2.12.14

MARÍA CORONEL



         Un año más he ido a verte. Un año me he envuelto de silencio en el  convento de Santa Inés para ver tu rostro quemado. Un año más me he acordado de ti, María. Podrías naufragar en el anonimato pero la ciudad te puso una calle de Domingo de Ramos con nazarenos blancos.
         A través de la reja he visto tu rostro. El de tu historia. Naciste en Sevilla en 1334. Tu padre fue un personaje muy conocido, Alonso Fernández Coronel, alguacil de Sevilla. Te casaste muy joven, con algo más de quince años, con un descendiente de Fernando III, don Juan de la Cerda. Parecías encaminada al triunfo en la vida aunque la vida acabó enseñándote su peor rostro. Te tocó vivir una época de lucha por el poder, una guerra civil por el trono de Castilla. No estuviste en el bando ganador. Tu padre fue decapitado por orden de Pedro I el Justiciero, eso será para otros, que para ti siempre será el más el Cruel. Lo mismo ocurrió con tu esposo, Juan, otro que se equivocó de bando. Corría el siglo XIV, un tiempo de calvario para las que se quedaban viudas. Que te lo digan a ti, que perdiste tus posesiones, tus tierras, tu rostro, tu todo.
         Un día de diciembre ha regresado tu historia a mi presente. Al pasar por la iglesia de San Pedro y el monasterio de clarisas. Al oler a perejil y a bollitos de Santa Inés. Al verte vestida de monja, un año más; con el rostro quemado y las manos sobre tu pecho, a través de la reja, encerrada en una urna. He recordado que el rey Pedro se fijó en ti, y tu refugio en el convento de Santa Clara, donde pensaste alcanzar la felicidad junto a la torre de  don Fadrique.  Te sentías una mujer acosada, en un lugar al que acabó llegando el rey como una furia para buscarte. Tenías que ser suya. Las monjas te metieron en un agujero. Y se hizo el milagro. Rápidamente brotó peregil y el maldito bastardo no te encontró. Ese día pensante que tus pesadillas se habían terminado aunque el horror acabaría llegando. No se te puede olvidar. Pedro entró como una furia hasta las cocinas del convento. No pudiste más. Todavía noto el terror en tu rostro quemado. Cogiste una sartén de las grandes, de las que usaban las monjas en las grandes ocasiones, volcándote el aceite hirviendo en la cara. Pensaste en morir de dolor. Un dolor liberador. Te esperaba una vida nueva, una monja nueva en un convento nuevo, el de Santa Inés, que tu misma fundaste. Creo que allí te esperaba la paz.
Entre los muros góticos de un convento me duele tu historia, la de una mujer del siglo XIV. Bajo la portada de la santa del corderito me sigue doliendo tu rostro repetido en las portadas de los periódicos. Hay historias que no deberían repetirse nunca.

8.11.14

EL PENSADOR



(Fotos: Antonio Sánchez Carrasco)
Iba a coronar una gran puerta dedicada a la Divina Comedia pero se quedó en la más absoluta soledad. Alguien que reflexiona en tiempos en los que se suceden los acontecimientos. Todo el año en contramano, a contracorriente; pensando cuando no se piensa, sentado en la calle donde se anda, mirando un coche en calle peatonal, en plano azulejo a pesar de su volumétrica corpulencia. No podía ser de otro modo. Su reino no es de este mundo. En una semana verá pasar toda una vida, sin tiempo para la reflexión, ni falta que hace, sin momento para el descanso; con nazarenos de ida y de vuelta, hacia el centro y desde el centro. En estos días, ya lo dijo alguien, no se piensa: se vive y nada más. Por eso el pensador es un personaje que sobra durante una semana, aunque muchos lo apartan del alma de la ciudad durante todos lo días del año. Quizás sea uno de sus grandes problemas. El pensador no es de este mundo. Bien lo sabe a su regreso camino de su casa. Conoció el nacimiento de la Primavera en unos azahares junto al convento de monjas franciscanas. Un susurro del rezo de horas se mezcló con el aroma de unos bollitos. Juntos se fundieron con el incienso de la tarde. Aureolado de esta gloria siguió pensando. Como en los viejos dramas teatrales medievales. En medio de un estallido de vida pensaba en la muerte. Reinaba desde un trono de cardos y calaveras. Demasiada belleza para endulzar el dolor de una espalda de madera. Una pasta descarnada que fue recorriendo las entrañas de la ciudad del más extraño de los modos posibles: pensando. Se había desnudado de todo aditamento, de toda experiencia previa. Veía pasar la vida a la espera de la muerte. Abatido con la cabeza sobre sus manos. Llegaban las sombras de la noche y no quedaba más lugar para la reflexión. El gran fracaso llegaba a su fin: tanto amor repartido para acabar cargando con las culpas de los demás en su espalda de madera. El pensador está hecho de otra pasta. Cada Domingo de Ramos lo siente: su reino no es de este mundo.

1.11.14

LA MUERTE



Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio!
(Federico García Lorca)

 Decía Borges que la muerte es una vida vivida y la vida es una muerte que viene. Probablemente no conoció en su estancia sevillana de invierno de locos años 20 a la que viene por la calle San Gregorio, la ausencia que se hace presencia con aire de calavera pensativa y abatimiento de tarde de Sábado. ¿Retrato imposible? Tal vez. Triunfo de la cruz sobre la muerte, triunfo de la vida sobre el abatimiento de unos huesos que quizás alguna vez fueron mujer, tuvieron alma, tuvieron el hálito de vida que se esconde por los callejones de la ciudad en el atardecer de la existencia, o sea, en el fin de la Semana Santa. ¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte. Eso decía Marlene Dietrich, la diva que no conoció la vida y el alma de la ciudad milenaria que tiene la existencia más corta, sólo una semana que termina con una alegoría barroca de cruz desnuda, sudario que se resiste al viento y dragones que muerden la manzana de tantos pecados originales de sus habitantes. ¿Qué es la muerte en Sevilla? Para algunos fue el tránsito por la vida, para otros la imposibilidad de comprender, para muchos la eterna e impaciente espera, para otros la insatisfacción de no poder gozar la inmortalidad de ser un vecino eterno anclado al tiempo de este rincón del mundo. Si la ciudad es eterna,  sus habitantes también quieren serlo. Por eso prefieren la sonrisa de Niños socarrones en manos de una Madre de madera, la vida juguetona en manos de la Alegría de la judería, el sueño plácido en manos de la madre del Rosario, junto al Arco, el lugar del sueño eterno de más largo metraje, el que viene cargado de esperanzas cada amanecer después de cada madrugada, que siempre hay un sol de mañanas que dejan de ser heladas que nos recuerda el viejo aserto machadiano: mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos. Por eso el vecino de la ciudad quiere ser. Ser vecino eterno de la ciudad de la vida. Por eso huye de la calavera de Valdés y de la de Francisco de Borja, de los huesos de Mañana y de la que piensa abatida en su derrota. La muerte en Sevilla es un fracaso. La vida triunfó en forma de cruz. Cruz de una muerte por amor que justifica hasta la más insustancial existencia. El retrato de la muerte es un fin imposible. El amor triunfó como eterna fuente de vida. La llegada de la muerte sólo tiene el sentido de afirmar la vida que fue, que es y que será. Llámalo eternidad. Llámalo vida eterna… El fracaso quedó abatido porque en las tardes vacías de sábado resuenan el eco de la sentencia de vida del poeta:    
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

13.10.14

CATALINA DE RIBERA




Eros y Thánatos. El Amor y la Muerte. La llama encendida y la antorcha que es apagada en el suelo. Son las dos figuras que contemplan a Catalina de Ribera en su tumba del monasterio de la Cartuja, el lugar casi definitivo de su descanso, nunca digas la última ni creas que ha llegado el sueño eterno… Esa debió ser la consigna que llegó a los oídos de la Condesa de los Molares y señora de la Casa de los Ribera cuando falleció en el año 1505. Hija del Adelantado Mayor de Andalucía, Per Afán de Ribera, se casó en 1474 con Pedro Enríquez de Quiñones, Marqués de Tarifa y también Adelantado de Andalucía. Todo quedaba en casa. Un matrimonio del que nacerían  Fadrique Enríquez de Ribera y Fernando Enríquez de Ribera, que volverían a añadir títulos y cargos a la larga saga familiar. Su huella en la ciudad serían tres edificios, el palacio de Dueñas, que compraron a la familia de los Pineda, la llamada Casa de Pilatos, cuya construcción iniciaría junto a su esposo Pedro, y el Hospital de las Cinco Llagas. Su amor por el arte quedó latente en el palacio de Pilatos, que fue ricamente decorado y cuya terminación corrió a cargo de su hijo Fadrique, que introduciría en la ciudad la vanidad del turista que va a Tierra Santa y se trae las cruces de Jerusalén para colocarlas en la fachada de su casa… además de numerosas obras de arte y una galería de mármoles y bustos sin parangón en la ciudad. Y amor por el más débil. Tras enviudar en 1492, temprano apagó su antorcha Eros, Catalina funda un hospital para los más pobres, el llamado Hospital de las Cinco Llagas, con sede primitiva en la iglesia de Santiago y emplazamiento definitivo en el gran edificio que se construyó a partir de 1540 extramuros la ciudad, junto a las murallas de la Macarena, un hospital que funcionó siglos y que ahora acoge, la ciudad es así, las sesiones del Parlamento de Andalucía. Pero la antorcha de Catalina se apagó mucho antes, en 1505. No creas que fue su descanso eterno. Dos grandes monumentos funerarios, Roma triunfante, acogieron su cuerpo y el de su marido en la Cartuja de las Cuevas, el primer Renacimiento que llegó a la ciudad, mármoles blancos  en el reino de los silencios cartujos.
- Hermanos, morir tenemos.
- Ya lo sabemos.
Plegaria cartuja que ignoraba que el descanso eterno no había llegado a doña Catalina. Su tumba fue trasladada tras la desamortización del edificio a la iglesia de la Anunciación y antes de 1992, la Expo obligaba, volvieron de nuevo al nuevo centro del mundo en la Cartuja. Hay muertos que no descansan. A la noble dama del Renacimiento acabaron dándole un jardín en un antiguo paseo, precisamente llamado de los muertos, hoy de Catalina de Ribera. Allí tiene fuente de azulejos que perpetúa su memoria. Allí lucha contra el olvido y los graffitis de los vándalos vivos. Venció Thanatos y venció el Amor. Alguien debería respetar el descanso de los difuntos.

10.8.14

LUNA



LUNA
Sé que la luna o la palabra luna
es una letra que fue creada para
la compleja escritura de esa rara
cosa que somos, numerosa y una.
(Borges)

Sé que es mujer caprichosa y voluble, que  se mueve entre la apariencia más superficial y los más profundos sentimientos, entre la más tenue penumbra, la oscuridad más absoluta y la claridad más tempranera. Como dama caprichosa sabe mucho de dar una apariencia y ocultar la cara más desconocida para sus adentros. Sé de sobra que esta dama caprichosa no soporta a los poetas que la colocan el Olimpo de la Parasceve o a los que la revisten de oros y platas, y, mucho menos, a los que emplean el diminutivo para referirse a ella, un uso que molesta especialmente a la que es dama y señora de muchas noches, de pasión,  de completas,  de una emoción plena,  de una experiencia nueva.Sé que tiene en su calendario marcadas algunas fechas con un brillo especial pero que sólo en una madrugada muy especial se siente en la plenitud de su belleza. Es, sin duda alguna, su noche.
Sé que le gusta aparecer después de escuchar unos golpes sobre una vieja madera, cuando aparece una Cruz con sus cruces juguetonas. Suena una saeta. Y ya está allí la luna engalanada reflejándose en las varas de metal y en los ojos vidriosos de la fría penumbra, escuchando el quejío del que canta y poniendo la mejor de las poses cuando sale a la calle el Nazareno que abraza la cruz con la mirada perdida.
Sé que juega esa madrugada con las gárgolas del bosque gótico de la que llaman magna mientras unos serios pináculos parecen llamar al orden. Un bosque de misterios: de uno de esos flameros misteriosos salta al Nomen Dei de secas letras para saludar a la que más gira, la veleta que nunca duerme y menos en la noche en que la luna viene a susurrarle que es la más hermosa de las mujeres… Una mentira piadosa que lanza mirándose en el espejo del gran escudo de la fe que mueve al mundo.Sé que es dama de tiempos marcados, que muestra su rostro en la noche de la ilusión de enero y en las frías oscuridades de febrero, en las noches de ceniza y en las noches de platas callejeras. Sé que juega a mostrar todas y cada una de sus caras, en los  farolillos de papel y en la cantoneras de plata de los dioses de madera, en los estanques del Alcázar y en  las veletas de los conventos de silencios eternos, en las torres mudéjares y en los campanarios barrocos de almagras y alberos. Sé, me lo dijo un poeta, que   los largos siglos de la vigilia humana la han colmado de antiguo llanto.  Sé que debo mirarla. Sé que está en la oscuridad de las  noches de de nuestro cielo y en la  claridad de un fachada barroca de un templo de la calle Sol. Contrastes de la ciudad. El Sol y la luna frente a frente. El mejor Jano de la ciudad. El tiempo sin tiempo. La luna de la calle Sol.  Mírala. Es tu espejo

17.7.14

JUSTA Y RUFINA



El tópico más recurrente de la ciudad es el de las dualidades, Sevilla o Betis, Macarena o Triana, Belmonte o Joselito. Tan falso como la falsa moneda de la copla. Sin necesidad de elección están las parejas míticas de la ciudad, la de Hércules con Julio César, la de Isidoro con Leandro o la de dos hermanas que pueden alardear de tener sus retratos repartidos por todos los rincones de la ciudad. No son modelos, ni actrices, ni llegan a la categoría de famosillas...No las conoce tu vecina, ni salen en la prensa rosa, ni venden exclusivas, ni se habla de ellas en la peluquería. Cargan con nombres raros: Justa y Rufina. Patronas de una ciudad con un patrón y con innumerable patronazgos.
Fueron retratadas por los mejores: Esquivel, Velázquez, Murillo, Domingo Martínez, Espinal... Hasta el mismo Francisco de Goya las pintó para la Catedral. Duque Cornejo las llevó a la madera, primero para una capilla con nombre de poeta en el Salvador y luego para un rincón de la Catedral, y hasta se pasean cada jueves de Corpus. No creían en las procesiones y acabaron condenadas al tantálico suplicio anual…
Siempre aparecen igual. Una junto a otra y la Giralda en medio, que tanto monta, monta tanto. Ni Amalio el pintor tuvo tan buena visión de la Turris Fortíssima como ellas. Nunca sabemos cuál es cada una, y suelen tener algún cacharro de cerámica que nos recuerda su historia y su leyenda. Siglo III. Alfareras y de Triana. Tópico para la marca Sevilla. Según sus biógrafos, no autorizados por supuesto, eran fervientes cristianas en una época de romanos paganos sin armaos con plumas y sedas rosas. Un día de verano, ya es difícil una cofradía veraniega, ante una procesión con la diosa Salambó se negaron a su adoración, algunos dicen que llegaron a romper la imagen de la diosa. Imagínate a las hermanas en nuestros días... Dos iconoclastas que acabaron juzgadas por Diogeniano, el gobernador de la Bética, y enviadas a prisión. Cuentan que su cárcel está bajo la actual iglesia de la Trinidad y que allí fueron brutalmente martirizadas, aunque ellas soportaron todas las torturas, que ni los leones se atrevieron a tocarlas. Justa murió el 17 de julio y su cuerpo se arrojó a un campo hoy ocupado por una estación de tren con su nombre. Sobre su cuerpo martirizado corren diariamente los ejecutivos para no perder el AVE. Rufina tardó algunos días en morir, siendo arrojado sus restos a lo que llamaron Campo de los Mártires.
A Justa y a Rufina las hicieron santas. Patronas con calle en el viejo arenal. Sostén de la Giralda en terremotos. Emblemas de nombre raro en todos los rincones. Olvidadas en ellos: Jennifer, Vanessa y Joanna las han sustituido.

25.5.14

ELLA



Se va un año y viene otro, pero Ella siempre se queda
(Joaquín Caro Romero)

Se va una vida pero llegan otras. Mitología sevillana. Zeus asomado a una muralla. Buscaría a un tal Macario. Grecia y Roma. Dos culturas y los mismos dioses. Dioses y hombres verdaderos. Como en el credo de nuestros abuelos. La Pandora sevillana ya había sido entregada al Epitemeo de la calle Feria. Dicen que fue la desgracia de todos los hombres. Todo un símbolo. Quiso abrir una caja. La maldita curiosidad. Estaba advertida. De aquella caja sólo saldrían males para el hombre. ¡Qué injusta sentencia...! No había duda en el título. Se van unos y llegan otros. Alguien  dijo que era el sueño de los que viven despiertos. Pero ella siempre se queda. Con su nombre de mujer. De barrio. De ciudad. De madre del mismo Dios. Porque las desgracias llegan solas, que nadie las invitó al maldito banquete de la vida.  Y todo por abrir aquella maldita caja. Calamidades y desastres para extenderse por toda la humanidad. El mal que parece triunfar sobre el bien. El dolor, la amargura, el hombre traspasado por la muerte. Todo por abrir aquel maldito recipiente. Pero ella se queda. Mitología sevillana. Al fondo de la caja aparece la luz. Por detrás de injustas sentencias y de cobardes que se lavan las manos. En el fondo de la caja, Pandora sevillana,  sólo ella se queda.
En el principio fue el oro, el incienso y la mirra. Quizás cuando aceptó que todo se cumpliera: Mira niña, a ti una espada te atravesará el corazón. Y un corazón revestido de espadas es más ancho y comprensivo.  Lo saben las madres: la muerte empieza en el nacimiento. Perdió el oro en trampas hipotecarias que acabaron en manos de los judas de su tiempo. Desapareció el incienso de la gloria entre miserias humanas. Y la mirra la tuvo que usar en la muerte de los hijos de la droga, el perfume para muertos en vida que supo arrancar de sus entrañas. Pero ella siempre se queda. Aunque piense que el sufrimiento es inútil. Ella, que sólo ha sabido decir sí, ha tenido que escuchar el silencio de Dios. Un desconsuelo revestido de miles de nombres: embargos, desahucios, enfermedades, soledades, penas, miseria… Frente a ellos aceptó colocarse lágrimas de cristal en la asimetría de su rostro. Como la vida: dos lados en la misma cara, dos perfiles en el mismo rostro. Dios parece que quedó mudo.  Y sólo los besos de la gente sencilla la consuelan. Una eternidad en el dolor, como el de tantas mujeres anónimas torturadas por índices de referencia y vencimientos bancarios. Pero ella es la que queda.  Un día, en un muro del viejo barrio de la muralla, ha leído la sentencia que da sentido a su existencia “En tiempos de crisis, lo más revolucionario es conservar la alegría”. El ancla tira con fuerza. Un punto al que aferrarse. Unas mariquillas que son estrellas.  Revolución en la Sevilla Roja. Junto a sus lágrimas de cristal se ha insinuado la sonrisa eterna. Así es ella. No hace falta decir su nombre, pero sí grabarlo en un corazón sin espadas. Ella es la Esperanza.  

28.3.14

INSTANTE



Foto: Fran Silva

- ¿Y usted cree en Dios?

- En algunos momentos del día…

Recordó la conversación en la intimidad de la recargada capilla de plata vieja y reliquias de otro tiempo. Algún momento. Le habían dicho que la vida era una semana y estaba dispuesto a vivirla, aunque se condensara en un día, una hora, unos minutos, un segundo, un instante. Entre los restos; polvo, ceniza, corrupción, gusanos; de hombres de otro tiempo, no digáis los nombres que los nombres se olvidan, creyó escuchar las palabras del jesuita que escoltaba al mismo Dios: ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? E imaginó la incomprensible eternidad que le explicaban los teólogos para explicar la gloria. Craso error que enmendó un instante. Dios no podía ser lo inabarcable sino lo cercano. La Belleza como medio, pero también como fin. La respiración contenida pero no la asfixia. La mansedumbre pero  no la entrega. El abrazo a la madera de sus males y de  los de toda una humanidad, pero no la carga pesada. La emoción profunda que obliga a bajar la mirada, a contener la respiración, a clamar por el amor. A sus pies comprendió al que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Al que no pasa jamás, pero pasa en un instante. Al que sobrevivirá a la plata cansada por el tiempo, a las glorias terrenas y a las vanidades vestidas de terciopelo y oro. A sus pies, instante eterno de la levedad de una pisada y una mirada, entendió las palabras del Evangelio: Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Al infierno con los teólogos. Dante tenía razón: No puede comprender la pasión quien no la experimenta.

Le había bastado un instante: la Semana Santa, la vida, la existencia… o es Pasión, o no es nada. 

ABC de Sevilla, 27 marzo 2014

23.3.14

SELFIE



Foto Antonio Sánchez Carrasco

Pides perdón por emplear una palabra nada pregonable: no rima con Sevilla, ni con pena, ni con azucena. Vocablo poco musical, poco cofrade y poco sevillano. O sí. La palabrita de marras hace referencia a la autofoto realizada con móvil, a la pose con la mejor cara, al retrato colectivo que se difunde para mostrar que estuviste y viviste un momento único, irrepetible y sublime sin estrella. Eso pensaron unos actores en la entrega de los Óscar mientras se hacían la foto más repetida de la historia. Lo llaman selfie. Narcicismo en estado puro. Un anglicismo muy cofrade y muy sevillano. Para selfie de calidad una buena foto de junta de gobierno, con la mejor de las poses, con más bombo que la trasera de una banda actual. Mirada a la cámara, de frente o de perfil, que más buenos mozos no caben. Y alguna moza, de cuota. Más. Autofoto junto al Sagrado Titular y me olvido de si se le besa la mano o el pie. Foto de grupo con el costal o con la túnica, con el traje gris marengo, él único que tengo, o con el blazier, que no lo compré ayer. Apretura para salir en la foto de grupo en la presentación de las pastas del pregón de la comunidad. Brazos por el hombro, mirada a la cámara y contracción estomacal en la presentación de la candidatura alternativa. Fotos ante mi cartel, ante mi túnica, con mi tertulia, en mi balcón, bajo la parihuela, con la primera torrija, con el primer azahar, con el primer dolor de pies… Hagámonos una foto tal, que los que la vieren nos tomaren por locos. O por sevillanos. Siempre tan a gustito. Eso debieron pensar los Apóstoles que, llegas a imaginarlo, algún día se bajarán del retablo del Salvador para hacerse una foto. Nada nuevo bajo el Sol. Ya verás los codazos.

ABC de Sevilla, 20 Marzo 2014

8.3.14

DIVINIDAD

(Foto: José Antonio Zamora)

Núñez de Herrera le había hablado de la simpatía y terapéutica de la Divinidad. Dios era en Sevilla la suprema simpatía. Siempre comulgó con aquellas revolucionarias palabras propias de un republicano libre de antagonismos hispánicos. Por eso, creyó que creía, buscaba la trascendencia divina en cualquier canal, se pulsaba el botón y Dios aparecía en las frecuencias más inverosímiles: un detalle de Zamora o de Burgos, un contraluz de Sánchez Carrasco, una letra de Robles, un azul de Barrera, un trazo de Suárez, una sombra de Comas, un tambor Pelao, un Caro verso, una imagen de la tele con el nombre de la ciudad o mil y una miradas tan anónimas como las anteriores. No importaba el canal. O sí. Tocó el mando y se sorprendió al descubrir a dos hermanos tirándose de los pelos por conseguir La casa hermandad de sus sueños. No dio crédito a sus ojos cuando en Callejeros contempló rodeos de cortejos y caprichosos itinerarios. Por aquí paso yo. Paseos interminables a pie de calle de amanerados hermanos que formaban parte de Tu estilo a juicio y que, delante de imágenes vestidas para la mejor ocasión, se convertían en cruel jurado de compañía de El vestido de tu boda: le sobra aquí, la tela la hace gorda, no le sienta bien, se ve que es de familia pobre, no han invertido en velas y flores de una supertarta de boda. Todavía se topó a un pregonerito infantil intentando ganar cupcake maniacs con versos almibarados, a dos supuestos delegados reformacasas que sólo veían los fallos en las casas de los demás y hasta algún telepredicador nocturno. Definitivamente, la fe en evolución de Chaves Nogales ahora cambiaba de canal. La Semana Santa se había instalado en el Canal Divinity.

ABC Sevilla, 6 marzo 2014

4.1.14

EL CARBONERO




Dios es, fundamentalmente, un misterio. Como tu ciudad. Y del misterio a la realidad sólo hay un paso, el de la fantasía que tiende puentes entre ambos…
No sabes porqué, pero antes del Domingo de la Fantasía te acuerdas más de él. Y de su cara tizná. Alguien que en sus contrastes explicaba muchos de esos misterios que nadie entiende de tu ciudad. Revolucionario en bando nacional, anarquista pero persona de orden, republicano pero casado con Reyes, incrédulo pero con la fe del carbonero. Así era Luis, el carbonero de San Martín. Estampa negra de Goya que se perdía por el laberinto de San Julián  para aportar fantasía a la vida de una estúpida  España en sepia de buenos y malos que, desgraciadamente, tanto te recuerda a tus días actuales. Carbonero con fe de carbonero. La del que escuchaba a las putas tristes de la calle Lerena como su Colega de San Lorenzo escucha a las de la Alameda. De mostrador de cisco picón a panteón sevillano donde sólo Uno es el que es. Así de complejamente sencilla era la fe del carbonero. Por eso iba todos los viernes de su existencia a rendirle cuentas a San Lorenzo, a contarle las realidades que sólo entienden los limpios de corazón, por muy tizná que se tenga la cara. Por eso su vida era una fantasía continua: para acercar los misterios de Dios a la cruda realidad. Por eso lo llamaban mago sus nietos, por eso, paradojas de la vida, quiso irse al cielo de la carbonería terrestre una víspera de la Epifanía: tiempo de culto al otro Carbonero que todo lo entiende…
El próximo Domingo de Ramos volverá la fantasía que nunca se fue. La de la infancia que nunca quieres olvidar. La del misterio que, un año más, se hará realidad. Besarás las manos tiznás de carbón y comprenderás la semana que dura una vida y la infancia que dura una eternidad. La que alcanzó tu abuelo. La del polvo tiznao de lo que fuiste y de lo que volverás a ser…