20.9.06
20 SEPTIEMBRE. JUAN SEBASTIÁN ELCANO
JUAN SEBASTIÁN ELCANO.
Imagínese que usted sale de viaje cualquier día de este mes y regresa dentro de tres años. Tendría, sobre todo, mucho que contar. Y buscaría a alguien para que escuchara sus historias. Algo así hizo un grupo de marinos el día 20 de septiembre de 1522. Buscaron un convento de la orden mínima que estaba en Triana, en la calle Pagés del Corro, donde hoy está un colegio. En aquel convento encontraron aquellos marinos una Virgen sentada, con un Niño en sus brazos, con la mirada serena al frente y con actitud de escucha. Y entre los marinos, hubo uno que tomó la palabra. Primero se presentó. Se llamaba Juan Sebastián Elcano. Y presentó a sus compañeros. Eran pocos, sólo 18 hombres de mirada cansada. Y antes de nada dio gracias a aquella Señora, a aquella Virgen sentada. Y le contó una larga historia.
Juan Sebastián Elcano le narró a la Virgen que hacía ya tres años que comenzó un larguísimo viaje. Le acompañaban más de 200 marineros que viajaban en cinco naves. Su idea era llegar a la Indias desde Occidente, un viejo sueño. Y en ese viaje les ocurrió de todo. Sufrieron rebeliones, tempestades, naufragios, enfermedades... Incluso fue asesinado su jefe, Magallanes. También murió Duarte de Mendoza, otro compañero que asesinaron los musulmanes de Cebú. Fue entonces cuando se tuvo que hacer cargo de la expedición. Con su nao Victoria llegó hasta las Molucas, un sitio que parecía el fin del mundo. Allí cargó su barco con clavo, arroz, canela y ámbar. Pero el regreso fue todavía peor. Tuvo que evitar a los portugueses y luchar contra el hambre y la incomprensión. Incluso algunos de sus marineros fueron presos por el rival portugués. Pero finalmente pudo completar el viaje. Elcano le dijo a la Virgen que había recorrido más de 14.000 leguas, casi 80.000 kilómetros en tres años, que había perdido a doscientos compañeros y a cuatro barcos. Pero allí estaba: el capitán de la Nao Victoria ante la Virgen del mismo título. El primer hombre que daba la vuelta al mundo hablaba con una Virgen sentada. Y le habló de mil y un lugares, de sitios exóticos, de miedos y de alegrías, de riquezas y de dificultades. Y sobre todo le dio gracias a aquella Virgen sentada por haber podido volver a contarlo.
Hoy ya no existe aquel convento trianero de la orden Mínima. Pero la Virgen de la Victoria sí. Fue llevada a la parroquia de Santa Ana, a la Catedral de Triana. Allí sigue sentada, escuchando nuevas historias. Como la de un viejo marino que hace 483 años le dio la vuelta al mundo...
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6 comentarios:
¿Recibiste mi correo? Soy el inquilino anterior a tí del San Isidoro. Por cierto, bellísima la foto de la Virgen de la Victoria. Esperemos que no quieran cambiarle la advocación. Un saludo.
Interesante historia.
Lo descubrí hace una semana y ya soy adicto a tu blog
Enhorabuena por unas historias que nos llegan al fondo del alma y de la inteligencia.
Un dato importante. La hermosa foto de la Virgen de la Victoria es obra de Álvaro Pastor Torres, de cuya amistad presumo. Aparece en un su libro "Diario de una ciudad" y probablemente aparezca pronto en una publicación mía. Gracias a todos.
Enhorabuena por la paternidad y a criarlo con salud.
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