“Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies y sobre la cabeza una corona de doce estrellas...”. La llamaron la más sevillana, pero siempre estuvo en Triana. Fue siempre la más hermosa pero posiblemente la que más lloró. Dio rostro a la madera, pero las primeras manos que la vistieron fueron manos de alfarero. Al otro lado del puerto, pero fundada por gentes de la mar. Escuela de mareantes en el viejo arrabal. Triana y Sevilla. El altozano revestido con la elegancia macarena que le llegaba desde el Arco de San Gil. Negro manto románico de cofradía de ruán. Contrastes de la Sevilla barroca. El sol en lo alto y la luna bajo sus pies. La mirada baja y la elegancia innata. Cargó con la pena de su Hijo y con las penas de sus hijos. Su Hijo, todo un dios que mira a los cielos. Su madre, una mujer que llora mirando al suelo. Triana pura en cacharro de las santas Justa y Rufina. Pero la Giralda al centro. Cuando dijeron en el banco azul que España no era cristiana sus lagrimas se multiplicaron al otro lado de la orilla. Brillos de porcelana reflejando la tristeza de una candelería de media tarde. Dicen que de Montañés, dicen que de Mesa, dicen que barroca, dicen que neoclásica. Incluso surgió alguna copia en algún rincón olvidado. Stella matutina. Reina del grande océano. Valiente simplemente por hacer lo que tenías que hacer. Quisieron manipularte pero no pudieron contigo. Qué sabrá la bajeza humana frente al destello de toda una estrella. La de la mirada baja. La de la pena más honda. La de la melancolía profunda. La que más llora pero la que más nos ilumina. Te quisieron colocar en uno y en otro bando. Año 1932. Un día como el del hoy. Semanas de presión. A favor y en contra. Manipulaban unos y todavía manipulaban más otros. Publicidad en los periódicos y cabildos llenos de tensión. Cumplir las reglas o cumplir con otras cosas. No fue el domingo, pero fue el jueves. Saliste a la calle. Como mandan las reglas. Como Dios, el que trianea, manda. Izquierda adelante, derecha atrás. Siempre de frente. Nunca hubo más ojos contemplándote. Quizás hubo miedo, quizás precauciones. Algún disparo y algún cretino de más en el recorrido. El Triunfo fue el del pueblo. Triunfó la emoción. Fuera mediocridades para entender a toda una Estrella. Que “aunque seas republicana, aquí quien manda eres tú: la Estrella de la mañana”. Republicana vestida de reina. Tu reino no es de este mundo. Quizás sí. Lo comprendemos cuando un resplandor trianero ilumina Sevilla en la tarde del Domingo de Ramos.
3 comentarios:
Da que pensar. Pasan los siglos y siguen los manipuladores y los demagogos. De derecha y de los que se llaman de izquierda. De los que confunden fe, creencia, ideas, ideales, progreso, progresismo, tradición, tradicionalismo y hasta comunión con comunismo... Quizás las cosas sean más fáciles. Sólo sobran los extremismos y la incultura superficial. Menos mal que nos quedan las esencias... ¡cuidado, Rascaviejas, que te llaman carca o rancio...!
Mi enhorabuena por la entrada. Sencillamente preciosa, como la Estrella.
Quedémonos con las esencias.
Un saludo.
Para unos fue valiente por haber desafiado a los extremistas. Para otros la valentía fue romper el "boicot".
En aquellos tiempos complicados: ¿Valentía o temeridad?: he ahí el dilema.
Saludos
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