Siempre pensó que la suya era una ciudad abierta, universal y todas esas monsergas que cuentan en guías llenas de tópicos y superficialidades. Quizás le vino a la mente esa idea cuando llegó a aquella república independiente en las reales tierras del Aljarafe. Lo real y lo imaginario. Donde se cabe y donde hay que apretar. Un mundo imaginario, pensó, donde los metros se multiplicaban y donde “las soluciones” cabían hasta en un embudo. Vivir en pocos metros. Sin más. Sin zonas verdes ni espacio para dejar nada. Quizás un gancho para colgar la bici… Una república con un único camino, como una ronda de sentido único, que las cosas hay que hacerlas con sentido, no se sabe si el común, que suele ser el menos común. Un recorrido que, al principio, le agradó: todo era ideal, aparentemente bello y aparentemente cómodo. Igualito que los carteles de las setas o que la publicidad de Asunción…Toda una república de las personas, una ciudad de los sueños metidos en un nicho-cama rodeado de estanterías Billy donde todo le cabía. Todo le cabía…como a su ciudad, lugar de encaje y de encajar. El lugar donde caben dos y caben tres. Metáfora de la misma política, llegó a pensar...
Pasado un tiempo, el ambiente comenzó a hacerse irrespirable. Quizás fuera el dichoso vocabulario de la propaganda del régimen: movilidad, sostenibilidad, flexibilidad, idoneidad… Quizás fuera eso de darle a todo un nombre impronunciable: poäng, markor, somring, drops… Quizás fueran las imágenes que venían a su mente, el suelo Tundra que cubría la Encarnación, el sillón Poäng colocado en la Puerta de Jerez, las alfombras Hamper en tantos comercios, la silla mamuts invadiendo los veladores de la Avenida, las lámparas skima que adornan la avenida de Miraflores, el sistema de almacenaje Drops que se monta en cualquier obra de las que invade la ciudad (donde cabe un coche, caben dos), el florero somring colocado en la calle Tetuán, la iluminación Ronas que se acabará colocando en la calle Sierpes en Navidad, las pérgolas persika colocadas en la Alameda… El paseo sostenible empezó a ser una tortura. A pesar de ser un lugar libre de humos por y para el peatón. Aligeró el paso. Se agobió. Un mueble era torturado en una prueba continua. Tántalo sevillano. Aceleró algo más. Corrió. Y no había forma de salir de allí: un único sentido, un camino impuesto, una única forma de pensar… El gran hermano lo vigilaba: neolenguaje y falseamiento de la realidad. Un mundo de sueños convertido en la peor de las pesadillas. El sueño de la razón produce monstruos. Eso pensó al abandonar la maldita república independiente. La que tanto se parecía a su ciudad. La ciudad de los sueños, del adorno barato, de la crítica comprimida en cajas compactas, de la falsa democracia en el acceso a lo que hay que hacer y a lo que hay que pensar. La ciudad modernizada. De progreso. La ciudad puteada… La ciudad de Ikea.
Y sus vecinos haciéndose el sueco…
Pasado un tiempo, el ambiente comenzó a hacerse irrespirable. Quizás fuera el dichoso vocabulario de la propaganda del régimen: movilidad, sostenibilidad, flexibilidad, idoneidad… Quizás fuera eso de darle a todo un nombre impronunciable: poäng, markor, somring, drops… Quizás fueran las imágenes que venían a su mente, el suelo Tundra que cubría la Encarnación, el sillón Poäng colocado en la Puerta de Jerez, las alfombras Hamper en tantos comercios, la silla mamuts invadiendo los veladores de la Avenida, las lámparas skima que adornan la avenida de Miraflores, el sistema de almacenaje Drops que se monta en cualquier obra de las que invade la ciudad (donde cabe un coche, caben dos), el florero somring colocado en la calle Tetuán, la iluminación Ronas que se acabará colocando en la calle Sierpes en Navidad, las pérgolas persika colocadas en la Alameda… El paseo sostenible empezó a ser una tortura. A pesar de ser un lugar libre de humos por y para el peatón. Aligeró el paso. Se agobió. Un mueble era torturado en una prueba continua. Tántalo sevillano. Aceleró algo más. Corrió. Y no había forma de salir de allí: un único sentido, un camino impuesto, una única forma de pensar… El gran hermano lo vigilaba: neolenguaje y falseamiento de la realidad. Un mundo de sueños convertido en la peor de las pesadillas. El sueño de la razón produce monstruos. Eso pensó al abandonar la maldita república independiente. La que tanto se parecía a su ciudad. La ciudad de los sueños, del adorno barato, de la crítica comprimida en cajas compactas, de la falsa democracia en el acceso a lo que hay que hacer y a lo que hay que pensar. La ciudad modernizada. De progreso. La ciudad puteada… La ciudad de Ikea.
Y sus vecinos haciéndose el sueco…
17 comentarios:
He tenido que pisar el IKEA este sábado por imperativo moral, y no el soporte de esa mesa. Y mira que tuve que seguir desde el principio hasta el final, tooooodo el rrecorrido que marcan las flechitas del suelo.
Por eso proclamo que , si esto es la republica independiente de mi casa, prefiero vivir debajo de un puente como Carpanta.
Don Manuel Jesús, no use usted palabras raras, como neolenguaje, y menos aludir al Gran Hermano, que se va a creer la gente que habla de unos zánganos que se encierran en una casa para que los vean en la tele...:)
Por cierto, ya me dirá dónde se puede comprar una mesa como la de la foto...
Ah, y, sobre todo, muchas gracias por unas hermosas palabras que he leído de usted, sobre mí, en un blog.
Un abrazo,
Brillante.
Confesando que un servidor tiene en su casa estantería Billy, debo decir que pisé la república independiente una vez y nada más, Santo Tomás. Me marea el sentido único y me dan alergia los lapices. Además, ni sé medir, ni quiero aprender, ni na de na...
Un abrazo, querido Manuel Jesús.
coño profe mira que he dao yo vueltas por alli ultimamente, esa mesa donde estaba por Dios?, lo mismo a mi futura no le gusta pero....,genial historia como nos tienes acostumbrados
El diseño de la mesa es ideal para debajo de la ropa de camilla. ¡ay, profesor, mi profesor!
Vaya, parece que me espía. En una hora estaré en IKEA siguiendo flechas en el suelo, y acabaré poniéndome púa de café a un lero recargable cuantas veces quiera… esta gente no sabe con quien se la juegan….
En fin, es que los libros en esta casa son plaga de langosta, salen de cualquier lado y nos da pena que vivan en cajas bajo las camas, así que buscaremos unas estanterías donde vean la vida pasar y sean algo mas felices.
Kiss
Grande muy grande el texto. Aunque eso sí, ya me gustaría a mí tener en nuestra ciudad a unos cuantos políticos suecos y que las medidas de las cosas estuvieran tan bien planteadas como la de los artilugios de la multinacional sueca, que, como diría aquél, "fijarse bien", hasta yo he sido capaz de montar alguna cosilla de allí. La mesa de la foto, ¿quién es capaz de montarla?
Mirando bien el "mueblecito", tambien se le podría buscar utilidad como aparcamiento de bicicletas.
hombre, rascaviejas...
se ahorra uno las patas y no se araña el suelo...
pero me temo que por mucho grillete y muchas esposas que le ponga...
mi mujer no aguantará así más de dos o tres horas...
se la pondrá una vez y ni una más, santo Tomás... como la combinación braguita-liguero del sex-shop...
me temo que tendremos que seguir conformándonos con un par de borriquetas...
no sé por qué pero hablando de estas cosas acabo de caer en la gran calidad del porno sueco... supongo que sería el exceso de rímel y colorete verde de las actrices o... las venas tan marcadas de... ¡bah!, ese es otro tema...
¿Usted piensa que eso de hacerse el sueco tendrá algo que ver con la producción cinematográfica?
Pues a mí me encanta la Alameda, seré la única, quizás sea porque me ocurre como a la gata, que me encanta el lapicito, el metrito y los pasteles a un euro de nombres imposibles.
no sé, profesor...
pero tenerla dura como un zueco es garantía de contrato indefinido...
y es la práctica común en esas producciones propias de NO8DO Films, como Sevilla Global S.A....
serie B para los frikis... pero de cine, oiga...
Dama, lo mejor es que siempre comes allí con postre, o cae meriendita… Ese rollo de canela….
Por cierto, me dí cuenta que en el último catálogo viene el señor Billy sonriente diciendo que fabrica estanterías desde hace más de treinta años, vamos, y si aquí cualquier cosa con más de tres años adquiere el rango de tradición ¡el señor Billy es un rancio de los buenos!
Absolutamente, querida gata.
en Suecia los rancios cortan el bacalao... ¿?... a ver si lo de las venas tan marcadas es por... ¡bach, déjalo!
Eso tiene algo que ver con aquello de las venas que hay en una caja de huevas...huy, deje, deje...
El IKEA me agobia porque me recuerda a un criadero de pollos y gallinas. Cuando voy y vuelvo de Huelva (valga la cacofonía), hay un criadero de este tipo que está constantemente induciendo a las aves a comer. Engordar sin parar, sin descansar, en un acto progresivo e impulsivo. Cebar sin noche ni día. Luz eléctrica, temperatura estable y todos los servicios. Resultado: animal sin parar de comer y engordando hasta que es elegida para adornar un espetón de pollería o el escaparate de una carnicería.
El IKEA es algo similar. No hay luz cenital, siempre es artifical. No sabes si es de noche o de día. Tiene una temperatura estable para todos. Se puede comer sin salir y además hay asientos y hasta cama. Necesidades cubiertas sin saber nada del exterior. Como el criadero de pollos y gallinas. Y es curioso, también en la carretera de Huelva.
Esperemos no llegar nunca a esa sensación con nuestra ciudad.
Un abrazo enorme y grande como voacé querido Rascaviejas.
P.D. No me respondió usted: esa mesa es de ¿Ron Mueck o Allen Jones? el último tiene más papeletas. Y el punto del 199 está que ni pintado... o ¿no es pintado?
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