29.4.09

30 DE ABRIL. ERUDITO DE FERIA

Un mal día de abril, Antoñito el Erudito acompañó a su amigo José Foráneo en su paseo por la Feria. Antoñito entraba en la categoría del pesao ferial, especie superlativa y excesiva del clan de los eruditos. Desde la llegada al Real, su compañía fue una auténtica disertación:
“Mira Pepe, andar por la Feria es una clase de historia de la tauromaquia. Ahí lo tienes. Calle Costillares. Origen del toreo. Uno de los primeros toreros a pie que se conocen. Porque tú sabrás que antaño se toreaba a caballo y que en San Bernardo se toreaba a las reses antes de sacrificarlas. Su propio apodo lo indica. Costillares. En realidad se llamaba José Rodríguez, y quizás sepas que se le atribuye la suerte de matar a volapié...”. Pepe no lo sabía. Como tampoco conocía lo de Pepe Illo. Segunda caseta. “¿Qué no lo sabes? Fue otro de los toreros más destacados del siglo XVIII. Nació en 1754, y fue bautizado en el Salvador. Parece que el apodo Illo, según Thebussen, viene de la deformación de Joselillo. Un torero muy cofrade que llegó a regalar un San José al Baratillo. ¿No lo sabías?”. Claro que no.
Tampoco sabía que en la tercera caseta continuaría el monólogo. “Ricardo Torres Bombita. Un torero nacido en Tomares al que le entró el gusanillo del toro por su hermano Emilio. Si mal no recuerdo y el Cossío no me falla, tomó la alternativa a manos del Algabeño. ¿Sabes que durante mucho tiempo fue rival de Machaquito?”. Claro que no lo sabía. El único Machaquito que conocía Pepe era el del aguardiente. Y pare de contar. Pero la que no paraba era la erudición.
Cuarta caseta. “Aunque para rivales los de estas dos calles, Joselito y Belmonte. Fueron la época dorada del toreo en los años 20. Hasta llegaron a tener su propia plaza, la Maestranza y la Monumental, que patrocinó Joselito. ¿Tú sabes que en Eduardo Dato queda una puerta de la antigua plaza de toros Monumental?”. Por supuesto, no lo sabía. Monumental era el fallo de haber elegido a este compañero de Feria. Pero la peor fase de las borracheras es la poética. Y llegó...
Quinta caseta. “El Espartero. Torero popular, hijo del dueño de la espartería de la Plaza del Pan. “Al hijo del Espartero / lo quieren meter a fraile / pero la cuadrilla dice torero como su padre”. ¿No conocías la canción?”.
Sexta caseta. Continuaba la pesadilla. “Ignacio Sánchez Mejía. Murió en Manzanares en 1934, lo mató Granadino, un toro negro bragao. ¿Conoces la poesía de Lorca?: Que no quiero verla / dile a la luna que venga...”. El pobre Pepe no pudo más. No sabía nada. No le interesaba. Aunque en aquel momento le sonó el término espantá aplicado al enésimo torero de la feria.
Mientras corría, con una sonrisa malévola imaginaba a una toro Granadino, Bailaor o Perdigón que sólo atendía al bulto de un maldito compañero de Feria...

27.4.09

27 DE ABRIL. TRADICIONES DE FERIA

Año 1867. “De la Feria de Sevilla podría decirse ya por entonces lo que de los pueblos felices: que no tienen historia; la tramitación oficial del festejo habría alcanzado lo que podríamos llamar su estereotipación definitiva y de año en año se reproducen los documentos sin aportar datos algunos de interés, (...). La feria iba mereciendo ya en justicia el calificativo de tradicional...”.
Son palabras de Collantes que reflexionan sobre ese sentido de lo tradicional tan apegado a nuestra ciudad, término tan manipulado y exagerado que llega a ser pura invención. ¿Tradición en la Feria? ¿Qué es realmente lo tradicional? Si hiciéramos una encuesta saldrían las palabras abril, fiesta, lunares, sevillanas, casetas, toros, baile, raíces... Pero un servidor cree que las tradiciones de la Feria son muchas más de las que pensamos. Y algunas tan antiguas como las anteriores.
Tradición es la queja por los precios. Muy antigua. En el año 1852, el dueño de un puesto de Triana se quejaba porque la instalación de un café en la Feria le costó 120 reales el primer año, 500 el segundo, 1500 el tercero, 2.500 el cuarto y 4.000 el quinto. Algo antiguo.
Tradicional e histórica es la idea de cambiar de ubicación. Lo del Charco de la Pava no es nada nuevo. Estando en el Prado se propuso su traslado al Campo de Marte (actual zona de Plaza de Armas) o incluso al actual barrio de Nervión. Trasladada a los Remedios, no tardó mucho en hablarse de un nuevo movimiento. Tradicional es la rotunda oposición de muchos a cualquier cambio. Pero en realidad no hay nada nuevo bajo el sol. Hace poco escuchamos atrevidas propuestas de hacer casetas con dos pisos. Todo un escándalo... Pero si vemos las fotos de la caseta municipal de 1915, comprobaremos que ya tenía dos pisos. Ya se sabe que la tradición es criticar lo nuevo. En la década de 1850, los fundadores de la Feria criticaron el proyecto de reforma que hizo el arquitecto municipal, don Balbino Marrón. Y sólo habían pasado unos años desde el origen de la Feria...
Tradición es criticar lo exótico. Hace poco, dos conocidos diseñadores hablaban del exotismo de algunos trajes de flamenca. Pero para exotismo la caseta de estilo japonés que en 1904 estrenó el Círculo Mercantil, o la de estilo árabe del año 1905.
Tradición parecen los fuegos artificiales. Ya los hubo en 1861. Tradición es la aparición de shaolines, hombres botella, ligres, señoritas auroras, y todo tipo de friquis inimaginables Pero es que desde 1861 ya aparecían la mujer barbuda y el Circo Price.
Maldita tradición es la lluvia. Ya en 1871 la Feria se prolongaba dos días más por los efectos de la lluvia ¿Se imaginan volver a esta tradición?. Aunque para tradición la de perderse. Muy actualizada. En una edición reciente, un norteamericano de 84 años se perdía en el Real. Al ser encontrado dijo que no se esforzaran en buscar a su mujer, que él estaba muy a gustito... Será que conocía las sevillanas aquellas de “si me pierdo que me busquen...”
...en la Feria, claro.

23.4.09

'25 DE ABRIL. LA PATA DE POLLO

(Impagable foto de Antonio Sánchez)
“Sevilla por tener/ tiene la gloria en sus manos/ a Jesús del Gran Poder/ que también es sevillano”. Así terminaban unas conocidas sevillanas del inolvidable Pareja Obregón. Son ejemplo de algo muy claro: la Semana Santa de Sevilla continúa en la Feria.
Lo demuestra el título de muchas casetas: Los Hermanaos, Las doce horas del Lunes Santo, De la Campana a la Feria. Todo ello por no hablar de las numerosas casetas tituladas con el nombre de la misma hermandad, conocidas por todos.
Pero son pocos los que saben que la Feria cuenta con su propia procesión. Con su rito y con su regla, con su liturgia y con su guasa. Y con sus cofrades. Cofrades de la Semana Mayor y también de la semana de Feria. Cofrades que prolongaban sus ansias de procesión, antiguos militantes de reuniones que daban un cucharón de palo al que peor viera la Semana Santa, antiguos pregoneros apócrifos, gente con tela p’a cortá.
Tenían su rito. Un grupo tomaba el Real el jueves por la tarde y comenzaba su ritmo de manzanillas, tortillas, rebujitos, jamoncitos y penúltimas copas. Así hasta la hora del caldito. O sea, hasta el amanecer del viernes. En ese momento donde el cuerpo ya aguanta poco dirigían sus pasos al centro de la ciudad. A un lugar cofrade, por supuesto. Cambiaban el caldito por una digestiva copa de aguardiente en el bar La Centuria, en la plaza de la Encarnación. Y en esa madrugada apócrifa, sintiéndose armaos fuera de lugar, iban al mercado, bien al eternamente provisional o bien al de la calle Feria. Con toda la liturgia y la solemnidad barroca posible, como mandaban las reglas, compraban la mejor pata de pollo. Sí, una pata de pollo.
Por la tarde continuaba la tradición. En pleno Real, en una escogida caseta, los priostes de este grupo montaban un particular altar de cultos. Sencillo, como de asociación de fieles. Simples velas, flores (de papel, por supuesto) y una ferial peana donde se colocaba a la pata de pollo en solemne... besapata. Así hasta la noche. Entonces llegaba la procesión. No crean que un servidor ha bebido. En un momento indeterminado, como el salto de la reja, se organizaba la comitiva. La pata de pollo era entronizada en sus andas y una comitiva de hermanos la acompañaba en procesión por el Real. Sonaban campanilleros acompañados del sonido de numerosas llaves y de los cantos de numerosos feligreses. Hacían estación a la Metropolitana Portada de la Feria y probablemente a la caseta del Ayuntamiento. Toda una procesión en plena Feria.
Pero todo termina en la vida. Hace unos años que tal congregación proclamó su Extinción, cual hermandad añeja. Alguna desavenecia y las injerencias de los ajenos a la hermandad así lo recomendaron.
Un ruego: si un día se encuentra a antiguos miembros de esta muy irreverente, muy moderna, muy guasona, y alcohólica cofradía haga el favor de pedirles una estampita de la pata de pollo. Es que he perdido la que tenía...

20.4.09

21 DE ABRIL. CIUDAD DE FRIQUIS

No te cabe duda: acabas de comenzar un tiempo nuevo. Tu ciudad y tú. De estrellas sublimes a estrellitas, estrellonas y estrellados. Parada y procesión en un tiempo que recuerda a paradas de monstruos del cine de los años 20. Tiempo de monstruos y de pequeños monstruos. Freaks. Friquis. Allguien te había contado que que Sevilla era fortaleza y mercado, Roma triunfante, ciudad conventual, ciudad crisol, ciudad puerto y puerta de Indias, ciudad muy noble, leal, heroica, invicta, mariana, sublime... Según los tiempos. Porque te ha parecido que empiezas a vivir un tiempo de friquis en la ciudad de los friquis: la feria de las vanidades y de las superficialidades, lunáticas de los lunares y monstruos imposibles en la ciudad más hermosamente efímera. De existencia antigua: la mujer barbuda, la Sansona, el monstruo de Guatemala, Saholín, Pepe el Escocés, el ligre venido de otro continente, el Marqués de las Cabriolas, la muñeca chochona, el perrito piloto, el tío del tambor, el de la caña, el de la cuña, el de la coña, el del bastón de caramelos, el que te hace la foto en el caballito... Personajes anónimos unos y con nombres y apellidos los otros... Te has mirado en el espejo y has pensado que gente rara hay en todos los sitios y en todos los momentos del años: autoreconocimiento del friqui que llevas en tu interior. Y a tu mente han venido otros monstruos, personajes y personajillos. Los hay que no molestan y los hay enormemente dañinos, que hasta en el rebujito hay calidades: paquirrines, peítos, risitas, faletes y sus novios, patiños y su toda Sevilla, Esmeraldas y sus flamencas, vicentitos y sus canastos, coleccionistas de nazarenos, concursantes de cultura cofrade, colecionistas de medallas en la ciudad olímpica de los sueños, portadores de catavino ferial, coleccionistas de fotografía propias en diarios con grapa, cangrejeros hasta en las mudás, recitadores de negros pregones hechos por negros, rimadores de versos, narradores del corazón y de las vísceras, acertadores de quinielas pegoneriles, silbadores de marchas, adictos al pornosacro y las pasiones internáuticas, adictos a las sacristías y a las asociaciones culturales y recreativas, abuelas del Betis, cowboys con tambor del Sevilla, enganchados a los tornos conventuales, conocedores de latines y liturgias preconciliares, nostálgicos de tiempos pasados y pretéritos, coleccionistas de pasitos, juntaletras de sevillanas, paseavaras, adjuntadossieres, belenistas en Cuaresma, vestidores de vírgenes de oratorios privadísimos, garlochis de tabernas, transmisores de la intrascendencia de siempre, fotógrafos de lo de siempre, figurantes de la eterna procesión que es la historia de tu ciudad... Tú mismo has creado un blog para escribir historias de una ciudad. Una ciudad de friquis y tú con la cruz de guía abanderando una eterna procesión. Te ha dado por pensar que te podrían ayudar a completar tan largo listado...

19 ABRIL. PENTAGRAMA DE DOLOR

Noche profunda. Susurros de un viejo convento. Como en una ópera. Un diálogo de carmelitas. En la noche, los susurros se hacen notas. Notas escritas en un pentagrama de cirios. La luz en las tinieblas. Y unas notas de luz que se hacen melodía.
Ritmo suave. Cadencioso. Andante. Sonido de platillos. Y melodía que se vuelve a repetir. Estructurada y medida. Como si fuera un teatro neoclásico. Preámbulo, desarrollo y desenlace. La medida. La de un Blas Molner que talla con sus manos una Virgen que mira hacia lo alto. Busca las notas más elevadas, las de más difícil entonación. Manos académicas para tratar de contener un sentimiento barroco. Melodía que se repite. Suave. Cadenciosa.
Recuerdos de un viejo retablo lateral que salen enmarcados a la calle. Entre cuatro faroles. Dios padre bendice desde el frontón. Dios Hijo recibe la bendición. Está a punto de caer. Dos columnas de azahar lo sostienen a izquierda y derecha. Mirada lateral y cruz de carey que combate con la plata y con miles de miradas. Angelitos en canastilla dorada. ¿Estáis puestos? Lo están desde hace siglos. No caerá la cruz del Señor. Para eso revolotean entre claveles, dorados y recuerdos de allende los mares. Melodía que se repite. Suave. Cadenciosa.
Cristo caído se pierde camino de la elegancia. Elegancia de San Vicente. Cuatro faroles dorados recuerdan a los que faltan. Carrero en la memoria. La Biblia en la calle y la Biblia de las cofradías en el cielo. Almagra en las cornisas para enmarcar la escena. Quizás Dios caiga en la próxima esquina. Antonio Pantión le pone música a un nodo. Marcha fúnebre. Hecha para que un nazareno no caiga al suelo. Melodía que se repite. Suave. Cadenciosa.
Dios se pierde en los rincones y una madre parece mirar por encima de un moldurón de plata. Rosas a sus pies. El rojo de la pasión que besa su contenedor de plata. Y la Virgen que mira a lo alto. Quizás siga la melodía. Quizás escuche una nueva. La brisa de la noche suena al fagot y al oboe de la muerte. Dios ha debido caer. Dolor de una madre. Nueva melodía. Tiene un aire más triunfal. Suena entre terciopelos oscuros. Le recuerda a Sevilla que sus dolores son sus penas. Quizás no se atreva a mirar hacia abajo. El dolor de una Virgen que sale a pasear su pena. Pañuelo blanco en la mano. Rincones llenos de melodías. La noche lo está inundando todo. Hasta los sentimientos. 19 de abril de 1943. Estreno de una marcha. La cofradía más elegante ha salido a la calle.

16.4.09

16 DE ABRIL. RATAS

“Sevilla padece una invasión de ratas. Los solares en la zona urbana son un foco que infecta la mayor parte de la ciudad. Por causa de los derribos los roedores emigran a sectores de nueva construcción. El Ayuntamiento está estudiando el proyecto de una campaña de desratización.
Don Rafael Ariza Jiménez, teniente de alcalde delegado de Sanidad, ha conocido en varias ocasiones nuestra preocupación por el problema que las ratas tiene planteado en Sevilla. Según los cálculos de los técnicos, en las ciudades españolas hay tres ratas por cada habitante. Esto quiere decir que en Sevilla puede haber más de dos millones de estos bichos repugnantes.
En nuestra conversación con el doctor Ariza Jiménez, le informamos de los resultados de nuestras pesquisas periodísticas, a las que unimos las numerosas quejas recibidas en nuestra redacción. Según nuestros informes, Sevilla sufre una invasión de ratas. Siempre han existido las ratas pero no se recuerda que su número fuera tan elevado, que se encontraran en lugares tan insospechados y que su osadía alcanzara límites que exigen una rápida y enérgica campaña para combatirlas.
Los roedores han tenido y tienen su reino en lugares bien conocidos: cloacas de basuras acequias, jardines, almacenes de productos comestibles, etc. Pero también en los edificios localizan sus hogares, especialmente en aquellos que suman muchos años de vida y cuyas estructuras sanitarias son defectuosas. De esta forma, la existencia en la zona urbana de un elevado número de solares y los también numerosos derribos de casas viejas que se están efectuando han originado un cambio en los métodos de vida de las ratas, obligándolas a emigrar a otras zonas, infectándolas y ocasionando grandes perjuicios.
Aparte de los solares, donde se ha observado más espectacularmente la existencia de las temibles ratas ha sido en las barriadas nuevas y en las zonas donde se realizan derribos. Entre las barriadas nuevas las denuncias se localizan muy intensamente en Los Remedios, Pío XII, Juan XXIII y Polígono de San Pablo, y en las zonas de derribo de San Vicente, Plaza del Duque, San Julián y Ciudad Jardín”
Plaga de ratas en Sevilla. Corría el año 1967. Duraron mucho más. Todavía recuerdas las bolitas de veneno que tu padre metía en el motor del coche y, sobre todo, un infalible sistema de limpieza: fabricación de cócteles molotov con botellines de cerveza y petróleo, posterior lanzamiento sobre los solares, incendio y posterior llamada a los bomberos...
Poco a poco el número de ratas fue descendiendo. O se mudaron a sitios donde no son noticia de periódicos.
Otras ratas acaparan las portadas...

14.4.09

15 DE ABRIL. LA MUERTE DEL ARTE.

De repente te ha invadido la nostalgia. La de hace ya algunos años. Llegó el profesor universitario y en su temido examen te hizo la pregunta: "¿qué quiere decir Hegel al afirmar que el arte ha muerto?". No lo dudaste. Fue la única vez: te levantaste, entregaste los folios y te fuiste...
En los días de la nostalgia se te han acumulado las imágenes, las de la belleza de toda la vida y las que nunca alcanzarán la belleza. Un reguero de recuerdos: vírgenes artrósicas expuestas junto a batitas fresquitas, supuestos cristos entre miles de recopilaciones de libros repetidísimos, guías que no enseñan nada nuevo al de dentro y muy poco al de fuera, coleccionables de la monotonía, pregonzuelos y pestiñazos de la mediocridad, pasitos montables y desmontables con cuponcitos, sillitas de cazadores para estorbar la belleza en lugar de reclinatorios, confusión entre retransmisión y homilía, entre narración y pedantería, pollos encima de sagradas canastillas, gritos y olés paara ensuciar la esperanza en un mundo más bello, colores imposible en las lentillas de algunas imágenes y en las intimidades de la concurrencia, cornetas que invitan a invadir Polonia y parte de Estonia, marchas que anticipan el atasco en la salida hacia el Aljarafe, flores que el atrevidísimo prioste encargó en el multiprecios de la esquina, sucia mescolanza entre la política, la devoción y el sentimiento; muñecos con la categoría de esculturas, entradas que se convierten en la operación triunfo de costaleros y saeteros, mantillas con la categoría del mantillo, misterios que son casos misteriosos, público que sólo sabe esperar, rótulos y azulejos callejeros a devociones de antesdeayer, tallas dispuestas a participar en el circo del Sol, basureros en los suelos que pisó la divinidad y en los palcos que pisó la vulgaridad, soledades para bellezas olvidadas y masas para acompañar a la mediocridad...
Has recordado tus años de estudios. Alguien decía aquello de "No existe el arte, existen los artistas". Y has pensado que lo peor no es serlo ni parecerlo, sino creérselo. También te has acordado de Núñez de Herrera, el que todos citan pero ninguno lee aunque se celebre su 75 aniversario. En una reflexión por los arenales del Silencio alguien decía algo así como "vamonos, va a ser verdad que Dios ha muerto". Has cambiado el sentido de la divinidad por la idea del arte. Te entran ganas de levantarte y de entregar los folios...

13.4.09

13 ABRIL. SEVILLANO.

(Foto: Antonio Sánchez)
“En el atrio: una reunión de ciegos auténticos, hasta con placa, una jauría de chicuelos que ladra por una perra.

La iglesia se refrigera para que no se le derritan los ojos y los brazos... de los exvotos.

Bajos sus mantos rígidos, las vírgenes enjugan lágrimas de rubí. Algunas tienen cabelleras de cola de caballo. Otra usan de alfiletero el corazón.

Un cencero de llaves impregna la penumbra de un pesado olor a sacristía. Al pesignarse revive en una vieja un ancestral orangután.

Y mientras, frente al altar mayor, a las mujeres se les licua el sexo contemplando un cucifijo que sangra por sus sesenta y seis costillas, el cura mastica una plegaria como un pedazo de chewing gum”.
(Sevilla, abril, 1920)

Se llamaba Oliverio Girando. Había nacido el 17 de agosto de 1891 en Buenos Aires en el seno de una familia adinerada. Por ello viajó desde su infancia por Europa, estudió en París y en Inglaterra y escribió y publicó desde su juventud.
Colaboró en revistas que anticiparon la llegada del ultraísmo, la primera vanguardia que se desarrolló en Argentina, con las revistas Proa, Prisma y Martín Fierro, en las que también escribieron Jorge Luis Borges, Raúl González Tuñón, Macedonio Fernández y Leopoldo Marechal, la mayoría de ellos del Grupo de Florida que en contraposición al Grupo de Boedo se caracterizaba por su estilo elitista y vanguardista.
Girondo fue uno de los animadores principales de ese movimiento. Y ejerció influencia sobre poetas de las generaciones posteriores, entre ellos el surrealista Enrique Molina, con quien tradujo Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.
Sus primeros poemas, llenos de color e ironía, superan el simple apunte pintoresco y constituyen una exaltación del cosmopolitismo y de la nueva vida urbana, intentando una crítica de costumbres. En uno de sus innumerable viajes conoció Sevilla, ciudad a la que dedicó algunas de sus composiciones. Merece la pena su lectura. Una mirada diferente, nada complacida, cargada de simbolismos y de poliédricas lecturas. El texto anterior es un ejemplo. En abril de 1920 Girondo jugaba con la polisemia de la perra sevillana, ironizaba sobre los exvotos de cera, imaginaba cencerros de llaves en las manos de un sacristán, jugaba al obsesivo recuento numérico, tan propio de su estilo, contando las costillas de un Cristo en medio de una homilía masticada cual chicle. Ultraísmo que anticipaba casi el próximo surrealismo. Todo, en un libro con un sugerente título: Veinte poemas para ser leídos en un tranvía.
Una lástima... No conoció el Metrocentro

4.4.09

5 DE ABRIL. SÓLO POR UNA VEZ.

Sólo por una vez te vas a olvidar del tiempo, de la razón y de la medida. Los tiempos te harán perder la razón e irán creando la medida. Sólo por una vez te olvidarás de los sentimientos porque te vas a dedicar, simplemente, a sentir. Sólo por una vez de olvidarás de lugar porque los lugares te harán parte de su propia tramoya de rincones y espacios. Sabes que vas a olvidarte de tu pensamiento, porque los recuerdos no existen o quizás no existieron nunca, o porque el presente impone la hermosa dictadura del placer eterno. No funcionará tu vista pero te convertirás en un compendio de miradas. No funcionará tu tacto porque tu cuerpo entero será un poro abierto a la profundidad de las sensaciones. No oirás: ni la música, ni el rachear del esparto, ni el roce de las bambalinas, ni el crujido de las maderas, ni el crepitar de las cera, ni las almas sostenidas en los alientos de los que te acompañen. Simplemente formarás parte de una sinfonía perfecta en las que participarán miles de figurantes y hasta el último latido de tu corazón. Ritmo perfecto para un fin perfecto... No olerás ni percibirás, simplemente te embriagarás de una borrachera de sentidos. Amor sacro y amor profano, miradas en las oscuridad y miradas que te devuelven a la Luz, dioses de la calle y dios en la calle, Dios hecho un misterio y el misterio de Dios. Sólo por una vez te vas a olvidar del ayer y del mañana, que no existen y que, probablemente no habían existido nunca. Sólo por una vez te olvidarás de la intrascendente realidad y te refugiarás en la trascendencia de tu infancia. Bendita regresión. Sólo por una vez te vas a olvidar de ti. Hasta vas a olvidarte de Dios y de tu fe. No podrás creer en algo que ves... Mística de tu ciudad, Cópula de grandezas y de miserias del alma humana... Sólo por una vez te vas a perder para encontrarte con tu ciudad. Sólo por una vez vas a llorar por fuera y por dentro, ante el Dios de tu interior y ante el viejo Dios de madera que carga con una cruz. Sólo por una vez vas a sentir que tu vida se acaba y no te va a importar. Sentir, vivir, morir y renacer. Sólo por una vez todo estará cumplido. Tu tiempo también. Te espera en los viejos y ocultos rincones de la emoción. Sólo por una vez serás el protagonista de tu tiempo... De tu vida... Sólo por una vez tu vida dura una semana.

1.4.09

1 DE ABRIL. CARNAVAL

Trajecitos blancos tipo Sergio Ramos. Chaquetitas blanco camarero tipo Beckhan. El blazier azul prestado con más de dos lustros de antigüedad y los zapatones de plástico. Los muelles dorados o plateados para ir cómodos cual Ronaldo capillita. La camisa negra tipo Carod Rovira. La corbatita peleona. El globo de Mickey. El trajechaquetablanco nada a juego con la ropa interior. Las sandalitas de tacón de infarto con tendencia a la rotura a media tarde. El nylon dichoso. Las lycras. La caderita al aire. El pantalón apretadito que transparenta la molla publicitada como piel de naranja. El globo de Minnie. La conversación de dos piercings en la lengua. El combate de la carne con los tatuajitos. El tatuaje en chino. El chino de Mateos Gago. La china en el zapato. El chinito con las bombilla en la cabeza y el manojo de sillitas plegables. El tanga de los domingos. El tanga nuestro de cada día. El tango con brillito dorado a lo tirachinas. El sombrerito tipo El Barrio. La rozadura del pie. La tirita en el piercing, que también es de estreno. La tirita talonaria. La pandillita que juega al trenecito en calle estrechas. El globo dorado del Betis. El algodón rosa. La bolsita tamaño mediano con el bocadillo de chopped en la cintura. La bolsita con el zapatito plano para la media tarde. Los botines, perdón, el calzado deportivo para verlas todas. El batido caducado. El calcetinazo blanco con las dos raquetitas cruzadas. El rapadito con dibujos del pelo. Los oros. El golfield que es lo mismito. La salchicha con aires de antigüedad, que no de grandeza. La mostaza sin más pretensiones. El algodón rosa. La manzana de caramelo. El suave ruidito del alternador del kiosco. Las consecuencias de beber el cocacola de golpe. El globo dorado del Sevilla. Silencio Blanco silbado en tu oído. Julio Vera en el móvil del vecino de bulla .El que marca er ploglama con un cigarro. La entrada de San Gonzalo en la pantalla del Nokia. Bulería en San Román tocado con la pestaña de la lata de refrescos. La postura inverosímil del fotógrafo de la escalerita. Su novia. La novia del banderín de la banda de cruz de guía. La sillita plegable. El llevo aquí toda la tarde. El móvil que suena. El Hugo Boss mezclado con el sudor de una salida. La caquita del caballo del escuadrón de soldaditos (de pavía). Las pavías aceitosas. El olor a guoper que aniquila a los durses de la Campana. El Rey Herodes oliendo al rey de las hamburguesas. El perfume pa mi Juani. El pipí de cada esquina. El vómito de medianoche de la cocacola que le sentó mal. El sudor de la bulla.
Definitivo: Ya huele a Domingo de Ramos...