31.7.09

30 DE JULIO. TERCIOPELO AZUL

(Foto: Antonio Sánchez Carrasco)

Una película. La de tu propia vida. Una Pasión con banda sonora. De cornetas y tambores cigarreros. Ambientada en un rincón del Arenal. Arenal de Sevilla. El de la cestería y el de los toneleros. El de los toros y el de las viejas putas. Cuernos y coronas. El de los viejos mareantes y el de viejos mareos tabernarios. El de los pícaros y rufianes y el del venerable Miguel de Mañara. Unos secundarios de lujo. Auténticos protagonistas para envolver la más hermosa escena. Escena de una película de origen lejano. 30 de julio. Año 1586. Cardenal Rodrigo de Castro. Daba guión al largo metraje de una nueva hermandad.

Siempre quisiste formar parte de aquella escena. El decorado tenía blancos y azules hospitalarios de fondo. San Jorge y San Fernando. La Fe, la Esperanza y la Caridad. Todas de fondo. Y tu escena rodándose en primer plano, sobre una hojarasca barroca tallada entre efluvios de mar y de alcohol. Sevilla, ciudad barroca. Tras los muros blancos, la otra verdad de la tarde. In ictu oculi. La muerte que acaba con nuestras vanidades en un abrir y cerrar de ojos. Como un rápido fotograma. El de la película coral. Con personajes que soñaste y que quisiste protagonizar. Unos años querías ser Nicodemo. Otros, José de Arimatea. Te prestarían la escalera para subir al madero. Con luz de noche americana bajo el cielo de terciopelo. Terciopelo Azul. Si el año estaba místico, te habrías subido a una cruz para consolar al Señor que te da la salud. Dimas o Gestas. El bueno y el malo, que también es el feo. Tres personas distintas y una película verdadera. La de tu Pasión. Con la mejor banda sonora. La escucharás esta tarde. Tambor roto para refugiarte. La muerte tenía un precio. Treinta monedas de una plata traidora. La escena en primer plano. El cielo y las túnicas se funden en uno solo color. Azul. Las trilogías quedan para otros. Aquí el Padre, el Hijo y el Espíritu huelen a muerte de cruz. Para transmitir Luz. Para ayudarte en todas tus necesidades. Esta tarde querrás ser secundario de lujo. Para transmitir el dolor. Para sentir la soledad. Será a los pies de un retablo de azulejos azul noche. Noche profunda del alma. Con el Hospital de la Caridad de fondo, sentirás que la película llega a su fin. Como todas las pasiones. Como todas las grandezas. Desde lo más profundo del decorado, un loco del Barroco interpretará su último papel. Cristo habrá muerto, pero siempre queda la última palabra. Palabra de vida y de luz en la noche. Sonarán tambores. Destemplados. Escena final de dolor. Memento homo. Con frase de cierre: ¿Qué importa hermano que seas grande en el mundo si la muerte te ha de igualar con los pequeños?


1 comentario:

La gata Roma dijo...

Le dieron la oportunidad de escribir, escribir en papel, y lo que era mejor, sobre Semana Santa. No era nada de suma importancia ni a ella le importaba, vería su nombre impreso y se ilusionaba puerilmente con aquello. Le dieron a elegir cualquier día de esa sacra semana, con una excepción, el Sábado. Le dio pena, pues era el día que tenía pensado, pero rápidamente escogió otro. Nadie entendía su elección. Muchos se preguntaban porqué no el Martes, día de vinculación familiar y personal, otros pensaban que el esplendor del Domingo de Ramos habría sido mejor, muchos creían que el Jueves era un acierto mayor, y muy pocos sabían lo feliz que le hacía escribir del Viernes; y a ella, para variar, le daba absolutamente igual lo que pensaran todos, ella sabía en el azul estaba la clave


P.S. Ojalá hubiera tenido yo una foto del Canónigo para esto…