14.2.07

EL LAGARTO


Cuando hoy he abierto el almanaque me he acordado de ti: ni historias, ni santos, ni nada de nada. He visto el dichoso día y el dichoso numerito y no se me ha ocurrido otra cosa que cruzar los dedos y mirar al cielo. Martes y 13. ¡Lagarto, lagarto!. Hoy me he acordado de ti. Y por eso he ido a verte.
Llegaste a Sevilla allá por el año 1260...y por supuesto estabas vivo; vivito y coleando, nunca mejor dicho....Venías de Egipto y acompañabas la embajada de un sultán muy importante. Tu destino final era Sevilla. Y viniste acompañado de ricos paños, de joyas y de otros exóticos compañeros...Todo para impresionar a un rey y conquistar a Berenguela, su hija.
Cuando llegaste te pareció una ciudad hermosa, con un río coqueto que no tenía nada que ver con el Nilo de tus orígenes. Pero Sevilla te gustó. El clima se parecía al de tus orígenes y tú te encontraste bien en medio de la corte del Rey Alfonso X, todo un rey sabio. Recuerdas aquellos estanques del Alcázar, aquella ciudad que mezclaba los alminares de las mezquitas con unos nuevos habitantes cristianos. Lo peor fue la muerte de tus compañeros de viaje. Poco a poco te fuiste quedando solo. Hasta que llegó tu hora. Y a alguien se le ocurrió la fatal idea. Te colgarían ahí arriba, para que todo el mundo te siguiera viendo. No hay derecho.
Desde entonces te han hecho muchos retoques. En el año 1465 te pintó de colores Juan Sánchez, uno de los primeros pintores conocidos de la ciudad. En el siglo XVII te volvieron a bajar y te arreglaron el cuerpo, que ya era hora...aunque a ti no te gustó que el canónigo Juan de Loaysa te metiera un papel en boca que te duró casi un siglo. Lo peor fue el terremoto de Lisboa. Fue el primer día de noviembre de 1755. Te cayó una viga encima y te tuvieron que recomponer el cuerpo de madera. No hace mucho te volvieron a retocar.
Lo cierto es que estás acostumbrado a todo. Escuchas pasar a los turistas y te entran ganas de bajarte. Escuchas a algunos sevillanos hablar del colmillo y de la vara que te acompañan y te entran ganas de reír. Escuchas a algunos guías y te entran ganas de explicarles la Catedral. Escuchas a algunos canónigos hablar del Giraldillo y piensas que podrían bajarte a ti.
La verdad es que no hay derecho. Tantos años colgado en la Catedral, un cocodrilo de tu porte...Y la gente que te confunde con un lagarto. Como si fueras un jabón antiguo...Y nadie se acuerda de ti. Aunque algunos sí. Somos muchos los que en estos días abrimos el almanaque y miramos al cielo diciendo algo así como Lagarto, lagarto...Por algo será.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre prensé que es un personaje poco usado como reclamo turístico. He visto alguna golosina llamada "El lagarto de la Catedral", pero en cualquier lugar del mundo habría lagartitos, peluches, camisetas etc hasta en los rincones. Visión turística que lo llaman.

eres_mi_cruz dijo...

LAGARTO DE UTRERA: Vale, señorito de la capitana... pero de mí... ¡¿quién se acuerda?!.

Ni Año Jubilar, ni V Centenario...
Viene Felipe y ni me lo pasan por delante para que yo lo vea...

Se me cae el mentón, la espalda se me dobla, mis manitas de llavero y la cola... apunta para arriba pero éso, en mi caso, es muy triste.

eres_mi_cruz: Un repasito de poliuretano y fibra de vidrio para el Lagarto de la Consolación de Utrera.

Unknown dijo...

¿Me podría contar alguien la historia del "Lagarto de Consolación" de Utrera? ¿Llegó en la misma época que el de La Catedral de Sevilla?

Gracias anticipadas.

Mostachon

Unknown dijo...

¿ Podría contarme alguien la historia del "Lagarto de Consolación" de Utrera ?

¿Tiene la misma procedencia que el de La Catedral de Sevilla?

Gracias anticipadas.

Unknown dijo...

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