Colecciones habría pero como la suya ¡ninguna!...
Era la frase que más le gustaba repetir, especialmente con aquellos que él consideraba como entendidos, los dignos de conocer aquella paciente labor de años. Casi todo, por no caer en la pedantería del “Todo, sobre la Semana Santa” se encontraba allí. ¿El dato?. Allí estaba, y bien catalogado. ¿La fecha? No había año que no estuviera anotado. ¿La imagen? Probablemente no le quedaba ninguna por recoger, eso sí, bien ordenadas y catalogadas por días de la única Semana.
Hubo días en los llegó a perder la noción del tiempo. En su habitáculo se condensaba todo lo que había que saber, todo lo que había que oír y todo lo que había que guardar. Las efemérides no tenían secreto para él. Ordenadas por años, recopiladas en libros y en discos compactos, memorizadas como una letanía continua, como las cuentas de un rosario eterno. Vivencias ordenadas en cientos de cintas que sabría repetir de memoria, sonidos acumulados en cintas, cedés y una nueva joya conocida como MP3. Parecía un sueño. Miles de sonidos en la palma de la mano, ordenados por bandas, agrupaciones y tríos de capilla. El trabajo de años, el trabajo de toda una vida...
Por eso hacía años que era una persona imprescindible. No había nadie que supiera como él. Se hizo omnipresente: charlas, debates, ponencias, conferencias... Si no contaban con él algo fallaba. Y por eso su colección se engrandeció con placas, recuerdos, medallas y pergaminos que indicaban su erudición.
Un mal día la desgracia llegó a su casa. Nunca se pudo explicar cómo pudo pasar. Aquellos ladrones debían tenerlo bien preparado. Porque al volver a su casa después de una conferencia halló su colección vacía. Expoliada. La ausencia. Buscó en todos los rincones y le pareció no encontrar nada. Cansado, cayó al suelo y en un rincón creyó descubrir algo. Estaban allí... escondidos... Se llamaban sentimientos.
Aquel día el coleccionista descubrió la Semana Santa...
Era la frase que más le gustaba repetir, especialmente con aquellos que él consideraba como entendidos, los dignos de conocer aquella paciente labor de años. Casi todo, por no caer en la pedantería del “Todo, sobre la Semana Santa” se encontraba allí. ¿El dato?. Allí estaba, y bien catalogado. ¿La fecha? No había año que no estuviera anotado. ¿La imagen? Probablemente no le quedaba ninguna por recoger, eso sí, bien ordenadas y catalogadas por días de la única Semana.
Hubo días en los llegó a perder la noción del tiempo. En su habitáculo se condensaba todo lo que había que saber, todo lo que había que oír y todo lo que había que guardar. Las efemérides no tenían secreto para él. Ordenadas por años, recopiladas en libros y en discos compactos, memorizadas como una letanía continua, como las cuentas de un rosario eterno. Vivencias ordenadas en cientos de cintas que sabría repetir de memoria, sonidos acumulados en cintas, cedés y una nueva joya conocida como MP3. Parecía un sueño. Miles de sonidos en la palma de la mano, ordenados por bandas, agrupaciones y tríos de capilla. El trabajo de años, el trabajo de toda una vida...
Por eso hacía años que era una persona imprescindible. No había nadie que supiera como él. Se hizo omnipresente: charlas, debates, ponencias, conferencias... Si no contaban con él algo fallaba. Y por eso su colección se engrandeció con placas, recuerdos, medallas y pergaminos que indicaban su erudición.
Un mal día la desgracia llegó a su casa. Nunca se pudo explicar cómo pudo pasar. Aquellos ladrones debían tenerlo bien preparado. Porque al volver a su casa después de una conferencia halló su colección vacía. Expoliada. La ausencia. Buscó en todos los rincones y le pareció no encontrar nada. Cansado, cayó al suelo y en un rincón creyó descubrir algo. Estaban allí... escondidos... Se llamaban sentimientos.
Aquel día el coleccionista descubrió la Semana Santa...
6 comentarios:
Hablando de colecciones;
¿Se han fijado Vdes. en el capataz del paso de la Borriquita que en porciones nos ofrece ABC?
Tiene toda la cara del Sr. Obama.
"Fijarse" bien.
Es muy curioso este tipo de promociones de los diarios sevillanos. Los mismos que en artículos se rasgan las vestiduras con la vulgarización, comercialización o desacralización de la Fiesta, después son los primeros que hacen un uso comercial de ella, y vaya uso. Después que vengan Burgos y Colones a dar lecciones. En fin, como siempre, todo por las pastas... de los fascículos.
Yo era de esos que lo coleccionaban todo, hasta que me dí cuenta que tanta colección ocupaba en casa, un tiempo y un espacio que le pertenecía a los sentimientos y entonces lo tiré todo o lo regalé.
Donde se pongan dos buenas retinas que se quiten los emepetrés.
Yo coleccionaba torrijas de Los Estepeños, pero como eran difíciles de encuadernar acababa comiéndomelas... Lástima que cerrara la "editorial".
K me lo digan a mi. Ke tengo una caja de zapatos llena de estampitas ke no cierra ni la tapa. Y son del 43...
Acertadisimo el comentario de Ranzzionger, lo suscribo totalmente - pesar de que leo ABC -pienso exactamente lo mismo.
Un saludo
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