensó para sus adentros.
- ¡Qué gran tarde!
Larga y sevillanísima cola, perdón, fila, para poder comprar exquisiteces. Lo etéreo y lo profano. Un par de cajas debidamente envueltas con lacito de primores conventuales. Salía de la exposición de dulces y se encaminaba hacia su otra devoción. Más mundana. Dual como la ciudad. Unas veces dulce, las más de las veces amarga. Por la calle Oriente, sí Oriente, lo vieron andar de forma parsimoniosa, con una caja de madera en una mano y con perfecta pinza, no exenta de atildamiento, sosteniendo un paquetito en la otra. Alardeaba de sevillanía. En días como aquel era capaz de recordar incluso viejas normativas: “Siendo las conservas y confituras regalos de enfermos y para personas ricas, convenía que la dicha obra fuese buena, y que fueses y se hiciese con buenos azúcares y no echando otras mezclas...”. Ordenanzas antiguas sobre el dulce. ¡Cuánta sevillanía! Dulces para ir al fútbol...
Una cajita y una bolsa asida con perfecta pinza subían por el graderío. A su portador le dio por pensar. Sería el aburrimiento. Mezcla de sensaciones. Adriá en el fondo norte...
“RANKING FUTBOLERO DEL DULCE SEVILLANO:
A LA GLORIA: Yemas de San Leandro, tocino de cielo de Santa Paula, gallina en leche y bienmesabe de Madre de Dios y las torrijas de las extintas Gordas (entiéndase Las Estepeñas, perfectas protagonistas de Hansel y Gretel...).
ZONA UEFA: Almendrado de chocolate y cordiales de Madre de Dios; el dulce alemán de Santa Ana, el bizcocho cisterciense de San Clemente, los pestiños de Santa Inés y los bollitos de Santa Inés.
OTRO AÑO IGUÁ: Las pastas para diabéticas de San Clemente, el petisú revenío de la confitería del barrio, el cortadillo sequerón de San Martín de Porres y la garrapiñá de la primera fila del puesto de la calle Laraña (de oferta por ser del día anterior).
DESCENSO AUTOMÁTICO: Las tartas con dibujitos, especialmente los futboleros (si eran con rayitas verdiblancas peor), la fruta escarchada (¿le gusta a alguien?), el turrón de la feria (con más kilómetros que la mochila de Labordeta) y el mantecado de limón, auténtico y solitario farolillo rojo de cualquier caja que se precie.
MENCIÓN RANCIA: Si había un objeto rancio en Sevilla era la caja de yemas de San Leandro, con sus panelitos y la etiqueta de las agustinas...”.

Había una en sus manos. En la otra, una perfecta pinza que parecía estar motivada en la mancha de algún acto inconfesable. Una jornada dual. Dulces en tarde, nuevamente, amarga.
Se creyó importante... ¡Cuánta sevillanía...!

7.12.08

8 DE DICIEMBRE. SIN PECADO ORIGINAL

“Mujer envuelta de sol, con la luna bajo sus pies y revestida de estrellas”. Concebida sin pecado original. Así lo apuntó ya el Concilio de Éfeso (431). Triunfó en la mentalidad popular del Barroco sevillano. Resistió a dominicos que no creyeron en ella. Fue defendida hasta por un ingenioso hidalgo de cuyo nombre no quiero acodarme. “Soy don Quijote el manchego / que aunque venido de la Mancha / hoy defiendo a la sin Mancha.” Hubo quien juró derramar sangre por ella. Sangre por una inmaculada... Silencio para defender en alto un juramento, con cirio y con espada. Franciscanos y jesuitas en su bando, el bando celeste. Fue pintada, grabada, tallada y soñada de mil y una maneras: triunfante, asunta, ciega o carmelita. Concepción para los amigos. Hasta 1854 no se declaró su dogma. Por una vez en la vida, Sevilla pionera... Aunque ya en 1497 hubo universidades que impulsaron el juramento de la creencia en el dogma para obtener el título de doctor. Siempre nos quedará París...
La proclamación del dogma llegó tarde (1854), pero la ciudad siempre lo consideró como algo de común aceptación. Y fue el recuerdo del centenario del voto de la ciudad el que motivó la erección de un monumento a la Inmaculada mediante suscripción popular. Esta obra conjunta situada en la actual plaza del Triunfo corrió a cargo del arquitecto José Espiau y del escultor marchenero Lorenzo Coullaut Valera. Espiau diseñó un pedestal octogonal con cuatro pilares de orden jónico y su correspondiente tramo de entablamento. Coullaut colocó en los frentes inferiores las figuras de Miguel del Cid, Murillo, Juan de Pineda y Martínez Montañés, defensores del dogma en la poesía, la pintura, la teología y la escultura. Como coronamiento realizó una traslación a la escultura de la Inmaculada que Murillo pintó para el Hospital de los Venerables y que fue sustraída por el mariscal Soult con la invasión francesa. La inscripción “Regina Sine Labe Concepta” completaba un conjunto que fue definitivamente inaugurado el 8 de diciembre de 1918, pasando a figurar desde entonces como uno de los monumentos más representativos de la ciudad. Sobrevivió y sobrevive... Resistió las críticas de Fray Ángel Ortega que, en 1917 censuró la ausencia de referencias a su comunidad. Críticas a un monumento, nada nuevo. Sobrevivió a los radicales que en la República quisieron derribar el monumento y a los que incluso quisieron prenderle fuego. No había madera como en tantas iglesias abrasadas... A duras penas sobrevive al abandono de tanta incultura que hace que un día tenga una pintada y al otro se le caiga el rostro a Montañés por falta de conservación. Sigue siendo un triunfo...No sabemos si resistirá muchos años más escuchando “clavelitos”...

4.12.08

5 DE DICIEMBRE. EL OBISPILLO

Cónclave en el patio del colegio de Santa María de Jesús. Estudiantes del colegio que fundara Maese Rodrigo. Llegó el día de la fiesta. El día del desenfreno. Si Sevilla tenía obispo, en el viejo colegio universitario tenían el obispillo: el más joven y golfo de todos los estudiantes sevillanos.
Año 1641. Veíase cercano el final de trimestre, y los estudiantes cargaron sus intereses en la diversión. Liturgia anual. Un alumno nuevo fue el elegido. Entre carcajadas fue nombrado un novato tartamudo famoso por otras dotes. Llamábase Esteban Dongo. Con la mitra de papel, el fajín de seda y el báculo de madera fue instado a dar su primer discurso:
- ¡Maese Mondongo, diríjase a su feligresía!
Nunca vióse el novato en trance tan singular, siendo su inicial homilía su primera fechoría:
-Ehhhh....Hegggamos del Colegio de Santa Magia! ¡Gindamos culto a Maese Godriggo nuestro fundadogr...!
- ¡Pardiez con el pardillo! -oyóse en la sala- ¡Bien laggo que tiene el frenillo!
Carcajada general y procesión por las calles del entorno. Iba el obispillo lanzando agua bendita entre las risas de su compañeros. Fueron numerosas las sacras estaciones en las que abasteciéronse los estudiantes, llegando el néctar, que algunos llaman divino, a provocar escenas de gran escándalo. Paraban los estudiantes a las damiselas y gritábanles sin disimulo:
- ¡Besen la mano a su Eminencia, que brillante como el anillo tiene el colgante membrillo!
- ¡Reverencia a su Eminencia Dongo, que como su cargo tiene el mondongo.!
Las risas y las reverencias fueron acompañadas de tocamientos breves, rozamientos, apreturas y arrechucamientos que motivaron más de una palabra malsonante. Continuó la algarabía en torno al obispillo y su procesión, que dirigióse al corral de la Montería, donde llegóse a confundir con el público. Allí continuaron risas, tocamientos, enseñamientos y otras algarabías que llegaron a un punto mayor. Con la vergüenzas al aire una damisela acompañante, llegó a pronunciar frase malsonante:
-¡Nunca digas que este cura no es mi padre, ni esta polla no me cabe!.
Lamenta el cronista tener que reproducir tamaña ordinariez, pero más lamenta recordar la escena posterior. Fuego eterno para aquella reunión. Fiesta prolongada hasta el amanecer. Cuerpos envueltos por las oscuridad. Espesura de la noche para censurar los más bajos instintos. Ya lo dice el refrán:
¡A las seis de la mañana, antes de que el sol alumbre, hay más pollas en los coños que pucheros en la lumbre!
Fue un 5 de diciembre del año del Señor de 1641. El día que Mondongo gobernó la más convencida feligresía. Mandanga que tenía el mondongo...
Fue el año que la audiencia prohibió, definitivamente, la fiesta del obispillo.

1.12.08

1 DE DICIEMBRE. LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Un título que no olvidas de una serie de tu infancia. Sólo había un canal de televisión. Una enorme piedra caía en una carretera. Un coche se chocaba contra ella. Exceso de velocidad. Entonces aparecía el presentador, Paco Costas, y te contaba la posibilidad de una segunda oportunidad...
Quizás hay monumentos que se anticiparon a esta serie de los setenta. Sin duda, la iglesia del Divino Salvador es uno de ellos. Tal día como hoy de 1674 se ponía la primera piedra del templo barroco que venía a sustituir a la antigua mezquita musulmana. Reinaba Carlos II con la reina Mariana de Austria en España, se sentaba en el trono apostólico Clemente X, en la silla arzobispal sevillana don Ambrosio de Spínola y Guzmán y en el ayuntamiento don Carlos Ramírez de Arellano. Una primera piedra que se colocaba a las doce y media de un día que cayó en sábado, para más señas. Diversas monedas de la época acompañaron a la primera piedra de un templo diseñado por Esteban García y que contaba con las aportaciones de Bernardo Simón de Pineda y de Pedro Roldán. Apenas sabemos nada de aquel templo, aunque la pareja de artistas anteriores nos sitúa en una fábrica de columnas salomónicas que debieron de impresionar a los fieles de la época. Una obra efímera. Problemas de sustentación provocaron que el templo cayera desplomado (el Salvador siempre pareció imitar a la mismísima catedral) el 24 de octubre de 1679.
Hubo una segunda oportunidad. Los canónigos miraron a la catedral de Jaén como referencia y se pusieron en contacto con Eufrasio López, que supervisó un nuevo proyecto que acabó finalizando el gran maestro del barroco sevillano, Leonardo de Figueroa. En cierto modo fue un proyecto inconcluso. No se llegó a terminar su austera fachada hasta que llegaron los añadidos neoplaterescos posteriores y nunca se realizaron las dos torres campanarios del proyecto original. Vaticano y el Salvador, historias paralelas. La joya del barroco sevillano fue la más clásica y austera arquitectura acogiendo al barroco más espectacular y dinámico. Cayetano de Acosta en su plenitud. Sobrevivió a la pérdida de su carácter de colegiata en 1852, perdió bancos de coro y realizó obras de urgencia a fines del siglo XIX. Algo debía de ir mal...
En la madrugada del 13 al 14 de febrero de 2003 se desprendía una piedra delante del altar de la Virgen del Rocío, en la nave lateral izquierda. Señal de alarma. El Salvador se cerraba y se iniciaba un proceso de restauración sin precedentes, felizmente culminado en marzo de 2008. Juan Garrido en el recuerdo. Nueva oportunidad para el templo.
Te has vuelto a acordar de la piedra en medio de la carretera en el programa de Paco Costas. No es sólo el Salvador: Sevilla entera merece otra oportunidad.