9.12.08

9 DE DICIEMBRE. FÚTBOL DE DULCE

- ¡Cuánta sevillanía! -pensó para sus adentros.
- ¡Qué gran tarde!
Larga y sevillanísima cola, perdón, fila, para poder comprar exquisiteces. Lo etéreo y lo profano. Un par de cajas debidamente envueltas con lacito de primores conventuales. Salía de la exposición de dulces y se encaminaba hacia su otra devoción. Más mundana. Dual como la ciudad. Unas veces dulce, las más de las veces amarga. Por la calle Oriente, sí Oriente, lo vieron andar de forma parsimoniosa, con una caja de madera en una mano y con perfecta pinza, no exenta de atildamiento, sosteniendo un paquetito en la otra. Alardeaba de sevillanía. En días como aquel era capaz de recordar incluso viejas normativas: “Siendo las conservas y confituras regalos de enfermos y para personas ricas, convenía que la dicha obra fuese buena, y que fueses y se hiciese con buenos azúcares y no echando otras mezclas...”. Ordenanzas antiguas sobre el dulce. ¡Cuánta sevillanía! Dulces para ir al fútbol...
Una cajita y una bolsa asida con perfecta pinza subían por el graderío. A su portador le dio por pensar. Sería el aburrimiento. Mezcla de sensaciones. Adriá en el fondo norte...
“RANKING FUTBOLERO DEL DULCE SEVILLANO:
A LA GLORIA: Yemas de San Leandro, tocino de cielo de Santa Paula, gallina en leche y bienmesabe de Madre de Dios y las torrijas de las extintas Gordas (entiéndase Las Estepeñas, perfectas protagonistas de Hansel y Gretel...).
ZONA UEFA: Almendrado de chocolate y cordiales de Madre de Dios; el dulce alemán de Santa Ana, el bizcocho cisterciense de San Clemente, los pestiños de Santa Inés y los bollitos de Santa Inés.
OTRO AÑO IGUÁ: Las pastas para diabéticas de San Clemente, el petisú revenío de la confitería del barrio, el cortadillo sequerón de San Martín de Porres y la garrapiñá de la primera fila del puesto de la calle Laraña (de oferta por ser del día anterior).
DESCENSO AUTOMÁTICO: Las tartas con dibujitos, especialmente los futboleros (si eran con rayitas verdiblancas peor), la fruta escarchada (¿le gusta a alguien?), el turrón de la feria (con más kilómetros que la mochila de Labordeta) y el mantecado de limón, auténtico y solitario farolillo rojo de cualquier caja que se precie.
MENCIÓN RANCIA: Si había un objeto rancio en Sevilla era la caja de yemas de San Leandro, con sus panelitos y la etiqueta de las agustinas...”.

Había una en sus manos. En la otra, una perfecta pinza que parecía estar motivada en la mancha de algún acto inconfesable. Una jornada dual. Dulces en tarde, nuevamente, amarga.
Se creyó importante... ¡Cuánta sevillanía...!

7 comentarios:

Rascaviejas dijo...

Pueden hacer su clasificación de "durses"...
Y el 12 de Diciembre en la puerta de Santa Catalina igual encontramos algún almanaquito...

Anónimo dijo...

La identidad de la gloria siempre estuvo marcada por el palo de nata -o en su otra variante; palo de nata de chocolate- Nadie como Filella para cautivarnos con su nata. Triana tierra de ceramistas, hacedores de aviones y natistas.
El segundo lugar del ranking lo ocuparia el paquetito de pasteles con recuerdos y añoranzas rancias infantiles, a saber; las medias lunas, los rositas, los petisús, la miloja y el pionono.
En último lugar los viejos y recordados "durses" para quitar el hambre de meriendas y desayunos; cuñas, palmeras de huevo, susos y caracolas.
Pd. Mención especial para los coquis, y si alguien no los conoce que le pregunten a uno de la Cava "por la calle Castilla viene bajando el tio de los coquis vestío de blanco"
Un saludo

Ranzzionger dijo...

Lo que estuvo de dulce fue lo del domingo pasado. Aunque no sevillano, pero sí relacionado con su entrada anterior, los magníficos piononos de Santa Fe.
A uno que yo me sé, nacido en un lugar de la Mancha de cuyo nombre sí que me acuerdo, de él y parte de su familia, le daba yo media docena de cortadillos, otra de frutita escarchada y un par de "durces" bien reveníos.

Lorenzo Blanco dijo...

Hace algo mas de un año cerraron mi confitería de cabecera: "Sarmiento", uno de los pocos monumentos no catalogados de la calle Santa Clara.

Desde entonces, me encuentro huérfano de sultanas, tocinos de cielo, trufas, y lo peor de todo: los roscos de reyes.

Para sobrellevar esta terrible pérdida, tiene uno que conformarse con pestiños caseros, borregos de Lebrija, tortas inglesas de Carmona, huesos de santo y pasteles de Rufino en Aracena.

Para los muy golosos, les recomiendo una visita al Belén de la Confitería la Campana. Ese si que tiene autenticas palmeras...de chocolate.

Saludos

el aguaó dijo...

Amigo mío... después de un periodo de lectura silente. De lector pasivo escondido sin dejar comentarios, vuelvo a tener tiempo para derramar mis letras en tu ránking de dulces.

Te superas con facilidad querido profesor.

Esto mismo te lo diré el viernes.

Un abrazo fortísimo.

ciriovirgen dijo...

Lo de Sarmiento una pena. Los bollitos de leche que hacían martes y jueves eran como un bocado de cielo. Sarmiento trabajó de repostero muchos años en La Española, y después se independizó en la C/ Santa Clara. Tras ello Eulalia, su viuda, continuó con el negocio junto a sus sobrinos (Angel, Pepe...), pero estos logicamente querían otra vida distinta al obrador. Hace poco cerró y nos quedamos sin los mejores roscos de reyes de la historia.

Para palmeras, las de hoja de Ochoa. Inigualables.

Y como rey de los "durses" la caracola o cuerno (que nadie se ofenda) de la abundancia.

Otra gran pérdida ha sido el cierre de Los Estepeños, esquina San Pablo con Bailén. Buenos "Pitisús"

Marmolilloynobolardo dijo...

ODA POR EL QUE SE FUE SIN MÁS:

Y ya en la hora postrera,
cuando Dios me haga llamar,
acercadme allá a la mesa,
antes casi de expirar,
del roscón sentadme cerca,
abandonadme y dejad
que el fruncido entre mis cejas
provoque que, del lacrimal,
dos lagrimones de pena corran por el arrabal
de Triana, y por Pureza, buscando el dulce manjar,
en Loli ni se detengan,
crucen hasta el Arenal,
por García de Vinuesa
(de, la gloria, en el local
San Buenaventura espera);
junto a la Consistorial
se entretengan en Filella.
En Ochoa otro cantar
Por Sierpes se saborea,
con regias vitrinas dan
de la Campana a la Reja:
lo vuelvo a visualizar,
los ojos me centellean
al volver a recordar
que en Santa Clara me espera,
calle conventual,
de santas manos repleta,
un horno que ya no está
la confitería llena,
la cola, na más llegar,
de ansiosas almas, decenas
de criaturas sin más
que, de un modo natural, encuentran allí la paz,
para gozar su presencia,
sus fragancias de azahar,
de ajonjolí en esencia,
para adivinarte ya
esponjosa, rica y tierna,
de Reyes fino manjar,
por no morirme de pena,
sin antes poder catar,
Y proclamarte la reina
de toda tarta sin par:
De ajonjolí va tu esencia, hora de desayunar,
tierna masa, vas rellena
de harina, huevos y más
según antigua receta,
te diría al degustar
que eres sutil y hechicera,
Ora fina al paladar,
ora en merengue rellena,
O bien para merendar,
De ángel cabellos sean
Y te vistan de real
confitada con preseas.
Ora de trufas te llenan,
postre de gran majestad,
Ora en crema pastelera.
Por eso Sevilla mía,
pido a los cuatro vientos
que al llegar la Epifanía
vuelvan ya por San Lorenzo
los dulces, la algarabía,
el roscón del nuevo día,
y abra de nuevo Sarmiento.
(Antonio González fecit)