18.11.09

18 DE NOVIEMBRE. QUIEN FUE A SEVILLA PERDIÓ SU SILLA


Si quiere conocer el origen de la expresión, Rascaviejas se lo cuenta hoy a las 22.2o en Canal Sur 2 y también el próximo domingo por la noche en redifusión.

15.11.09

MÁS ANTIGUA QUE EL TIEMPO


En el silencio hablan los rincones de la ciudad. En su soledad nos explican el pasado. En su quietud nos dan señales de vida.
Fue Sevilla ciudad musulmana más de quinientos años, y tuvo en época almohade una mezquita mayor. Su planta correspondía a la de la actual catedral, con un muro de piedra conocido como quibla, hacia donde se situaban los habitantes de Isbilia en su oraciones, oraciones fijadas en un punto común o lugar santo llamado mihrab que estaba orientado hacia el sur. El fiel musulmán de Al-Andalus rezaba siempre en esa oración y la aljama sevillana tenía su mihrab de piedra como lugar de concentración de las plegarias a Alá.
Llegó una conquista castellana. En el año 1248, las tropas de San Fernando toman una ciudad que pasó a ser cristiana. Dicen las crónicas musulmanas que el viejo mihrab de piedra lloró. Pero el edificio se mantuvo. Llegó un cambio de orientación: el cristiano miraría en sus rezos hacia el este. Ya en el siglo XV llegó una nueva catedral hecha por unos locos canónigos. Y en el nuevo mihrab se situó la gran devoción del sevillano de la Edad Moderna: la Virgen de la Antigua.
Un pintura mural gótica, de reflejos dorados e influencias italianas que nos hacen relacionarla con otras como la Virgen de Roca Amador en la parroquia de San Lorenzo o la Virgen del Coral en San Ildefonso. Una imagen que sobrevivió a todo, a los aderezos de Antón Pérez tal día como hoy de 1547 e incluso al traslado de sus muros en reformas posteriores.
Fue la devoción sevillana más universal. Tanto, que un tal Cristóbal Colón nombró con su título a su primer descubrimiento en América. Tanto, que se reprodujo por todos los rincones, llegando incluso a tierras japonesas, donde fue conocida como Nuestra Señora de Sevilla. Tanto que obispos, cardenales y genios de la música renacentista se enterraron a sus pies. Tanto, que se enmarcó en los mejores mármoles del siglo XVIII y en la mejor plata de la ciudad.
Entrar hoy a la capilla de la Virgen de la Antigua en la catedral supone reflexionar sobre un pasado cargado de historia. En tiempo de supersticiones ayuda a comprender al cristiano de siglos pasados. En tiempos del ojo por ojo y de fanatismo religioso permite comprender la grandeza de un recinto antaño sagrado para el musulmán.
En nuestros tiempos, tan cargados de lo superficial, no está de más recordar las palabras de Quevedo respecto a la imagen: “Aunque me miréis tan niña, soy más Antigua que el tiempo”.
Ojalá que con el tiempo, sólo con el tiempo, lleguemos a profundizar en el simbolismo que encierra nuestra ciudad.

5.11.09

TOTUS TUUS



Testigo de esperanza. Lema para la visita del Papa polaco. 1982. Año del Mundial y del PSOE. Un largo recorrido por España. El viernes 5 de noviembre le tocó el turno a Sevilla. La ciudad lo vivió con una expectación inusual. El Papa celebraría una misa pontifical en la cual se beatificaría a Sor Ángela de la Cruz. Una ocasión histórica que respondió a todas las expectativas. Simplicidad en el Santiago Bernabéu frente al barroco sevillano. Sevilla de contrastes: sobre los terrenos de la ferial calle del infierno se levantó el espectacular altar del jubileo de la catedral sevillana. Allí estaban los símbolos de la iglesia sevillana: las imágenes de Santa Justa y Rufina, las de San Isidoro y San Leandro de Duque Cornejo y la Inmaculada catedralicia presidiendo. Arquitectura efímera para la historia. Miles de personas fueron ocupando el recinto prácticamente desde la noche anterior en una improvisada vigilia. Liturgia solemne y una cuidada organización para colocar a los varios cientos de miles de asistentes a la celebración. Tarjetas de colores para colocar a unos fieles que cantaron el conocido lema del Totus Tuus del pontificado de Juan Pablo II. También el ripio facilón: Sevilla rimó con maravilla, como en los malos pregones. Cánticos corales, masiva presencia de sacerdotes y una estudiada liturgia le dieron solemnidad al acto. El momento culminante de la celebración fue la lectura de Juan Pablo II del acta por la que se declaraba beata a Sor Ángela de la Cruz, un momento esperado por los sevillanos de todas las edades. En ese momento se descubrió el cortinaje superior del montaje efímero y apareció el retrato de la popular fundadora de las Hermanas de la Cruz. Entre un inmenso gentío el Papa se trasladó posteriormente en su famoso papamóvil por las calle de Sevilla, siempre en medio de un numeroso público que coreaba diferentes lemas religiosos. Papelitos amarillos y blancos y palomas de cartulina en el público. Juan Pablo II, acompañado de Carlos Amigo Vallejo, el flamante arzobispo de la ciudad, visitó la catedral. Allí asistió al baile de los seises y allí oró ante la imagen de la Virgen de los Reyes, colocada de forma extraordinaria en el antepresbiterio del retablo mayor. La jornada se completó con una visita al convento de la Hermanas de la Cruz para venerar los restos de la nueva beata de la iglesia. Por la tarde, Wojtyla continuó su intenso recorrido desplazándose hasta Granada, pero en la memoria popular quedó la sensación de haber vivido una jornada histórica. El Papa seguiría en España hasta el día 9 de noviembre. Momentos de despedida. Sevillanas del adiós. Algo se moría en el alma cuando un amigo se iba.
Rivalizó con la muerte de Chanquete...

Si quieren leer otras fuentes de inspiración, ya saben: http://eroticonsevillano.blogspot.com

2.11.09

2 DE NOVIEMBRE. NEGLIGENCIA MÉDICA


(Foto: Antonio Sánchez)

No es la dedicatoria a Paquirri, ni el recuerdo de Joselito o de Ignacio Sánchez Mejías. No es la lápida desnuda de Diego Martínez Barrios, el presidente de la República. No tiene la simbología de la columna truncada del arte del Espartero ni la negra profundidad cubista de la lápida de Juan Belmonte. Intelectualidad hasta la muerte... No tiene la grandilocuencia del monumento a los caídos en la guerra de África, ni mucho menos, la profundidad de la tumba del doctor Barnés, olvidado por la sociedad bienpensante que lo relegó a un rincón diferenciado del resto de los mortales.
Por supuesto, no tiene la gracia de los gitanillos de Benlliure ni la solemnidad simbólica de la tumba del pintor Villegas Marmolejo. Tampoco guarda leyendas, o sí, sobre si algunas abejas hicieron un panal de mieles eternas para un Cristo que busca la eternidad. Ni tiene fotito de comunión, ni de santo familiar, ni plaquita de bronce ni florecitas de plástico... No atrae a gentes que le canten como la lápida de Machín, ni tiene el misterio de un Cachorro oculto tras una reja, ni es tan conocida como el panteón de Aníbal González...
Pero si el cementerio de San Fernando tiene una luz que lo hace diferente al resto de cementerios europeos, tuvo o tiene una lápida que lo hace absolutamente peculiar. No aparece en las guías y no sabemos si se muestra a los ojos del visitante. Es la historia de una equivocación. Con toda la gracia con la que un sevillano puede afrontar la muerte. Dice así:

A la inopinada y párvula muerte de mi sobrino,
El hijo de mi hermana casada y de su esposo
Soneto
¡Oh niño muerto en tu niñez temprana!
El bárbaro doctor fue tu verdugo
Me acuerdo fue un día por la mañana.
Te tragaste una espina de besugo
Al imbécil del doctor le plugo
Ponerte sanguijuelas ¡cosa vana!
Se te quedaron las orejas yertas.
Y al cumplir su misión las sanguijuelas
Montado en un querube, al cielo vuela.
Tu tío.

Una lápida del siglo XIX que es toda una denuncia...
Todavía no existía la Seguridad Social.