29.8.08

30 AGOSTO. PREGONERITO


Sabía que Sevilla rimaba con maravilla y que con tres palabras, azucena, pena y Macarena podía llegar a recitar unos ripios que conmovieran a todas las vecinas del corral. Apenas andaba cuando juntó la “p” con la “a”. Su madre lo interpretó como “guapa” y de ahí a la rima fácil no había más que un paso. Y para pasos, los primeros que dio: delante de una cruz de guía siguiendo el sonido de cornetas y tambores. Creció algo en lo físico, mucho en lo sentimental y muy poco en lo mental. Una ecuación perfecta para la felicidad. Una palabra mágica que tenía un sinónimo: Semana Santa. Le gustaba anunciarla, pregonarla y, sobre todo, protagonizarla. No sabía quién era el Jano bifronte, ni falta que le hacía, pero sabía ser el principio y el fin de todas las procesiones, el alfa y el omega de cada cofradía. Y el chiquillo marchaba delante de cualquier cruz de guía, banda o procesión que se encontrara. Se sentía el centro del mundo en el centro del universo; tanto, que una rara simbiosis se formó entre él y las cofradías. El cortejo lo iniciaba el niño, luego el diputado de cruz y luego lo demás.
Pasó el tiempo que no pasa. O, al menos, no pasó para él. El niño siguió siéndolo enfundado en un característico andar y en el humo de los puros que aprendió a fumar. Aquel Pamplinas acharlotado hacía felices los nuevos niños con su sola presencia. La felicidad era él. Y vivía en el corazón de la ciudad. En plena calle Chicarreros. Allí se fundó la asociación más caritativas de la ciudad: “La Gloria de España”. Sus afiliados pagaban una real todas las semanas para costear los puros de Antoñito, el simpático repartidor de la tienda de ultramarinos. Una asociación que fue a más y que tuvo cada día más socios protectores. De un eterno niño. Del fumador de puros más empedernido. Del seguidor eterno de todas las bandas de música de Sevilla. No había procesión que se preciara que no estuviera acompañada por aquel niño de traje ancho, corbata oscura, chalequillo y puro en la mano.
Con más años entró en la Residencia de San Juan de Dios. Allí esperaba los puros habituales del mismísimo cardenal. Un niño eterno que se bebía hasta el agua de los conferenciantes. Un niño que un día de agosto de 1989 abrió su última procesión. Se llamaba Antonio Sanz Ramos. Al terminar su último itinerario le dijo a un señor con barba blanca que él era Antoñito Procesiones. No hizo falta más. Atrás quedaron los pregoncitos y los ripios de la infancia. Aquel niño mayor era el pregón en sí mismo. No hacía falta más. La ciudad lo entendió. Por eso lo despojó de cábalas y de análisis. Y lo dejó ser él. Y lo dejó vivir. Y lo dejó sentir. Y lo dejó ser feliz...
Hoy le habrían colocado un atril...

28.8.08

29 AGOSTO. CALIXTO SEVILLANO


“Calixto sin Melibea, Calixto con la melopea”. Manuscrito anónimo sevillano. Sin publicar. Gran pieza de la literatura absolutamente inexistente pero que podría haber sido una realidad...
Se llamaba Ambrosio de la Cuesta y era doctor en Teología y “canónigo de la Catedral de su Patria”.
Cuenta Arana de Varflora que escribió “Adversaria eruditionis sacrae et Profana. Novísima Scriptorum Hispanorum Eruditione post Biblithecam Hispananm cum appendicibus a Dom. Nicolao Antonio absoluta collectio”. Hace unos años lo habrían resumido mejor: dos obras de título impublicable. Como las películas porno de los años 70. Pero sus dos libros no estaban en el cine Abril sino en “la librería de la Santa Iglesia Catedral”. Unas obras firmadas por un autor que se titulaba como “sevillano”. Por lo menos no se avergonzaba como otros...
Sabemos poco de Don Ambrosio. Quizás hoy hubiera servido su nombre para un chiste: Brosio, Am Brosio. Impresionante en dos palabras...Como su tarea de recopilar y de copiar los viejos escritos del Abad Alonso Sánchez Gordillo, (uno que no usaba camisa de cuadros abierta ni barba larga), el primer gran libro de cofradías sevillanas. Se salvó por su mano y por su interés. No era aficionado al minimalismo, especialmente en el título de sus libros. En la biblioteca de la Catedral también se conservaban sus “Apuntaciones sobre el doctorado de la iglesia que algunos dan a nuestro arzobispo san Isidoro”.
Nació el 17 de abril de 1653 y fue bautizado en la desaparecida iglesia parroquial de la Magdalena. Aunque pocas son las noticias, se conoce su nivel de erudición y su valía intelectual. Llegó joven a canónigo. Lo de la juventud se repite, lo de la valía es otro cantar...Tuvo muerte desgraciada y literaria. La noche del 29 de agosto del año 1707, “queriendo saltar al campo por la muralla de la puerta de San Juan cayó sobre una piedra y falleció a las dos horas con la sola extremaunción”. Calixto sevillano. No sabemos qué Sosía recogería sus sesos, qué Tristán lloraría su desgracia ni si habría Melibea que lo esperara. Fue enterrado con todos los honores en “su Catedral, delante de la capilla de San Francisco”. En aquel año estaba escribiendo las “Vidas de los Arzobispos de Sevilla”, no sabemos si a alguno no le contentó la historia. Dicen algunos que murió con “universal sentimientos de los literatos que conocieron su talento”. No sabemos si dejó algún Sempronio y algún Pármeno en el Camino. Fue la suya una muerte un punto ridícula. La del Calixto sevillano...Mal saltador de murallas y rejas...
Otro que pasaba de la romería del Rocío...

24.8.08

24 AGOSTO. DESOLLADO


Insolación de agosto. Imprudente en tiempo de melanomas. Has comenzado a perder la piel. Tu abuela decía “sollao” cuando te caías al suelo. Hoy te acuerdas de ella. Y del Santo del día. El que perdió la piel. Mejor se la quitaron. Metáfora. Tiene iglesia neoclásica y modernísima en la judería de verdad. Y barrio. El de San Bartolomé...
Apóstol. Bartolomé. Llamado originalmente Natanael. Hijo de Tolomeo y acompañante de Felipe. No sabemos de su hermosura. Le cambiaron el nombre. Bart, como el de los Simpsoms, Bartolomeo, Bartolomeus o Bartolo. Tenía una flauta, con un agujero sólo. También Bartolito, el muñequito al que le soplaban por detrás y tocaba un tamborcito. Otra metáfora: te dan por detrás y tú tocas las palmas. Como el jugador número doce, a tocar las palmas se ha dicho. A Sevilla la llamaron jugador número doce. Al apóstol del día también. Fue el último elegido. No sabemos si iba de palmero. Eso has pensado delante de su retablo neoclásico en la iglesia perdida del suelo modernito. Perdió su propia piel. Como san Bartolomé. Otra metáfora. Un apóstol que se dejó la piel en el intento. Lo ves en su retablo y piensas que por lo menos tiene la Alegría como vecina. Qué mejor compañía...Porque su vida fue dura. Evangelizó por Armenia, Persia, Arabia y la India. Cuentan que llegó a traducir al hindú el evangelio de San Mateo. Ave maría Purísima. Te has santiguado. Con agua bendita. De las pilitas postmodernas de una iglesia de la judería. Tradición y modernidad. Otra metáfora. De un santo que destruyó un ídolo y al que un rey pagano le arrancó la piel a tiras. No le merecían. Se dejó la piel en el intento. Creía en un mundo mejor. Y lo despellejaron. Por eso está con el cuchillo en el retablo neoclásico. En los riberas de Osuna todavía le están quitando pellejo. De nuevo tu abuela. “anda niño que eres tó pellejo...”. Como San Bartolomé. No sabes si tenía la piel sensible. Unos bárbaros se la quitaron. En nombre de unas ideas. Al patrón de pellejeros, curtidores, carniceros, tintoreros, guanteros y encuadernadores...oficios para el recuerdo. Como una vieja serie de televisión. Unos tuvieron calle, otros no y a otros se la quitarán. Ha pasado mucho tiempo. Quizás has pasado mucho tiempo al sol. Por eso has perdido la piel. Despellejado. Como San Bartolomé. Insolación de agosto. Te ha dado por pensar en demasiadas tonterías. Quizás no lo sean. Aparentemente. Las apariencias y la piel importan. Son sensibles. Otra metáfora. De tu ciudad...
Algunos le están sacando la piel a tiras...

20.8.08

21 AGOSTO. CONDE ORGAZ SEVILLANO


“...Y es condición que el retablo lienzo de pintura se ha de pintar en él el tránsito y muerte del glorioso doctor de las Españas San Isidoro, el cual se ha de poner agonizando lo más hermoso y devoto que pudiere, en brazos de la dignidades y canónigos que presentes se hallaron con sus capas de coro sobre sus sobrepellices y otra mucha gente popular y ha de tener sus insignias de arzobispo y un crucero puesto sobe un paño de cilicio y ceniza y ha de tener este retablo una gloria descubierta con muchos ángeles músicos y la Virgen Santa María que le trae una corona de gloria y todo lo demás del cuadro se remite al artista para que se esmere...”.
Esmerarse. Esmerarse... Era el verbo que daba vueltas por la cabeza del pintor desde que, unos días atrás, firmara con los clérigos de la parroquia de San Isidoro el contrato del gran cuadro central de la iglesia. Un verbo que no se movía solo por la mente de pintor: deambulaba entre horizontes venecianos, colores intensos, sueltas pinceladas, perspectivas italianas, sentimientos locales y emociones personales. Sería un cuadro de historia, pero también de historias, un lienzo de fe pero también de emociones, una obra de acabado perfecto pero abierta a los sentimientos y a las interpretaciones. Un puzzle de perfección que iba desfilando por la mente del clérigo pintor. Lo primero fue encomendarse al Altísimo. Al Dios Padre y la Dios Hijo. Por su humanidad sería el que portaría la corona de flores. La Virgen junto a él. Santas en un ángulo de la composición como complemento. Gloria celestial. No podía faltar los niños cantores, música que elevara el alma al cielo y algún ángel juguetón que derramara flores sobre la escena principal. El olor de santidad que le explicaron al entrar en el seminario. Olor, sonido y color. El cuadro tocaría la vista pero también el olfato y el oído. Hermosa simbología para coronar la muerte de un santo intelectual. Se situaría al centro. Arrodillado. En tránsito, como las Vírgenes muertas que había visto unos días antes. Un rostro dulce que ya trazaban los carboncillos en el lienzo y en su imaginación. Entre un juego de diagonales se irían colocando los clérigos de la parroquia, los niños de su bario , la cruz parroquial de la iglesia y alguna escena lejana que permitiera recordar la vida de San Isidoro. Ya había reunidos hisopos, acetres y sotanas. Bodegón en la historia Cuadro dentro de cuadro. Luz de Luz. Una imagen dentro de otra. Un lienzo que trajera a Sevilla la luz que le había impactado en Italia. Quiasmos, colores y rompimientos para la más bella escena.
Agosto de 1613. El cuadro más hermoso nacía en la mente del pintor Juan de Roelas.

18.8.08

17 AGOSTO. HISTÓRICA


Sábado noche. Sin fiebre. O casi. Hay quien lo llama calentura. Nunca supo si estaba bien dicho. Entró en el callejón. Ya lo había explicado alguna vez. Un adarve musulmán. Ejemplo del urbanismo medieval en el que podían existir calles sin salida. Paredes blancas que le oprimían el cerebro. Paredes de la vejiga que le oprimían los sentimientos. Quizás le oprimía más el muro lateral izquierdo. Antiguo hospital del Cardenal. El Cervantes. No el premio. Ni el manco. Ahora era convento de monjas. Agustinas de hábito negro. Las de los recortes. De la Encarnación. Las mismas que le daban nombre a la plaza de las setas. Visión fantasmagórica. Faltaba un retablo. De azulejos. Lo tenía en la memoria. Memoria nublada. Sería J.B. No podía más. Cabeza a punto de estallar. De J. B. a W. C.. Sobre el mismísimo pilar. Con su crucecita. Y sus muros blancos guardando silencio de cualquier martes. Martes de Santa Marta. La de la placita. La de la cruz de las postales. Para cruz la de la opresión interna. Necesitaba exteriorizarla. Malditos botones. Las cremalleras eran más rápidas. ¡Ay la historia!. Le quemaba la entrepierna. Reventaría. Uno, dos, tres. Ya salía. ¡Uf!. Líquido caliente sobre el pilar de ladrillo. El de la cruz. Con toda su historia...
Era del Renacimiento. Del año 1564. Diseñado por Hernán Ruiz. Nada más y nada menos. Cordobés. No el torero. El mismo que hizo el cuerpo de campanas que no quería asomarse por aquellos muros para no ver la escena. No era aquel su sitio original . Se hizo para el camino de San Lázaro. Lugar de olvido. Cerca de un hospital de leprosos. Cerca de un monasterio de jerónimos. Hoy son lugares de olvido. Líquido caliente. Sobre el pilar de piedra. Contratado por un alcalde. Un tal Francisco Chacón. Le llamaban Asistente. No había baloncesto. Maldita borrachera. Las monjas detrás del muro. Junto a la cruz. De mármol con una Piedad y con un Calvario. Como el suyo. Del Renacimiento. Con piedra del Puerto de Santa María. Como la Catedral. Y un capitel. De tipo corintio. Imposible de fallar. Tantas veces explicado. Lo hizo un cantero. Y un marmolista. Por 80 ducados. No era aquel su sitio original. Lo llamaban crucero .Crucero de San Lázaro. En el siglo XX lo trasladaron. Para que saliera en las postales. De los turistas. De un rincón del mundo. Se lo inventaron para la Exposición. La del 29. Líquido caliente. Mejor no salpicar. Dolor de cabeza. Una cruz con historia. Del Renacimiento. Sevilla centro del mundo. La cruz centro del chorro. Se hizo hace siglos. Se contrató en San Francisco. Sabía hasta el día. 17 de agosto. De 1564. Una plaza histórica. Como una meada...
Para lo que queda la historia...

14.8.08

15 AGOSTO. MUERTE SUEÑO Y ASUNCIÓN: LAS VÍRGENES DEL TRÁNSITO



La asentada tradición de la Asunción de la Virgen no aparece recogida en la Biblia, aunque fue finalmente reconocida con la proclamación del dogma por el papa Pío XII en 1950. La escena aparecía respaldada por numerosos escritos apócrifos entre los que destacan el “Libro de San Juan Evangelista, el Teólogo”, la “Narración del Seudo- José de Arimatea” y el “Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica”. Toda una serie de narraciones que insistían en realzar la santidad de la Virgen María, en diferenciar su muerte de las otras muertes terrenales y en superar las limitaciones de la condición humana con la figura de la elevación a los cielos, siguiendo la propia estela de Cristo. En occidente la creencia en la asunción de la Virgen fue tomando forma entre el siglo IX y el XII, siendo confirmada por los grandes teólogos del siglo XII como San Buenaventura, Santo Tomás de Aquino y San Alberto Magno.
Sin embargo la definición teológica e iconográfica de la muerte de la Virgen pasó por numerosas interpretaciones tanto desde el punto de vista de las creencias como desde la forma de representación artística. Diversas tendencias que incidieron en la muerte corporal unas, en el sueño o dormición otras y en la definitiva ascensión como final glorioso casi todas.
Para entender el concepto de la muerte de la Virgen la Iglesia católica tradujo el concepto “Koimesis” de los bizantinos, palabra cercana a “koimeterion” (cementerio), por el concepto “dormitio”. De esta forma, la muerte de la Virgen, no contemplada en los Evangelios, se equiparaba al concepto del sueño. A partir de aquí habría que señalar la existencia de dos tradiciones legendarias relacionadas con el tema. Una de ellas narra que la Virgen María siguió a San Juan, el apóstol amado, a Éfeso y que, al morir, fue enterrada en esta ciudad. Otra versión sitúa el enterramiento de la Virgen en la propia Jerusalén, donde llegó a construirse una basílica sobre la presunta tumba. Por tanto estaríamos hablando de un episodio basado en fuentes legendarias o apócrifas, probablemente procedente de tradiciones de tipo oral. Asunción o dormición. Curiosamente fue en el ámbito occidental donde aparecieron las primeras alusiones a la asunción corporal de la Virgen. Se considera como una de sus primeras representaciones artísticas (312) la del sarcófago romano conservado de Santa Engracia en Zaragoza, con un relieve en el que una mano parece hacerse cargo del cuerpo de la Virgen. En el ámbito oriental se incidió más en el concepto de koimesis antes citado. La teología bizantina hizo mayor hincapié en la muerte real de la Virgen. Tras el fallemiento, su alma, separada del cuerpo, es recogida por Cristo y vuelve al cuerpo de manera inmediata por la Gracia redentora de su Hijo. De esta manera, ambas versiones admitirían una especie de resurrección de María, incidiendo la iglesia oriental en la asunción del alma y la occidental en la asunción corporal.
En oriente la representación artística del tema empezó a desarrollarse a partir de los siglos X y XI, tras la crisis iconoclasta de los siglos anteriores. La forma más frecuente de representación era colocar a la Virgen tendida sobre un lecho, apareciendo detrás Cristo con su alma en las manos dispuesto a confiarla a un ángel. Pedro y Pablo aparecen en una escena que sería frecuentemente representado en las iglesias excavadas en la rocas de la Capadocia y en los extremos del Imperio bizantino, como los frescos de la iglesia de Tokali en Turquía (siglo XI).
En la misma época, la representación más común en occidente mostraba a María en el lecho de muerte con un cirio en la mano. Así aparece en el “Libro de las bendiciones de San Etevoldo” (975-980), conservado en la British Library de Londres. María, sentada, se despide de los apóstoles que se reúnen en dos grupos a su alrededor mientras que cuatro ángeles se inclinan sobre María. En el centro, la mano de Dios muestra una corona: la Asunción y la teoría de la Realeza de María empiezan a mostrarse juntas en la misma escena. Esta fusión también se produce en Italia donde la influencia bizantina llegaría hasta el mismo siglo XV. Tadeo di Bertoldo representó mezcladas las escenas de la muerte y de la asunción en las pinturas murales del palacio público de Siena, una decoración realizada en torno a 1406.
Una interpretación singular se produjo en Francia. En un pórtico de la catedral de Senlis (finales del siglo XII), los apóstoles se agitaban en torno al lecho donde acababa de morir la Virgen. Mientras dos de ellos mueven incensarios, unos ángeles portan el alma de la Virgen en forma de una figura imprecisa envuelta en un lienzo. Una escena que se desarrollará ampliamente en el gótico francés ya que aparece en los tímpanos de Catedrales como las de Chartres, Laon o París. El nuevo realismo del siglo XV aporta nuevas interpretaciones. Hugo van der Goess representó a la Virgen en posición oblicua, con un cirio en la mano, mientras que Cristo se situaba en un plano superior entre ángeles.
El arte germánico del siglo XV planteó una nueva variante: la Virgen moría de rodillas, siendo, en ocasiones, los mismo ángeles los que le cerraban los ojos y los labios. Así representó la escena Conrado de Soest en un retablo de la Iglesia de la Virgen María de Dortmud. Son interpretaciones de claro sentido moralizante en las que se estaría incidiendo en el ejemplo de lo que debe ser la muerte de un buen cristiano.
Desde el siglo XVI la Asunción se fue transformado en una Ascensión corporal de la Virgen, con una frente ceñida de doce estrellas y una luna en cuarto creciente sobre sus pies según aparece en el libro del Apocalipsis: “vestida de sol, coronada de estrellas y con la luna bajo sus pies”. Ejemplares serán las obras del Greco que muestran una definitiva tendencia ascensional física que ignora el momento de la dormición, del tránsito o de la misma muerte física.
Aún así, en el periodo barroco se volvió a conocer una regreso a la representación del lecho de la Virgen e, incluso, la recreación de elementos macabramente realistas. El caso más singular, no exento de polémicas, fue el cuadro pintado por Caravaggio para la iglesia de Santa María de la Scalla en el Trastevere, inspirado, según la tradición popular, en el ahogamiento de una prostituta en el río Tíber, hecho que motivaría al pintor para mostrar a María con el vientre hinchado entre el llanto realista de los apóstoles que se sitúan a su alrededor.
Sueño, muerte, asunción...Sevilla interpretó el tema de la asunción en su más pura estilo barroco, pero son más originales, posiblemente, las recreaciones de las llamadas Vírgenes del tránsito ó Vírgenes dormidas que se muestran al público cada 15 de agosto. En cierto modo vienen a ser una perfecta síntesis de todas la variantes iconográficas que hemos descrito. Quizás la más conocida y venerada sea la que conserva el Hospital del Pozo Santo en su iglesia del Santo Cristo de los Dolores. Durante todo el año, esta imagen del siglo XVIII se expone en altar lateral con vitrina, mostrando a María dormida y coronada, resumiendo así algunas de las variantes iconográficas señaladas. En la festividad del 15 de agosto es trasladada a los pies del espectacular altar mayor presidido por el Santo Cristo Varón de Dolores, en medio de un extraordinario aparato barroco que incluye una cama con dosel decorado con rocallas doradas y con el relieve de la Asunción, mantos bordados, velas, flores, ángeles, arcángeles, jarrones con flores de cristal y talco...Toda una síntesis del más extraordinario y efectista aparato barroco que se mezcla con una serie de detalles propios de la Sevilla conventual como sería el empleo de un velo para cubrir a la Virgen dormida durante el proceso de desmontaje del altar efímero. Toda una maquinaria barroca que se puede contemplar durante la novena que la comunidad del Pozo Santo dedica a una de sus devociones más destacadas, una imagen que incluso llegó a procesionar por las calles sevillanas hace unos años. Ejemplo de esta devoción es su representación en estampas grabadas del siglo XIX o en los lienzos del Alfonso Grosso ya en el siglo XX.
La otra visita obligada del 15 de agosto sevillano está en el convento de Santa Rosalía, la iglesia redescubierta por los sevillanos tras el traslado temporal del Gran Poder. Allí también se coloca deforma efectista a la Virgen del Tránsito, imagen anónima del siglo XVIII que sólo puede contemplarse en esta festividad y que se sitúa bajo cama barroca mantos bordados con sedas de colores y una curiosa orientación de flores realizadas con trapo y talco, en medio de una ambientación que suele variar de un año a otro para sorpresa los visitantes y devotos.
Si bien las dos anteriores son las representaciones del Tránsito de la Virgen más conocidas en la ciudad, no son las únicas. Representaciones escultóricas similares se conservan en el convento de las Mínimas de Triana, en el Real Monasterio de San Clemente, en el monasterio de Santa Paula ó en una de las vitrinas laterales de la iglesia de Capuchinos. Hay representaciones pictóricas como la pintura sobre tabla que se conserva en las Sacristía Mayor de la Catedral atribuida a Marcelo Cofermans o incluso las vidrieras de las Catedral realizadas por Arnao de Flandes en el siglo XVI.
Sin duda Sevilla recopiló una curiosa tradición iconográfica con la profundidad de un dogma teológico. Una devoción más para disfrutar de los rincones ocultos de la ciudad. En silencio, que la Virgen duerme...

11.8.08

10 AGOSTO. SANJURJADA


“Mi mamá dice que los tontos son los que hacen tonterías”. La frase que repetía constantemente Forrest Gump. No necesita más explicación. Tu abuela era más popular. Decía algo así como que los mamarrachos eran los que hacían mamarrachás. Tampoco necesitaba más explicación.
Agosto de 1932. Tiempos difíciles de la segunda república. Un general llamado Jose Sanjurjo decidió jugar a hacer historia. Algo tan clásico como los pronunciamientos. Hacerse tan importante como para tomar el poder. Y el gobierno. Y lo que hiciera falta...
El gobierno republicano ya sospechaba que Sanjurjo preparaba algún tipo de golpe. Incluso le intervinieron su teléfono. No bastó. Ayudado pro el general García de la Herrán controló las fuerzas militares de la ciudad y, quizás amparado por el calor de agosto, detuvo al gobernador civil de la ciudad y declaró el estado de guerra. Por supuesto hizo su manifiesto, o su bando, o su pronunciamiento o su pregoncito, que aquí ya se sabe la afición que hay... Fue apoyado por los requetés de la boina roja y, como diría un directivo futbolístico de nuestro tiempo, se vio valiente. Sus tropas controlaron algunos lugares de importancia de la ciudad y el general, después del pregón, se dedicó a otra de la aficiones más ranciamente sevillanas: dar un paseíto. Con aires toreros. En familia. Junto a su hijo, el capitán Justo Sanjurjo, el teniente coronel Barea, de la Guardia Civil, y el mencionado García de la Herrán, curiosamente de paisano. Una foto para la historia. Hubo algún apoyo de los círculos tradicionales y algún saludo efusivo. Algo tradicional. Cabezazo e inclinación, que ya te pondré a parir...
Pero el apoyo no fue general. Ni mucho menos. El alcalde salió en defensa de la República, al igual que la UGT y los anarquistas. Vinieron tropas de Madrid que apenas tuvieron que intervenir ya que el golpe de estado se desinflaba desde dentro. Oposición popular en la calle y frialdad en los cuarteles. Al días siguiente Sanjurjo era detenido en Huelva. La reacción popular cargó contra los círculos tradicionales de la ciudad. Ardió el Círculo mercantil, el Nuevo Casino en la esquina de O´Donell y la casa de Luca de Tena. Fue apedreada alguna casa como la del Conde de Bustilllo o la del Algabeño e incluso se intentó asaltar la sede del diario ABC y la del diario La Unión. Hubo hasta algún intento de quemar alguna iglesia. Tristes presagios en los comienzos de la República. Revueltas y extremismo controlados a duras penas. Un golpe de poco alcance. Pasó a la historia como la Sanjurjada. Por José Sanjurjo.
Si los tontos son los que hacen tonterías hay veces que sobran las explicaciones.

8.8.08

8 AGOSTO. CUENTO RANCIO DE UNA NOCHE DE VERANO


Un descubrimiento que le hizo meditar. Redondeada pelotilla en el mismísimo ombligo. Hastío y cansancio de una noche más. Largo y cálido verano. Solitario y aburrido. Eso pensaba cuando sus dedos, ¡ay señor! equivocaron la búsqueda internaútica. Tras introducir, con perdón, el vocablo artenastro en el buscador, aparecieron miles de sugerentes imágenes de unas damas no tan vírgenes como las que solía contemplar en su pantalla. Nuevas sensaciones y despertar de sentidos olvidados. Había que cambiar la rutina. Esta noche sería...
Miles de pensamientos vinieron a su mente mientras combinaba la mejor de sus camisas con le mejo de sus pantalones. El caballerito medieval bordado en el bolsillo sería su talismán.
- De algo le valdrían tantos años con las lanza en punta...-pensó para sus adentros, motivándose quizás en exceso. El estreno de unos calzones dólar de blanco inmaculado y la ración generosa de Varon Dandy completarían su irresistible presencia.
La cita ya estaba planeada de antemano. Además el tema prometía. Compañía varonil, por supuesto. Rancias cervezas en rancio bar y con un tema tremendo de conversación: aquel día se decidía el modelo de la orla que enmarcaría la convocatoria extraordinaria del ordinario boletín. Apasionante tema en el que logró imponer sus tendencias neochurriguerescas. Un triunfo que logró elevar su ánimo y otras cosas menos confesables. Tres nuevas rondas de cervezas y sus correspondientes chochitos elevaron unas sensaciones aletargadas y eliminaron viejos pudores de confesionario. Un día para cambiar. Eso propuso a su compañeros de ronda, un grupo en que se mezclaban los caballeritos de lanza, los jugadores de polo, la bandita bicolor y hasta alguna inicial bordada. La rivalidad estaba en la perfección de la vuelta de las mangas...
En el paseocolón intuyeron la sevillanía de un antro que les sonaba a Sevilla histórica. Pura ilusión. Esmeralda, Tornillo. Tormento y poco más. Al entrar se sintieron más observados que en un pregón de glorias y notaron más marcajes que en la delantera de un paso de palio. Cangrejeo nocturno en el amplio sentido. Allí cayó alguna copa más aunque el traslado se hizo más necesario que en alguna hermandad. Llegada a discoteca. Nueva cerveza y nuevo intento. Allí recordó que lo último que vio sobre el tema fue a Tony Manero. Hacía ya tiempo. Máximo ridículo que fue constatado por varias damas que no valoraron el encanto del patrico de su pelo. Fase de negación de la evidencia incluso superada.
-“No estoy borracho pero me voy a casa”.
Retirada. Cautivo de sus deseos y rendido por el dolor de sus plantas. Al llegar a casa encendió la tele y encontró el canal de los dos números.
El movimiento rítmico de una pelusilla ombliguera precedió al largo sueño de una noche de verano...