1.12.07

2 DE DICIEMBRE. ACOSADA


Un año más he ido a verte. Un año más me he envuelto de silencio en el convento de Santa Inés para ver tu rostro quemado. Un año más me he acordado de ti, María. Podrías ser una mujer más. Pero la ciudad te recordó, y, junto a tu cuerpo incorrupto, te puso una calle con aromas de un domingo de Ramos que nace cada año en Doña María Coronel.
A través de la reja he visto tu rostro. Y en tu rostro, tu historia. Naciste en Sevilla allá por el año 1334. Tu padre fue un personaje muy conocido, Alonso Fernández Coronel, alguacil de Sevilla. Te casaste muy joven, con algo más de quince años, con un descendiente de Fernando III, don Juan de la Cerda. Parecías encaminada al triunfo en la vida. Pero como a tantas mujeres, la vida te enseñó su peor rostro. Te tocó vivir una época de lucha por el poder. Una guerra civil por llegar al trono de Castilla. Y no estuviste en el bando de los ganadores. Tu padre fue decapitado por orden de Pedro I el Justiciero, que para ti siempre fue Pedro el Cruel. Lo mismo ocurrió con tu esposo, Juan, que también escogió el bando contrario al rey. Corría el siglo XIV. Y en aquel tiempo las viudas lo pasaban muy mal. Sobre todo si perdían sus posesiones, sus tierras, su dinero.
Hoy me he acordado de todo esto. Al pasar por la Iglesia de San Pedro y llegar al monasterio de clarisas. Al oler a perejil y a bollitos de Santa Inés. Al verte vestida de monja, un año más; con el rostro quemado y las manos sobre tu pecho, a través de la reja encerrada en una urna de madera. He recordado que el rey Pedro se fijó en ti. Tu te refugiaste en el convento de Santa Clara. Allí, junto a la torre de don Fadrique pensaste que ibas a ser feliz. Sobre todo después el milagro. Te sentías una mujer acosada. Hasta el día que apareció el rey como una furia en el interior del convento para buscarte. Las monjas te metieron en un agujero. Y se hizo el milagro. Rápidamente brotó peregil y el rey no te encontró. Ese día pensante que tus pesadillas se habían terminado. Pero el horror llegó más tarde. El día que Pedro I entró como una furia hasta las cocinas del convento. No pudiste más. Todavía notaré el terror en tu rostro quemado. Cogiste una sartén de las grandes, de las que usaban las monjas en las grandes ocasiones. El aceite hirviendo que tenía te lo volcaste en la cara. Pensaste que morirías de dolor. Pero aquello fue tu liberación. Porque pudiste comenzar una vida nueva, una monja nueva en un convento nuevo, el de Santa Inés, que tu misma fundaste. Creo que allí encontraste la paz.
Recuerdos entre los muros góticos de un convento. Una terrible historia contra una mujer del siglo XIV. Desgraciadamente, siete siglos después hay cosas que han cambiado muy poco...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

A su acostumbradamente magnífico texto, sólo le falta, en esta ocasión, la banda sonora musical de Maese Pérez, el organista de Santa Inés.

Saludos

bogar dijo...

Usted no me ve pero le estoy haciendo la ola.Que facil aprender con personas como usted.Gracias

P.D.Ah se me olvidaba tambien me he quitado el sombrero,en mi caso la gorra por los frios.

Híspalis dijo...

Me quito también el sombrero tras leer este precioso homenaje. Enhorabuena.

Diego Romero dijo...

Sevilla en su teclado, es aún más grade, querido profesor.

Muchas gracias.

Reyes dijo...

Que razón tiene lacava.
Esa historia era la historia de mi abuelo, la que me contaba mil veces, por eso la calle me recuerda a mi niñez, a mi imaginación volando con las palabras de mi abuelo.
Gracias profesor por otra clase de sevillanía, y por recordarme a mi abuelo sin que se haya dado cuenta.
Un beso.

el aguaó dijo...

Impresionante maestro. Me sumo a las alabanzas hacia tu texto y persona.

Vos sabéis contar las cosas como nadie mi querido Rascaviejas. Permítame honrarle con un buen trago de agua fresca, siempre brindando con vuesa merced por la genialidad que atesora

Gracias otra vez.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que gran maestría escribiendo profesor...Usted es un ejemplo...

Enrique Henares dijo...

Yo también volví ayer a Santa Inés... Pocos rincones sevillanos como ese compás de aromas becquerianos y esa recóndita iglesia donde duerme por siglos el amor imposible del rey cruel.

J. Iván Martín dijo...

Me ha encantado el texto señor rascaviejas, con cada texto se supera...

Estoy muy de acuerdo con la ultima frase... han pasado 7 siglos y todavia se acosan y se maltratan a las mujeres...

Saludos.

PD: pasense por mi blog que he colgado fotos nuevas...

Blasco Navalta. dijo...

sabia de esta historia pero no asi kontada, aun tengo lo pelos de punta sobre todo por el final

Fangyaya dijo...

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