7.5.07

7 DE MAYO. EL ENGAÑO


Reinaba en España su Católica Majestad Felipe II. Un letrero decía que quien no había visto Sevilla no había visto maravilla. Sevilla centro del orbe. Día en que se cometió gran bajeza, oh gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y nobleza...
Cuentan que aquel día de mayo de 1597 aquel honrado caballero salió decidido a dar un paseo por la ciudad. Era buen día para visitar el mercado. Allí vio a un hombre que vendía unos cuartos de carne tan hermosos que le dio ganas de comprarlos.
Preguntóle al vendedor que respondió con gran primor:
- ¡Mire vuesa merced qué carne de carnero, mejor no la hallará en el mundo entero...!
Agradóle la carne al caballero y encargo a su mozo que la comprara para el almuerzo. Compró el mozo la carne y cuando la llevó a casa halló que estaban asidas con una hebra de hilo entre las piernas. Aguardó que viniese el señor y con tono serio le narró:
- Mire vuesa merced que creo que hay engaño, pensamos en una cosa y carne nos dieron de otro paño.
Con cara de indignación, el caballero pidió una explicación:
- No puede, señor, ser más clara mi queja: no es carne de ternero sino de oveja.
De corrido y veloz tomó el caballero la carne y fue a casa del Conde y le contó el suceso. Este ratificó el engaño y prometió justicia al caballero, y echándole dos relaños, le aconsejó con esmero:
- No hay más que hablar, que a la justicia y a la Inquisición, chitón.
Al día siguiente volvió el caballero al mercado y encontraron al vendedor con la prueba del delito. Carne cosía de oveja, pregonando al mundo entero que aquella era carne de carnero. Un embuste de mucho fuste. Pero como eran tiempos de justicia el conde malhumorado prendió al vendedor desvergonzado y para aumentarle su pena lo cargó de cadenas. Que mentiras de día y pedos de noche, los hay a troche y moche y que las truchas y las mentiras, cuanto mayores, mejores. Fue el reo llevado a la cárcel, doscientos azotes fueron dados en sus espaldas y un peor escarmiento dio fin al tormento: a las diez del día salió el criminal a la calle. Le pusieron en el pescuezo el peor de los collares: dos libras de carne y paseo en burro.
¡Burro! gritaba la gente, ¡Burro más que burro!. Y tras el paseo de la vergüenza se culminó la dura sentencia: el afamado embustero fue desterrado de Sevilla, dice el cronista que esto alborotó a la gentecilla.
Todo ocurrió en mayo, un día como otro cualquiera. El día que un embustero acabó como un basurero, de su ciudad salió llorando y una lección iba dando: que el que a otro quiere engañar, el engaño en él se puede tornar.
Moraleja: en tiempos de electoral fiebre, que no le den gato por liebre...

7 comentarios:

eres_mi_cruz dijo...
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eres_mi_cruz dijo...

Para políticos de cualquier ideología:

Sr. político, con su voto,
el escroto yo me froto


Cuando compuse esta magna obra en verso llano cataléctico, no recuerdo quién ni qué me inspiró... de tanta pasión sufrí un desmayo cataléptico y la obra quedó inconclusa.

el aguaó dijo...

Como siempre, magnífico querido Rascaviejas.
Excelente texto para el ambiente tan circense que viviremos dentro de unos días.

Un abrazo.

Reyes dijo...

Muy curioso.
El tema circense lo dejo aparte, no me preocupa, ya lo tengo asumido y mi decisión tomada.
Gracias de nuevo.

Lorenzo Blanco dijo...
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Anónimo dijo...

Quizá la herencia mas genuina del Cinquecento sevillano no haya sido el Archivo de Indias, las obras de Mateo Alemán o la Urbanización de la Alameda de Hercules, sino la picaresca, extrapolable a cualquier época.

Monteseirines que venden carne de trenecillo turistico voceandola como carne de metrocentro, han existido en esta tierra, desde antes de llamarse Hispalis.

Saludos, y grandioso texto, Sr. Rascaviejas.

Isaac García Expósito dijo...

¿Cuándo estrena el libro, pardiez?. 29 de Mayo pone en el blog de Jano (eres_mi_cruz). ¿Es así?

http://blogs.periodistadigital.com/servusveritatis.php/