29.4.08

28 ABRIL. PAREJA DE HECHO


Nunca se hablaron y nunca se miraron. Nadie sabía a su alrededor si eran fruto de la casualidad o del destino. Si el cohecho no se les podía aplicar, si se podía decir de ellos que eran una pareja de hecho. Quizás no de derecho. Pero en el mundo de los sentimientos compartidos estas cosas son lo de menos...
Como una pareja clásica quizás representaran dos extremos de esos que se acaban tocando, aunque sea por debajo del escaso hueco que había debajo de su asiento. Uno gordo, otro flaco; uno alto, otro bajo, cual pareja clásica de cine. Y aunque pudieran complementarse, que nadie piense en un yin y un yan al sevillano modo. En absoluto: ambos eran herméticos y callados aunque figuras indispensables del paisaje escalonado de la tarde de los domingo alternos.
Sus vecinos no sabían sus nombres. En general de casi ningún otro. Pero su peculiaridad había llamado la atención de alguno de sus sufridos vecinos. Éstos habían recurrido al cine y a la literatura para bautizarlos en su papel dominical. En el gordo hubo dudas: sus chalecos de mezclillita impersonal, y su descuidado bigote en simbiosis con sus gafas de pasta hizo que alguno lo conociera como Ignatius, el seboso protagonista de una conocida novela. Otro propuso algo más ibérico. Definitivamente el gordo sería Pepone...En el flaco coincidieron todos: su aire gris de neorrealismo italiano le hizo merecedor del mote: Fernandel...
Fue una tarde más de domingo. Quizás casi peor que otras. La extraña pareja, según su costumbre, ocupó su lugar correspondiene. La tarde prometía. Pero pronto se vio lo habitual: el triste espectáculo de la monotonía. Sueños rojiblancos que se transformaban en un gris uniforme de funcionario. Aún así, nada parecía romper la tradición de aquella extraña pareja. Por supuesto ni hablaron, ni se miraron y, probablemente, ignoraron la existencia del vecino. Pero la tarde fue peor que otras: a una ocasión fallada, le siguió otra y luego otra más...monotonía de la mediocridad. Aunque quizás peor.
La salchicha eterna del descanso no logró mitigar el hambre de triunfo. Porque la segunda parte fue peor todavía. Ya casi nadie lo soportaba...pero nadie esperaba aquello. Por primera vez en su existencia Pepone se puso en pie y, sin gesto alguno de sentimiento, gritó atronadoramente en la grada:
- Grrrrrrrrrrrrrrrrr!. Silencio hasta en los palcos. Dicen que fue su primera y última intervención. Si la voz de la afición era esa, cuál no sería el grito... Pero lo mejor estaba por llegar. Con aire de actor antiguo Fernandel se levantó y gritó retóricamente:
-“Me voy. Es la última vez que vengo...” Primera vez que se le oyó y última que se le vio. Faltaba casi una década para las cinco copas. En Sevilla y en el Sevilla todavía hay gente de palabra...

25.4.08

26 ABRIL. SAN ISIDORO


Aparece San Isidoro en el calendario. San Isidoro de Sevilla. Para mí siempre fue un retrato que recuerdo de forma constante, una de esas caras que no se olvidan, como la de los profesores que te marcan toda una vida. Estaba a la entrada, en un azulejo que seguía el cuadro de Murillo de la Catedral. Para mí era entonces un señor con barba, un obispo con báculo y mitra que se pasó toda mi juventud sentado entre libros, desde la primera hora a la última. Más adelante me interesé por aquel personaje misterioso que le daba nombre al instituto y aprendí algo de él.
Isidoro había nacido en Sevilla, allá por el año 560 y vivió hasta el siglo siguiente, que más da la fecha... En España, Hispania o lo que fuera esto, gobernaban entonces los visigodos, ese pueblo que le dio cierta unidad a la península y tantos disgustos a nuestros padres, que se tuvieron que aprender la lista de sus reyes. Isidoro nació en una familia que debió llenar de orgullo a sus padres: sus hermanos Leandro, Fulgencio y Florentina fueron todos santos, todo un récord digno de figurar en el libro Guiness. Pero para libro de récords el de los conocimientos de nuestro santo...
Estudió en la escuela catedralicia que había fundado su hermano Leandro, el mayor de la familia. Y cuando murió en el año 599 le sucedió como obispo, cargo que tuvo hasta su muerte.
Isidoro llegó a ser con el tiempo uno de las figuras más importantes de España y probablemente de Europa en toda la Edad Media. Llegó a presidir el concilio de Sevilla del año 619 y el concilio de Toledo del año 633; en ellos defendió la importancia de la educación y de disciplina eclesiástica frente a las herejías de la época. Pero si por algo paso a la historia fue por sus escritos. San Isidoro escribió casi de todo: de filosofía, de historia, de teología y prácticamente de cualquier rama del saber. En su pasión por recopilar todo el saber hizo una obra de locos: la conocida Etimología, una especie de Enciclopedia en veinte tomos donde recopiló buena parte de la cultura clásica, una obra indispensable en cualquier biblioteca de la Edad Media.
Tanta importancia tuvo nuestro santo que hubo quien dijo de él que nadie fue tan “copiado, saqueado, completado, continuado, imitado, traducido, glosado y consultado”. Más o menos como el Google de nuestro tiempo. Y por eso hay quien en nuestros días lo quiere nombrar patrón de Internet, nada más y nada menos.
No sé que sabrán de San Isidoro hoy los alumnos de mi instituto cuando lo vean cada mañana en el azulejo. Supongo que lo de Internet, les sonará mucho. Quizás les suene a Youtube, al baile del Chiki chiki, a Marca.com, a Artesacro, a mildescargas, a emule, al messenger, a votamicuerpo y muyzorrunas.com...por poner algún ejemplo.

21.4.08

22 DE ABRIL. LEYENDA URBANA


Tu vecino juró y perjuró que había visto a Ricky Martin, al perrito, a la niña y a la mermelada. Sorpresa, sorpresa. Y de las grandes...Un escándalo. Pero tu vecino no fue el único que lo vió: se comentó en muchos lugares durante días. Todos mintieron: fue algo que nunca existió...
Lo llaman leyenda urbana, y es un fenómeno de nuestro tiempo. Se trata de sucesos fantásticos que se van transmitiendo de forma oral y que, dentro de una apariencia de realidad, nunca se produjeron. La Semana Santa, a su modo, también está cargada de leyendas urbanas. Tu padre te contaba que la Exaltación tuvo cuatro caballos, tu abuelo te contaba lo del borracho que le tiró un vaso a la Macarena y en algún lugar oíste lo de su cambio por un reloj del hospital de las Cinco Llagas. Historias que nunca existieron. Historias que el tiempo deformó y que se convirtieron en presuntas verdades. Pero tú sabes que lo de aquel día fue real. Lo viviste, no te lo contaron. Y cada año lo vuelves a recordar...
21 de abril del año 2000. Madrugá. Iba a ser una madrugada más, bueno, especial como todas. No sabías que sería una noche que nunca olvidarías. Porque después de las primeras emociones viviste el pánico. No te lo contaron. Viste a gente correr despavorida, viste grupos que fomentaban esas carreras, viste policías dando gritos en plena calle Sierpes, viste heridos... Oíste disparos y oíste gritos. Sentiste pena, miedo, impotencia y rabia. No fue en un lugar concreto, ni en una cofradía. No fue algo de pocos, ni una histeria general, ni algo puntual. Un ataque organizado contra tu Semana Santa. El día en el que peligró la existencia de la Madrugada. El día en que se pudo vivir un tragedia. Al día siguiente no dabas crédito a lo pasado...
Pasan los años y parece que lo estás viviendo. Aunque...¿quién sabe...? Desde un primer momento te contaron que tu viviste otra cosa. Que si un loco con un cuchillo, que si un escape de agua, que si pánico general, que si unas carreritas por aquí y por allí...Escuchaste historias de libros de reglas por los suelos, de armaos escondidos, de nazarenos viejos del Gran Poder protegiendo el paso, de viejas que cantaban el Perdona a tu pueblo porque pensaban que el fin del mundo estaba cerca. La realidad a empujones. Muchos se empeñaron en hacerte creer que aquello que no existió, que fue una exageración, que tú no lo viviste...Se habló de huelgas encubiertas, de juegos de rol, de películas y de exageraciones colectivas. Total, los sevillanos son así... Años después incluso piensas si lo del 2000 no se convertirá en una leyenda urbana...
Ocho años ya. Todavía no se te ha quitado la cara de tonto...

20.4.08

21 DE ABRIL. HUESOS


Corría, si es que el almanaque llega a la carrera, el año 1401. Tenía 67 años y la peste se lo llevó de este mundo. De nada le sirvió buscar protección en la localidad de Cantillana. La epidemia de la calavera y la guadaña se lo llevó por delante. Había sido un buen arzobispo, posiblemente pasaría a la historia por algunas de sus fundaciones: desde la hermandad de los Negros a la propia Cartuja. Le quedaba mucho por vivir pero le llegó el momento. Momento para que los huesos de don Gonzalo de Mena descansaran en paz...o no.
Casi dos siglos después, en 1594, los huesos de don Gonzalo todavía estaban dando vueltas. El 24 de Enero de aquel año se hacía un traslado, solemne como todos los sevillanos, de los restos del arzobispo apestado. Una descripción que pormenorizó Francisco de Ariño, uno de esos historiadores con calle segundota, de este forma:
“...Sacaron los güesos del cardenal Gonzalo de Mena, padre y fundador de su orden y monasterio de la Cuevas, los cuales estaban en depósito en la Santa Iglesia Mayor de Sevilla, por los duques de Alcalá, y salieron acompañando los güesos del fundador de las Cuevas quinientos clérigos, curas beneficiados y capellanes de las collaciones de Sevilla y de Señora Santa Ana de Triana, y trescientos y ochenta y cuatro frailes y monjes de las órdenes que salieron de las iglesias y monasterios siguientes:
De la iglesia mayor 34 capellanes con sus velas de a dos libras y cuatro reales cada uno. De las demás collaciones 418 capellanes, todos con sus velas de a dos libras y cuatro reales cada uno. De todos los monasterios de Sevilla 324 frailes. De San Isidro y San Jerónimo y de la Trinidad y de Montesión doce frailes de cada orden. De San Benito y de San Basilio. Doce monjes. De San Francisco de Paula y del Ángel de la Guardia, doce frailes, que son por todos frailes, monjes y capellanes ochocientos y ochenta y cuatro, a toso los cuales les dieron a cada uno una candela de cera blanca de dos libras y un real de a cuatro para todo el que quiso quedarse a comer mesa franca...
...no quedaron niños de todas las cofradías que no fueran acompañando los güesos, en que hubo mucho de ver, y llevaban sus ropas puestas y sombreros señalando cada uno de qué cofradía era, y a cada uno le dieron dos reales y una vela de cera blanca de una libra, y se quedaron a comer todos los niños de las cofradías en las Cuevas...”
Concluyendo. Lo de pagar el bocadillo para ir a mítines o a traslados no es nada nuevo. Que la ciudad puede quedar vacía por una procesión, tampoco. Aunque bien mirado, constatar que unos huesos pueden movilizar a miles de personas es algo bien llamativo. Huesos movilizadores, propedéuticos, formativos y motivadores. Huesos LOGSE.
Y eso que no eran huesos de santo...

15.4.08

15 DE ABRIL. EL PORTUGUESITO


De cuerpo presente y en la Sala de profundis. Con su hábito franciscano y con ochenta y tres años de vida a sus espaldas. Allí estaban sus hermanos en San Francisco, la nobleza sevillana, sus seguidores y la comunidad de monjas de Santa María de Jesús. Exactamente tal y como lo había previsto...
Fray Juan de San Buenaventura había venido a un mundo que parecía conocer. O a una vida que parecía haber vivido. Cuando se bautizó en la parroquia de Évora el cura oficiante dijo que aquel era un niño que anunciaba una vida feliz para sus padres. Nunca dijo mayor verdad: por lo de la felicidad y por lo de anunciar. Porque el simpático Juanito siempre tuvo el don de anunciar lo bueno y lo malo...por ocurrir.
Sus padres no le dieron importancia al principio. Juanito hablaba y adelantaba acontecimientos: embarazos, lluvias, sequías, catástrofes... Pronto alcanzó fama en el pueblo de ser un adivino poco común. Pero aquello no era lo suyo. Por eso Juanito, ya convertido en Juan decidió emigrar un día. Ya de pequeño lo había dicho y no se iba a equivocar:
Papá, yo de mayor quiero ser fraile.
Y lo fue. El día 28 de octubre de 1663, cuando Juanito ya había anunciado que los reyes gobernantes serían los últimos de la casa, tomó el hábito franciscano en el convento del Calvario de Osuna. Como ya predijo, se trasladó a Sevilla, al convento de franciscanos del Valle. Allí continuaron sus visiones. Llegó a decir que la imagen del Nazareno que había en la iglesia sería poco menos que el mismo Dios de la ciudad. Una teoría que a algunos les pareció muy atrevida. Pero a Juanito, que ya era conocido como el portuguesito, se le perdonó todo. Quizás porque vivía de forma anticipada hasta se le anticipó el perdón final de los pecados. Y es que sus misiones, sus virtudes y su simpatía lo tapaban todo. Una vida anticipada. Por eso decidió celebrar su entierro por anticipado. Cuando fue a encargar el féretro en vida, el carpintero no daba crédito:
Es la primera vez que un vivo me encarga una obra de muerto...
Pero no le dio más importancia. Porque, por supuesto, el portuguesito pagó por anticipado. Y con antelación se situó en el féretro y pudo escuchar el sentido sermón que le hicieron al muerto. Un muerto en vida. Su última profecía fue clara Moriría el día 10 e Abril No le importaba. Había recibido la unción de enfermos, había encargado su ataúd y había comulgado. Todo por anticipado. Se despidió de sus devotos y dio, cómo no, las gracias por anticipado...
Por eso aquel día, en torno al ataúd, había una sensación de algo ya vivido. Fue un día de abril como hoy del año 1723. Lástima que no existieran loterías ni quinielas...

12.4.08

12 ABRIL. EL DOLOR


Un dolor insoportable. En la pierna y en su interior. Decir la pierna era una incongruencia: no existía. El maldito cañonazo de los malditos holandeses se la había llevado por delante. A la altura de la rodilla. Un amasijo de carne y la sangre que lo cubría todo. Todo menos su dolor. Dolor del que le ve los ojos a la muerte, del que siente su respiración helada, del que se siente lejos de su casa. Su rincón del mundo. Sevilla. La belleza. Y él desangrándose en medio del calor pegajoso de Brasil...
Salvador de Bahía. Abril de 1625. La misión encargada por el mismísimo rey Felipe IV estaba a punto de pasar al olvido. Como su vida. Pero no su obra. Una y otra se fundieron en su pensamiento con un insufrible dolor...
Recordó. Recuerdos balsámicos contra el olvido y contra la realidad. Una infancia por los callejones del barrio de San Marcos, con su torre mora y con los ladrillos mudéjares. Inicio de una vida apasionante, quizás más ajetreada de la cuenta. Quizás un exceso de aspiraciones...Toda una vida. Le vinieron a la mente los primeros retablos de su padre, sus escuadras y sus cartabones. Geometría para enmarcar la teología. Elementos que tuvo que combinar para aprobar su examen como maestro de escultura, escultor y entallador del romano. Tenía veintiún años. Y toda una vida por delante... que ahora se le escapaba.
Y eso que la había aprovechado...Vinieron a su mente como una sucesión de estampas de sus libros de grabados. Apareció primero el convento de la Merced, su gran obra, con sus patios y su escalera imperial. No se podía imaginar que en un futuro lejano sería el gran Museo de su ciudad. Arte para una existencia que se apagaba cargada de dolor. Imágenes para recordar como sus diseños para el convento de las mercedarias o aquella iglesia a las afuera de la ciudad, la de San Benito. Dudó sobre sus sentimientos. Quizás porque no sabía si su verdadera vocación era la de arquitectos o la de escultor. Lo que fuera pero con grandeza. Como la del túmulo de Felipe II. Lo recordaba y se sentía crecer. Sevilla como Roma Triunfante gracias a él. Y también su ayuntamiento, y su teatro Coliseo, y su matadero... Aunque quizás sus esculturas lo confortarían más en sus momentos finales. Se acordó de la Vírgenes que talló para tantos conventos sevillanos. La piedra no tenía secretos. Aunque la madera tampoco se le dio mal. Ahí estaba el crucificado del Mayor Dolor, el de la hermandad de la Bofetá. Imaginaba sus llagas y sentía con más dureza su herida. Interna y externa. Dos mujeres y tres hijos. En la lejana. España. Y él muriendo desangrado. En manos de un jesuita. Sólo le quedaba contarle su arrepentimiento por las vanidades que se llevaba a la tumba...
Salvador de Bahía. El artista Juan de Oviedo y de la Bandera moría lejos de su tierra.

8.4.08

9 DE ABRIL, LA REINA "EN PELOTAS"



Año 1904. Tal día como hoy. Moría en París Isabel II. Una reina controvertida, popular, discutida, pasional, extrovertida, devota. Su relación con la ciudad de Sevilla tuvo dos caras, la oficial y la oculta; hubo una Sevilla que la alabó y otra Sevilla que la dejó, y perdonen la expresión, completamente en pelotas.
Me explico. Su vida es conocida: hija de Fernando VII, nació en Madrid en 1830. Eran años de inestabilidad, de conservadurismo, de atraso general. Atraso que va a llegar incluso a la preparación de una joven que después de la regencia de su madre va a ser proclamada reina en 1843. Imagínense, con 13 años fue declarada mayor de edad. Vivió uno de los periodos más convulsos de la historia de España: numeroso gobiernos, guerras internas, atentados, intrigas...y una Revolución, la de 1868, que la acabó desterrando del país. Cosas de la época. Fue casada de forma obligada con su primo, Francisco de Asís, de quien dicen se quitó más corsés en la noche de bodas que la propia reina...
Querida por unos y odiada por otros, siempre tuvo una especial relación con nuestra ciudad, quizás simbolizada en la devoción que mantuvo a la Virgen de los Reyes. Cuentan los libros de la Capilla Real que cuando llegaba al octavo mes de sus embarazos pedía al Cabildo una función especial por el feliz alumbramiento, hecho que ocurrió nada menos que ocho veces. No sólo eso. A la Virgen donó en 1853 su magnífico manto verde, el mejor de los que mantiene. Incluso en época de destierro volvió a Sevilla, en 1884, para donar el manto blanco de los castillos y leones.
Sin embargo en Sevilla nació la mayor crítica que se hizo a su persona, quizás la mayor crítica hecha jamás a la monarquía. Son 89 acuarelas reunidas en un volumen que se tituló “Los Borbones en pelota”. Así, tal como suena. Firmados con un enigmático seudónimo: SEM. Y el contenido escandalizaría incluso en nuestros días de crónicas marcianas y canales 47...Son dibujos satíricos donde aparece la reina siempre desnuda. Pero también aparece Francisco de Asís como “Paquita”, el padre Claret, Carlos Marfori (amante de la Reina), el presidente González Bravo y numerosos miembros de la Corte...Pero las escenas sobrepasan las de cualquier vídeo comunitario nocturno. Escenas de un cura sodomita, de una reina desnuda que atiende a varios amantes, de un rey onanista con enormes cuernos, de camas redondas cercanas al Kamasutra, de enormes penes que harían enmudecer al mismo Rocco Siffredi...Todas con una simbólica frase. Y he aquí la curiosidad: sus autores fueron los hermanos Bécquer, Gustavo y Valeriano. Para que luego nos equivoquemos con el Romanticismo de las oscuras golondrinas...
Aún así, la ciudad también representó a la Reina en cuadros costumbristas e incluso le dio su nombre al puente de Triana. Y es que ya lo dice un amigo: en esta ciudad lo mismo ponen tu nombre a un puente que te dejan literalmente en pelotas.

6.4.08

10 CLAVES DE FERIA




1. Precedentes. La palabra feria no siempre significó lo mismo. El origen de las ferias sevillanas estuvo en una concesión de Alfonso X del año 1252 que reproducía Ortiz de Zúñiga:
“a 18 del mismo mes concedió dos ferias francas. La primera quince días antes o después de la Cinquesma, que es la Pascua del Espíritu Santo, y la otra quince días antes o después de San Miguel; y otra parece que concedió después desde el día 15 de Agosto de la Asunción de Nuestra Señora por toda la Octava”. La primera fundación de las ferias de Sevilla en pleno siglo XIII, abarcaría una feria primaveral, otra en torno a fines de septiembre y una tercera de corta vida en los días centrales de Agosto. Ferias entendidas siempre con carácter ganadero.
Ortiz de Zúñiga nos cuenta que en 1432 “cesó una que se hacía en el Patio de los Naranjos desde el día de Nuestra Señora de Agosto, que es la Fiesta de la Asunción y toda su octava”. Una feria en pleno centro de la ciudad que tuvo escasa vida. Ferias comerciales cuyas huellas quizás podríamos hoy seguir en el tradicional mercadillo del Jueves de la calle Feria.
2. Orígenes. El siglo XIX aportará la definitiva ubicación de la feria de Abril. 25 de Agosto de 1846. Don José María Ibarra y don Narciso Bonaplata solicitaban al Ayuntamiento la concesión de una feria ganadera en Abril con una argumentación económica: “la Agricultura, el más sólido ramo de riqueza de una nación, va decayendo en nuestra ciudad de un modo que aflige a todo amante de la prosperidad”. Razones para un mercado que incluiría diferentes premios para los mejores ejemplares de bueyes, de toros, de caballos. Para esa feria se organizaron diversas corridas de toros y se solicitó el apoyo de la Reina Isabel II. En términos generales la Feria fue un éxito. Tanto que al año siguiente se hablaba del “primer mercado de España”.
3. Las fechas. Las primeras ediciones de la feria tenían una fecha fija, siendo además, sólo tres las jornadas marcadas en el calendario: el 17, el 18 y el 19 de abril. Curiosamente, en 1848 coincidieron con el Lunes, el Martes y el Miércoles Santo. En la primera década del siglo XX la fiesta llegaba a los cinco días. El reglamento actual sitúa la ubicación de la feria en función de la Semana Santa. Sin segundas...Artículo 1. “La Feria de Abril se celebrará cada año en la tercera semana posterior a Semana Santa, entre los días martes a domingo, ambos inclusive. Artículo 2En aquellos casos en los que el cumplimiento de esta norma obligara a celebrar la feria íntegramente en el mes de mayo, se adelantará la celebración una semana, siendo, por tanto, la segunda semana posterior a Semana Santa. Aún en estos supuestos, y en aquellos años en que fuere preciso, la Feria comenzará un día antes, es decir, el lunes, con el fin de que al menos una jornada de Feria lo sea en el mes de Abril”
4. Las casetas. Primero fueron simple tiendas para los tratantes de ganado. Después llegarían otras instalaciones provisionales, como tantas cosas en Sevilla, del tipo de las buñolerías, los puestos de dulces o los de licores. Los Montpensier aportaron la nota lujosa. Círculos y casinos también. Pero dentro de una gran variedad y exotismo. A comienzos del siglo XX seguía sin existir una norma común y llegaron a existir casetas de estilo japonés (Círculo Mercantil) y de estilo árabe. Incluso llegó a existir la caseta de dos pisos, municipal por más señas, y que nadie intente el revivalismo... Con el diseño de Gustavo Bacarisas de 1919 se llegó a la actual unificación de formatos y de colores. No sólo eso. Se implantó definitivamente el carácter efímero de las edificaciones. In Ictu Oculi. Grandezas y vanidades que duran un abrir y cerrar de ojos.

5. El traje de gitana. Nada de faralaes ni de historias extranjeras...Traje de gitana o flamenca. Los Lunares, mantoncillos y volantes de las primeras gitanas que acudían a la antigua feria de ganado se fueron transformando con posterioridad en el uniforme típico-tópico de la fiesta. Con sus vaivenes. Ya en 1869 Gustavo Adolfo Bécquer se quejaba de la pérdida de valores tradicionales en la vestimenta de los asistentes a la fiesta. Se había perdido el “bandolerismo” característico de los primeros años. Realmente es que ese modelo ya no existía, salvo en los clichés de los viajeros extranjeros, desde hacía mucho tiempo. A partir de ahí convivirán las tendencias de la clases más altas (un reflejo de las modas, especialmente la parisina en torno a 1900) y las clases más populares. El costumbrismo de las primeras décadas del siglo XX hará popularizar los trajes de volantes y de lunares como algo típico, elemento que será además fomentado en los años 40 como una muestra del auténtico tipismo de la ciudad. Pocos se rebelaron aunque Romero Murube llegó a hablar de su falta de autenticidad. Un traje, el de gitana, que vivió su peor época a finales de los sesenta, cuando entró en cierto desuso. Un espejismo. Tras los años ochenta y los noventa, el traje se revitalizó y consiguió desprenderse de falsas modas como las influencias rocieras de los ochenta. Hoy es un traje vivo, en continua evolución y con su propia pasarela. Probablemente sea el único traje regional vivo de todo el país.
6. Los traslados. Tradicional y nada nueva es la idea de cambiar de ubicación. Lo del Charco de la Pava no es nada nuevo. Estando en el Prado se propuso su traslado al Campo de Marte (actual zona de Plaza de Armas) o incluso al actual barrio de Nervión. Trasladada a los Remedios no tardó mucho en hablarse de un nuevo movimiento. Cuando el 22 de Abril de 1973 se cortaba la cinta inaugural del nuevo recinto de Los Remedios hubo muchos que pensaron en un cambio revolucionario. Otros simplemente vieron un traslado del mismo esquema en distinta ubicación. En el interior del nuevo recinto apenas se notaba el cambio. Las palabras inaugurales del sacerdote Benítez Carrasco fueron realmente definitorias: “Bendice Señor este recinto levantado ilusionadamente para solaz y esparcimiento de tus hijos los hombres.” Pues eso.
7. Lo exótico. En 1860 tomó el aspecto de mujer barbuda, todo un personaje extravagante que se exhibía como un monstruo en el antiguo circo Price. Cien años más tarde sería el monstruo de Guatemala. Todo un hallazgo. Todo un personaje peculiar que se repite cada año: el monstruo de Tombuctú. Zamorate, el hombre que se mete en una botella, Shaolín, Pyogiang, Manolita Chen, la Señorita Aurora... Qué sería de la Feria sin estos personajes. Puede ser un animal, como la atracción de hace unos años: el ligre, una mezcla entre león y tigre pa que no nos falte de ná. Pero no hay que ser tan raros. Que igual de friqui y de exótico era el caballito de cartón de los jardines de Murillo en el que se hacían las fotos los niños que vivieron la Feria del Prado...Y seguramente usted tenga una foto de esas en casa...Se hace una lista y no para: er tío der tambó, el de la caña, el japonés que te vende claveles con una bombilla en la cabeza, el que carga con el bastón de la tómbola, el muñeco que pisa las uvas en la calle del infierno, el que compra turrones para que se pongan duros de verdad en la despensa... Todo el mundo en general llevamos un “Pepe el escocés” en nuestro interior, en nuestra feria. Lo que no sabemos es qué hay debajo de la falda...
8. Las portadas. En 1863 se derribaba la puerta de San Fernando. Había que crear una entrada monumental al recinto. Llegó a ser un lugar de modernidad: en 1874 se colocó allí la novedosa luz eléctrica. La más famosa fue la Pasarela, estructura de hiero que desde 1896 a 1921 fue uno de los símbolos de la ciudad y el lugar para ver tobillos femeninos con cierta discreción. Se vendió al peso pero hoy sigue siendo portada en la memoria colectiva de la ciudad. La Rotonda central del Prado la sustituyó con monumentos efímeros de diversa índole, con luces, con historicismo, con homenajes, con toreros y con tópicos de la ciudad. A partir de la década de los sesenta se inició la costumbre de recrear algún monumento de la ciudad, costumbre que, salvo excepciones de abanicos, llega hasta nuestros días.
9. Las sevillanas. Seguidilla de cuatro versos de siete sílabas los impares y de cinco los pares, aconsonantados y de un estribillo de tres versos, siendo el primero y el tercero, que riman, de cinco sílabas y el segundo de siete, que lo mismo se casan con un enano para hartarse de reír , o que entre rejas azules y cortinas verdes están unos amantes dándose quejas ( Manuel Ramírez)
10. Tradiciones. Año 1867. “De la Feria de Sevilla podría decirse ya por entonces lo que de los pueblos felices: que no tienen historia; la tramitación oficial del festejo habría alcanzado lo que podríamos llamar su estereotipación definitiva y de año en año se reproducen los documentos sin aportar datos algunos de interés, (...). La feria iba mereciendo ya en justicia el calificativo de “tradicional...”. Son palabras de Collantes que reflexionan sobre ese sentido de lo tradicional tan apegado a nuestra ciudad, término tan manipulado y exagerado que llega a ser pura invención. ¿Tradición en la Feria? ¿Qué es realmente lo tradicional?. Si hiciéramos una encuesta saldrían las palabras abril, fiesta, lunares, sevillanas, casetas, toros, baile, raíces... Aunque quizás sean muchas más. Y algunas tan antiguas como las anteriores.
Tradición es la queja por los precios. Y antigua. En el año 1852 el dueño de un puesto de Triana se quejaba porque la instalación de un café en la Feria le costó 120 reales el primer año, 500 el segundo, 1500 el tercero, 2500 el cuarto y 4000 el quinto. Algo antiguo.
Tradicional es la rotunda oposición de muchos a cualquier cambio. Tradición es criticar lo exótico. Tradición parecen los fuegos artificiales. Ya los hubo en 1861. Pero para maldita tradición, la lluvia. Ya en 1871 la Feria se prolongaba dos día más por los efectos de la lluvia ¿Se imaginan volver a esta tradición?. En fin, tantas y tantas...
Aunque para tradición la de perderse. Muy actualizada. Hace un par de años un norteamericano de 84 años se perdía en el Real. Al ser encontrado dijo que no se esforzaran en buscar a su mujer, que él estaba a gusto. Será que conocía las sevillanas aquellas de “si me pierdo que me busquen...”
En la Feria, claro.

3.4.08

4 DE ABRIL. EL MAESTRO


Desde el año anterior el maestro no se encontraba bien. Ya tenía sus años pero seguía pintando y deslumbrando a la Sevilla de su época con sus santos, sus pícaros y sus Inmaculadas. Tenía muchos hijos que atender y muchos nietos para colocar en sus cuadros. Y en la Sevilla de 1682 para ser alguien había que tener un cuadro del viejo maestro.
Pero el viejo maestro andaba mal desde lo de Cádiz. Se empeñó en subirse a un andamio para hacer el retablo de Santa Catalina. Fallaron los reflejos y cayó al suelo. Un duro golpe. Sus biógrafos, en la lengua de la época, contaban que se le salieron los intestinos. Hoy lo llamaríamos una hernia. Aún así siguió pintando, aunque el viejo Bartolomé ya no era el mismo.
A pesar del dolor, el viejo pintor siguió con su vida. A finales de marzo colaboraba con su hermandad de la Santa Caridad en repartir pan en su parroquia, la de Santa Cruz. Sevilla era una ciudad de miserias que había que dignificar y el maestro lo hacía en sus obras. Tiñosos, leprosos y muertos se hambre se convertían en los protagonistas de sus cuadros. Y más de un pordiosero le prestaba la cara a uno de sus ángeles. Pero la muerte tiene otra cara. Y el viejo pintor la vio el día 3 de abril. También la vio Juan Caballero, su médico de toda la vida. Por eso llamó al párroco de Santa Cruz. En su lecho de muerte el maestro le habló al párroco de su conciencia y le pidió que le administrara los Santos Sacramentos. No le faltaban ilusiones ni Inmaculadas que pintar pero sus fuerzas se iban apagando. Cuando llegó Juan Antonio Guerrero el escribano, el viejo Bartolomé le dictó el testamento, nombró albaceas, recordó las obras que tenía encargadas y organizó las cuentas de la familia. Cuando le preguntaron por sus hijos Gabriel y Gaspar Esteban al pintor se le quebró la voz. La muerte le había enseñado definitivamente su cara.
El día siguiente, 4 de Abril de 1682, el viejo maestro fue enterrado en su parroquia de Santa Cruz. Así lo había dispuesto. Era la vieja parroquia de toda su vida, en la antigua judería. Allí había jugado de pequeño y allí se habían bautizado muchos de sus hijos. Allí estaba un cuadro que le sorprendía, el descendimiento de Pedro de Campaña. Debajo de aquellas viejas tablas fue enterrado mientras su Sevilla natal lloraba su muerte. En el libro parroquial el sacerdote dejó constancia del hecho: “Entierro de Bartolomé Esteban Murillo, un insigne maestro del arte la pintura”.
Siglos más tarde no queda ni la tumba ni la parroquia que derribaron los franceses. De sus cientos de cuadros la ciudad apenas conserva unos cincuenta. Su monumento tiene que ser limpiado de unos nuevos artistas que llaman grafiteros. Pero son muchos los rincones donde se mantiene la ilusión y la creencia en la belleza de aquel viejo maestro.