31.10.08

1 DE NOVIEMBRE. UN LUGAR EN EL MUNDO

Nací hace muchos años. Si mal no recuerdo, era el año 1694, una época en la que esta ciudad era muy diferente a lo que hoy conocemos. Es un pensamiento que me asalta siempre cuando, cada primero de noviembre, llega mi cumpleaños.
Sólo conocí a mi padre. Se llamaba Sebastián Conde. Creo que en su oficio era uno de los mejores de la ciudad. Después de mi parto llegó a ser alguien cotizado. La verdad es que me modeló con todo el cariño del mundo y me dedicó más tiempo que a la mayoría de mis hermanas. Por eso nací con tanta prestancia: ahuecada, recargada de detalles, llena de símbolos, enigmática, airosa, elegante, llena de contrastes... Está feo que yo lo diga pero fui, sin duda, hija de mi tiempo.
Una hermandad me trajo a mi lugar en la ciudad. Un parto hermoso para el mejor lugar. Nada menos que en la calle Sierpes, el centro de mi mundo. Un lugar para quedarse toda una vida. Eso creía yo...
Porque esta ciudad es caprichosa y no sabe dejar las cosas en su lugar. Ya había llegado a mi madurez, pero me conservaba espléndida. Tendría unos treinta y tantos. Y les dio por moverme. Escuché la causa y no pude dar crédito: el cortejo de unos reyes me movía para pasar con mayor facilidad. Unos reyes... Yo, que estaba acostumbrada a ver pasar a las reinas de Sevilla bajo palio y al rey de San Lorenzo que llegó a ser mi vecino... Creo que fue en 1729. Me llevaron a un convento de monjitas cercano. Siempre digo lo de monjitas porque las llamaban mínimas. Nunca supe por qué...
Fue el inicio de mi calvario. En el sentido figurado, porque mi lugar siempre fue ese... Calvario, porque tardaron casi cinco años en devolverme a mi lugar de la calle Sierpes. Hubo quien se dio cuenta de que no llovía porque yo no estaba en mi lugar. Cinco largos años sin ver procesiones... Aunque luego llegó lo mejor. Todas las procesiones tenían que pasar a mi vera. Lo que disfruté... por poco tiempo. Al final del siglo me volvieron a mover. Otro rey con peluca y con cara bobalicona me trasladó allá por 1796. De nuevo el destierro al conventito. Casi veinte años para volver mi lugar... Y lo peor estaba por llegar. Unos reyes de Brasil volvieron a moverme y llegó el triste día en que me hicieron despedirme de Sierpes. Entré en un convento que habían transformado en museo. Noviciado de arte. Alguien de mi porte entre cuadros antiguos. No hay derecho. Se habían empeñado en acabar con mi vida. Y nadie pidió mi opinión...
Lo peor llegó allá por 1920. Me llevaron a un barrio donde me hicieron santa. A mi edad me hicieron crecer. Una condena eterna. Hoy es mi cumpleaños y maldita sean las ganas que tengo de celebración. Seguiré escuchando turistas a mis pies. Típicos tópicos. Para una cruz de cerrajería de mi porte. Merezco un mejor lugar en el mundo...

27.10.08

29 DE OCTUBRE. MANTECA MILAGROSA

“Señor director de El Oriente:
Público y notorio es en esta ciudad que desde hace más de cuatro años venía mi mujer padeciendo una enfermedad que la imposibilitaba por completo el uso de las piernas, pues que desde esa fecha no sólo no podía andar, pero ni aún ponerse en pie. En tan largo periodo se han empleado con ella cuantos recursos tiene la ciencia médica, ente ellos baños de diferentes clases, aguas minerales, en fin, cuanto humanamente hablando puede hacerse, y todo sin conseguir el más pequeño resultado. Testigo de ello es el facultativo de su asistencia, doctor don Joaquín Palacios, y otros facultativos que la han visto en consulta.
En el estado que acabo de describir la dejé el 23 del corriente al ausentarme de esta capital, y figúrese cuál sería mi sorpresa y mi alegría cuando al regresar el 25 por la noche y llegar a mi casa sale a recibirme a la escalera mi mujer, andando perfectamente, como si nunca hubiera dejado de practicarlo, acompañada de multitud de personas de la familia que había acudido a la novedad del suceso. ¿Y, cómo se obró tan rápida curación? El hacerlo público es el único objeto que me mueve a tomar la pluma, pues lo juzgo como un deber en estos tiempos de incredulidad que atravesamos. Sí, lo diré a la faz del mundo entero, sin temor a las descalificaciones de neocatólico, fanático o supersticioso que pueda merecer de los que no crean en Dios o se burlen de los santos. Quien operó cura tan rápida y portentosa fue Dios todopoderoso, por la intercesión del Bendito Patriarca Señor San José, y el hecho tuvo lugar como voy a referirlo.
La tarde del citado día se presentó en esta casa una caritativa y pobre mujer, cuya fe en el santísimo patriarca es extraordinaria, con un poco de manteca blanca, y otra poca de agua común, pasadas ambas por un perolito que un pobre mendigo dio a una señora que habita en la calle de la Carne, asegurándole que cualquiera cosa pasada por él y aplicada a los enfermos en nombre del patriarca, obraría prodigios. Se personó esta mujer diciendo a la mía que quería darle una unción en las piernas para que pudiera andar. La untura fue dada sin resultado pero pasados unos momentos y bebidos que fueron tres sorbos en memoria de Jesús, María y José y rezada una estación al Santo, salió andando con firmeza y, acto seguido, se puso la mantilla y se fue a la iglesia de San Lorenzo a darlas debidas gracias al Señor.
Al llamar milagrosa a esta curación no es mi intento anticiparme al juicio de la iglesia. Cinco días han transcurrido y continúa con sus piernas en buen estado y quien quiera verla se puede pasar por nuestro domicilio en la calle Conde de Barajas 19.
Sevilla 29 de octubre de 1872.
José Pareja y Alba”.
Agua bendita y manteca milagrosa. Los untados siempre han existido...

26.10.08

27 OCTUBRE. FATULO


Uno.En Hispanoamérica, dícese de aquello que no es legítimo o auténtico. Algo obtenido o hecho o formado de forma engañosa”. Ejemplo : "Posee un título fatulo de abogado cuyas credenciales no son avaladas por las casas de estudio reconocidas o legítimamente establecidas" Sinónimos: Falso, Engañoso, Ilegítimo, Fraudulento, Inmoral, Pirata .
Dos. Llegó a Sevilla a finales de octubre de 1748. Se hacía llamar Hércules del Este, y en su tarjeta de presentación un título remarcaba su distinción: príncipe de Módena. “Iba todos los días a misa a San Pablo, cuya comunidad le recibía y despedía con repique de campanas y sonaba el órgano durante la misa: algunos cuerpos le cumplimentaron por sus diputaciones y no se desdeñaba del tratamiento de ilustre que le prodigaban en las arengas. Daba y recibía fiestas, donde las damas eran muy obsequiadas, pues su inclinación al sexo no era tan dudosa como su calidad de príncipe, y llegó a poner a su disposición el asistente un coche donde se paseaba con mucha dignidad y visitaba algunos establecimientos públicos”. Pasados unos días se comprobó, con la lógica vergüenza del asistente, que el supuesto príncipe era un impostor. Fue encerrado en la Torre de Triana y de allí logró escapar disfrazado, refugiándose en el convento de San Pablo. Después de varios enfrentamientos, fue detenido de nuevo y cargado de cadenas, aunque siguió defendiendo su condición de príncipe hasta su expulsión de la ciudad.
Tres. Eme T. Llegó a tener buena consideración social en la Sevilla de finales del siglo XX. Restaurador, historiador del arte, vestidor de imágenes, erudito de agradable conversación y compañía... Quizás las malas compañías, quizás una inclinación natural le llevaron a una vida de mentiras. Engañó a hermandades, convenció a canónigos y a directores de museos, timó a parroquias, falseó facturas, estafó a bancos... Cuando huyó de España, había 75 causas pendientes contra él. De España a Puerto Rico. Allí se hizo pasar por sacerdote y celebró 77 misas, seis bodas, dos bautizos y sabe Dios, cuántas confesiones y cuántas estafas... Detenido y encarcelado por cura fatulo insitió en su condición sacerdotal desde la cárcel, donde consiguió excarcelaciones para 39 pesos y donde ofició misas. Falseando papeles consiguió escapar y, huido, llegó a conceder entrevistas en su refugio de la selva, denunciando la miseria de las cárceles del país. Fue detenido de nuevo y siguió insistiendo en su condición sacerdotal y pidiendo el regreso a su ciudad natal para recopilar “los papeles” que lo demostraran...
Cuatro. No es un tópico. Hay historias que se repiten. Alguien debería escribir un nuevo tomo de Vidas paralelas...

20.10.08

21 DE OCTUBRE. ONCE MIL VÍRGENES

Ni el madero de la cruz de Cristo, ni los cabellos de San Juan Bautista, ni el hierro de la cadena, ni la piedra del sepulcro, ni los pañales del pesebre, ni las cenizas del gallo que cantó cuando Pedro negó a Cristo... A ti las reliquias que te impresionan están en un cofrecito. Enrejadas. Oliendo todo el año a bollitos. Bollitos del convento de Santa Inés...
Cuando entras al convento de franciscanas no puedes fijar la atención en otro sitio. Mira que por allí anda el fantasma de Maese Pérez, el drama de María Coronel, el cordón de San Blas, la prisa de San Expedito o la belleza de sus retablos barrocos. Nada de nada. Entras y te atrae la dichosa cajita metida en una reja. Clausura hasta en los huesos. O las cenizas. O lo que quede...
Un pulcro letrero lo recuerda: reliquia de las once mil vírgenes. Un historia que siempre te llamó la atención. Cuenta la leyenda que la bretorromana llamada Úrsula u Orsola ("pequeña osa", del latín) se convirtió al cristianismo y prometió guardar su virginidad. Fíjate si hace tiempo de aquello. Pretendida por un príncipe bretón de nombre Ereo, decidió peregrinar a Roma y así consagrar sus votos, algo que consiguió ante el Papa Ciriaco.
De regreso, fue sorprendida en Colonia por el ataque de Atila, el rey de los hunos. Corría el año 451. Como no podía ser menos, el rey bárbaro se enamoró de ella, pero Úrsula se resistió y, junto a otras doncellas que se negaron a entregarse a los apetitos sexuales de los bárbaros, fue martirizada.
En el lugar del martirio, Clematius, un ciudadano de rango senatorial que vivía en Colonia erigió una basílica dedicada a las once mil vírgenes, entre ellas Úrsula. En la inscripción de dedicación de este edificio se nombra a las otras doncellas (Aurelia, Brítula, Cordola, Cunegonda, Cunera, Pinnosa, Saturnina, Paladia y Odialia de Britannia), de las cuales una se llamaba Undecimilla ( "la pequeña undécima", en latín), de donde parece derivarse la idea errónea de que las compañeras de martirio de Úrsula fueran once mil. La cuestión es que sus reliquias fueron repartidas por toda Europa. Y Sevilla no iba a quedarse sin su correspondiente porción... Cuenta el Abad Gordillo que se les hacían unas misas y se guardaban unas velas con las que se aguardaba la llegada de la agonía final, momento en el que se encendían e indicaban, nada más y nada menos, el tiempo que le quedaba al enfermo de vida... Hasta la Iglesia declaró supersticiosa la costumbre e instituyó el culto a las vírgenes el día 21 de octubre en todos los lugares donde se conservara alguno de sus restos.
Historias para recordar delante de una cajita enrejada. En Santa Inés.
¿Hubo alguna vez once mil vírgenes juntas?

17.10.08

19 DE OCTUBRE. EL SEXTO

Si fuera en una corrida, con perdón, el sexto es el último de la tarde. Quien aguante... Si fuera un mandamiento católico estaríamos hablando de no cometer actos impuros. Otras iglesias colocan en ese lugar aquello de no matarás. Quien piense en otra cosa verá lo de llegar al sexto como una fanfarronada imposible. Nada viene al caso. En general, el sexto suele venir tras el quinto, que también dice el refrán que no lo hay malo. Será...
Sevilla, 19 de octubre de 1603. Hubo quien llegó al sexto... monasterio fundado en Sevilla. Los hijos Santo Domingo de Guzmán, conocidos como dominicos, predicadores, domini canis o perros del Señor, que para todo hay sus opiniones, daban licencia para fundar la sexta casa de la orden en Sevilla. Ya existía el convento de San Pablo (hoy iglesia de la Magdalena), el de Santo Domingo de Portaceli (recordado hoy solamente por el colegio jesuita de su nombre), el colegio de Santo Tomás ( en la calle de su nombre junto al Archivo de Indias), Regina (en la calle de su nombre) y el de Montesión (que acoge hoy documentos notariales en plena calle Feria). Un número extraordinario de fundaciones que se podría completar con otra larga lista de conventos femeninos de los que sólo se conserva el de Madre de Dios.
El sitio elegido en octubre de 1603 era cercano al hospital de San Lázaro. El patrono fundado, don Salvador de Brun. El titular elegido, San Jacinto. Aunque no se asentó hasta 1623, ya por entonces se consideró un lugar poco salubre... Y eso que no había llegado el Vacie. La cuestión es que el convento, tras un acuerdo con la hermandad trianera de la Candelaria, fue trasladado, ya en la segunda mitad de siglo, a su lugar actual. Allí comenzaría a construirse una espectacular iglesia con las formas barrocas de los Figueroa. Su historia posterior es la habitual de muchos conventos: fue cuartel de los invasores franceses y hospital en el Trienio Liberal. Con la desamortización, los dominicos perdieron todas sus posesiones en Sevilla. De seis a nada. Escuelas municipales y otros usos. La espectacular iglesia se salvó. En 1906, los dominicos volvieron a la ciudad y desde entonces habitan el convento que dio nombre a una de las calles principales de Triana. Entonces comenzó el lento exilio de las cofradías del templo. A pesar del despoblamiento, sigue siendo una iglesia de enorme interés artístico, tanto en su arquitectura como en su barroco principal. Una iglesia, en general, poco conocida. El único edificio que les quedó a los dominicos hasta que las dominicas de San Vicente fueron sustituidas por dominicos. Adiós a la paridad...
En muchas ocasiones basta con uno de calidad...

13.10.08

14 DE OCTUBRE. ILUSIÓN

Usaba cuello duro y pajarita impecable. La perfección reinaba en las curvas de su atusado bigote y en las palabras que pronunció ante el auditorio. En el aire flotaba todavía el ideal del vicepresidente: “nuestra norma es la disciplina, nuestro ideal la victoria; nuestra aspiración, la fortaleza, y la admiración de los demás, nuestro premio”. Octubre de 1905. Cena en el pasaje Oriente. José Luis Gallego, cuello duro y pajarita, lanzaba al aire el lema de una ilusión: “Todos los hombres de cualquier nivel social, ideas religiosas o políticas tendrán aquí cabida”. Nacía un listado que pudiera llegar a eterno. La internacionalidad de Spencer, la raza de Campanal, la seguridad de Eizaguire, la clase de un Arza, los andares de un “pato” llamado Araujo, las miras internacionales de un Antúnez, la rapidez de unos Stukas, la inteligencia de un Ramón Sánchez Pizjuán, la contundencia de un Rodríguez, el pundonor de un Hita y de un Lora, el corazón de un Berruezo y de un Antonio Puerta, el exotismo de un Alhaj Momodo Nijé, perdón, Biri Biri; la fortaleza de un Scotta o de un Olsen, el señorío de un Muñoz, la entrega de un Nimo, de un Rubio o de un Blanco; las ocurrencias de un Yiyi, el sentimiento de un Cardo, la clase de un Álvarez, la garra de un Bertoni, la maestría de un Francisco, el recorte de un Moisés, la elegancia de un Montero, la garra de un Polster, las cantadas de un Dassaev, el salto de un Zamorano, el regate de un Suker, la rabia de un Caparrós y de un Jiménez, el estilo de un Tsartas, la inteligencia de un león de San Fernando, la grandeza de un primer Juande, la elegancia de un Kanouté y de un Maresca, la velocidad de un Alves, el remate de un Luis Fabiano, la velocidad de un Navas, la grandeza de un portero que mete goles, las carreras de un Pepe Butragueño fuera del campo, la ilusión de un Manolo Patolín y de una tía que podía cantar alineaciones; el regate imposible de un Benjamín y de sus benjamines, la savia renovada de tus compañeros de asiento, de Juan y de Juanillo, de Jesús y de Pablo, del que grita y del que calla; de los que llevan años compartiendo ilusiones y a los que no hay ni que mencionar, de los que vieron finales y de los que les llegó el final antes de verlas; de Maribel y de Gloria, de un José todavía con diminutivo que sintió los colores hasta en una isla lejana; de un Pepe de profesión cura a un Ricardo economista en los ratos libres que su pasión permite... Nombres conocidos y desconocidos, de ayer, de hoy y de mañana. Llevas tu lista junto a tu corazón rojiblanco. Un lista interminable. Todos tienen aquí cabida. Todos entran en una ilusión. Lenguas antiguas te contaron que nació un catorce octubre...

10.10.08

10 DE OCTUBRE. LA ÚLTIMA PIEDRA


Cuando llegó el momento, todo estaba preparado. Muchos años de espera llegaban a su fin. Unos locos se habían propuesto hacer la mayor catedral del mundo. Aquel 10 de octubre de 1506 la iban a terminar.
Eran las once de la mañana. La ceremonia iba a comenzar. En el crucero, en el centro justo de la catedral, se levantaba un enorme cimborrio, una torre repleta de esculturas y de azulejos verdes y blancos. Allí se colocaría la última piedra, después de cien años de trabajo. Por fin se iba a terminar la catedral de Sevilla.
En las alturas, sobre las bóvedas góticas, se reunió la alta sociedad sevillana. Allí estaba, revestido, el deán de la catedral, con una capa que desafiaba al sol de octubre. Junto a él don Juan de Guzmán, el duque de Medina Sidonia. También acudió al acto don Fadrique Enríquez de Ribera, el marqués de Tarifa, que marcaba las modas de la ciudad desde su palacio de la Casa de Pilatos. Pero quien más disfrutó del acto fue Alonso Rodríguez, el maestro mayor de obras. Estaba achacoso, enfermo. Unos meses antes incluso llegó a hacer testamento, pensando que no vería terminar su obra. Los canónigos llegaron a donarle una sepultura en el patio de los Naranjos para que descansara eternamente junto a la Catedral más grande del mundo conocido, la Magna Hispalensis. Pero Dios le concedió llegar a aquel día. Y el maestro pudo ver una ceremonia solemne, con cantos sobre las bóvedas de piedra, con majestuosidad sobre la montaña hueca. Desde las alturas se podía contemplar la obra. La Giralda, todavía musulmana, era el testigo más alto. Pináculos, arbotantes, bóvedas, marcas de cantero, vidrieras de colores... hasta las gárgolas monstruosas parecían contemplar la escena. Serían las doce de aquel día de octubre de 1506 cuando llegó el momento El deán impartió las últimas bendiciones y dos obreros portaron la piedra, la última piedra. Era el fin de las obras de la catedral. Y todas las esculturas del cimborrio, aquella enorme torre, parecieron felices aquel día de octubre de 1506.
Pero la historia de la catedral no terminó allí. La desgracia llegó cinco años más tarde. En diciembre de 1511, aquella enorme torre se hundió por completo. Se perdieron pináculos, azulejos y esculturas. Todo escombros. Sólo se salvo una imagen de Santiago el Menor que hizo Pedro Millán. Alguien la colocó en la capilla de San Hermenegildo. Desde allí ha visto ceremonias, más hundimientos y obras, muchas obras.
Quinientos años después sigue viviendo en su catedral. Dicen algunos que en días como hoy se le nota inquietud en la cara. Algunos lo ven sonreír cuando alguien comenta aquello de “anda hijo, que vas a durar más que las obras de la catedral...”.

6.10.08

7 DE OCTUBRE. ROSARIO DE LOS PAJARITOS

Con su permiso, hoy vamos a hacer una invitación. Vamos a citar a David Beckham, a Madonna, a Haze, a David Bisbal e incluso a David Bustamante. Y a su vecino del quinto, el modernito discotequero. Y a muchos más.
Nos vamos a ir a Los Pajaritos. Invitaremos a muchos niños y jóvenes que en los últimos tiempos llaman a la puerta del convento del barrio para pedir algo. Un colgante que llevan sus ídolos. Cuando llaman a la puerta del convento-guardería piden con interés:
- Oiga. ¿Me podría dar un Rosario?
- ¿Para qué?
- Para qué va a ser... Para colgármelo al cuello, como el Bisbal...
A todos juntos, famosos y no famosos, los vamos a llevar a la parroquia de la Magdalena de Sevilla. Les contaremos que era un antiguo convento dominico y que la parroquia estaba antiguamente en la del Pacífico. Bueno, para que nos entiendan, les diríamos que estaba junto a El Corte Inglés del hogar, en la plaza donde se ponen los tenderetes. La parroquia desapareció en el siglo XIX y pasó al convento dominico de San Pablo. Allí los llevaremos. Atravesaremos por la plaza donde antiguamente estaba el compás del convento. Entraremos a la iglesia. En una de sus puertas está representado Santo Domingo de Guzmán, uno de los primeros a los que les dio por seguir la moda del rosario, aunque él imitó a otro, a San Simón Stock. De esto hace unos ochocientos años. Aunque el rosario entonces era otra cosa...
Sentaremos a nuestros invitados en los bancos del templo, a pesar de todo, una de las iglesias desconocidas de Sevilla. Allí está la Virgen de la Antigua y Siete Dolores, algo así como la Macarena del siglo XVII. Allí está el escudo de la Inquisición, sobre sus cabezas. Allí están los condenados de la Inquisición con su sambenito puesto y esperando en los muros la celebración del auto de fe. Pero nosotros hemos llevado a nuestros invitados a hablarles de ese colgante que usan como adorno. Blanco, negro, traslúcido, de Fátima, del Papa...qué les importa. Les contaremos que el rosario que portan le fue dado a San Simón por la misma Virgen. Desde el siglo XIII lo difunden los dominicos. Pero también hay un rosario hindú, que simboliza la unidad de todo lo existente. O un rosario musulmán, con 99 cuentas, las de los nombres divinos, aunque la que hace la número 100 no se cuente. Para no cansarlos los sentaremos. Les enseñaremos una pintura en el muro, obra de Lucas Valdés. Con muchos barcos. Representa la batalla de Lepanto. Quizás a alguno le suene. Una batalla contra los turcos en 1571. En ella, Miguel de Cervantes, autor de algún libro importante, acabó con un brazo maltrecho. Fue el día 7 de octubre de 1571. Dicen que la Virgen del Rosario ayudó en la victoria final. Por eso el Papa Pío V instituyó la fiesta del Rosario. Sí la del rosario que les cuelga del cuello.
No les cansaremos más. Quizás sea un público demasiado variado. Dominicos, Vírgenes, rosarios, historias, batallas... demasiados datos para explicar un colgante. Y no es nuestra intención que reunión tan variopinta acabe a farolazos... como un rosario de la aurora.

2.10.08

3 DE OCTUBRE. SER O NO SER

Siempre pensaste que Sevilla era mujer. Incluso la viste representada como una matrona, con el cartelito que la identificaba a los pies. No recuerdas muy bien dónde, quizás fuera en un palacio de un lugar llamado El Viso del Marqués. Sevilla como una matrona clásica, con su aire de inmortalidad y con todas sus contradicciones...
No sabes por qué, pero así fueron tus pensamientos al ver el santo del almanaque. Francisco de Borja. El Borgia de los italianos. El de la iglesia de San Luis. El de Duque Cornejo. Uno que no era duque que hizo una imagen de otro que sí lo fue. Está en la iglesia de San Luis. Vestido de jesuita entre espejos y laminitas que no gustaban a los ilustrados. Pero el sí lo fue. Duque de Gandía. Cocinero antes que fraile. Nada menos que duque y gobernador de tierras catalanas. Ahora en Sevilla y con rey francés. Enviudó y pensó entrar en la Compañía de Jesús. Un bombazo para la época. Tanto que Ignacio de Loyola le dijo que “el mundo no estaba preparado para ese estruendo”. En San Luis, Loyola es más pequeño que Borja. Por eso se tuvo que preparar. Francisco y el mundo. Lo pagano y lo terreno. Cuando entró en la orden del Nombre de Dios tuvo que despojarse de las vanidades del mundo. Como en un cuadro barroco. Como en la iglesia de los novicios jesuitas de la antigua calle Real. Real de San Luis. Como el rey de Francia. Allí está el santo del día con una calavera en la mano. Ya había adelgazado de su antigua gordura. El santo, no la calavera. Dicen que aquella canina correspondió al rostro de la emperatriz más bella. Se llamaba Isabel. Era de Portugal. Casó con todo un emperador en la ciudad de tu almanaque. Nacía la ciudad de las bodas reales. Renacimiento pleno. Pero todo termina en la vida. La belleza incluso antes. El antiguo duque jesuita fue el encargado de contemplar el rostro de la belleza descarnada. Memento homo quia pulvis es. Ya lo dijo Ignacio: “¿De qué le servía al hombre ganar el mundo?”. El alma en otro lugar. Francisco delante de la calavera. Hamlet sevillano. Ser o no ser. No sabes por qué, pero has pensado en tu ciudad. Roma triunfante o rincón de olvido. Del orbe la octava maravilla o rima ripiosa. Grandeza o miseria. Ser o no ser. Globo sin fin o fin de la Tierra. Lugar donde todo es necesidad o donde nadie la tiene. Lugar de necesidades o lugar necesario. Tradición o modernidad. El ombligo del mundo. La tantálica condena a la destrucción. La belleza marchita. Polvo, cenizas corrupción y gusanos. El rostro de una mujer a la que Francisco de Borja prometió nunca más servir. Porque moría. Hamlet sevillano. Ser o no ser. En San Luis de los Franceses has pesando que quizás tu ciudad sea mujer... Bella... Su historia está en los huesos...


A Regla y Antonio, grandes sevillanos y mejores amigos.