“No existe en Europa un cementerio más alegre. Esa luz latina barre como un aire sutil la lobreguez de los cementerios. En otros cementerios vuestra guía es la tristeza; en éste no habéis atravesado el umbral y la luz os coge un brazo, os deslumbra”. Con estas palabras definía Eugenio Noel al camposanto sevillano de San Fernando, una hermosa descripción de un cementerio con más de 150 años. Inaugurado en 1853, son muchos los que desconocen que comparte los enterramientos católicos con un cementerio musulmán creado para los combatientes de la Guerra Civil y con un cementerio para disidentes de la religión católica creado a fines del siglo XIX. Durante algunos años fue un recinto separado por un muro del resto de enterramientos; hoy ocupa un sector integrado en el recinto general.
Siendo más conocidos los grandes monumentos del cementerio católico, Joselito el Gallo, Antonio el Bailarín, Antonio Machín, Paquirri, el mausoleo de Aníbal González o el Cristo de las Mieles, el olvidado recinto de los disidentes de la religión católica esconde uno de esos lugares donde parece habitar el olvido. Entre pocas flores y pocos recuerdos, hay una tumba que llama especialmente la atención. Dice Eduardo Jordá que en las lápidas de los cementerios está escrita la novela de una vida que nunca se escribirá. En ese cementerio de malditos dentro del camposanto sevillano es un lugar de visita inexcusable una lápida olvidada, auténtico ejemplo de esa novela sin escribir. En letras romanas de aire romántico, en pocas ocasiones con flores, en muchas ocasiones olvidada, la lápida de D. Francisco Barnés nos cuenta:
R.I.P.
Aquí descansan los restos de Don Francisco Barnés y Tomás, Doctor en Filosofía y Letras, Licenciado en Derecho, catedrático numerario de esta Universidad Literaria. Fue sacerdote católico. Mientras creyó en el dogma practicó los actos de religión con dignidad y escrupuloso respeto. Cuando después de maduro examen y ejercicios de razón dejó de creer en el orden sobrenatural (que juzgó fantástico) su carácter sincero no le permitió continuar una vida estéril y farisaica, burlando y explotando la credulidad de las gentes. Prosiguió a la naturaleza nuestra común madre. Contrajo matrimonio con digna mujer. Fue padre de familia cuyos deberes no descuidó ni un instante en el trato social con toda clase de persona. Murió el 5 de mayo de 1892.
Pasea por el cementerio de disidentes y lee la tumba del doctor Barnés. No te cabe duda. Una vez más ha venido Bécquer a tu memoria.
¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
Siendo más conocidos los grandes monumentos del cementerio católico, Joselito el Gallo, Antonio el Bailarín, Antonio Machín, Paquirri, el mausoleo de Aníbal González o el Cristo de las Mieles, el olvidado recinto de los disidentes de la religión católica esconde uno de esos lugares donde parece habitar el olvido. Entre pocas flores y pocos recuerdos, hay una tumba que llama especialmente la atención. Dice Eduardo Jordá que en las lápidas de los cementerios está escrita la novela de una vida que nunca se escribirá. En ese cementerio de malditos dentro del camposanto sevillano es un lugar de visita inexcusable una lápida olvidada, auténtico ejemplo de esa novela sin escribir. En letras romanas de aire romántico, en pocas ocasiones con flores, en muchas ocasiones olvidada, la lápida de D. Francisco Barnés nos cuenta:
R.I.P.
Aquí descansan los restos de Don Francisco Barnés y Tomás, Doctor en Filosofía y Letras, Licenciado en Derecho, catedrático numerario de esta Universidad Literaria. Fue sacerdote católico. Mientras creyó en el dogma practicó los actos de religión con dignidad y escrupuloso respeto. Cuando después de maduro examen y ejercicios de razón dejó de creer en el orden sobrenatural (que juzgó fantástico) su carácter sincero no le permitió continuar una vida estéril y farisaica, burlando y explotando la credulidad de las gentes. Prosiguió a la naturaleza nuestra común madre. Contrajo matrimonio con digna mujer. Fue padre de familia cuyos deberes no descuidó ni un instante en el trato social con toda clase de persona. Murió el 5 de mayo de 1892.
Pasea por el cementerio de disidentes y lee la tumba del doctor Barnés. No te cabe duda. Una vez más ha venido Bécquer a tu memoria.
¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
16 comentarios:
Pues nada, con estas calores quedan invitados a recordar grandes lápidas y grandes epitafios...
La foto, una vez más, del gran Antonio Sánchez
Para epitafio, el que narraba (verídico) el gran Paco Gandía cuando decía quello de;
"Aqui no yace nadie
porque su padre usaba
preservativos marca la Victoria"
Sencillamente genial. Me ha encantado esta entrada.
Personalmente creo que el cementerio de San Fernando es uno de los elementos del Patrimonio más olvidado, pese a estar englobado como BIC.
El recuerdo a esta lápida que no he visto nunca, pese a fijarme en ellas cuando cruzo el cementerio, consigue retrotraernos, como bien dices, a ese mediados de 1800, quizás en un lateral de La Venta de Los Gatos, observando la planicie que se extendía hasta San Lázaro, para comenzar allí el camposanto. Bécquer en estado puro.
Un abrazo enorme amigo Rascaviejas.
Vaya, no la conocía; y me ha recordado que quiero ir un día al cementerio civil, además de visitar algún familiar que allí reposa, me lo han recomendado por macabro que parezca.
Yo ya tengo pensado lo que quiero en mi lápida y a continuación expongo:
“…”
Tiene gracia que tras una vida barroca, me dé por el minimalismo de los puntos suspensivos, pero es una modernez que me concedo para el descanso ¿eterno?
Kisses
El mío:
¿Flores?... No me traigas flores, anda, que todavía me acuerdo del día que no me convidaste.
Amigo Lacava, consigues estar siempre al quite.
Si tuvieras que poner una de tus poesías... ¿cual sería?
Abrazos.
Jajajaja, ¿yo no pienso en mi muerte? por lo que veo algunos tenéis claro vuestro epitafio, yo ni siquiera me he parado a pensarlo alguna vez.
Gata creo que deberías replantearte el tuyo, ¿con todo lo que eres capaz de decir sólo quieres dejar plasmados puntos suspensivos?
Yo no sé pero algo en verdiblanco debería tener.
¿Que epitafio se le puede poner a un bote con cenizas?
Porque yo, lo tengo claro. Como mi santo, quemadito y vuelta y vuelta.
Saludos
Éste también me gusta:PROHIBIDO PONER FLORES
... que después ninguno venís a quitar las avispas ¿vale?
Hay una que siempre me encantó "Perdone que no me levante" Groucho Marx
Tengo un amigo que suele pasear por él (vivo, que no es un fantasma ni un zombie) porque dice que se inspira.
Yo he llegado a entrar, pero me quedé en la de Martínez Barrios. A mí me impone, que le vamos a hcer, pero bonito y relajante lo es, no cabe duda.
Mi abuelo tenía un epitafio particular que decía: " Por aguantar un peo aquí me veo" Y perdonen vuesas mercedes la palabra malsonante.
Yo no puedo pensar en mi epitafio, yo quiero que me planten un árbol encima. Eso sí, verde y blanco, un azahar por ejemplo.
Jajajaja, por eso Zapateiro, porque ya lo digo todo en vida, y además es mi impulso minimalista por sintetizar todo…
Peor es el de mi hermano que quiere poner “Game over”
Kisses
Jajajajajaja, me parto Mercedes. ¿Te puedes creer que yo a tu hermano no le vi cara de ¿"raro"?? lo de game over es de lo más friki, ¡Dios! qué bueno.
yo vi uno una vez un poco triste en una de mis incursiones al cementerio que decía "ya os dije que estaba malito"
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