29.4.08

28 ABRIL. PAREJA DE HECHO


Nunca se hablaron y nunca se miraron. Nadie sabía a su alrededor si eran fruto de la casualidad o del destino. Si el cohecho no se les podía aplicar, si se podía decir de ellos que eran una pareja de hecho. Quizás no de derecho. Pero en el mundo de los sentimientos compartidos estas cosas son lo de menos...
Como una pareja clásica quizás representaran dos extremos de esos que se acaban tocando, aunque sea por debajo del escaso hueco que había debajo de su asiento. Uno gordo, otro flaco; uno alto, otro bajo, cual pareja clásica de cine. Y aunque pudieran complementarse, que nadie piense en un yin y un yan al sevillano modo. En absoluto: ambos eran herméticos y callados aunque figuras indispensables del paisaje escalonado de la tarde de los domingo alternos.
Sus vecinos no sabían sus nombres. En general de casi ningún otro. Pero su peculiaridad había llamado la atención de alguno de sus sufridos vecinos. Éstos habían recurrido al cine y a la literatura para bautizarlos en su papel dominical. En el gordo hubo dudas: sus chalecos de mezclillita impersonal, y su descuidado bigote en simbiosis con sus gafas de pasta hizo que alguno lo conociera como Ignatius, el seboso protagonista de una conocida novela. Otro propuso algo más ibérico. Definitivamente el gordo sería Pepone...En el flaco coincidieron todos: su aire gris de neorrealismo italiano le hizo merecedor del mote: Fernandel...
Fue una tarde más de domingo. Quizás casi peor que otras. La extraña pareja, según su costumbre, ocupó su lugar correspondiene. La tarde prometía. Pero pronto se vio lo habitual: el triste espectáculo de la monotonía. Sueños rojiblancos que se transformaban en un gris uniforme de funcionario. Aún así, nada parecía romper la tradición de aquella extraña pareja. Por supuesto ni hablaron, ni se miraron y, probablemente, ignoraron la existencia del vecino. Pero la tarde fue peor que otras: a una ocasión fallada, le siguió otra y luego otra más...monotonía de la mediocridad. Aunque quizás peor.
La salchicha eterna del descanso no logró mitigar el hambre de triunfo. Porque la segunda parte fue peor todavía. Ya casi nadie lo soportaba...pero nadie esperaba aquello. Por primera vez en su existencia Pepone se puso en pie y, sin gesto alguno de sentimiento, gritó atronadoramente en la grada:
- Grrrrrrrrrrrrrrrrr!. Silencio hasta en los palcos. Dicen que fue su primera y última intervención. Si la voz de la afición era esa, cuál no sería el grito... Pero lo mejor estaba por llegar. Con aire de actor antiguo Fernandel se levantó y gritó retóricamente:
-“Me voy. Es la última vez que vengo...” Primera vez que se le oyó y última que se le vio. Faltaba casi una década para las cinco copas. En Sevilla y en el Sevilla todavía hay gente de palabra...

5 comentarios:

Reyes dijo...

Me ha encantado, de los mejores textos que le he leido a usted, querido profesor.
Enhorabuena.

Herodes Antipas dijo...

Amigo Rascaviejas, pasese usted por mi blog.

Lorenzo Blanco dijo...

Mas que gente de palabra, gente de pocas palabras. Genial.

el aguaó dijo...

Genial amigo Rascaviejas. Un texto, diría, que preciso.

Un fuerte abrazo.

Ranzzionger dijo...

Magnífico texto. Cómo diría aquel "las cosas que vemos vivido, padecido y gozado".SIn duda este sería el texto que me gustaría para la dedicatoria.