21.2.08

JOYAS


“Lo mejor de la Dolores, pa la Virgen”.
Eso pensó aquel año cuando vio que los hermanos preparaban a la Virgen para ser colocada en besamanos. Tenía la belleza de su antigüedad y la devoción de siglos de rezos. Tenía la grandeza de su escucha y la nobleza de la gente sencilla. Pero le faltaba algo. La reina de su corazón y del barrio ya lo era. Pero tenía que serlo a los ojos de toda Sevilla. Por eso “la Dolores” no lo pensó.
Sólo tuvo que cruzar la plaza. De la vieja caoba del aparador sacó su tesoro más preciado. Sus joyas y las de sus mayores. Su presente y su pasado en un cofre con viejas planchas de nácar. Joyas de valor material y joyas de valor espiritual. Lo material y lo inmaterial. Historias, sacrificios e ideales de futuro hechos oro, plata y piedras preciosas. La historia no escrita de su familia en un viejo cofre que atravesó la plaza de San Román para ser colocado junto al rostro de la soberana. Nunca unas joyas tuvieron mejor marco y nunca vieron a la vieja gitana más contenta. Así volvió a su casa, imaginando el besamanos más hermoso.
Pero la historia suele golpear donde más duele. Algo presintió Dolores por la noche. Se despertó sobresaltada y olió, vió y sintió: la iglesia de San Román ardía por los cuatro costados. La vieja parroquia mudéjar con sus joyas más queridas. Un fuego que tardó horas en ser sofocado.
Nadie había visto llorar nunca a la Dolores. Y menos de aquella manera. Su consuelo convertido en cenizas...
Cuando pudo entrar en la iglesia el mundo pareció que se había hundido a sus pies. Polvo, ceniza, vacío, la nada. Rebuscando entre escombros y maderas humeantes no encontró nada. Ni su joya de madera ni sus joyas de oro. Dicen que alguna de sus lágrimas terminaron de apagar algún rescoldo. Horas de búsqueda sin fin. El cansancio. El final. Pero una luz brilló. En lo más recóndito. Entre tanta destrucción Dolores encontró el más preciado tesoro. Secándose las lágrimas dicen algunos que, al salir de la iglesia la vieron sonreír. Llevaba en sus manos algo parecido a una lagrima de cristal. Aquella noche habitó en un viejo cofre de nácar.
“Lo mejor de la Virgen, pa la Dolores...”

5 comentarios:

el aguaó dijo...

Amigo... me has emocionado. Como siempre que entro en esta tu casa, aprendo algo nuevo. Desconocía esta bella historia. Sencillamente preciosa.

Enhorabuena.

Un abrazo.

Híspalis dijo...

No conocía esta preciosa historia, por cierto, narrada perfectamente por cierto. Gracias por seguir enseñándonos como lo haces.

Zapateiro dijo...

No tenía el gusto de conocer esta historia relacionada con mi Hermandad, por cierto.

Conmovedora.

Gracias por enseñarnos tanto sobre nuestra Semana Santa.

Un saludo.

J. Iván Martín dijo...

Me ha encantado señor rascaiejas... como siempre... se supera con cada texto que escribe.

Muchas gracias por enseñarnos simepre algo sobre la historia de esta ciudad...

Un abrazo.

Enrique Henares dijo...

Hermosa historia, hermosa dolorosa...