18.9.06

19 DE SEPTIEMBRE. LA MURALLA



Era el 19 de septiembre del año del Señor de 1679. Gobernaba el país un rey enfermizo, Carlos II, un embrujado para algunos y un loco para otros. España ya no era la de antes. En Europa pintaba poco. Ya eran pocos los Alatristes que luchaban en Flandes en nombre del rey de Castilla. Sevilla tampoco era ya el centro el mundo, sobre todo después de la epidemia de 1649. Seguía siendo una ciudad hermosa, espectacular; con el arte de un Murillo y un Roldán en sus calles pero con miles de pobres y de pedigüeños por sus esquinas. No era nostalgia de los sevillanos de entonces: era una realidad. La ciudad todavía creaba monumentos pero era incapaz de conservar algunos de los que tenía, quizás porque habían perdido su sentido. Las murallas que rodeaban la ciudad eran el mejor ejemplo. En aquel año de 1679 servían para poco. Sus puertas eran lugares de entrada y salida de la ciudad, pero eran sobre todo un control municipal. Y piensen igual que hoy. Cuando se habla de control municipal se habla de impuestos, que no piensen que hay nada nuevo bajo el sol... Desde su construcción por los almohades, las murallas de la ciudad habían servido de protección contra invasiones y contra las crecidas el río. Sus puertas servían en el siglo XVII para abrir la ciudad a los reyes pero sobre todo para controlar los impuestos: el de la carne, el de la sal, el del aceite... Y en aquella época también había evasores de impuestos, no piensen tampoco que lo del caso Malaya es nuevo...
-¿Qué hacía un evasor de impuestos en la Sevilla del XVII? .
Pues evitar las puertas de la muralla.
-¿Cómo?.
Pues había dos formas. La más simple era hacer un agujero en el muro, cosa nada difícil en unas murallas poco cuidadas. La otra forma consistía en saltar la muralla. No piensen que era un esfuerzo. Había zonas donde la acumulación de basuras formaba una montaña desde la que pasar sin problemas. Nada nuevo bajo el sol. Por eso el Ayuntamiento, aquel día de septiembre de 1679 hizo un bando ofertando una obra de reparación para acabar con el estado de abandono de las murallas. La oferta era clara: se concedería al presupuesto más bajo.
Historias que se repiten. Pasan los años, las murallas necesitan reparación y se sigue regateando en presupuestos. Como aquel día de septiembre de 1679 en que un alcalde firmaba un bando para reparar la muralla...
Aquel alcalde se llamaba Don Carlos Herrera. ¡Qué cosas tiene la historia...!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un poné A: estamos haciendo un metro, sin dinero pero eso dicen.
Otro poné B: el presunto metro, presuntamente subterráneo, va a pasar por la calle San Fernando (o no, que diría aquel).
Silogismo A+B: "escarvamos" y haleop ¡uy! una muralla.
Interviene en este momento Juan Tamariz (no confundir por favor con Imedio): Chananananchiannanachian.
Interviene Donmanué: ¡SOSPRESA!, el metro puede frascasá.

Diego Romero dijo...

Pum, pum ... ¿quiené?
mangazo de “donmanué”
cierra la muralla.

Pum, pum ... ¿quiené?
la tuneladora “otravé”
abre la muralla.

Pum, pum ... ¿quiené?
setas grandes de “papé”
cierra la muralla.

Pum, pum ... ¿quiené?
la Alianza no cambié
abre la muralla.

Pum, pum ... ¿quiené?
farolas de plaza del pan
cierra la muralla.

Pum, pum ... ¿quiené?
un otoño sin “caló”
abre la muralla

Pum, pum ... ¿quiené?
“donarfredo otravé”
cierra la murralla ...
... y tira la llave debajo de la tuneladora ... “arfavó”.