“Y murió el rey don Pedro en edad de treinta y cinco años y siete meses, así el rey don Pedro nació en el año del Señor de mil y trescientos y treinta y tres años y reinó en el año del Señor de mil y trescientos y cincuenta años y de la era de César mil y trescientos y ochenta y ocho años, y finó en este año que es el año del nacimiento del Señor de mil y trescientos y sesenta y nueve y de la era de César mil y cuatrocientos y siete años. Y así vivió el rey don Pedro treinta y cinco años y siete meses, según hemos dicho, y así se cumplieron sus treinta y cinco años en agosto y el rey finó mediado marzo adelantado el otro año. Y fue el rey don Pedro bastante grande de cuerpo y blanco y rubio, y ceceaba un poco en el habla, y era muy cazador de aves y fue muy sufridor de trabajos. Y era muy temprado y bien acostumbrado en el comer y beber, y dormía poco y amó a muchas mujeres, y fue muy trabajador en guerra y fue codicioso de llegar tesoro y joya. Y valieron las joyas de su cámara treinta cuentos en piedras preciosas y en vajillas de oro y plata y paños de oro y otros apostillamientos. Y había en moneda de oro y de plata en Sevilla en la Torre del Oro y en el castillo de Almodóvar, setenta cuentos, y en el reino de sus recaudadores en moneda de novenes y cornados treinta cuentos. Y en deudas de sus arrendadores, otros treinta cuentos. Y mató muchos en su reino por lo cual le vino todo el daño que habéis oído. Y por ende diremos lo que dijo el profeta David: ahora todos los reyes aprended, y sed castigados todos los que juzgáseis del mundo, que grande juicio y maravilloso fue ese y muy espantable.
Y reinó el rey don Pedro en paz, sin otro le tomar título diez y seis años cumplidos, del día que el rey don Alfonso su padre finó, que finó en el mes de marzo en el real de Gibraltar, según hemos dicho, año del señor de mil y trescientos y cincuenta años hasta que el rey don Enrique entró en el reino y se llamó rey de Calahorra en el mes de marzo, año del Señor de mil trescientos y sesenta y seis. Y reinó tres años en contienda con el rey don Enrique...”.
Cruel o Justiciero. Justiciero o Cruel. Así fue Pedro I. Amante de la ciudad. Como de muchas mujeres. Inventor de la leyenda sevillana. Creador de belleza, él que tanto la amó. Rubio y blanco en país de morenos. Amado y odiado pero nunca olvidado. Dicen que nunca descansó...
El día 21 de mayo de 1968, sus restos, los de sus mujer y sus hijas fueron analizados fuera de sus arcones de la Capilla Real. Huesos reales. Alma perdida. La grandeza de una época convertida en un simple estudio anatómico sobre una mesita de paño blanco. Su corona real contempló la escena. Alguien sacó una foto de los restos del que fue el monarca más legendario de la ciudad. Alguien debería respetar el sueño de los muertos...
Y reinó el rey don Pedro en paz, sin otro le tomar título diez y seis años cumplidos, del día que el rey don Alfonso su padre finó, que finó en el mes de marzo en el real de Gibraltar, según hemos dicho, año del señor de mil y trescientos y cincuenta años hasta que el rey don Enrique entró en el reino y se llamó rey de Calahorra en el mes de marzo, año del Señor de mil trescientos y sesenta y seis. Y reinó tres años en contienda con el rey don Enrique...”.
Cruel o Justiciero. Justiciero o Cruel. Así fue Pedro I. Amante de la ciudad. Como de muchas mujeres. Inventor de la leyenda sevillana. Creador de belleza, él que tanto la amó. Rubio y blanco en país de morenos. Amado y odiado pero nunca olvidado. Dicen que nunca descansó...
El día 21 de mayo de 1968, sus restos, los de sus mujer y sus hijas fueron analizados fuera de sus arcones de la Capilla Real. Huesos reales. Alma perdida. La grandeza de una época convertida en un simple estudio anatómico sobre una mesita de paño blanco. Su corona real contempló la escena. Alguien sacó una foto de los restos del que fue el monarca más legendario de la ciudad. Alguien debería respetar el sueño de los muertos...
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