2.10.08

3 DE OCTUBRE. SER O NO SER

Siempre pensaste que Sevilla era mujer. Incluso la viste representada como una matrona, con el cartelito que la identificaba a los pies. No recuerdas muy bien dónde, quizás fuera en un palacio de un lugar llamado El Viso del Marqués. Sevilla como una matrona clásica, con su aire de inmortalidad y con todas sus contradicciones...
No sabes por qué, pero así fueron tus pensamientos al ver el santo del almanaque. Francisco de Borja. El Borgia de los italianos. El de la iglesia de San Luis. El de Duque Cornejo. Uno que no era duque que hizo una imagen de otro que sí lo fue. Está en la iglesia de San Luis. Vestido de jesuita entre espejos y laminitas que no gustaban a los ilustrados. Pero el sí lo fue. Duque de Gandía. Cocinero antes que fraile. Nada menos que duque y gobernador de tierras catalanas. Ahora en Sevilla y con rey francés. Enviudó y pensó entrar en la Compañía de Jesús. Un bombazo para la época. Tanto que Ignacio de Loyola le dijo que “el mundo no estaba preparado para ese estruendo”. En San Luis, Loyola es más pequeño que Borja. Por eso se tuvo que preparar. Francisco y el mundo. Lo pagano y lo terreno. Cuando entró en la orden del Nombre de Dios tuvo que despojarse de las vanidades del mundo. Como en un cuadro barroco. Como en la iglesia de los novicios jesuitas de la antigua calle Real. Real de San Luis. Como el rey de Francia. Allí está el santo del día con una calavera en la mano. Ya había adelgazado de su antigua gordura. El santo, no la calavera. Dicen que aquella canina correspondió al rostro de la emperatriz más bella. Se llamaba Isabel. Era de Portugal. Casó con todo un emperador en la ciudad de tu almanaque. Nacía la ciudad de las bodas reales. Renacimiento pleno. Pero todo termina en la vida. La belleza incluso antes. El antiguo duque jesuita fue el encargado de contemplar el rostro de la belleza descarnada. Memento homo quia pulvis es. Ya lo dijo Ignacio: “¿De qué le servía al hombre ganar el mundo?”. El alma en otro lugar. Francisco delante de la calavera. Hamlet sevillano. Ser o no ser. No sabes por qué, pero has pensado en tu ciudad. Roma triunfante o rincón de olvido. Del orbe la octava maravilla o rima ripiosa. Grandeza o miseria. Ser o no ser. Globo sin fin o fin de la Tierra. Lugar donde todo es necesidad o donde nadie la tiene. Lugar de necesidades o lugar necesario. Tradición o modernidad. El ombligo del mundo. La tantálica condena a la destrucción. La belleza marchita. Polvo, cenizas corrupción y gusanos. El rostro de una mujer a la que Francisco de Borja prometió nunca más servir. Porque moría. Hamlet sevillano. Ser o no ser. En San Luis de los Franceses has pesando que quizás tu ciudad sea mujer... Bella... Su historia está en los huesos...


A Regla y Antonio, grandes sevillanos y mejores amigos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

En ese San Luis de los franceses lleno de polvo y luz solar a rabiar, siempre me he sentido fascinado por el jesuita de la calavera,imagen barroca por excelencia, lujo y hueso descarnado, estofado al oro y miseria en las ruinas de la antigua casa jesuita.Ese santo siempre ha sido santo de mi devoción.Me ha parecido excelente tu entrada. Muy bien Manuel.Has dado en el clavo. Antonio

La gata Roma dijo...

Fantástica entrada, reune tantas de las cosas que me gustan… incluso esa auténtica boda Real, la del Emperador…
Y si, Sevilla es mujer, nunca me lo planteé porque siempre lo supe.
Kisses

ANTONIO SIERRA ESCOBAR dijo...

yo no tengo hoy nada más que añadir, ante la insoportable brevedad de tan magnífica entrada, ser o no ser del alma de Sevilla. Ay, profesor mi profesor.

el aguaó dijo...

Sevilla es mujer y estoy enamorado de ella, por eso critico tantas de las cosas que le hacen, por eso me enfado cuando la tratan mal, por eso lloro cuando a veces me sorprende al ver en lo que se ha convertido.

Por eso, querido Rascaviejas, a veces me enfado con ella, porque me duele verla debatirse en un ser o no ser.

Grandísima entrada.

Un fuerte abrazo amigo.

Ranzzionger dijo...

Ahí le ha dado usted. Puro barroco. Qué pena de grietas que surcan el cuerpo del santo levantino, que en polvo se puede convertir.

Les Corts dijo...

No lo hice cuando debí. Pero mejor tarde que nunca
Gracias por todo

Un abrazo

Isaac García Expósito dijo...

"El rostro de una mujer a la que Francisco de Borja prometió nunca más servir"

Eso no fue lo que Francisco de Borja exclamó en la Capilla Real de Granada, sino

"Nunca más serviré a señor que se me muera".

Y ahí empezó su nueva vida.

Hasta el cielo.

Saludos.