31.12.07

31 DE DICIEMBRE. RELOJES


Decía Quevedo que llevamos la vida en traje de reloj como mayor enemigo. Próximo el fin de año, muchos son los relojes que en esta ciudad van marcando el pasar de nuestro tiempo.
En el costado de la Parroquia de Omnium Sanctorum queda un reloj de sol donde sólo es la sombra la que actúa sobre el ladrillo encalado. Nada que ver con otros lugares, muchos, en plazas grandes, con termómetros que sirven de portada segura algún día de agosto sin noticias.
Hay en Sevilla relojes cargados de leyenda. Desde la calle Santa Clara mirando hacia San Lorenzo, hacia uno de esos cielos que no perdimos, se encuentra uno. Es el reloj de la parroquia que, según la leyenda, sirvió a alguien para identificar dónde estuvo a punto de ser sepultado.
También hay relojes cargados de historia, medidores del tiempo de la ciudad. El ejemplo más claro es el que está más alto. Se trata del reloj de la Giralda, una obra diseñada por Fray José Cordero que desde 1781 marca el latir de la ciudad desde suposición en la Giralda. Precisamente la Giralda fue el grabado que mandó hacer Sanchís en unos relojes para la Exposición de 1929. Fueron un fracaso. Sin embargo, fueron un éxito esas cinco esferas que Longines colocó en la relojería El Cronómetro, una de las señas de identidad de la calle Sierpes. Fueron colocadas en 1922 y sustituyeron a un antiguo escaparate, otra joya oculta, que se trasladó a la tienda de ultramarinos El Reloj, en pleno barrio del Arenal. Otra joya que en los últimos tiempos nos han redescubierto unos publicistas extranjeros.
En fin, relojes que nos marcan el paso de los años. Algunos incluso nos recuerdan a la Puerta del Sol de Madrid. Sitúese en Santa Catalina, junto al Archivo Histórico y lo comprobará.
Pero el reloj más sobrecogedor no anda ni se para. Tiene más de 300 años. Vaya al Hospital de la Caridad y observe. Allí, desde un cuadro de Valdés Leal, Miguel de Mañara nos mira fijamente. Un enfermero nos manda guardar silencio. Al fono el reloj más impresionante. Es un reloj de arena. A su lado aparecen una calavera y un búcaro con tulipanes, una vanitas barroca que nos habla de la brevedad de la vida y de lo efímero de las glorias humanas.
En estos días de bullicio, los relojes de la ciudad nos hablan del paso a un nuevo año. El reloj de Valdés Leal nos habla en los mismos términos que Quevedo: “La vida nunca para / ni el tiempo vuelve atrás la anciana cara...”
Feliz Año Nuevo.

26.12.07

SANTO VARÓN (Mi pesadilla cofrade)


La vida es una semana. Es la frase que se repitió a si mismo la mañana de aquel domingo. De Ramos, no había que decirlo. Y con cara de domingo afrontó la jornada.
Su esquema mental estaba terminado desde hacía tiempo. Tenía que encajar las novedades de aquel año, pero seguro que lo llevaría bien. Quizás le faltara el rodaje de una Cuaresma como la de años anteriores. Daba igual. Era una nueva experiencia eso de empezar cuando realmente comenzaba uno de los motivos de su vida. Acompañado de otro de ellos salió a la calle. A hora temprana: era domingo. Traje nuevo y zapatos, éstos con la falta del rodaje que años anteriores hacía el viernes de Dolores. Sol. Era necesaria la sombrillita. No importaba. A la calle a por la primera...bulla en el sitio menos esperado. La frasecita por primera vez. Adiós planes. El programa comenzaba a sudar en el bolsillo por el calor y por los nervios. Apenas consiguió ver el misterio a paso de tambor y ante el palio sintió una mezcla de emoción y nerviosismo por lo que se avecinaba. Para salir, nueva bulla. Y otra vez la frasecita. Ya lo sabía.
Traslado al siguiente lugar. Aumentaba el retraso. El plan no podía ser. Hora de la merienda. Tres tipos de mancha en el traje nuevo: la propia, la ajena y la de origen desconocido. Programa en mano reestructuró el día. Yendo al nuevo sitio escuchó de nuevo la frasecita. Paciencia. Llegó tarde y mal. El Cristo había pasado y vio el palio entre diversas incomodidades, algunas inconfesables. Estación en el servicio y cita con gente prescindible. Plantearon la primera copa cuando sólo pensaba en lo que le faltaba. Transigió, aguantó conversaciones e hizo el último intento. Tambores lejanos, manto bordado en la lejanía y la hora encima. Y la frasecita.
Hora de regreso. Larga caminata entre frasecitas y llegada a casa. Cumplidas las obligaciones familiares, con pies doloridos y corazón compungido se tendió en la cama. Al cerrar los ojos le retumbaba la frasecita en sus oídos:
“¿Dónde irá con un carrito?”.Fin prematuro de Domingo.
...Y la Amargura en la calle...

21.12.07

NAVIDAD


La espera. La ilusión. El tiempo. La vida...
Los regalos y el tiempo para regalar, los sentimientos y las ganas de sentir, las alegrías y las ganas de alegrar, la esperanza y la desesperación del que espera y del que ya ni espera. Todo queda y todo pasa. Pero algo queda. En un rincón del mundo. Cargado de noticias. Buenas y malas. La vida misma. La Buena Nueva y las menos buenas...
La compañía y la soledad, saber que estás ahí o sentirlo, la presencia y la ausencia. Familia, familia política y política de familia...Los sentimientos...
Incienso de Reyes y humedad de viejas cajas, caramelos pisados y esperanzas renacidas, creer en mundo mejor, y luchar por él, roscón de nata o peladilla, anisete de la abuela o cubata de fin de año, marisco pasado e ilusiones renacidas, la madera del niño que besas y el perfume a nada de las monjas, la misa del Gallo y el gallo en la mesa, las castañas calientes y el libro recién abierto, el perfume de la mujer que descubres y el perfume el olvido, las calles de toda la vida y el olor de la nostalgia, el anís y el clavo, el primer mantecado y el mantecado de limón, el perfume de la compañía y el de la soledad...los olores.
La luz que nos ha nacido y la que está por nacer, la zambomba de colores y la estrellita que se apaga, la bengala y el cohete, el raso de una capilla y dormir al raso, los cirios y las velas de fantasía, la tarjeta de siempre o el correo de colorines, las listas del langostino y la lista de la compra, el cirio recién apagado y la cera que está por arder, la bombillita del nacimiento y la de tu interior, las que parpadean y las que luchan por no extinguirse. In Ictu Oculi...las luces.
Esperar, reír, llorar, suspirar, recordar, dormir, descansar, anhelar, compartir, soportar, comprender, ser, estar... Volver. Volver a ser niño. El Niño del Pesebre. Dios se hizo hombre, quizás sólo niño. Grandeza y misterio. Dios de Dios. Luz de Luz. Algo debió pasar...
FELIZ NAVIDAD.

20.12.07

20 DE DICIEMBRE. EL MISMO TEMA


Aquella tarde de diciembre de 1945 Sevilla era una ciudad fría y triste. En cierto modo era una ciudad vacía, con excesos de hambres y falta de trabajo; una ciudad que vivía el fin de la Segunda Guerra Mundial con una distancia fruto de las penurias pasadas. Los vecinos de la ciudad buscaban en el cine el olvido de tanta miseria. Los más jóvenes disfrutaban en el Palacio Central de “La Diligencia”, la gran película de Ford que ponía en pie al patio de butacas en unas interminables persecuciones de indios y vaqueros. Para los más nostálgicos, en el cine Llorens podía verse “Los últimos de Filipinas” toda una ocasión para sentirse un héroe con hambre en el estómago y emblema de Falange en la solapa. Los amantes de la copla habían disfrutado pocos días antes de la reposición de “Macarena”, el último gran éxito de Juanita Reina, y ya había algún seguidor que esperaba su próxima película, “Rapsodia Española”. Pero aquella ciudad sepia de cartillas de racionamiento seguía teniendo niños. Y fueron muchos los que ahorraron para cambiar el blanco y negro por el color de “Pinocho” y de “Dumbo”. Por un momento se olvidaron de iglesias quemadas, del frío en el corral y del zurcido del viejo traje, para volar encima de un elefante orejón que hacía llorar a padres y a niños.
Aquel día de diciembre la ciudad seguía herida. Por la calle San Luis seguían oliendo a la ceniza de antiguas maderas quemadas y aunque ya estaban en obras, todavía seguían cerradas muchas iglesias: San Marcos, San Gil, Omnium Sanctorum, San Julián... todas esperaban volver a ser las iglesias de la Sevilla Roja. Pero aquel día de diciembre se habló en Sevilla de otra cosa: de la Feria. Y no porque en la feria de aquel año hubiera triunfado, un año más, Manolete, con su toreo frío y elegante. Tampoco porque aquel año se hubieran celebrado el 25 aniversario de la muerte de Joselito ¡quién lo diría!, tanto años ya... Aquel día 20 de diciembre en el Ayuntamiento de Sevilla se habló de la Feria. Y fue para cambiarla de lugar. En el pleno se probó la compra de terrenos en el barrio de los Remedios para trasladar de sitio la Feria. Nada menos que 530.000 m. para mudar el Real del Prado a los Remedios. Cosas de la época. Cada metro cuadrado le costó al Ayuntamiento 11 pesetas de las de entonces. Hubo quien pensó que aquello no tenía futuro, que la zona estaba lejana, que se perdería la Feria de Cigarreras y de calle San Fernando. Aunque la idea del traslado no era nueva. Ya hacía décadas que se había pensado en otros terrenos, como los del Campo de Marte, allá por Plaza de Armas.
El cambio tardó en producirse casi treinta años. Pero aquel día de diciembre de 1945 en Sevilla se habló de la Feria. Pasa el tiempo y parece que muchas veces seguimos hablando de los mismo temas de siempre...

17.12.07

18 DE DICIEMBRE. LA VIRGEN


Sin hacer ruido, un año más, ha llegado tu día. Me he acercado a tu casa para besarte y, un año más, me quedé sin palabras. Mirarte a la cara me costó; fue todo un esfuerzo, pero al mismo tiempo no supe otra hacer otra cosa. Confianza. Ya sé que tu cara me acompañará el miércoles, y el jueves, y el resto del año...
Un año más, no sabría decir cuál es tu edad. Alguien me contó que andabas por los diecinueve pero en tus ojos hay mucho tiempo, mucha alegrías y muchas penas, pero sobre todo muchas esperanzas. Esperanza de siglos.
Creo que llegaste a esta, tu tierra, en los años finales del siglo XVII, aunque en eso nadie se pone de acuerdo. Unos dicen que naciste de manos de una mujer, otros que de un artista desconocido, otros que de unas manos triunfadoras. La cuestión es que te fuiste a vivir cerca de la antigua muralla, entre huertas y gentes sencillas que vieron en ti un motivo para seguir existiendo. Llegaste y te pusieron un nombre antiguo. El nombre de los salmos que se rezaban en la catedral de Toledo para anunciar la llegada del Niño Jesús. O Sabiduría, O Vara de David, O Enmanuel, O Esperanza Nuestra. Aunque tanto te identificaste con tu barrio que, al final, os transformasteis en la misma cosa.
He vuelto a comprender por qué te quisiste transformar en madera. Madera en el rostro, madera en las manos y un simple candelero para que tus devotos te vistieran de Reina en las alegrías y de mujer de Jerusalén en las Penas, que de todo has vivido. Mirándote a los ojos he sentido que las cosas importantes no se pueden explicar, que todo en la vida tiene muchos matices. No he sabido si ríes o si lloras, si levantas una ceja o es que relajas la otras, si tus lágrimas terminan o empiezan. Alguien me dijo que la fe era creer en tanta belleza. Y puede que no le faltara razón....
Sentado en tu casa, llena de invitados, como siempre, he recordado muchas historias que alguna vez se inventaron en tu barrio de la Feria: que si te quisieron cambiar por un reloj, que si un borracho te tiró un caso de vino, que si te quisieron vestir de republicana en 1873... Pero tú sabes que haz vivido historias que no son invenciones: todavía recuerdas cuando te metieron en un cajón de madera para huir del maltrato de la incultura; y tu escondite en un refugio, envuelta en sábanas mientras tus hijos se mataban unos a otros. Tampoco olvidarás cuando murió aquel torero que tanto te quiso y te vistieron de negro, un luto que te recordó la muerte de la Jerusalén de hace dos mil años...
La vida es así. Hoy y mañana, el día y la noche, la alegría y la pena. Por eso también has conocido glorias, y coronas y pregones, y sobre todo confesiones de tu gente. La gente que hoy, entre verdes, bordados, risas y llantos comenzamos a vivir un tiempo de espera. Es en San Gil. Un lugar en el mundo donde comprender aquello de que la Esperanza es el sueño de los que están despiertos...

13.12.07

DULCES DE CONVENTO


Terminó la tradicional exposición de dulces de conventos de la provincia de Sevilla. Buen momento para conocerlos. Pero no el único. Le propongo una ruta para realizar todo el año.
Comience junto a la Barqueta, en el Monasterio de San Clemente. Atraviese la antigua calle Reposo, cruce bajo el azulejo del titular, y entre en un compás donde sigue habitando la presencia de Rafael el portero y la de esos jóvenes que aprendieron a torear en medio de la historia. Llame al torno. Una voz delicada, quizás la de madre Macarena, nombre hermoso para un hermoso lugar, le atenderá. Pida un bizcocho de la casa, allí aparece espolvoreado con azúcar el escudo cisterciense dándonos la primera lección de historia del día. Enfile por la calle Santa Clara buscando los cielos que perdimos. En el cruce con la calle Santa Ana entre en el convento de la Abuela de Dios. Allí puede pedir unos bocaditos alemanes o unas mantas al estilo de Villalba del Alcor, que no se sabe quién fue antes. Comprobará que la devoción a la orden carmelita se explica en una monja alemana que ora et labora en el barrio de San Lorenzo o en unas monjas que se fueron a fundar a tierras onubenses. Deberá dar un largo paseo para continuar hasta el Monasterio de Santa Paula. Allí, entre cipreses y azulejos italianos, sigue habitando el alma de Cristina de Arteaga junto al alma de Pedro, ese portero que mezclaba palabras en latín con historias inventadas y que regalaba geranios blancos al visitante. Pida cualquier tipo de mermeladas. No encontrará nada igual. Rece con devoción a San Jerónimo para que no se hayan acabado los tocinos de cielo. Si la Providencia le permite probarlos comprenderá uno de los sentidos de la vida. Por Calle Sol busque el nombre monacal de Doña María Coronel en el Monasterio de Santa Inés. Tendrá múltiples dudas ante el torno, oirá sin Pecado Concebida en labios de lejano origen y propuestas muy dulces: pastas de Santa Clara, tortas de chocolate, bollitos de Santa Inés...el alma de Maese Pérez no le perdonaría que dejara de probarlos. Queda a su elección. Un paseo más. Atraviese el antiguo foro de la ciudad para llegar a la antigua judería de San Bartolomé. Allí está, entre San Nicolás y Santa María la Blanca el Monasterio de Madre de Dios, dominicas históricas que llegaron acoger a Isabel la Católica y que hoy sufren la amenaza de derrumbe en una ciudad que olvida sus tesoros. Junto a las escobitas de San Martín de Porres, la lista de dulces habla por sí sola: cordiales, almendrados de chocolate, gallina en leche, bienmesabe...El recorrido no puede acabar de forma más dulce.
Una advertencia. En este recorrido, que por supuesto no aparece en las guías, y que es ciertamtente incompleto, escuchará a madre Bernarda en Santa Paula asegurar que los dulces de las monjas no engordan. Es una mentira piadosa. Pero merece la pena creérsela. Buen provecho.

10.12.07

11 DE DICIEMBRE. AZUCENAS MARCHITAS


“La vista más bonita del mundo”. Eso le pareció aquella postal que se ofrecía ante sus ojos a aquellos obreros de Villalba. El día era frío y el trabajo duro. Pero tener una ciudad como Sevilla rendida a sus plantas era un privilegio de muy pocos...
Martes 11 de diciembre de 1979. La Giralda estaba en peligro. Algún periódico incluso mencionó la palabra ruina...Años habitando en el olvido de los cielos sevillanos la habían convertido en todo un símbolo. Símbolo del abandono de la ciudad por los que llama sus símbolos. Por eso, aquella mañana de diciembre fue para aquellos obreros una especie de reencuentro con la mujer amada. Quizás ellos no supieron decirlo, pero sí supieron sentirlo. Soplaba el viento frío que anuncia el invierno y aquellos elegidos se asomaron al balcón de la ciudad. Ya estaban colocados los cañizos que tanta guasa estaban levantando en Sevilla: la Giralda se había convertido en un coto cerrado. Y ellos eran los escogidos.
Aquellos albañiles de Don Joaquín Pérez Díez descubrieron ante sus ojos un espectáculo nuevo. Alguno hasta se emocionó acordándose de su Santa Águeda o de su Virgen del Carmen. A los pies, Sevilla. Y ellos en la Giganta. Porque muchos son los llamados a la belleza y pocos los elegidos. Un lujo. Un lujo abandonado. Aquellos obreros encontraron sorpresas y abandono. Los remates de piedra se caían, hubo uno que se desintegró. Las caras de los profetas, o lo que fuera aquello, llenas de hierbas. Las máscaras grotescas que talló el Renacimiento olvidadas, como un Bomarzo sevillano. Faltaban azulejos y había ladrillos que se caían. Así estaba la Giralda. Cuerpo del Reloj, Cuerpo de las Azucenas...Y santa Juana en lo alto. Hubo que retirar escombros, basuras, vegetación y olvido. Unos obreros tuvieron que sujetar con redes las bolas caladas de estrellas para que no se cayeran. Antiguas luminarias apagadas por el óxido del abandono. Dicen que aquello impresionó a Don Joaquín y que el dibujo de aquellas bolas quedó grabado en su corazón... Pero peor fue contemplar las azucenas. El abandono las había deshojado y el antiguo símbolo de la pureza parecía a punto de morir. Alguien con manos de cirujano retiró la última azucena de bronce. Las manos expertas de un orfebre harían una copia para que la Giralda volviera a ser la Giganta de Sevilla. Envuelta por el frío de diciembre y por el cariño de aquellos obreros bajaron la última azucena. Fue un día de diciembre que no olvidarían. El día que empezó a renacer la Giralda.
Pasaron los años y las azucenas de bronce volvieron a florecer. Como la Giralda. La vieja azucena de bronce quedó colocada en un despacho de la ciudad. Ver para creer... Pero en el corazón de unos elegidos quedó fundido el bronce más hermoso... Lo llaman recuerdo.

5.12.07

6 DE DICIEMBRE. LA PAJARITA


Nadie llamaba por su nombre a aquellas mujeres. Eran conocidas por su apodo, o por su estirpe, o por sus padres. La Morena, la Pajarita, la Coral, la del Vargas, la del Carmona... Hoy las llamarían gitanas. En el siglo XVIII se decía que eran castellanas nuevas, morenas o de religión egipcia.
Aquel 6 de diciembre de 1749 fueron las mujeres más felices del mundo. Por fin podían volver a sus casas después de haber sido desterradas de Sevilla. Todavía recordaban con miedo lo que ocurrió en julio de aquel año. Una orden del rey Fernando VI expulsó a los gitanos de Sevilla. Los soldados tomaron las puertas de la ciudad. Sólo la puerta del Arenal y la de la Carne quedaron abiertas, pero con doble guardia. Y los gitanos no pudieron resistirse. Tres viejos conocidos, el Ciempiés, el Moreno y el Camaronero murieron cuando trataban de huir. Y la vieja raza calé fue expulsada de Sevilla.
Meses después, la tarde de aquel 6 de diciembre, muchas pudieron volver a su casa por buena conducta. Cuando María la Pajarita llegaba a su ciudad miró al Cielo e hizo una promesa solemne, de esas que sólo entienden los de la raza morena. Primero lo habló con su marido, un viejo cocinero que había hecho fortuna en las Américas. Luego lo comentaron con otros devotos de su raza. Y dieron forma a su idea cuando hablaron con Sebastián Miguel de Varas: fundarían una hermandad propia. La de los castellanos nuevos. La de los Gitanos de Sevilla.
No fue fácil. Muchos días para convencer a los frailes del convento del Espíritu Santo, en Triana. También hablaron con la autoridad eclesiástica. Hubo pegas y recelos. Pero finalmente los gitanos pudieron fundar su hermandad. Un día 7 de diciembre de 1753 se aprobaban las reglas de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y de María Santísima de las Angustias. María la Pajarita nunca quiso que se supiera, pero aquella hermosa imagen de Jesús Nazareno la había donado ella. Algunos dicen que se gastó parte de su fortuna en encargarla. Dicen que con el resto de su dinero encargó la mejor de las túnicas posible, con oros y terciopelos como nunca se habían visto en la ciudad. Había nacido el Cristo de la Salud, el Manué, el Dios de aquellos gitanos que un día fueron expulsados de su casa.
La hermandad conoció cambios de casa, como el destierro pasado de sus fundadores. De Triana pasaron al convento del Pópulo, de allí a San Esteban, a San Nicolás, a San Román, al Valle.... Vivió años de riqueza y años de pobreza. Un día de julio de 1936 las llamas acabaron con la imagen del Cristo de la Salud. Pero los Gitanos hicieron otra. La hermandad resurgió una vez más. Y cuando en la mañana de un Viernes Santo alguien llama Manué a su Cristo, todavía hay quien se acuerda de un 6 de diciembre en el que María la Pajarita fue una mujer feliz.

3.12.07

4 DE DICIEMBRE. LA MANIFESTACIÓN


Por fin llegó el día. Tu padre se había llevado toda la semana dándole vueltas a aquella bandera blanca y verde, con un leoncito y un señor forzudo que a ti te llamaba la atención. Hércules, o algo así, te dijo tu padre que se llamaba. El verde y el blanco no eran tus colores, pero la verdad es que tú tenías ganas de sacar aquella bandera a la calle. Y el día llegó...
4 de diciembre de 1977. Te levantaron temprano. Te pusieron el dichoso abriguito marrón de los domingos. Tu padre cogió la bandera y pronunció aquella extraña palabra: manifestación. Tú no sabías muy bien que significaba aquello, pero pronto te diste cuenta que aquello sería divertido. Camino del Prado aquello prometía. Miles de personas que llevaban banderas como la tuya, gente mayor, gente joven y muchos niños como tú. Con tu hermanos y tus padres te metiste en medio de aquella marcha y pronto comenzaste a sentirte mayor, aunque no sabías porqué. Se andaba muy lentamente y se oían gritos, como en el fútbol. Lo que pasa es que aquí no sabías que significaba eso de autonomía o eso de libertad, pero tanta gente dando gritos te divertía mucho. Hacía tiempo que no veías a tu padre tan entusiasmado.
Andabais despacio. Pasasteis por la Avenida y parecía que la gente cada vez estaba más apretujada, tanto que tu padre te cogió en brazos. Al llegar a la confitería Filella los gritos aumentaron. En la esquina de tus dulces de Semana Santa alguien había sacado una bandera que no debió gustar a los demás y empezaron a oírse muchos insultos, muchas de esas palabras que tu padre no te dejaba decir. No entendías nada pero recuerdas que hubo empujones, más gritos, policías e incluso que alguien quemó una bandera. Un grupo llamaba fachas a los de la bandera roja y azul y tú seguiste sin entender nada. Aunque tu padre quiso mantener la calma, viste en su cara que algo malo estaba pasando. Pero la cosa no pasó de ahí. La marcha siguió andando y al llegar a la Plaza Nueva viste a un señor con chaqueta de pana y gafas de pasta negra asomarse a un balcón. Alguien mencionó la palabra Guerra y aquel señor habló de unas cosas raras: el paro, la industrialización o la situación del campo. Por supuesto que no entendiste nada pero a la gente debió gustarle aquello porque todos movían sus banderas blancas y verdes y gritaban aquello de ¡Andalucía, Andalucía!. Y tú no fuiste menos. Porque la mejor bandera era la tuya.
Cuando acabó aquello, camino de tu casa, te sentiste importante. Casi treinta años después todavía recuerdas aquel día de diciembre de 1977, un día de banderas en cual comenzaste a ser mayor...

1.12.07

2 DE DICIEMBRE. ACOSADA


Un año más he ido a verte. Un año más me he envuelto de silencio en el convento de Santa Inés para ver tu rostro quemado. Un año más me he acordado de ti, María. Podrías ser una mujer más. Pero la ciudad te recordó, y, junto a tu cuerpo incorrupto, te puso una calle con aromas de un domingo de Ramos que nace cada año en Doña María Coronel.
A través de la reja he visto tu rostro. Y en tu rostro, tu historia. Naciste en Sevilla allá por el año 1334. Tu padre fue un personaje muy conocido, Alonso Fernández Coronel, alguacil de Sevilla. Te casaste muy joven, con algo más de quince años, con un descendiente de Fernando III, don Juan de la Cerda. Parecías encaminada al triunfo en la vida. Pero como a tantas mujeres, la vida te enseñó su peor rostro. Te tocó vivir una época de lucha por el poder. Una guerra civil por llegar al trono de Castilla. Y no estuviste en el bando de los ganadores. Tu padre fue decapitado por orden de Pedro I el Justiciero, que para ti siempre fue Pedro el Cruel. Lo mismo ocurrió con tu esposo, Juan, que también escogió el bando contrario al rey. Corría el siglo XIV. Y en aquel tiempo las viudas lo pasaban muy mal. Sobre todo si perdían sus posesiones, sus tierras, su dinero.
Hoy me he acordado de todo esto. Al pasar por la Iglesia de San Pedro y llegar al monasterio de clarisas. Al oler a perejil y a bollitos de Santa Inés. Al verte vestida de monja, un año más; con el rostro quemado y las manos sobre tu pecho, a través de la reja encerrada en una urna de madera. He recordado que el rey Pedro se fijó en ti. Tu te refugiaste en el convento de Santa Clara. Allí, junto a la torre de don Fadrique pensaste que ibas a ser feliz. Sobre todo después el milagro. Te sentías una mujer acosada. Hasta el día que apareció el rey como una furia en el interior del convento para buscarte. Las monjas te metieron en un agujero. Y se hizo el milagro. Rápidamente brotó peregil y el rey no te encontró. Ese día pensante que tus pesadillas se habían terminado. Pero el horror llegó más tarde. El día que Pedro I entró como una furia hasta las cocinas del convento. No pudiste más. Todavía notaré el terror en tu rostro quemado. Cogiste una sartén de las grandes, de las que usaban las monjas en las grandes ocasiones. El aceite hirviendo que tenía te lo volcaste en la cara. Pensaste que morirías de dolor. Pero aquello fue tu liberación. Porque pudiste comenzar una vida nueva, una monja nueva en un convento nuevo, el de Santa Inés, que tu misma fundaste. Creo que allí encontraste la paz.
Recuerdos entre los muros góticos de un convento. Una terrible historia contra una mujer del siglo XIV. Desgraciadamente, siete siglos después hay cosas que han cambiado muy poco...

26.11.07

27 DE NOVIEMBRE. LA NIÑA


Dicen que nadie cantó como ella aquel tango que decía lo de “péinate tú con mis peines...”. Desde entonces nadie la conoció por su nombre , Pastora Pavón Cruz. Desde entonces se convirtió para todos en la Niña de los Peines.
Había nacido en febrero del año 1890, en el número 19 de la calle Butrón. En su casa eran muchos los que cantaban, sus hermanos Tomás y Arturo, aunque ninguno de ellos de forma profesional. A los nueve años ya se oía su voz, la voz de la necesidad, en la Taberna de Ceferino, un local de la Puerta Osario. De allí pasaría a Madrid, un destino forzoso para triunfar en la España de comienzos de siglo. Allí actuó con éxito en el café del Brillante, actuando posteriormente durante una larga temporada en Bilbao. A partir de aquí se iniciaría el éxito: los cafés cantantes de Sevilla, el Circo Price de Madrid, el palacio de Carlos V de Málaga. Toda una variedad de lugares que demuestran la variedad y la complejidad del flamenco de la España de comienzos de siglo. Junto a ella estuvieron los más grandes: Pepe Marchena, Imperio Argentina, Manolo Caracol. Y Pastora Pavón recorriendo mil y un lugares con una voz que la colocaba como la primera dama del flamenco español de la época, en una época dominada por las voces masculinas de Chacón y de Torre.
Mujer de su tiempo, fue amiga de Manuel de Falla, de Federico García Lorca y de Julio Romero de Torres, que llegó a pintarla en uno de sus cuadros. Y como buena flamenca, entroncó con otro palo lleno de arte al casarse con Pepe Pinto en el año 1949. Desde entonces compartieron carteles triunfantes como anticipo de su retirada.
Dicen que Pastora Pavón lo cantaba todo: soleares, siguiriyas, tientos fandangos, malagueñas...pero sobre todo peteneras, tangos y bulerías lorqueñas.
Tras una vida de arte tuvo una muerte de arte. En 1969 fallecía su marido Pepe Pinto. Unas semanas después lo acompañaría ella, aunque la razón hacía tiempo que la había abandonado. Fue enterrada tal día como hoy.
Todavía cuerda llegó a verse reflejada en el monumento de su Alameda que hizo Antonio Illanes. Fue un año antes, a finales de 1968 y en aquel homenaje cantaron Naranjito de Triana, Caballero y hasta su marido Pepe. Desde entonces, desde el final de la calle Calatrava nos sigue observando con su pose flamenca, con su mantoncillo y con los peines que le dieron nombre.
En 1999 la Consejería de Cultura consideró bien de Interés Cultural todos sus registros sonoros, siendo la primera voz convertida en patrimonio. Al recordar este dato me viene a la memoria algo que me contaba mi abuelo: las famosas broncas de la artista con Pepe Pinto. Su voces se oían por toda la Alameda. Y uno se pregunta si estas voces serían también parte de ese patrimonio cultural...

23.11.07

24 NOVIEMBRE. ANIVERSARIO MACARENO.



Reinaba Felipe II. En el Imperio no se ponía el sol. Sevilla centro del mundo.El alcalde era Asistente. Se llamaba don Pedro Carrillo y era Conde. Luego vendría el de Puñoenrostro y mucho más tarde simplemente los del Rostro... Cervantes malvivía por los rincones. Un ingenioso hidalgo rondaba por su mente. Roma triunfante. Mapa de huérfanos y capa de pecadores, donde todo era necesidad y donde ninguno la tenía. Buscones y lazarillos por los rincones. Y hasta el diablo Cojuelo... La Giralda era el Giraldillo. La torre ya era roja y la Giganta todavía era dorada. La Feria era el mercado y el antiguo relator medieval ya le había dado nombre a una calle. En el Corpus había zarabandas. Un baile, nada más y nada menos. Hortelanos y tías Tomasas. Mes de los muertos y de la esperanza de los vivos. Frailes de origen griego. San Basilio su patrón. Soñaron con una sonrisa que los llenara de futuro. Habían pedido una regla. Se la concedieron aquel día de noviembre. Gracias al provisor del Arzobispado. Fue un día feliz. Rezarían de rodillas lunes, miércoles y viernes. No había duda en el título. Quizás en el futuro fuera también cofradía. Alguno dijo que era el sueño de los que viven despiertos. Tenía razón. Tendría nombre de mujer. De barrio. De ciudad. De madre del mismo Dios...En un rincón del mundo se fundaba la Hermandad de la Macarena.

19.11.07

20 DE NOVIEMBRE. MUÑECOS BONITOS


“Todas mi esculturas son desgarros. Mi arte es la expresión del alma de mis amigos que han muerto luchando por un ideal. Son como sueños torturados....Los que me tachan de duro no saben que no puedo vender mi arte a los que sólo quieren ver reflejados muñecos bonitos...” Todo esto contó el escultor unas horas antes de su muerte. Corría el año 1982 y la cabeza de don Luis se llenó recuerdos. Vinieron a su mente su niñez en San Roque, el primer trozo de barro que le dejó tocar su padre y las primeras letras que le enseñó su profesor, el sabio alcalde republicano. Fue el que dijo a sus padres que Luisito tenía actitudes para dedicarse al mundo del arte...
- ¡Qué mundo...!, recordó. El mundo de la España de los años 30 que tanto le hizo sufrir. Una guerra, enfrentamientos, miedos y el peor día de su vida: unos monstruos sacaron a sus padres de casa y los fusilaron simplemente por sus ideas. Nunca pudo olvidar ni el miedo, ni la última mirada de los seres que más quiso, ni las explicaciones que alguien le quiso dar: “fusilados por rojos”. Nunca comprendió que aquello fuera tan grave para acabar con la vida de alguien.... Desde entonces le acompañó el dolor. Un dolor constante que tuvo que modelar en barros, en maderas o en hierros. Era una forma de expresión. Un dolor que volvió a sentir cuando fue encarcelado por sus ideas y por ser hijo, ni más ni menos, que de sus padres. Cuatro largos años en el campo de concentración de Molina de Segura a la espera de un fusilamiento que nunca llegó. O sí. Porque a Luis Ortega Brú hacía tiempo que le habían fusilado el alma...
En el frío de la noche de noviembre vinieron a su mente todas sus obras. Muchas para recordar en su última noche. Desde aquellas primeras miniaturas que le dejó hacer Juan Pérez Calvo hasta su primer gran Cristo: el de la Caridad del Baratillo. Pocos sabían lo que tuvo que contenerse para hacer plácida aquella muerte que el había visto tan cercana. Luego vino su gran misterio para la hermandad de Santa Marta, los premios y la incomprensión de una ciudad que lo mandó a Madrid. Allí fue feliz con Carmen, su mujer, y con sus cuatro hijos. Años de mucho trabajo y de mucha creación: esculturas, miniaturas, arte religioso, abstracciones, pinturas simbólicas... toda una vida dedicada al arte.
Pero Sevilla seguía en su corazón. A pesar de la incomprensión. Por eso regresó a ella para hacerle “su Cristo” y para firmar su testamento en doce apóstoles para la hermandad de la Cena. Una obra difícil...Como su ciudad. Eso pensó en su última noche el gran escultor.
25 años después, viendo a su represor a los pies de su Cristo, los fajines en sus imágenes o las pintadas de salvajes ignorantes contra su madre de la Esperanza quizás pensaría lo mismo...

15.11.07

FOTO DE LA SEMANA. EL NIÑO RICARDO


Si un servidor fuera eso que llaman periodista del corazón podría comenzar hoy con voz de interesante y con cara de estúpido cotilla diciendo algo así: ¿A qué no saben ustedes cuál fue el primer amante de Lola Flores?. Pero no se asusten. Servidor no es periodista y mucho menos de esas tripas que visten de rosa para ocultar la basura que llevan dentro. Por eso nuestro retrato de hoy comenzará por nombrar al protagonista: Manuel Serrapí Sánchez. Quizás el nombre les diga poco. Y eso que le han dedicado un monumento en Sevilla. Aunque quizás les suene más si hablamos con su apodo: el Niño Ricardo. Si mis alumnos de la ESO me oyeran, que no son horas, dirían que el Niño es un jugador del Atlético de Madrid. Nada de eso. Fue un guitarrista sevillano. Dicen que el mejor que hubo nunca.
Nació en Sevilla en 1904. Desde pequeño tocó la guitarra con Antonio Moreno y con su padre. Y desde 1917, con sólo trece años, se convirtió en todo un profesional. Y desde entonces cargó con el apodo de Niño Ricardo, viajando por toda España tocando la guitarra en locales y tablaos flamencos. En la época de los discos de pizarra empezó a grabar sus primeros discos, eran los años veinte y comenzaba el reinado del Niño Ricardo en la guitarra española. Durante cuarenta años dicen que fue el mejor y que cuando tocaba por fandangos no tenía rival. Cuando oímos uno de sus discos de los años cuarenta notamos su voz quebrada por una operación de garganta en 1945. Y recordamos sus populares giras: con Antonio Molina, con Juanito Valderrama, con Sabicas.
Niño Ricardo grabó discos con todos los grandes: con Mairena, con Pepe Pinto, con Vallejo, con Caracol con Fernanda y Bernarda de Utrera...dicen que el sonido de su guitarra era único, quizás porque sus uñas crecían vueltas hacia arriba y eso le daba un especial sonido a las cuerdas. Tanto que llegó a ser maestro de guitarristas. Paco de Lucía decía de él que era para su generación algo así como el Papa. Aunque uno no se imagina al sucesor de Pedro con una guitarra flamenca en las manos....en fin.
La cuestión es que desde su muerte en 1974 merecía un homenaje. Y se lo dieron hace con una estatua en la plaza de San Pedro o Cristo de Burgos, según prefieran. Hace poco fui a verla. Allí está el Niño Ricardo con su guitarra y su aire de película de mi abuelo. El mejor guitarrista del siglo tenía alrededor seis o siete litronas, tres cartones de tinto, varios papeles y un chicle pegado en la cara. Aunque peor fue otro día que acabó disfrazado... No sé porqué me acordé de Lola Flores. Y pensé que en nuestros días, la basura no tiene respeto por nada, y mucho menos por los muertos...

12.11.07

13 DE NOVIEMBRE. ESTANISLAOS


Unos niños pijos de papá. Eso es lo que te parecían aquellos niños repeinados y endomingados que veías diariamente en la calle Jesús del Gran Poder. A unos los llamaban luises, por San Luis Gonzaga y a los otros estanislaos, por su patrón, un santito polaco del que no sabías nada. Luises y estanislaos, congregantes jesuitas en la Sevilla en sepia de los años cincuenta. Y eso que tú también eras de los jesuitas. Pero de los pobres. De los Javieres. Y a mucha honra... Nada que ver con aquellos estanislaos de gomina en el pelo. Tus jesuitas eran los del padre Trenas, el de la sotana siempre sucia por las obras y el de los niños del Vacie aprendiendo un oficio. Niños con mocos matando los años de hambre en el hogar del Niño Jesús. Sotanas negras de San Ignacio manchadas por la miseria de una ciudad de cartillas de racionamiento. Pero tú siempre creíste que aquello era lo mejor. Como tu equipo de los javierines o como las sabias palabras de aquel loco con sotana... Todavía lo recuerdas en el púlpito. Eran años de pantalón corto, de vacío intestinal y de alpargatas gastadas. Junto al Crucificado de tu Alma, aquel jesuita hablaba con palabras que tú no llegabas a entender:
“Al comunismo no hay que tenerle miedo sino aprender de él las muchas cosas buenas que tiene...”. No entendías que significaba aquello pero aquellas señoras arregladas de misa diaria en los jesuitas solían poner cara de asombro...Comenzaban los años cincuenta en Sevilla.
Has recordado todo esto cuando hoy has abierto tu almanaque. En el santoral aparecen San Leandro y San Estanislao. El primero te suena por las yemas pero del segundo no sabes casi nada. Te has informado y has descubierto que está en la iglesia de San Luis de los Franceses. Has decidido visitar el templo. Una joya barroca llena de santos jesuitas como el de la sotana sucia de su infancia. Y entre laminitas barrocas lo has encontrado en un rincón. Alguien te ha contado que Estanislao de Kostka nació en Polonia en el siglo XVI y que era hijo de familia noble. No podía ser de otro modo, pensaste al principio. Pero luego has sabido que fue servicial caritativo, humilde y muy piadoso. Ya de pequeño solía hacer penitencias para mortificar su cuerpo. Y llegó a entrar de novicio jesuita junto a Francisco de Borja, el santo de la canina de otro retablo. Cosas de la vida... Estanislao murió muy joven, en 1568. Dicen sus biógrafos que tuvo grandes deseos de abandonar pronto este mundo. El mundo. Has sonreído y has recordado con cariño a aquellos estanislaos de tu infancia. Aunque parecieran de otro mundo. Porque el tuyo era el de aquellos javieres y el de aquellos ejercicios de Cuaresma en la oscuridad:
“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?”


A Manolo Patolín, el niño de pantalones cortos que cumple años

9.11.07

FOTO DE LA SEMANA. LAMENTO


"Hasta el mihrab de piedra llora,
hasto los púlpitos se afligen,
hechos como están en madera.
Tú que permaneces indiferente:
el destino te está llamando y, si duermes,
esta época va a vapulearte.
Alegre y confiado, su mismo país la olvida,
pero ¿puede tener patria el género humano
después de haber perdido Sevilla"


(Abu-l-Baqá de Ronda)

5.11.07

6 DE NOVIEMBRE. DIOS DE DIOS


Cuando el escultor se levantó aquella mañana sintió sobre sus espaldas el peso de la responsabilidad. Sobre la mesa de su taller de la collación de la Magdalena descansaba el documento que le obligaba a realizar una obra de importancia, una “hechura de Cristo del natural de dos varas de largo, enclavado, en madera de cedro y con la cruz de ciprés de cuatro varas con sus clavos de hierro pavonados” . Era todo un reto. Por muchas cosas. Por la persona que se lo había encargado y por las condiciones que le había planteado.
Toda la noche estuvo recordando la visita de Don Gaspar Pérez de Torquemada, el conocido mercader que le encargó la obra. Insistió mucho en que debía ser parecido al Cristo del arcediano Vázquez de Leca. Nada menos que un crucificado del gran maestro: Juan Martínez Montañés...
Se despertó temprano aquella fría mañana de noviembre de 1611. Sobre su mesa el contrato y los quinientos reales de vellón que le había entregado el mercader a cuenta. Le había impresionado su apariencia: un hombre cultivado pero cercano, de gran porte pero sencillo, accesible pero con gran profundidad, con apariencia intelectual pero al mismo tiempo cargado de sentimientos. Su ropa lo decía todo: ricas telas negras que contrastaban con unas sencillas alpargatas negras. Todo esto recordaba el escultor cuando imaginaba cómo sería el Crucificado que iba a realizar. Lo primero era ir a ver el modelo, el Cristo de Vázquez de Leca.
Lo conocía personalmente. Por eso decidió visitarlo por la mañana. Vivía cerca. En su casa recordó aquellas historias que contaban sobre aquel donjuan. Cuando le invitó a su capilla particular, Vázquez de Leca le contó que tenía intención de donar aquel crucificado a la Cartuja de las Cuevas.
-“ Menos mal, he llegado en el momento justo” pensó el escultor.
Delante del modelo, el escultor Francisco de Ocamp no fue capaz de mirar los ojos del Crucificado. Parecía que le hablaban a lo más hondo de su corazón. A sus pies, el escultor sólo pudo recordar una oración, aquello de Dios de Dios, luz de luz. Y cuando pudo abrir los ojos no pudo evitar mirar la imagen con ojos de análisis: sudario, anatomía, rostro, musculatura, posición, encarnadura...
Al salir de aquella casa un cúmulo de sensaciones se agolpó en su mente. Pensó en perfección, en músculos, en clavos, en cedro y en ciprés, en una mirada y en un mercader, en unas ricas telas y en unas alpargatas negras. Más tarde, cuando empezó a trabajar en la imagen, en medio de una negra madrugada sólo musitaba una oración: “de la misma naturaleza que el Padre...”
Aquella noche de 1611 el Cristo del Calvario nacía en la mente de un viejo escultor...

1.11.07

FOTO DE LA SEMANA. LOS MUERTOS


"Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara..." (Bernarda Alba)

A la canina que cavila...

29.10.07

30 DE OCTUBRE. EL LOCO


“El mal que no tiene cura, es locura... el mal que no tiene cura, es locura” Esta era la frase que repetía una y otra vez el nuevo inquilino del Hospital de Los Inocentes. Había llegado el día anterior. Parecía que lo suyo era grave pero en algunos momentos daba señales de mucha lucidez...Sobre todo cuando comenzaban sus sermones.
Sevilla, octubre del año del Señor de 1681. Pasillo del Hospital de San Cosme y San Damián, por nadie conocido así. Hospital de los Inocentes para todos los vecinos del barrio de San Marcos. Pasillo de un hospital de locos. Como el “Enano Camorrillas”, capaz de pelearse hasta con el azulejo de los dos santos que había a la puerta el edificio. O como el “Niño San Bartolo”, que tocaba una flauta con agujero solo, ya fuera suya o de cualquier otro majara. También paseaba por allí el “Licenciado Fétido”, conocido por airear los trapos sucios de su más profunda interioridad y regalarlos con toda la generosidad posible.
- “Toma, este cuesco para ti”, solía decir por los pasillos.
Y al sonido irreverente le acompañaba las risotadas del “Peíto de Mairena”, del “Loco de la Calle Feria” y del “Bobo de la Costanilla”. Toda una galería de locos que aquel día conoció al nuevo habitante del hospital. Lo llamaban “el de los sermones”. Y si no fuera por su mirada perdida, podría haber pasado por un lúcido orador. Cuando lo trajeron el día anterior se lo advirtieron al director:
- “Mire que parece cuerdo pero es bien loco. Si le deja hablar le dirá un sermón. Y no es cuestión de aguantarlo. Que muchas veces incluso dice la verdad...”
Algo así había ocurrido unos días antes. El loco de lo sermones se encontraba en la puerta del Palacio Arzobispal. Ya había dado su sermón de la mañana a quien lo quisiere oír. Pasó por allí el Arzobispo y el sermonero lo saludó con reverencia. Su Eminencia se le acercó y, llamándole por su nombre, le preguntó por las obras de la Catedral:
- “Amaro, ¿Qué te parece lo que estoy haciendo?”.
A lo que el loco respondió:
-“Usted hace lo mismo que Cristo pero al revés... Cristo convertía las piedras en pan para los pobres y Su Eminencia convierte el pan de los pobres en piedras...” En silencio el prelado se marchó pensativo. A los pocos días el Loco Amaro ingresaba en el Hospital de San Cosme y San Damián. Un médico lo diagnosticó a la llegada. “Amaro: loco”. La palabra resonó en los oídos del sermoneador. Loco, loco. Y aquel día de octubre se oyó en los pasillos del hospital un breve y certero sermón: “Todos nacemos locos. Algunos siguen siéndolo toda la vida..”

22.10.07

23 DE OCTUBRE. EL CONFERENCIANTE


El conferenciante sabía que muchas de sus charlas terminaban mal. Hablaba claro y criticaba las males de una España que por aquel entonces, el año 1912, parecía seguir anclada en el pasado. Había venido a Sevilla invitado por el Círculo Republicano. Le había impactado su Semana Santa, para lo bueno y para lo malo, pero no podía soportar dos de las señas de la ciudad: el flamenco y las dichosas corridas de toros.
Al llegar al salón de actos le sorprendió una asistencia masiva, con un público variado: muchos jóvenes, algunos señores de la alta burguesía, y alguna señora vestida para la misa del domingo. Sentado en la tribuna escuchó una presentación correcta, ni muy exagerada en el recuento de sus libros o de sus andanzas, ni con la cortedad superficial de otros sitios. Estaba algo absorto cuando oyó la frase introductoria:
- "Señoras y señores, cedo la palabra a Don Eugenio Noel".
Tras el forzado aplauso, el conferenciante decidió entrar en materia haciendo una cita a uno de sus maestros:
- Me van ustedes a permitir que cite a don Miguel de Unamuno, en su opinión cobre el tema que nos ocupa: “uno de los mayores males de España es la afición a los toros y a la flamenquería contada su secuela de superficialidad y ramplonería con la chulería, y aún con otras peores, es que entre la gente de la afición es donde más se leen los semanarios pornográficos, y, me aseguran, que apenas hay casa de lenocinio en donde no se encuentren libros y seminarios de toreo...”
Notó que había asistentes que se incomodaban por aquellas palabras. Daba igual. Continuó atacando lo que llamó el flamenquismo, llegó a decir que era uno de los males del señoritismo andaluz; atacó las corridas de toros diciendo que era un síntoma de la decadencia de España, recordó que ni a Baroja ni a Azorín ni a Unamuno les gustaba el flamenco, y unió la prostitución, las juergas flamencas y las corridas de toros como los tres males del país. Fue aquí cuando llegó lo peor. Uno de los asistentes se levantó y le gritó:
- "¡Será maricón!. Éste nos quiere dejar sin juergas, sin toros y sin putas. Váyase a su tierra...!"
No fue el único. Varios de los asistentes más jóvenes se levantaron con intención de agredirlo y el conferenciante tuvo que salir corriendo. Aquí comenzó una larga carrera que atravesó buena parte de la ciudad entre golpes, empujones y gritos de los que defendían el flamenco y los toros y los que se habían atrevido a hacer una crítica. Fue un 23 de octubre de 1912: el día que Don Eugenio Noel, el más antitaurino de la época, corrió por el centro de Sevilla.
Menos mal que no existía “El Tomate”...

15.10.07

16 DE OCTUBRE. MIERDA


No serían ni las siete de la tarde cuando llamaron a la puerta. Lo recuerdas como si fuera ayer. Habían llamado poco antes por teléfono preguntando por el doctor. Algo habitual en pacientes con poco tiempo y para una consulta siempre llena. Cuando sonó la puerta había algo de desconfianza en la mirada de aquellos jóvenes. Miraron a su alrededor y apenas hicieron comentarios sobre la consulta, quizás ojearon alguna fotografía del doctor con algún famoso cantante. Siguen estando colgadas en las paredes, entre títulos de largo nombre, pero ahora parecen tener una carga de pésame colectivo... Te sorprendió que uno de los jóvenes no quisiera sentarse. Tendría prisa. Hubo un cruce de miradas y entraron en acción. Siempre pensaste que eso quedaba para las películas, pero aquel maldito día te tocó la entrada para un pase en directo. El que parecía más joven empujó violentamente la puerta de la consulta y entró corriendo. Quizás fueron tres, cuatro o cinco segundos. Alguien gritó cuando vió al joven sacar la pistola y apuntar sobre el doctor. Él, que tantas voces había curado, no tuvo tiempo ni para alzar la suya. Disparo mortal a quemarropa. Sólo recuerdas el rojo que tiñó su bata blanca y la carrera de los dos clientes. La locura había llamada a tu puerta antes de la siete de la tarde de aquel 16 de octubre. Habían matado al doctor Muñoz Cariñanos.
Casi no reaccionaste pero hubo a tu alrededor quien salió corriendo. Corrían los asesinos pero los sentimientos galopaban más. Te contaron que llegaron a la Alameda y que, corriendo, se plantaron en la Macarena. Apenas unos minutos. Desde tu calle Jesús del Gran Poder a la Basílica de tu Virgen en apenas un momento. Lo que para ti siempre fue un paseo era una macabra carrera para otros. Cerca del Parlamento fue el tiroteo con unos policías. Hirieron a uno de ellos que quiso coger un coche mientras gritaba “mierda, me han dado, mierda...”•.Al momento era detenido Jonn Igor Solana pero el compañero escapó. Toda Sevilla, y esto si que no es un tópico, contuvo la respiración durante horas. Había que atrapar al otro asesino. A las pocas horas Harriet Iragi, semidesnudo, sangrando de su herida, era acorralado por la policía en el mismo barrio. “Soy de la ETA, no disparen”. Alguien te contó que al ser detenido hubo que lavarle la mierda que se había hecho en los pantalones... Todavía te parece que fue ayer. En días como hoy te acuerdas que dos años más tarde fueron condenados a 53 años de prisión. Pero sobre todo te acuerdas de la mierda en los pantalones de aquel paciente. Y cuando sigues oyendo hablar de referéndum, de autodeterminación, de conflicto, de patrias y de banderas piensas que la mierda sigue a tu alrededor. Una mierda que sigue oliendo igual de mal...

8.10.07

9 DE OCTUBRE. EL REGRESO


Todavía resonaban en sus reales tímpanos los insultos que había recibido cuatro meses antes. Los recordaba uno por uno: inepto, incapaz, idiota, mala bestia, apestado, dictador... Todavía recordaba la lluvia de objetos que le despidió de la ciudad cuando se montaba en un barco para huir por el río. Todavía creía oler aquellas verduras podridas que llegaron a manchar sus ricas galas; todavía creía sentir aquel huevo podrido que impactó en su cuidado pelo y en lo más profundo de su poca dignidad... Habían pasado cuatro meses, aunque a aquel rey todo le parecía demasiado cercano.
Sevilla, octubre de 1823. El rey Fernando VII dejaba de ser el Incapaz y se convertía de nuevo en el Deseado. En sólo cuatro meses. La llegada de las ropas francesas de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis había vuelto a poner las cosas en su sitio. El rey con todo su poder, como disponían las leyes de derecho divino...
Al menos eso era lo que pensaba Fernando VII cuando regresaba la ciudad que los había expulsado unos meses antes. Los que antes lo criticaron ahora lo alababan. Desde el camino de Eritaña se fue acercando a la ciudad en una carroza triunfal forrada de raso blanco y guarnecida con flores, tirada por gruesos cordones de oro y seda carmesí. Al avistarse la Giralda se empezó a oír el tañido de las campanas que sonaban en honor del rey. Una algarabía que se mezcló con las salvas de artillería en la Enramadilla y en la Resolana de la Caridad. Al llegar a la Puerta de Triana, entre vítores y alabanzas, una muchedumbre quitó los caballos que tiraban de la carroza y cargó con el real peso de Don Fernando VII, el ,hasta entonces, rey cautivo. En aquel lugar, el gobernador militar, don Tulio Oneill presentó en bandeja de plata las llaves de la ciudad al Rey. El Deseado se acordó de nuevo del día que le tiraron las verduras podridas. Ahora le ponían las cosas en bandejas de plata. Nunca mejor dicho. Para que luego dijeran algo de las carambolas de Fernando VII... Todo esto pensaba mientras escuchaba un coro de niñas cantando y mientras repicaban las campanas del convento del Pópulo y de San Pablo. Sevilla era una fiesta. Una fiesta de días en la que todos los sectores de la ciudad rendirían pleitesía a Fernando VII. El Rey que vendió dos veces España era recibido de nuevo entre el fervor de la multitud. Y no hubo gremio, ni barrio, ni cargo, ni vecino que no se apuntara a la fiesta...
Quizás la ciudad no tenga remedio. Siglos después los criticados gobernantes vuelven al poder y los criticados presidentes vuelven a los palcos. Sí señor. ¡Qué vivan la caenas...!

1.10.07

2 DE OCTUBRE. EL ATENTADO


Todo estaba listo. Había que actuar con cuidado, sin levantar sospechas. El barril de pólvora y la mecha estaban preparados. El escenario también. En pocas horas el maldito siciliano de los cien pleitos pasaría a la historia de los arzobispos hispalenses...
Sevilla año del Señor de 1692. Sólo los más viejos del lugar recordaban algo del obispo que quiso poner en orden a las cofradías. Fue a comienzos del siglo. Pasaron otros nombres por la silla arzobispal y hubo quien recordó el viejo refrán: “te sucederá quien bueno te hará”... Pero lo del último no tenía nombre. Había nacido en Aragón pero venía de Sicilia, y había sido menino de la Corte de Felipe IV. Vamos, que era cabezota, mafioso y con aires de grandeza...
Llegó a Sevilla en abril de 1684. No se les olvidaba. Víspera de Domingo de Ramos. Y desde entonces todo habían sido problemas: con el cabildo, con la audiencia, con el clero, con el pueblo... Un obispo extranjero que se atrevía a luchar contra las costumbres asentadas en una ciudad que todavía se creía el centro del mundo... Aquellos danzantes lo habían soportado con resignación porque su trabajo no peligraba. Pero hacía ya dos años que se le ocurrió la última: suspender las danzas del Corpus. No quedaba más remedio: había que acabar con aquel insolente ...
Los conjurados llevaban días trazando el plan. En una de sus reuniones secretas, mientras maldecían a aquel tipo agrio con lentes a lo quevedo, señalaron la fecha. Sería aquella noche. El arzobispo solía confesar en aquel asiento por las mañanas. Unos de los conjurados rió con saña mientras imaginaba la escena:
- "Le vamos a meter sus penitencias por su santo culo..."
Ni más ni menos. Debajo del asiento del confesionario estaría su fin. Un fin espectacular....Y además con el apoyo de muchos: desde algún seise hasta algún canónigo, desde algún caballero veinticuatro a más de un clérigo....
Los elegidos consiguieron entrar en la parroquia del Sagrario la misma noche del 2 de octubre. En la oscuridad consiguieron camuflar la mecha y un enorme barril de pólvora. Con la ayuda del viejo sacristán lograron colocar el artefacto en el confesionario. Cuando los conjurados salieron de la parroquia imaginaban la explosión: cruz pectoral, anillo, lentes y el puto aragonés volando por los aires... Ya vendría un arzobispo mejor...
Pero la torpeza dio fin a la conjura. Al amanecer fue descubierto el tosco artilugio por una monaguillo de la parroquia. El atentado contra don Jaime de Palafox había sido frustrado...
Cuentan las malas lenguas que poco cambió en Sevilla desde entonces. Aunque hay quien dice que desde entonces los obispos sevillanos pleitean poco, confiesan menos y suelen mirar debajo de los asientos...

24.9.07

25 DE SEPTIEMBRE. LA MANO NEGRA


“A los nietos de la negra, el dinero le blanquea las manos”. Era un refrán que había escuchado aquel malvado mulato en más de una ocasión. Muchos decían que la codicia lo acompañó desde la cuna. Y es que Francisco de las Heras, que así se llamaba el mulato, siempre luchó por el dinero. Sin escrúpulos, que ya lo decía el refrán: “aunque salga de manos asquerosas, el dinero, huele a rosas...”
Sevilla, septiembre del año del Señor de 1750. El criado mulato no perdonó a su señor que lo reprendiera el día anterior. Cuando fue sorprendido jugando a las cartas, el dueño le gritó que “juegos de manos eran de villanos” y que “un buen cristiano tenía las manos blancas, que son las que no ofenden”. No lo soportó más. Al día siguiente, en silencio, sin que su mano derecha supiera lo que hacía su izquierda, decidió esperarlo al anochecer. Poco imaginaba el Marqués de Moscoso cuando volvió de América que su fin estaba cerca: en las manos de un criado mulato. El muy malvado lo esperó escondido en una calleja cercana al convento de Madre de Dios. Con el paso del tiempo notaba cómo sus manos se iban calentando, “que el que espera desespera” y que “las manos calientes amor tienen ausente”. En medio de la oscuridad, sin compañía, el Marqués apareció ya bien entrada la noche. Allí lo asaltó el esclavo mulato, le clavó un cuchillo y logró herirlo, más queriendo huir, el marqués resbaló con el caballo en el atrio del convento de San José. Allí fue su fin. El pérfido mulato volvió a acuchillarlo y derramó su sangre en la puerta del convento mercedario. En la oscuridad de la noche salió corriendo por las callejas de la judería. Pero ya lo dice el refrán: “lo que se hace con las manos, se desbarata con los pies”. Y es que el mulato cayó al suelo en la persecución y fue detenido por dos alguaciles del lugar.
La noticia corrió en Sevilla como la pólvora: un mulato asesinaba al marqués de Moscoso. Rápidamente fue condenado a muerte en un juicio implacable. Pero no una muerte sin más. A los tres días el pérfido criado recibió doscientos crueles azotes en la Cárcel Real. Todo mientras su carcelero le gritaba: ¡toma, hideputa!, que “cuando Dios da, da a manos llenas”. A la semana siguiente, mientras la nobleza enterraba al Marqués a la espera de su traslado al convento del Loreto, el mulato era vilmente ahorcado en la plaza de San Francisco. Con un detalle: un esbirro le cortaba la mano para colocarla en el lugar del crimen...
El día 25 de septiembre una mano negra colgaba de una pica en la judería. Fue un día lluvioso, una lluvia que parecía querer limpiar la sangre de aquel asesino. Pero ya lo sentenció una vieja del lugar: “manos de puta, de ladrona y de corneja, cuanto más se lavan, más negras se quedan...”

17.9.07

18 DE SEPTIEMBRE. EL PROVOCADOR


Convento de Regina Angelorum. Misa dominical. Frailes dominicos y pueblo seguían los latines de la liturgia. Se esperaban las palabras del provocador desde el púlpito. Subió lentamente. De forma pausada. Casulla bordada en las alturas. Y en medio de la tierra de María Santísima largó su teoría: “María fue concebida como vos y como yo y como Martín Lutero...”. El fraile Molina acababa de abrir la polémica sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen...
Sevilla, septiembre de 1613. Las palabras de un dominico habían “puesto horror en la orejas cristianas”. Había dudado de la Concepción Inmaculada de la Virgen... No se podía tolerar. El pueblo actuaría. No en el momento: Molina pudo salir con vida de la iglesia aunque días más tarde denunciaba que le habían colocado una bomba en su dormitorio...
Para bomba la que estalló por Sevilla. Había que acabar con aquellos perros dominicos. Se celebraron reuniones de hermandades y la primera en actuar, para algo se las daba de primitiva, fue la hermandad del Silencio. Convocó para el 18 de septiembre una salida extraordinaria de desagravio. Cuentan las crónicas que fue una procesión digna de ver. A la caída de la tarde, miles de personas se congregaban en los alrededores de la calle de las Armas, junto a la iglesia de San Antón. Los hermanos de la hermandad de Jesús Nazareno salieron a la calle portando cirios, con banderas celestes y blancas. Entre el pueblo se oyeron cánticos y alabanzas a la Virgen. Varios hermanos portaban al final del cortejo una imagen de la Virgen que despertó la piedad de todoS los asistentes. Entre el público, un jovencito llamada Diego imaginó a la niña de sus sueños como una Inmaculada. Cuando volviera a su taller haría el boceto que tenía en la mente. Otro de los asistentes, una tal Miguel del Cid, tuvo tiempo para hilvanar una poesía a la Inmaculada. La pareció incluso ocurrente, quizás la presentaría a algún concurso de los que se habían convocado. Todo en medio de una procesión de desagravio que fue un éxito de público. Al finalizar, Dieguito marchó con el boceto en la mente y Miguel remató su composición. Decía así: “Aunque le pese a Molina/ y a los frailes de Regina/ al prior y al provincial / María fue concebida / sin pecado original”. Una poesía algo ripiosa pero que seguramente tendría éxito. Había nacido la Sevilla defensora de la Inmaculada Concepción...
Han pasado casi cuatrocientos años de aquel día. El boceto soñado se hizo luego un cuadro que, como tantos, no se conserva en Sevilla. Quizás hoy, al joven que se sentía poeta le pondrían un atril de pregonero. Y seguro que el maldito provocador se movería por mil y un programas basura de la tele contando su dichosa teoría....

11.9.07

11 DE SEPTIEMBRE. EL TARUGUERO


- En nombre del rey, queda usted preso por taruguero...
Esta fue la frase, quizás algo cómica, pero en el fondo terrible que escuchó aquel grandullón al salir de su trabajo en la fábrica de Tabacos. Los cronistas no quisieron que su nombre pasara a la posteridad, pero fue el primer condenado tras la pragmática publicada unas semanas antes...
Sevilla, septiembre de año 1750. La gran industria de la ciudad seguía siendo el monopolio del tabaco. En hoja o picado, el oro en hoja que venía de América sólo se trabajaba en la nueva fábrica extramuros la ciudad, la mayor de la Europa del momento. Miles de operarios atravesaban sus rejas diariamente y pasaban un duro control: el tabaco no podía salir de aquella fortaleza bajo ningún concepto. Pero la necesidad es más rápida y lista que las leyes y aquel trabajador, del que no conocemos su nombre, acumulaba deudas que no podía pagar. Por eso se atrevió a sacar tabaco de la fábrica. Nada menos que tabaco picado....
La primera vez le costó mucho trabajo. Un compañero le propuso sacar tabaco con el método más seguro: escondido donde más pecado había y donde menos miraban en los controles. Vamos, en el lugar donde la espalda perdía su honesto nombre...
Con mucho esfuerzo aquel cigarrero había hecho de tripas corazón, y nunca mejor dicho... En una tripa de vaca estirada se introducía el tabaco en polvo, se ataba, se agachaba el compañero, se bajaba los pantalones, se contenían respiración y esfínteres y... ¡hala!, tabaco escondido. El corpulento cigarrero notó al principio numerosas molestias e hinchazones, incluso una consecuencia inconfesable: los aires de aquella tripa acababan trastocando sus aires propios, con un resultado nefasto. Pero el dinero era el dinero y cuando vendía la mercancía en el exterior se olvidaba de aquellos problemas...
Pero algo falló en el control de aquel día. Al ser cacheado por los soldado se cumplió el viejo refrán: “la voz del culo no tiene remedio ni disimulo”. Le hicieron bajarse sus vestimentas y el retortijón fue mayúsculo. Algo extraño había allí dentro. Entre risas, un soldado le dijo: Válgame Dios, “que de barriga gigante, pedo retumbante” y con poco tacto le extrajo la tripa de vaca llena de tabaco. Detenido por taruguero...
Aquel gordiflón tembló de vergüenza. Quizás la cárcel, quizás los azotes, quizás fuera ejecutado. Qué más daba...Él, un cigarrero de gran porte, salió preso de la fábrica, con las vergüenzas al aire y escuchando a aquellos guardianes: ¡Vaya con el cigarrero, gigantón, pedorrón, ancho de espalda y estrecho de culo...” El fin del refrán fue la condena de aquel taruguero un día de septiembre de 1750...

3.9.07

4 DE SEPTIEMBRE. LA SICILIANA


Cosas de la vida. Aunque naciste en el siglo XII, no te trajeron a Sevilla hasta 1700. Son muchos años pero sigues conservándote joven...
Posiblemente esta tierra te recordó a la tuya, que son muchos los que dicen que Sevilla y Sicilia se parecen mucho. Por eso no te sentiste extraña. Por eso y porque fuiste bien acogida desde un principio. Primero pasaste unos días en Santa Marina y luego te asentaste definitivamente en San Lorenzo. Cuando te trajo el cardenal Palafox hubo que explicar tu historia a tus vecinos. Fue entonces cuando empezaste a ser una vecina más. Les contaron que eras una niña de apenas 14 años cuando se te apareció la Virgen y te recomendó que huyeras de este mundo. Alguien me llegó a comentar que eras tan bella que tu atractivo ponía en peligro la belleza de tu alma. Eran otros tiempos. Hoy rápidamente habrías sido portada de Interviú...
Pero en tu época no era así. Unos ángeles te llevaron a la cueva del Monte Coscina y cuando tus padres se enteraron, te trasladaron al monte Pellegrino. La verdad es que sería un disgusto para ellos, un padre tan importante, descendiente de Carlomagno y su hija hecha una anacoreta, vamos una hippie de su época...
Supongo que cuando llegaste a Sevilla en el siglo XVIII notarías un clima como el de tu tierra. Por eso te adaptaste pronto. Y es que en tu convento de monjas capuchinas no se vive nada mal: en pleno centro, con muchos metros cuadrados y sin pagar hipoteca... Y encima rodeada de silencios y de belleza...Porque desde tu nueva cueva has visto casi de todo. Fue el cardenal Salcedo el que acabó la primera iglesia. Años más tarde, allá por 1761 lo pasaste muy mal: un incendio destruyó tu casa, la casa de las monjas. Pero otro príncipe de la iglesia, el cardenal Solís, la reconstruyó con todo lujo. ¡Lujos a ti, que te había ido a vivir a una cueva...! Retablos barrocos, imágenes pinturas, dorados...una especie de cueva siciliana de maderas y oros. Todavía recuerdas al cardenal, era tuerto, e incluso el día en que trajeron su corazón para que descansara en su convento... Y es que tu nueva cueva es un privilegio. Cada año ves desde ella una Virgen dormida que parece ir al cielo... Aunque lo que de verdad te conmueve es ver al Señor de Sevilla de regreso. Desde la altura. Cuando lo ven aparecer en la mañana del Viernes Santo algunos creen que se caerá en medio de la calle. No saben que aguanta gracias al aroma de tus rosas y al ejemplo de tu penitencia...
Hoy, 4 de septiembre, celebramos tu día, el de de una santa llamada Rosalía. Dicen que eres abogada contra las epidemias. Te rezaré para que nos libres de las peores epidemias de nuestros días. Se llaman incultura y egoísmo. Haz algo Rosalía, que ya hay demasiados contagiados...

1.9.07

1 DE SEPTIEMBRE. ANIVERSARIO


Primero fueron unos textos en Onda Cero. Luego pasaron a Punto Radio. Contar en dos minutos un detalle de la historia de la ciudad. Una colaboración que luego se hizo algo más difícil: narrar una pequeña historia de la ciudad que hubiera ocurrido en el día que marcara el almanaque. Nacía así “El almanaque de Sevilla”, una sección de radio que pronto tuvo buena aceptación. Hubo quien nos pidió los textos por escrito y hasta hubo quien grababa esos dos minutos de pequeñas historias. Por eso decidimos trasladarlos a un lugar que perdurara. Modernidad de nuestros tiempos: un blog.
Así nació, hace un año, este invento. Sin más pretensiones que ser un lugar donde recordar un detalle de la historia de la ciudad. Desde entonces han sido más de ochenta las historias que hemos contado...
Siempre pensé (ahora hablo en primera persona) que esto sería un lugar para unos pocos. No me preocupé ni por el contador ni por añadir más cosas (mi torpeza informática y el cambio diario de pañales me impide dedicar más tiempo a esto). Aunque poco a poco me di cuenta de la importancia del invento. Sólo por la fidelidad y el interés de tanto amables visitantes este rincón merece la pena. Cuando me decidí, hace unas semanas, a colocar el contador, me di cuenta de que esto crecía: hasta cuatrocientas visitas diarias... A algunos os pongo cara, a otros sólo os pongo el apodo, a todos os tengo presentes en la lectura semanal de estas pequeñas historias. Sólo tengo palabras de agradecimiento y la petición de comprensión por no ser un contestador rápido de cuestiones o de sugerencias. Lo más grande de este invento está al otro lado de esta pantalla de ordenador. Aunque no tenga rostro, ni nombre, ni apellidos...
Desde hoy el almanaque (con el precedente quijotesco desgraciadamente no previsto) vuelve a abrir sus páginas. Con su modestia inicial. Con un proyecto futuro: recopilar en una publicación una pequeña historia sevillana de cada día de la semana, un libro con 365 historias...
Una novedad: junto a los textos, se colgará cada semana una foto sin más comentario. La palabra será vuestra. Espero que juntos sigamos pasando cada día las paginas de este almanaque: quedáis invitados.

28.8.07

28 DE AGOSTO. QUIJOTE


“Todos nacemos locos. Algunos siguen siéndolo toda la vida”. No recuerdo quien dijo la frase. Tampoco importa. En un lugar de la razón nació una vez un hidalgo que fue sobre todo un loco para miles de sanchos...
Siempre pensaste que una gruesa línea separaba la realidad de los sueños, los pensamientos e ilusiones de la puta realidad. Por eso las mejores chicas se iban con otros, las mejores notas no iban en tu boletín y, por supuesto, las grandes finales las jugaban los demás. Tú sobrevivías en tu mediocridad ilusionada, asentada en miles de desilusiones y de repeticiones que marcaban una constante en tu vida. Realidad frente a deseo. Lo que querías y lo que pasaba. Tu vida necesitaba un loco hidalgo que llenara de ilusiones tu existencia. Ya lo dice el refrán: “el mal que no tiene cura, es locura”. Esa era tu relación la liturgia del balón. Tanto que, ante tanto Sancho Panza, tú repetías aquello de que “quien vive sin locura, no es tan cuerdo como parece”. Y a fuerza de esperar llegaste a conocer a un Quijote que te hizo realidad tus sueños de libros andantes. Era alto, delgado y con perilla. Quijotesco en el sentido puro. Apareció en tu vida con una volea. Después de cientos de minutos y de años te espera, aquella pierna izquierda te sacaba de la realidad y hacía cumplir tu viejo e idealizado sueño. Farolillos eternos. Había nacido el Quijote que te mandaba a la ínsula Barataria de una final europea en la que triunfarían tus amores rojiblancos.
Y como “quien con locura nace, con locura yace” tu sueño continuó gracias a aquel hidalgo, y lo que era un utopía se repitió hasta en cinco ocasiones.
Pero la puta realidad nunca le perdonó a aquel quijote que triunfara el reino de las ilusiones. Por eso mandó contra él a todas sus huestes. Y el primer partido de liga fue su troya particular, como aquel hidalgo de los libros. Realidad frente a ilusión, la muerte frente a la vida. El joven quijote luchó contra aquellos molinos hasta que pudo. Pero los gigantes suelen derrotar a los sueños. Y el hombre que amó a unos colores rojiblancos fue llevado al destierro de otros mundos. Aquí le lloramos muchos sanchos, pero quizás ese amor no es otra cosa que un ejemplo de sabiduría. Por eso has recordado otro refrán “Dichoso el humilde estado / del sabio que se retira / de aqueste mundo malvado / y con pobre mesa y casa / en el campo deleitoso / con sólo Dios se acompaña / y a solas su vida pasa / ni envidiado, ni envidioso.” Y te has consolado sabiendo que lo grandes partidos tienen un tiempo añadido. Un tiempo infinito para jugar en otros cielos. Un tiempo infinito para seguir creando ilusiones con una zurda...
Has sentido una gran pena, quizás en el fondo una gran envidia. Como escudero de tu tiempo, asentado en esa gordura que llaman realismo, querrías ser más de una vez Quijote. Como aquel zurdo que un día te llevó al reino de los cielos...
Vale.

18.8.07

17 AGOSTO. DESCANSO



Con vistas de playa urbana el almanaque cierra sus páginas por descanso hasta el próximo 1 de septiembre. Para entonces cumplirá su primer año. Sólo tengo palabras de agradecimiento para tantos amables lectores. Volveremos pronto. Un saludo.

14.8.07

15 DE AGOSTO. LA SONRISA ETRUSCA


Te ha besado el aire de una mañana de agosto. Te has vestido con el peso de tus recuerdos y, un año más, has salido a la calle.
Parecías que no andabas sino que deambulabas, no se notaba lo que eras sino lo que sentías. El tiempo se había parado en el amanecer de un día de verano de un año que no importaba. Ni datos, ni horarios, ni saludos, ni prisas. El momento, sólo el momento. No has sido tú, pero sí el que fuiste una vez y el que probablemente, nunca quisiste dejar de ser...
Has llegado a la Catedral por el camino más corto, el de tus callejones olvidados y el de tus recuerdos de la infancia. Buscabas el buen sitio que nadie te ha tenido que indicar. Público habitual en el lugar habitual. Una máxima barroca: ni más, ni menos. Y allí, en tu lugar en el mundo has dando rienda a tus recuerdos ...
Recuerdos de un tiempo pasado. Te vestían de domingo y te sacaban al amanecer. No había derecho... Aunque al llegar la procesión algo cambiaba tu cara. Quizás fuera una sonrisa que se contagiaba...Quizás fuera tu imaginación la que te sacaba de tu sitio en el público y te llevaba a los brazos de aquella Señora. Por un momento de olvidabas de todo lo que había alrededor. Y de lo que te contaban: que si una imagen fernandina, que si la Edad Media, que si los ángeles, que si otras vírgenes, que si los nardos, que si el manto de los castillos y leones, que si la tumbilla... Que sí, que a ti te importaba poco. Porque tu ya te habías situado en brazos de aquella mujer de madera, enigmática, más antigua que el tiempo. Sonaban las marchas de tu Semana Santa y unas zapatilla blancas os llevaban siempre de frente, como las buenas cuadrillas. Y te olvidabas de todo. Unas manoplas de madera te protegían y en tu trono comprendías porqué reinaban los reyes. La mirada al frente de una Mujer de cabellos de oro...como en los villancicos de tu abuelo. No te importaban ni corales, ni brillantes, ni oros, ni bordados. Sólo te importaba aquella sonrisa que te envolvía... Cuando pasabas delante de los Mercadantes veías otras sonrisas góticas pero aquella era especial. Alguien te la comparó una vez con la sonrisa de los etruscos. ¡Qué gran acierto!. La risa moderada del que reina por encima de todas las cosas. Por eso tú llegabas casi a reírte entre aquellas manoplas de madera... Todo pasaba en un tiempo corto, probablemente el justo...
Un años más, cuando has vuelto a tu casa has creído ver a tu abuela, la del nombre sevillano. Quizás fuera su sonrisa...un día como el de hoy celebraba la importancia de su nombre. Un día en que tú te hacías un niño. Un niño que, cada año, sigue sintiendo que estrena unos zapatitos de plata...

2.8.07

4 AGOSTO. NIEVES DE VERANO


Imagínese que en Sevilla nevara hoy o mañana, o cualquier día de Agosto. Un milagro que nadie se atrevería a explicar. Pues algo así ocurrió en Roma en el año 352. El sevillano que conoce la Ciudad Eterna en Agosto suele hacer la comparación con su Sevilla natal, aunque allí puede disfrutar de las fuentes que aquí no disfrutamos. Pues en esa Roma veraniega cuenta la tradición que nevó el 4 de Agosto del año 352. En una de sus colinas, el monte Esquilino, se produjo el milagro. Y la interpretación se la dio la Virgen a un noble patricio, Juan. También su esposa conoció el porqué del milagro. La Virgen deseaba que en aquel lugar se alzara una basílica dedicada a su nombre. Era el milagro de la Virgen de Agosto. O de la Virgen Blanca. O de la Virgen de las Nieves. Con cualquiera de estas advocaciones la conocemos.
La historia la pintó Bartolomé Esteban Murillo en dos pinturas para la Iglesia de Santa María la Blanca, en plena judería, un lugar que ya albergó en época medieval a una de las sinagogas de Sevilla. En estos lienzos Murillo representó el sueño del patricio, el milagro del Monte Esquilino, la entrevista con el papa Liberio y la procesión para señalar el lugar de la que sería la Basílica de Santa María la Mayor de Roma. Todo ello lo condensó en dos cuadros que serían una de las atracciones de la reforma barroca que se hizo a la iglesia en 1665. Lienzos que se adaptaban a los arcos, que se aparecían entre las yesería barrocas de las bóvedas, que explicaban la historia de la imagen titular del templo. Pero esto es pasado. Los invasores franceses robaron los cuadros en 1810 y fueron llevados a Francia junto a casi un millar de lienzos, dato que no debería ser olvidado en estos tiempos en los que solemos desdeñar la historia. En Francia fueron adaptados como cuadros de formato rectangular. Se le añadieron unas enjutas doradas que muestran la planta y el alzado de la Basílica de Roma, según diseños del arquitecto francés Percier. Las reclamaciones españolas tras la caída de Napoleón lograron que los cuadros fueran devueltos. Pero no a Sevilla. Las pinturas se depositaron en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, y en el año 1901 pasaron al Museo del Prado. En la iglesia sevillana se colocaron en su lugar unas simples copias que nos traen la nostalgia de dos obras maestras que fueron robadas del lugar para el que se crearon. Su sitio no es el Museo del Prado. Su sitio es la pequeña iglesia barroca de la judería sevillana.
En estos tiempo de demandas tantas veces injustificadas alguien podría reclamar que las obras de Murillo volvieran a su lugar de origen. No hablamos de desmembrar un archivo, ni de fraccionar un patrimonio, ni de razones de enfrentamiento político. Hablamos de devolver un tesoro pictórico que fue robado de Sevilla. Hablamos de un patrimonio cultural colectivo.
Aunque, viendo lo que suele importar esto, antes que el regreso de las pinturas será más fácil que en Sevilla nieve cualquier día de Agosto...