26.11.07

27 DE NOVIEMBRE. LA NIÑA


Dicen que nadie cantó como ella aquel tango que decía lo de “péinate tú con mis peines...”. Desde entonces nadie la conoció por su nombre , Pastora Pavón Cruz. Desde entonces se convirtió para todos en la Niña de los Peines.
Había nacido en febrero del año 1890, en el número 19 de la calle Butrón. En su casa eran muchos los que cantaban, sus hermanos Tomás y Arturo, aunque ninguno de ellos de forma profesional. A los nueve años ya se oía su voz, la voz de la necesidad, en la Taberna de Ceferino, un local de la Puerta Osario. De allí pasaría a Madrid, un destino forzoso para triunfar en la España de comienzos de siglo. Allí actuó con éxito en el café del Brillante, actuando posteriormente durante una larga temporada en Bilbao. A partir de aquí se iniciaría el éxito: los cafés cantantes de Sevilla, el Circo Price de Madrid, el palacio de Carlos V de Málaga. Toda una variedad de lugares que demuestran la variedad y la complejidad del flamenco de la España de comienzos de siglo. Junto a ella estuvieron los más grandes: Pepe Marchena, Imperio Argentina, Manolo Caracol. Y Pastora Pavón recorriendo mil y un lugares con una voz que la colocaba como la primera dama del flamenco español de la época, en una época dominada por las voces masculinas de Chacón y de Torre.
Mujer de su tiempo, fue amiga de Manuel de Falla, de Federico García Lorca y de Julio Romero de Torres, que llegó a pintarla en uno de sus cuadros. Y como buena flamenca, entroncó con otro palo lleno de arte al casarse con Pepe Pinto en el año 1949. Desde entonces compartieron carteles triunfantes como anticipo de su retirada.
Dicen que Pastora Pavón lo cantaba todo: soleares, siguiriyas, tientos fandangos, malagueñas...pero sobre todo peteneras, tangos y bulerías lorqueñas.
Tras una vida de arte tuvo una muerte de arte. En 1969 fallecía su marido Pepe Pinto. Unas semanas después lo acompañaría ella, aunque la razón hacía tiempo que la había abandonado. Fue enterrada tal día como hoy.
Todavía cuerda llegó a verse reflejada en el monumento de su Alameda que hizo Antonio Illanes. Fue un año antes, a finales de 1968 y en aquel homenaje cantaron Naranjito de Triana, Caballero y hasta su marido Pepe. Desde entonces, desde el final de la calle Calatrava nos sigue observando con su pose flamenca, con su mantoncillo y con los peines que le dieron nombre.
En 1999 la Consejería de Cultura consideró bien de Interés Cultural todos sus registros sonoros, siendo la primera voz convertida en patrimonio. Al recordar este dato me viene a la memoria algo que me contaba mi abuelo: las famosas broncas de la artista con Pepe Pinto. Su voces se oían por toda la Alameda. Y uno se pregunta si estas voces serían también parte de ese patrimonio cultural...

23.11.07

24 NOVIEMBRE. ANIVERSARIO MACARENO.



Reinaba Felipe II. En el Imperio no se ponía el sol. Sevilla centro del mundo.El alcalde era Asistente. Se llamaba don Pedro Carrillo y era Conde. Luego vendría el de Puñoenrostro y mucho más tarde simplemente los del Rostro... Cervantes malvivía por los rincones. Un ingenioso hidalgo rondaba por su mente. Roma triunfante. Mapa de huérfanos y capa de pecadores, donde todo era necesidad y donde ninguno la tenía. Buscones y lazarillos por los rincones. Y hasta el diablo Cojuelo... La Giralda era el Giraldillo. La torre ya era roja y la Giganta todavía era dorada. La Feria era el mercado y el antiguo relator medieval ya le había dado nombre a una calle. En el Corpus había zarabandas. Un baile, nada más y nada menos. Hortelanos y tías Tomasas. Mes de los muertos y de la esperanza de los vivos. Frailes de origen griego. San Basilio su patrón. Soñaron con una sonrisa que los llenara de futuro. Habían pedido una regla. Se la concedieron aquel día de noviembre. Gracias al provisor del Arzobispado. Fue un día feliz. Rezarían de rodillas lunes, miércoles y viernes. No había duda en el título. Quizás en el futuro fuera también cofradía. Alguno dijo que era el sueño de los que viven despiertos. Tenía razón. Tendría nombre de mujer. De barrio. De ciudad. De madre del mismo Dios...En un rincón del mundo se fundaba la Hermandad de la Macarena.

19.11.07

20 DE NOVIEMBRE. MUÑECOS BONITOS


“Todas mi esculturas son desgarros. Mi arte es la expresión del alma de mis amigos que han muerto luchando por un ideal. Son como sueños torturados....Los que me tachan de duro no saben que no puedo vender mi arte a los que sólo quieren ver reflejados muñecos bonitos...” Todo esto contó el escultor unas horas antes de su muerte. Corría el año 1982 y la cabeza de don Luis se llenó recuerdos. Vinieron a su mente su niñez en San Roque, el primer trozo de barro que le dejó tocar su padre y las primeras letras que le enseñó su profesor, el sabio alcalde republicano. Fue el que dijo a sus padres que Luisito tenía actitudes para dedicarse al mundo del arte...
- ¡Qué mundo...!, recordó. El mundo de la España de los años 30 que tanto le hizo sufrir. Una guerra, enfrentamientos, miedos y el peor día de su vida: unos monstruos sacaron a sus padres de casa y los fusilaron simplemente por sus ideas. Nunca pudo olvidar ni el miedo, ni la última mirada de los seres que más quiso, ni las explicaciones que alguien le quiso dar: “fusilados por rojos”. Nunca comprendió que aquello fuera tan grave para acabar con la vida de alguien.... Desde entonces le acompañó el dolor. Un dolor constante que tuvo que modelar en barros, en maderas o en hierros. Era una forma de expresión. Un dolor que volvió a sentir cuando fue encarcelado por sus ideas y por ser hijo, ni más ni menos, que de sus padres. Cuatro largos años en el campo de concentración de Molina de Segura a la espera de un fusilamiento que nunca llegó. O sí. Porque a Luis Ortega Brú hacía tiempo que le habían fusilado el alma...
En el frío de la noche de noviembre vinieron a su mente todas sus obras. Muchas para recordar en su última noche. Desde aquellas primeras miniaturas que le dejó hacer Juan Pérez Calvo hasta su primer gran Cristo: el de la Caridad del Baratillo. Pocos sabían lo que tuvo que contenerse para hacer plácida aquella muerte que el había visto tan cercana. Luego vino su gran misterio para la hermandad de Santa Marta, los premios y la incomprensión de una ciudad que lo mandó a Madrid. Allí fue feliz con Carmen, su mujer, y con sus cuatro hijos. Años de mucho trabajo y de mucha creación: esculturas, miniaturas, arte religioso, abstracciones, pinturas simbólicas... toda una vida dedicada al arte.
Pero Sevilla seguía en su corazón. A pesar de la incomprensión. Por eso regresó a ella para hacerle “su Cristo” y para firmar su testamento en doce apóstoles para la hermandad de la Cena. Una obra difícil...Como su ciudad. Eso pensó en su última noche el gran escultor.
25 años después, viendo a su represor a los pies de su Cristo, los fajines en sus imágenes o las pintadas de salvajes ignorantes contra su madre de la Esperanza quizás pensaría lo mismo...

15.11.07

FOTO DE LA SEMANA. EL NIÑO RICARDO


Si un servidor fuera eso que llaman periodista del corazón podría comenzar hoy con voz de interesante y con cara de estúpido cotilla diciendo algo así: ¿A qué no saben ustedes cuál fue el primer amante de Lola Flores?. Pero no se asusten. Servidor no es periodista y mucho menos de esas tripas que visten de rosa para ocultar la basura que llevan dentro. Por eso nuestro retrato de hoy comenzará por nombrar al protagonista: Manuel Serrapí Sánchez. Quizás el nombre les diga poco. Y eso que le han dedicado un monumento en Sevilla. Aunque quizás les suene más si hablamos con su apodo: el Niño Ricardo. Si mis alumnos de la ESO me oyeran, que no son horas, dirían que el Niño es un jugador del Atlético de Madrid. Nada de eso. Fue un guitarrista sevillano. Dicen que el mejor que hubo nunca.
Nació en Sevilla en 1904. Desde pequeño tocó la guitarra con Antonio Moreno y con su padre. Y desde 1917, con sólo trece años, se convirtió en todo un profesional. Y desde entonces cargó con el apodo de Niño Ricardo, viajando por toda España tocando la guitarra en locales y tablaos flamencos. En la época de los discos de pizarra empezó a grabar sus primeros discos, eran los años veinte y comenzaba el reinado del Niño Ricardo en la guitarra española. Durante cuarenta años dicen que fue el mejor y que cuando tocaba por fandangos no tenía rival. Cuando oímos uno de sus discos de los años cuarenta notamos su voz quebrada por una operación de garganta en 1945. Y recordamos sus populares giras: con Antonio Molina, con Juanito Valderrama, con Sabicas.
Niño Ricardo grabó discos con todos los grandes: con Mairena, con Pepe Pinto, con Vallejo, con Caracol con Fernanda y Bernarda de Utrera...dicen que el sonido de su guitarra era único, quizás porque sus uñas crecían vueltas hacia arriba y eso le daba un especial sonido a las cuerdas. Tanto que llegó a ser maestro de guitarristas. Paco de Lucía decía de él que era para su generación algo así como el Papa. Aunque uno no se imagina al sucesor de Pedro con una guitarra flamenca en las manos....en fin.
La cuestión es que desde su muerte en 1974 merecía un homenaje. Y se lo dieron hace con una estatua en la plaza de San Pedro o Cristo de Burgos, según prefieran. Hace poco fui a verla. Allí está el Niño Ricardo con su guitarra y su aire de película de mi abuelo. El mejor guitarrista del siglo tenía alrededor seis o siete litronas, tres cartones de tinto, varios papeles y un chicle pegado en la cara. Aunque peor fue otro día que acabó disfrazado... No sé porqué me acordé de Lola Flores. Y pensé que en nuestros días, la basura no tiene respeto por nada, y mucho menos por los muertos...

12.11.07

13 DE NOVIEMBRE. ESTANISLAOS


Unos niños pijos de papá. Eso es lo que te parecían aquellos niños repeinados y endomingados que veías diariamente en la calle Jesús del Gran Poder. A unos los llamaban luises, por San Luis Gonzaga y a los otros estanislaos, por su patrón, un santito polaco del que no sabías nada. Luises y estanislaos, congregantes jesuitas en la Sevilla en sepia de los años cincuenta. Y eso que tú también eras de los jesuitas. Pero de los pobres. De los Javieres. Y a mucha honra... Nada que ver con aquellos estanislaos de gomina en el pelo. Tus jesuitas eran los del padre Trenas, el de la sotana siempre sucia por las obras y el de los niños del Vacie aprendiendo un oficio. Niños con mocos matando los años de hambre en el hogar del Niño Jesús. Sotanas negras de San Ignacio manchadas por la miseria de una ciudad de cartillas de racionamiento. Pero tú siempre creíste que aquello era lo mejor. Como tu equipo de los javierines o como las sabias palabras de aquel loco con sotana... Todavía lo recuerdas en el púlpito. Eran años de pantalón corto, de vacío intestinal y de alpargatas gastadas. Junto al Crucificado de tu Alma, aquel jesuita hablaba con palabras que tú no llegabas a entender:
“Al comunismo no hay que tenerle miedo sino aprender de él las muchas cosas buenas que tiene...”. No entendías que significaba aquello pero aquellas señoras arregladas de misa diaria en los jesuitas solían poner cara de asombro...Comenzaban los años cincuenta en Sevilla.
Has recordado todo esto cuando hoy has abierto tu almanaque. En el santoral aparecen San Leandro y San Estanislao. El primero te suena por las yemas pero del segundo no sabes casi nada. Te has informado y has descubierto que está en la iglesia de San Luis de los Franceses. Has decidido visitar el templo. Una joya barroca llena de santos jesuitas como el de la sotana sucia de su infancia. Y entre laminitas barrocas lo has encontrado en un rincón. Alguien te ha contado que Estanislao de Kostka nació en Polonia en el siglo XVI y que era hijo de familia noble. No podía ser de otro modo, pensaste al principio. Pero luego has sabido que fue servicial caritativo, humilde y muy piadoso. Ya de pequeño solía hacer penitencias para mortificar su cuerpo. Y llegó a entrar de novicio jesuita junto a Francisco de Borja, el santo de la canina de otro retablo. Cosas de la vida... Estanislao murió muy joven, en 1568. Dicen sus biógrafos que tuvo grandes deseos de abandonar pronto este mundo. El mundo. Has sonreído y has recordado con cariño a aquellos estanislaos de tu infancia. Aunque parecieran de otro mundo. Porque el tuyo era el de aquellos javieres y el de aquellos ejercicios de Cuaresma en la oscuridad:
“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?”


A Manolo Patolín, el niño de pantalones cortos que cumple años

9.11.07

FOTO DE LA SEMANA. LAMENTO


"Hasta el mihrab de piedra llora,
hasto los púlpitos se afligen,
hechos como están en madera.
Tú que permaneces indiferente:
el destino te está llamando y, si duermes,
esta época va a vapulearte.
Alegre y confiado, su mismo país la olvida,
pero ¿puede tener patria el género humano
después de haber perdido Sevilla"


(Abu-l-Baqá de Ronda)

5.11.07

6 DE NOVIEMBRE. DIOS DE DIOS


Cuando el escultor se levantó aquella mañana sintió sobre sus espaldas el peso de la responsabilidad. Sobre la mesa de su taller de la collación de la Magdalena descansaba el documento que le obligaba a realizar una obra de importancia, una “hechura de Cristo del natural de dos varas de largo, enclavado, en madera de cedro y con la cruz de ciprés de cuatro varas con sus clavos de hierro pavonados” . Era todo un reto. Por muchas cosas. Por la persona que se lo había encargado y por las condiciones que le había planteado.
Toda la noche estuvo recordando la visita de Don Gaspar Pérez de Torquemada, el conocido mercader que le encargó la obra. Insistió mucho en que debía ser parecido al Cristo del arcediano Vázquez de Leca. Nada menos que un crucificado del gran maestro: Juan Martínez Montañés...
Se despertó temprano aquella fría mañana de noviembre de 1611. Sobre su mesa el contrato y los quinientos reales de vellón que le había entregado el mercader a cuenta. Le había impresionado su apariencia: un hombre cultivado pero cercano, de gran porte pero sencillo, accesible pero con gran profundidad, con apariencia intelectual pero al mismo tiempo cargado de sentimientos. Su ropa lo decía todo: ricas telas negras que contrastaban con unas sencillas alpargatas negras. Todo esto recordaba el escultor cuando imaginaba cómo sería el Crucificado que iba a realizar. Lo primero era ir a ver el modelo, el Cristo de Vázquez de Leca.
Lo conocía personalmente. Por eso decidió visitarlo por la mañana. Vivía cerca. En su casa recordó aquellas historias que contaban sobre aquel donjuan. Cuando le invitó a su capilla particular, Vázquez de Leca le contó que tenía intención de donar aquel crucificado a la Cartuja de las Cuevas.
-“ Menos mal, he llegado en el momento justo” pensó el escultor.
Delante del modelo, el escultor Francisco de Ocamp no fue capaz de mirar los ojos del Crucificado. Parecía que le hablaban a lo más hondo de su corazón. A sus pies, el escultor sólo pudo recordar una oración, aquello de Dios de Dios, luz de luz. Y cuando pudo abrir los ojos no pudo evitar mirar la imagen con ojos de análisis: sudario, anatomía, rostro, musculatura, posición, encarnadura...
Al salir de aquella casa un cúmulo de sensaciones se agolpó en su mente. Pensó en perfección, en músculos, en clavos, en cedro y en ciprés, en una mirada y en un mercader, en unas ricas telas y en unas alpargatas negras. Más tarde, cuando empezó a trabajar en la imagen, en medio de una negra madrugada sólo musitaba una oración: “de la misma naturaleza que el Padre...”
Aquella noche de 1611 el Cristo del Calvario nacía en la mente de un viejo escultor...

1.11.07

FOTO DE LA SEMANA. LOS MUERTOS


"Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara..." (Bernarda Alba)

A la canina que cavila...